Inés Zadunaisky
Bueno, es muy amable Hernán, me dejó el pie servido. Efectivamente la Revolución Rusa para las mujeres rusas en particular, pero también a cien años de la Revolución Rusa y a la hora de estudiar la profundidad y lo que significó esa gran gesta que fue la Revolución Rusa, quizá la más importante de la historia hasta hoy, también nos deja muchas lecciones, muchas enseñanzas y muchas cosas sobre las cuales reflexionar respecto de lo que significa una revolución socialista en la vida concreta de las mujeres y, por supuesto, también de los hombres. También nos deja muchas cosas sobre las cuales reflexionar acerca de la política y el programa y la participación en lo que tiene que ver con la propia concepción que tenemos los revolucionarios acerca del problema o la cuestión de la emancipación de las mujeres como parte de la emancipación general de toda la sociedad, empezando por la clase trabajadora y por todas las clases oprimidas y explotadas. Hay una primera cosa que es que las mujeres siempre participaron en los procesos revolucionarios, hace ya unos diez o quince años esto es una cosa un poco más agarrada, sobre lo cual hay mucho escrito, pero igual es una cuestión importante saberla y comprenderla y verla en toda su dimensión. Las mujeres habían ya participado, desde antes también, en algunos hitos revolucionarios importantes en Europa. Por ejemplo la Revolución Francesa con las revueltas del pan, fueron las mujeres las que llegaron a Versalles a buscar al panadero, a la esposa del panadero y al hijo de panadero, o sea al Rey, a María Antonieta y al delfín. Todos sabemos cómo termina su historia. Pero además las mujeres participaron muy activamente y políticamente en la Revolución Francesa, por ejemplo, fundando sus propios clubes políticos, participando en toda la discusión; algunas decían que las mujeres eran el tercer estado dentro del tercer estado, pero se hicieron valer y algunas también fueron guillotinadas. Después, en la oleada de 1848 también las mujeres tuvieron una participación importante. Menciono algunas cosas para tener una idea: un testigo describe una situación que vio en la ciudad de Dresde, Alemania, y dice: «muchas mujeres, procedentes de todos los estratos de la sociedad tomaron parte de la lucha del pueblo sajón en Dresde del 3 al 9 de mayo de 1849, muchas ayudaron a construir barricadas, transportando muebles y piedras, otras suministraban en las calles la comida que habían preparado. Además, otras cuidaban a los heridos, vendaban sus heridas bajo la lluvia de balas en la misma calle o los arrastraban hasta sus propias casas. Una doncella defendió una barricada durante tres días, con el coraje de un león, disparando y matando a muchos soldados, hasta que ella misma fue derribada por una bala enemiga.» Esta historia es una, pero ilustra la participación también de las mujeres (sobre todo europeas, claro) en la oleada de 1848-1849. Por supuesto también están las mujeres de la Comuna de París, heroicas, como todos los comuneros, que se armaron junto con los trabajadores de la Comuna y los ciudadanos de París, combatieron, sostuvieron la Comuna durante los pocos meses que duró y por supuesto no fueron ajenas a la terrible masacre que sucedió a la derrota de la Comuna. Lo interesante es que muchas veces la participación de las mujeres fue de alguna manera una especie de señal de que el gobierno había perdido el control. Después voy a retomar esta idea. Más adelante ocurrió una cosa interesante que es que con el cierto desarrollo de la economía del conjunto de Europa y el avance de las políticas proteccionistas a partir de 1870 hubo también una serie de leyes de protección de las trabajadoras y del trabajo de las mujeres y del trabajo infantil que por supuesto se pone en cuestión cuando comienza la Primera Guerra Mundial. Pero las contradicciones son importantes ahí, todos sabemos acá que la Primera Guerra Mundial, 1914, significó una tremenda división dentro de las filas de los y las revolucionarias de la época alrededor del apoyo o no a las burguesías nacionales en esa guerra. Pero las cosas en la lucha de clases son contradictorias y la guerra trajo una cosa que fue importante: con la guerra y el envío masivo de los hombres al frente, las mujeres entraron a la industria. Entraron de manera masiva, por ejemplo, casi 700 mil francesas y casi un millón de inglesas trabajaron durante la guerra en las fábricas de municiones. Esto tuvo un impacto impresionante en la vida de las mujeres porque si bien por un lado ganaban menos, aunque muchos gobiernos impulsaban que se les pagara igual que a los varones por el mismo puesto, los patrones siempre tienen sus trucos, entonces dividían las tareas en muchas tareas pequeñas, pero el hecho es que las mujeres ingresaron de manera masiva a la industria y entonces aprendieron allí y adquirieron una experiencia extraordinaria, nueva para ellas. Porque la tradición de las revueltas del pan la tenían, pero la tradición de la huelga, de los piquetes, los métodos de la clase obrera en su