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Martín González Bayón
“La revolución rusa enseño que sin partido no se puede triunfar”
Quiero aprovechar el título de esta mesa que es «Historia e impacto de la Revolución Rusa”. Hernán nos presentó el marco de cómo empezó a impactar en la Argentina un proceso de dimensiones históricas universales. Voy a avanzar sobre ese plano histórico universal. Yo entiendo que si hablamos de impacto, hablamos de algo que deja marcas, que deja huellas. Hay dos grandes huellas que dejó la Revolución Rusa, que modificaron el escenario de la historia, de la política en todos los niveles y en todas las clases; y modificaron la lucha de clases a partir de ese momento hacia el futuro.
Hay dos marcas, una es el Soviet. La Revolución Rusa, desde 1905 hasta 1917 inventó el Soviet. Descubrió la forma definitiva de lo que consiste la dictadura del proletariado, eso es muy agudo. Voy a poner un ejemplo que es pequeño en dimensiones históricas pero importante. Ustedes pueden buscar en la revista Noticias de principios de 2002, en el marco del Argentinazo y las rebeliones populares, hubo una tapa que fue sintomática. Es una foto de una Asamblea popular y dice: «¿Se vienen los soviets en la Argentina?» La tapa de Noticias, una revista de masas. Significa que aquel editor que puso «soviet» en la tapa de Noticias entendía que todos sus lectores sabrían de lo que estaba hablando. ¿De qué estaba hablando? ¿Es que en Argentina se viene la revolución socialista? ¿Es que se va a tomar el poder? Fíjense: una palabra. Una palabra en ruso tiene todo ese contenido. Y ya había pasado el estalinismo, la caída del Muro de Berlín, ya no existía más la URSS: pero una revuelta popular y gente reunida discutiendo qué hacer es sinónimo de soviet, de socialismo, de peligro, de poder. Eso es la Revolución Rusa, esa es una de las marcas de la Revolución Rusa.
Quiero meterme en la otra marca que es igual de importante y es complementaria: la Revolución Rusa también creó al Partido bolchevique.
Cualquier estudio que hagamos de los partidos de masas y de los partidos obreros veremos que no tienen nada que ver antes y después de la Revolución Rusa. El Partido Bolchevique, simplificando en pos del tiempo, fue la encarnación del sujeto político en la Revolución. Sin sujeto político en la Revolución la clase obrera puede hacer muchos “1905”, infinitos, puede hacer “Comunas de París”, puede hacer muchas “revoluciones de febrero”, pero no puede tomar el poder.
El “flaco”, Alcides Christiansen, dijo recién algo muy agudo: «si la clase obrera lucha y no toma el poder a la larga pierde». Es muy agudo, si la clase obrera no toma el poder significa que el poder lo tiene la clase enemiga y la que “puede” es la clase enemiga. Sin partido no se puede tomar el poder, eso es una enseñanza de la Revolución Rusa.
Kautsky, en su época marxista, es decir antes de la Revolución Rusa, sostenía que la función del partido obrero no era hacer revoluciones. Decia “somos revolucionarios, pero no tenemos que hacer revoluciones, nosotros surfeamos la historia, las revoluciones las hacen la clase obrera y nosotros en todo caso dirigimos el proceso”. ¡Qué lejos está eso de Lenin!
Para Lenin el partido es el responsable de que el proceso histórico termine en triunfo. Y luego de Lenin, cualquier partido que quiera luchar por cambiar la sociedad, inclusive dentro de las capas pequeño burguesas, tiene que asemejarse a las experiencias de la Revolución Rusa, y eso es hasta hoy.
Por eso, todo aquel que esté en contra del partido, por más honesto que sea, está en contra de la toma del poder, está en contra del triunfo de la clase obrera y por lo tanto está a favor de su derrota. Más allá de lo que esa persona piense, discutamos pacientemente, como diría Lenin, pero esta es una conclusión de la revolución.
Nosotros en nuestra corriente hicimos un largo estudio, una larga discusión y hemos vuelto a estudiar para volver a poner en su lugar al sujeto social de la revolución: a la clase obrera. Las presiones del estalinismo hacia el objetivismo fueron tan brutales que nosotros tuvimos primero que rescatar a la clase obrera para dar cuenta de que sin clase obrera no hay revolución socialista, ¡miren qué pavada! En ese empuje que hemos dado, que fue una lucha por ubicar en el terreno del socialismo a la acción revolucionaria, hicimos tanto eje en el sujeto social que no tuvimos el tiempo necesario para terminar de desarrollar toda la importancia que tiene el sujeto político. Lo hemos hecho pero la vara ha sido inclinada a recuperar a la clase como tal.
