Por Claudio Testa
Periódico Socialismo o Barbarie
Después del circo de la “boda del siglo”…
El jueves 4 de agosto, hubo un incidente rutinario en el barrio londinense de Tottenham. La policía asesinó a tiros a Mark Duggan, joven negro de 29 años que estaba en vísperas de casarse con la madre de sus tres hijos.
Como luego se comprobó, la policía había mentido acerca de que Duggan era un delincuente armado que les había disparado. Fue un caso más de salvajismo policial, que es norma en los barrios pobres contra los jóvenes, especialmente si son de origen afrocaribeño, indio o paquistaní.
Los familiares y amigos de Duggan fueron a reclamar y pedir explicaciones. La policía se negó a darlas. El sábado 6, hicieron una pacífica marcha y vigilia ante la comisaría de Tottenham. La respuesta de la policía fue detener, en un callejón cercano, a una joven de 16 años que había participado en la protesta, y darle una paliza feroz.
Esa gota rebalsó el vaso y Tottenham estalló. Miles de vecinos, especialmente los jóvenes, salieron a la calle, arrasando con lo que encontraban. Durante varios días, el estallido se fue extendiendo, primero por los barrios pobres de Londres y luego por gran parte de las ciudades de Inglaterra.
Estos hechos son los que pintan la verdadera situación social de Gran Bretaña, y no el reciente circo de la “boda del siglo”… en medio de la miseria generalizada…
No fue «más de lo mismo»
Estos estallidos tienen antecedentes en Gran Bretaña. En 1981, 1985 y 1995 hubo disturbios que se iniciaron en barrios pobres de Londres y después se fueron propagando.
Sin embargo, ahora no fue “más de lo mismo”, y no sólo por su extensión sin precedentes sino también por otros rasgos importantes.
En primer lugar, no fueron “disturbios raciales” ni de “inmigrantes”. Aunque el detonante fue el asesinato policial-racista de un joven negro, el estallido involucró a gente de todos los colores pero mayormente de ciudadanía británica.
Durante la primera noche en Tottenham, la prensa informaba que “varios cientos de personas tomaron las calles, reflejando a la población local, de todas las edades, tanto negros como blancos y asiáticos, así como también muchos judíos [ortodoxos]”.[1]
Por su parte, Walter Oppenheimer, corresponsal en Londres de El País de Madrid (10/08/11) pintaba así la cosa: “La protesta tiene ahora más tintes de espontaneidad que en el pasado, a pesar de que se canalice en parte a través de los nuevos sistemas de comunicación. Y no tiene fronteras: ni geográficas, ni comunitarias, ni raciales. Afrocaribeños, paquistaníes y blancos ingleses de toda la vida comparten indignación, palos y cócteles molotov…”
Otro detalle no menos importante: no todos son jóvenes “irresponsables”: “Los residentes de una urbanización en Londres –informa un periodista de Reuters– se rieron cuando la policía pidió por televisión a los padres que llamaran a sus hijos y ayudaran a controlar a los jóvenes que saquearon y quemaron los alrededores de la ciudad. No sólo algunos de esos padres estaban en los disturbios, sino que muchos de los que participaban no eran los delincuentes juveniles encapuchados a los que han culpado de las peores revueltas que ha visto el Reino Unido en décadas…”[2]
La policía inglesa no es como en las películas
Esta “indignación” ampliamente compartida tuvo como generador inmediato la brutalidad policial que había asesinado a Mark Duggan.
La policía británica de carne y hueso tiene poco que ver con la que aparece en las en las series del inspector Morse; una policía compuesta por gentlemen que además no portan armas de fuego. En verdad, es tan brutal y corrupta como cualquiera de América Latina. Su única diferencia es que trabaja con tarifas mayores.
Justamente, en los días previos al estallido de Tottenham, el escándalo político-periodístico de la cadena Murdoch, que envolvió al actual primer ministro conservador David Cameron, había destapado también la nauseabunda cloaca de Scotland Yard. Los principales jefes policiales se habían visto obligados a dimitir y Scotland Yard estaba acéfala al momento del estallido.
Por supuesto, esta crisis política en las alturas, en la que está comprometida tanto el gobierno como la policía, no fue la causa del estallido. Sin embargo, dio el tono al clima político, quitando legitimidad al gobierno y a las fuerzas represivas.
¿Qué dicen los protagonistas?
Según Cameron, los saqueadores son “thugs”, matones bestiales y “nauseabundos” (sickenings) que impulsados por su maldad y codicia, se lanzaron al incendio y al saqueo.[3] Simultáneamente, el primer ministro niega que sus planes de ajuste, que están llevando al colmo el desempleo, la pobreza y la desigualdad, tengan algo que ver en esto.