lucha las mujeres los aprendieron en este período. Además, muchas, muchísimas, no sólo aprendieron los métodos de la clase obrera y los adoptaron, sino que además había algo más profundo y es que muchas se hicieron revolucionarias, se hicieron socialistas y en sus llamamientos empezaron a incorporar el llamado a la Revolución. Cuento algunos ejemplos chiquitos: en 1915 hubo una huelga de inquilinos organizada por las mujeres, por la suba de los precios de los alquileres, y fueron terriblemente exitosas en evitar los desalojos. Se concentraban en donde iban a ocurrir los desalojos y evitaban que la policía se llevara a la gente. En 1918 en Barcelona las amas de casa convencieron a las obreras textiles de hacer huelga contra el aumento de los precios de los alimentos y una de las cosas que decían en sus pancartas y banderas era: «abajo la carestía, fuera los especuladores, en nombre de la humanidad, todas las mujeres a las calles». Y así hay montones de ejemplos de cómo las mujeres combinaron y aprendieron de esa experiencia de entrar en la producción los métodos de la clase obrera. Las mujeres se hicieron sentir en todas las revoluciones y en todas las huelgas de la época y en Rusia directamente contribuyeron a cambia la historia. El gobierno, en febrero de 1917, había ordenado el racionamiento del pan. El pan había aumentado en tres años un 600% y el 23 de febrero, que es el 8 de marzo nuestro, las mujeres desobedeciendo la orden de todos los dirigentes de todos los partidos salieron igual a la calle a manifestarse. Un informe de un policía decía: «las madres de familia, exhaustas por las interminables colas que tienen que hacer en las tiendas, trastornadas por sus hijos hambrientos y enfermos, están quizás más cerca de la revolución que los líderes de la oposición liberal y por supuesto son muchísimo más peligrosas porque son el combustible que solamente necesita una chispa para arder en llamas». La chispa fue el aumento del pan, las mujeres salieron, fueron a buscar a los obreros, sobre todo los metalúrgicos, para que salieran a la huelga, los convencieron y luego es historia conocida: la huelga general y la caída del zar. Quería leer una historia chiquita, no lo quería dejar de hacer porque es muy linda, sobre una trabajadora del tranvía de Petrogrado, de 22 años, que había trabajado desde los 11 y que dice: «recuerdo que nos manifestamos por toda la ciudad, las calles estaban llenas de gente, los tranvías no andaban: había coches volcados sobre las vías. No sabía yo entonces, no comprendía lo que estaba pasando, yo gritaba con todo el mundo ‘abajo el zar’ pero pensaba ‘¿cómo van a ser las cosas sin el zar?’. Era como si un pozo sin fondo se abriera ante mí y mi corazón desfallecía. Sin embargo, gritaba una y otra vez ‘abajo el zar, abajo el zar’. Tenía la sensación de que toda la vida que me era familiar se derrumbaba y yo me alegraba con su destrucción». Bueno, después esta chica, de sólo 22 años, fue elegida para el Comité de Obreros de tranvías de Petrogrado y cumplió un papel muy importante dirigiendo los coches que llevaban ametralladoras la noche de la toma del Palacio de Invierno. Era un lindo ejemplo de la participación de las mujeres en la Revolución. El nombre, por si no lo dije, era Alexandra Rodionova. Esa es una primera parte de lo que quería decir, voy a tratar de acelerar con lo que sigue que es un poco una reflexión alrededor de la cuestión del partido, del programa del partido y de la política del partido hacia las mujeres. Con todo esto lo que quería decir es que no es que las mujeres tienen que ser llamadas a participar en la Revolución: las mujeres participan de las resoluciones, pero la diferencia es qué lugar va a ocupar la cuestión de la emancipación de las mujeres una vez hecha la revolución y particularmente obvio, en la transición. El partido bolchevique, como todos los partidos socialdemócratas de la época, pensaban que el socialismo liberaría automáticamente todas las opresiones y por lo tanto las mujeres iban a ser emancipadas casi automáticamente, después de la Revolución. Pero eso era lo que pensaban todos los socialdemócratas, no era ninguna cosa rara. En particular, los bolcheviques no tenía demasiado desarrollo del programa o elaboración alrededor de la cuestión de la mujer, algunas autoras dicen que, entre otras cosas, porque la condición del exilio de las y los revolucionarios hiciera que no tuvieran una vida familiar muy estable que los llevara a reflexionar acerca de la cuestión. Pero eso no quiere decir que los bolcheviques no tuvieran posición respecto a la cuestión y las peleas de las mujeres. Por ejemplo, es conocida la pelea de Lenin con el partido austríaco que opinaba que no había que pelear por el derecho al voto de las mujeres. Lenin les decía que había que hacerlo. El problema alrededor de la cuestión de la familia se demostró un problema central en la transición. Trotsky, por ejemplo, en 1923 decía que «el viejo sistema de la familia (cuando decimos familia nos estamos refiriendo a la familia burguesa