Yo quiero agarrar algunos hitos de 1917 para que veamos lo que fue la pelea política, cómo se pasó de febrero a octubre, no para meternos en la historia. Hubo algo muy interesante que marcó Hernán: en febrero todo el mundo festejaba, todo el mundo (salvo el zar) estaba feliz. «¡Se terminó el zarismo! ¡Viva la democracia!» Claro, eso por unos días nada más, porque después la pregunta era: «¿Y… cuándo vamos a encauzar esto? Hay soviets, no sé qué significa, pero es malo». Luego aprendieron lo qué significaba, hasta ese momento era malo, era algo disonante. El soviet era la manifestación del frente único obrero, actuaba como un doble poder, pero en febrero y marzo no había realmente un partido revolucionario, ni el Partido Bolchevique estaba realmente encaminado a la toma del poder. Se ubicaron como apoyo y control del gobierno burgués.
¡Eso fue sintomático! La revolución de febrero la hicieron las masas obreras, lo empezaron las mujeres proletarias, el ejército arrastró todo, las masas obreras derribaron al zar y el poder se lo quedó la burguesía. Esto es sintomático. No hay un partido revolucionario que tome el poder, entonces el poder se lo queda la burguesía.
A partir de abril, con la llegada de Lenin, el partido da un giro, no me voy a meter en ninguna discusión, solamente contar que fue una lucha feroz que dio Lenin para plantear que el objetivo estratégico del Partido Bolchevique no era ser el ala izquierda de la revolución de febrero sino hacer que la clase obrera tomara el poder y que pasara todo el poder a los soviets. Pero Lenin no era doctrinario, era marxista, el Partido Bolchevique no era un partido doctrinario, cegado por agarrar las bayonetas y tomar el poder. Era un partido que quiere generar las condiciones para que la clase obrera organizada pueda elevarse a clase dominante y las conclusiones que sacó Lenin en abril no fueron que había que tomar el poder, sino que había que ganarse a las masas en los soviets.
Lenin y el Partido Bolchevique, para ganarse a las masas de los soviets, de abril a octubre, hicieron una serie de tanteos. Si nosotros tenemos que ganar a las masas, tenemos que saber si las masas están o no con nosotros, ¿cómo sabemos? Una de las formas es movilizarse, en abril hay una movilización relativamente importante cuando se enteran que el gobierno estaba planeando continuar la guerra. Treinta mil soldados de los noventa mil de la guarnición salen a la calle a protestar impulsados por el Partido Bolchevique bajo la consigna “abajo el gobierno”. ¿Cuál era el objetivo del Partido Bolchevique? Era saber cuántos se movilizaban, cuánta gente estaba a favor de que cayera el gobierno en ese momento: eran muchos, no los suficientes. El Partido Bolchevique saca la conclusión de que hay que seguir actuando pacientemente en el seno del soviet para ganar a las masas. Intentan hacer un nuevo tanteo en junio, porque el gobierno entra en crisis y tiene que formar un gobierno de coalición. Los bolcheviques se ponen en contra de un gobierno de coalición entre burgueses y representantes obreros del soviet y tratan de hacer a principios de junio una marcha con una consigna muy interesante: «¡Todo el poder a los Soviets, abajo los diez ministros burgueses!». Eran doce ministros, diez burgueses y dos representantes del Soviet que eran de ultra consiliadores, no es que eran dos representantes bolcheviques, eran dos conciliadores, dos traidores de cabo a rabo, pero eran representantes del soviet. El Partido Bolchevique no dice «¡abajo los conciliadores!» en ese momento, sino «abajo los ministros burgueses, que asuma todo el poder el soviet, con los dos traidores, no me importa, pero que respondan a las bases de los soviets».
Esa movilización, los traidores se la prohíben al Partido Bolchevique. Se reúnen en el soviet y votan que no se puede movilizar. Y cuando ganan, se envalentonan y ellos llaman a una marcha, para una semana después. Movilización que se hizo multitudinaria y toda la gente fue con las consignas: “¡Todo el poder a los Soviets, abajo los diez ministros burgueses!». Ahí, el Partido Bolchevique sacó otra conclusión muy interesante. El Partido Bolchevique entendió que en la ciudad tenían mayoría y ahí Lenin se plantea un dilema, porque la ciudad de Petrogrado estaba que ardía, pero ¿Rusia estaba a la misma temperatura? Lenin tenía un miedo que estalle la revolución prematuramente. Desde ahí sistemáticamente tiene un temor: que se juegue a la insurrección. Inclusive el partido tenía esa tensión, porque en julio la capital estalla. Hay movilizaciones y el partido no sabe si participar o no, en principio está en contra, pero por una presión terrible al fin decide sumarse para no despegarse de las masas. Por supuesto que el alzamiento como se dio fue prematuro, fue una derrota y abrió cauce al punto más bajo de todo el proceso de la Revolución Rusa, el Partido Bolchevique fue prohibido y se habilitó a que levante la cabeza la contrarrevolución y se ponga en pie un intento contrarrevolucionario, un golpe militar, el de Kornilov, en agosto.
Miren cómo la clase obrera puede juntar energía, puede estallar prematuramente. A veces no le queda otra más que estallar prematuramente. Lenin dijo «en junio hicimos bastantes tonterías», pero nunca dijo que estuvo todo mal, porque entendía que se estaba tanteando a las masas, que todo salió horrible, que les costó muchísimo pero nunca dijo que fue un error.