Pero sus mentiras son tan evidentes, que hasta en la misma prensa patronal que condena enfáticamente los disturbios, se cuela la verdad. Veamos algunas citas y testimonios, entre muchos:
“«No eran los típicos gamberros (pandilleros) ahí fuera. Era gente trabajadora, gente enfadada. Han recortado todos los beneficios… Simplemente todo el mundo usó esto como una oportunidad para desahogarse», dijo un vecino, refiriéndose a las medidas de austeridad de David Cameron, que los pobres afirman que les han golpeado con más fuerza. […] En una urbanización vecina, Jackie, de 39 años, dijo estar disgustada con el retrato de los disturbios en los medios como violencia juvenil descerebrada: «Estos no fueron chicos. Eran jóvenes y adultos juntos contra la porquería que ha estado pasando desde la Coalición», dijo refiriéndose al actual gobierno de mayoría conservadora, que ha hecho grandes recortes de los programas sociales.”[4]
“Lo que alimenta la furia juvenil –advierte otro cronista– es la convicción de que las cosas no solo están mal, sino que todo estará peor porque la biblioteca de la esquina va a cerrar, el centro social va a ofrecer menos servicios, las ayudas a la vivienda se van a ver reducidas. Y con la paradoja añadida de que todo eso se va a perder porque ha habido que ayudar a los bancos.”[5]
“La crisis financiera despoja de oportunidades a una generación de jóvenes de todo el mundo que no podrán satisfacer sus aspiraciones, quizás hasta el punto de abandonar cualquier esperanza en el futuro.
“Para los jóvenes del mundo desarrollado, la crisis implica que, casi invariablemente, tendrán que aceptar primeros empleos peor pagos y más escasos, ya sean profesionales recién graduados u obreros de fábricas. Los beneficios y subsidios educativos también están siendo recortados…
“No importa si ese desencanto alimenta protestas políticas o saqueos: lo cierto es que la destrucción y el fuego en Londres sugieren que tanto la política como las protestas van a volverse más cruentas en los próximos años.
“«Es muy triste de ver. Pero los jóvenes no consiguen trabajo, no tienen un futuro, y con el ajuste va a ser peor», nos dijo Adrian Anthony Burns, un electricista de 39 años de Hackney. «Estos chicos son de otra generación que la nuestra y nada les importa. Ya van a ver: esto recién empieza».”[6]
Por último, opina un joven de Tottenham que participó en los saqueos: “Bobby tiene 24 años. Es negro, abandonó los estudios universitarios por su situación económica y los aumentos de aranceles dispuesto por Cameron, y reside en el barrio londinense de Tottenham. «Este pillaje –dice Bobby– no es fruto de un conflicto racial. En Enfield [otro barrio de la capital británica], la gran mayoría de los saqueadores son blancos», explica. […] «Hace 30 años estalló un conflicto que fue racial. Ahora es diferente. La gente tiene más información y sabe que la gran corrupción es la de Rupert Murdoch [el magnate de la prensa] o la del sistema financiero y los bancos. Y también sabe que se ha salvado a los bancos con el dinero público. Esto es simplemente robar a los pobres para dárselo a los ricos», concluye Bobby.”[7]
La necesidad de una alternativa política independiente
Lo sucedido en Gran Bretaña es una expresióndiferente del mismoproceso mundial que ha se ido generando desde las rebeliones del Medio Oriente hasta los “indignados” del Estado español.
Pero, en este caso, es aún más angustiosa la necesidad de una alternativa política independiente que encauce la energía que expresa este estallido social, hacia el combate consciente contra el gobierno y el capitalismo.
En la medida que esto se vaya logrando –que la justificada rabia de los jóvenes británicos se organice conscientemente para luchar contra el sistema capitalista y el régimen político que lo sostiene– en el Reino Unido se abrirá una nueva página de la historia.
Una página que seguramente revivirá tradiciones muy diferentes de la repugnante “boda del siglo”. Por ejemplo, las buenas tradiciones de la revolución que en 1649 –otro año también memorable– le cortó la cabeza al rey.
Notas:
1.- Citado por davidkarvala.blogspot.com, 10/08/11.
2.- «No son gamberros sino trabajadores, gente enfadada por los recortes sociales», por Mohammed Abbas, desde Londres, Agencia Reuters, 10/08/11.
3.- “London riots: David Cameron talks tough on rioting «thugs»”, The Economic Times, August 9, 2011.
4.- “No son gamberros..”, cit.
5.- “Explosión social en el Reino Unido: muchos conflictos en uno solo”, por Walter Oppenheimer, corresponsal en Londres, El País, 10/08/11.
6.- “La ira de una generación sin esperanzas”, por Peter Apps, Agencia Reuters, 10/08/11.
7.- “Protagonistas de los disturbios: «No nos escuchan, sólo nos reprimen»”, por Juan Miguel Muñoz, enviado especial a Londres, El País, 11/08/11.