patriarcal, que es la que tenemos nosotros también) que convirtió a las mujeres en servidoras domésticas, aisladas de la vida social y privadas del acceso a la actividad social, todavía están vigentes». Esto lo dice en una nota en Pravda de 1923. Los bolcheviques le dieron, durante los primeros años de la revolución, una importancia enorme a la cuestión, porque si bien muchísimas mujeres habían entrado a la industria durante la guerra, las millones de campesinas no habían entrado a ninguna parte y el atraso extraordinario, impresionante de las mujeres era también un problema para la propia revolución, para ellas mismas y para la revolución en general. No recuerdo bien la cifra, pero un 90% o más de las mujeres rusas era analfabetas, para dar algún indicador del grado de atraso de la situación. ¿Qué cosas hicieron los bolcheviques? ¿Qué políticas tuvieron los bolcheviques alrededor de empezar a resolver la cuestión de construir nuevos tipos de relaciones y liberar a las mujeres de la carga que significa el trabajo doméstico? El trabajo en el hogar era infinitamente más pesado que hoy en aquel momento. Lenin llegó a decir en un momento que se había convertido en más importante la idea de separar a los matrimonios de la cocina que la idea de separar a la Iglesia del Estado. Imagínense la importancia que tenía la cuestión. En las ciudades más importantes hubo algunas experiencias de lo más avanzadas alrededor de los comedores comunitarios. En Petrogrado llegaron a alimentar al 91% de la población durante eso primeros años. En Moscú alrededor de un 60%. En el campo casi nada. El problema eran las condiciones, porque evidentemente después de la Guerra Mundial, más la guerra civil, más las condiciones propias del atraso productivo de Rusia, hacían que las condiciones y la calidad de esa comida fuera bastante mala. Entonces era una especie de esfuerzo que tenía que ver con hacerlo avanzar en lo material, pero al mismo tiempo de convencimiento. Sólo los comedores liberaron a miles de mujeres de la cocina porque recuerden que decíamos al principio que además de trabajar 12 horas durante la guerra después hacían 2 horas de cola para conseguir pan. El problema de construir no sólo comedores comunitarios sino también lavanderías, cocinas, es decir que todo el trabajo doméstico empezara a pasar a la esfera de la producción social, fue el principal interés en relación al tema y sobre el cual se hicieron los avances más importantes. Incluso llegó a haber experiencias de viviendas-comuna, es decir, viviendas que tenían cocina comunitaria, electricidad y beneficios comunes (un poco como los amenities truchos de ahora) con habitaciones individuales pero que tendían a romper la vivienda uni familiar. Kollontai, que fue la directora de la Secretaría de la Mujer durante varios años, le daba muchísima importancia y era un problema el hecho de la discusión acerca de cuánto presupuesto se podía destinar a la vivienda, a la construcción de comedores, etc. Con la NEP eso se terminó completamente. La NEP terminó la posibilidad de destinar presupuesto para estas construcciones comunitarias. Es más conocido el tema del aborto en relación a la URSS (que enseguida fue legalizado), a pesar de que Kollontai era una fanática pro-maternidad. Ella decía algo muy interesante «a pesar de lo que yo piense, el proletariado no es moralista ni puritano y la decisión sobre el cuerpo de las mujeres es de las mujeres». Además, se avanzó sobre la ley de divorcio, que tuvo sus idas y venidas porque la primera ley de divorcio de 1919 establecía el divorcio absoluto y además sin ningún tipo de reparto de bienes, lo que significó que muchísimas mujeres, sobre todo con chicos, quedaran en la nada. Esto trajo toda una discusión acerca de si están emancipadas o no, no la voy a desarrollar. Más adelante se reformuló la ley y había que dividir los bienes adquiridos durante el matrimonio precisamente para que las mujeres y los niños no quedaran en la nada. Incluso hubo un caso bastante conocido de un juez que, como la mujer no sabía bien de quién era el hijo, declaró la paternidad colectiva de varios hombres y les hizo pagar a todos la manutención del niño o niña. Habría otros temas para desarrollar, pero efectivamente no hay nada de tiempo. Simplemente, lo que quería plantear para cerrar es que no alcanza con la revolución sino que hace falta una política consciente, una política del Estado obrero en la transición y hay una discusión enorme alrededor de la importancia que tiene antes de la revolución no sólo la participación de las mujeres en la lucha sino también la creación de organizaciones de mujeres y el desarrollo de estas discusiones porque después es parte de la discusión de la democracia socialista que las mujeres puedan participar efectivamente en la dirección del Estado obrero, que las obreras puedan elevarse a dirigentes de toda la sociedad y, como decía Lenin, que hasta la última cocinera aprenda a gobernar el país.
Intervención de Inés Zadunaisky en la 2° Jornada del Pensamiento Socialista, 1/12/17