Voy a saltar a octubre. Las masas estaban que hervían, habían derrotado a Kornilov, se había fracasado la ofensiva de primavera del gobierno, los alemanes estaban acercándose a Petrogrado. En ese momento el Partido Bolchevique plantea la necesidad de una insurrección.
Esto es muy importante porque es una de las enseñanzas de octubre es que la insurrección no es algo que haga el Soviet. La insurrección de octubre la organizo el Partido Bolchevique, apoyado en el Soviet. El órgano de la toma del poder es el partido, no es gobierno, eso es más complejo. Inclusive, en determinado momento, cuando los soviets estaban dominados por los conciliadores Lenin estudia que había que apoyarse en otros organismos: en las comisiones internas, juntas de fábrica, había que ver en dónde apoyarse. Después sí, el Soviet era el organismo es gobierno, pero el partido es el que tuvo toda la iniciativa. La discusión feroz interna para saltar a la insurrección, a la toma del poder. Además, porque hay que organizarla. Trotsky dice: «la revolución proletaria no es un estallido, es un arte, es una ciencia». Es interesantísimo, hay que leer las Lecciones de Octubre de Trotsky y todos los escritos de Lenin entre julio y octubre y los meses siguientes. Algunos tratamos de publicarlos en los periódicos, pero no todos, léanlos, son una escuela revolucionaria. Lenin planteaba que el problema de la revolución, de la insurrección, de la toma del poder, es una cuestión política y técnica, que hay que resolverla en el momento justo, cuando todas las condiciones (la guerra, la temperatura de las masas, el estado de ánimo, el estado de ánimo del enemigo, la insurrección campesina) se empiezan a cruzar; en ese momento, tenés la oportunidad de tomar el poder. Una semana después ya no lo sabés y quizás la pierdas por veinte años. ¿Quién puede medir todas esas condiciones? ¿Las masas amorfas? No, no pueden. Solamente el partido puede, audazmente, jugar esa carta. Inclusive en los momentos antes de la insurrección el partido volvió a tantear a las masas, a medir su temperatura. Una semana antes de la insurrección se pone en pie «El día del Soviet»: “vamos a juntar plata para una imprenta porque perdimos la nuestra” plantearon. Es una pavada, una colecta. Pero para esa colecta el Soviet de Petrogrado organizó a todas las masas en todos los teatros, en todos los clubes, en todos los lugares donde había un salón se realizarón asambleas y se hizo votar la defensa del Soviet y de la revolución.
En ese contacto del partido con todas las masas doblegaron, primero, el temor de un sector de las mismas. Doblegaron a un sector interno el partido, Kamenev y Zinoviev, que sostenían públicamente que las masas estaban en contra de la insurrección. Lenin los acusaba de mentir, pero además de decirlo había que demostrarlo. Eso lo demostró.
En ese marco, junto con una táctica y un organizador de la insurrección brillante, como fue Trotsky, quien paso por paso enmascaró la insurrección con una táctica defensiva. Fue genial eso. Incluso hay textos de Kerenski, póstumos, que dicen que él había hablado con el dirigente de los Socialistas Revolucionarios en un palacio cercano al Palacio de Invierno diciéndoles que le parecía que los bolcheviques estaban tomando el poder. Los mencheviques lo desestiman, dicen: «nosotros ya charlamos con los bolcheviques, no están tomando el poder, están defendiendo al Soviet, pero se comprometieron en que mañana desarman el Comité Militar Revolucionario, que desarman todo. Estoy seguro, se comprometieron en el marco de la legalidad soviética». El dirigente, salió de esa reunión y los guardias rojos lo detuvieron: eso requiere de organización.
Después de la Revolución Rusa todo el movimiento obrero mundial sacó algunas conclusiones, que después se pudieron adelgazar y perder pero que quedaron en la memoria histórica. Una es que, si haces un soviet querés tomar el poder, si haces una asamblea, una coordinadora de todos los obreros que empiezan a hacer planteos políticos «me estás queriendo borrar de la historia», dice el burgués. Y si querés hacer una revolución, si querés que la clase obrera tome el poder, si querés que la clase obrera no pierda, tenés que hacer un partido revolucionario marxista, ligado estrechamente a la clase obrera.
Un partido arraigado en la clase obrera, porque la revolución es un proceso de masas, pero tiene sujetos políticos que hacen que toda esa energía se concentre y pueda llegar a buen puerto. No hubo más energía en octubre que en febrero, hubo un partido bolchevique. Esa es una de las lecciones más importantes que nos deja la Revolución Rusa y que sigue iluminandonos porque todavía la clase obrera tiene que emancipar a la humanidad y para eso tiene que emanciparse a sí misma. Esa es la tarea que sigue pendiente en todo el planeta Tierra.
Intervención de Martín González Bayón en la 2da Jornada de Pensamiento Socialista, 1/12/17