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Plebiscito en Ecuador y división del “progresismo”
Lenín Moreno versus Correa: lecciones de una crisis política de alcances continentales
Por Rafael Salinas
El pasado domingo 4 de febrero, se realizó en Ecuador un plebiscito donde los ciudadanos respondían por “Sí” o por “No” a nada menos que siete preguntas.
Tal cantidad de preguntas no es común en ese tipo de votaciones. Menos aún su variedad de temas. Entre ellos se preguntó desde que no prescriban los delitos sexuales contra niñas y niños… hasta reducir el área de explotación petrolera en los Parques Nacionales, en bien de la ecología… Es decir, preguntas “simpáticas” que inducen a contestar “Sí”. Era una forma de motivar a que los ciudadanos votantes dijeran a todo que “Sí”, “Sí”… y más “Sí”!!!
Pero entre esos interrogantes iba mezcladas dos preguntas trascendentales, que eran el verdadero motivo de realizar el plebiscito. La más importante de esas pregunta dice así: “2) Para garantizar el principio de alternabilidad, ¿está de acuerdo con enmendar la Constitución para que todas las autoridades de elección popular puedan ser reelectas por una sola vez para el mismo cargo?”
Traducido al español: “¿Está de acuerdo con enmendar la Constitución para que Rafael Correa, el anterior presidente, no pueda volver a presentarse a elecciones presidenciales, y así desaparezca de la vida política ecuatoriana?”
Lenín versus Correa
La pelea Lenín Moreno versus Rafael Correa encarna una ruptura política de trascendental importancia del “progresismo” ecuatoriano. Correa ejerció la presidencia desde enero de 2007 hasta el 24 de mayo del año pasado. Fueron dos mandatos seguidos que configuraron el período consecutivo de gobierno más largo de la historia de Ecuador.
En ese lapso, Lenín Moreno fue uno de sus principales colaboradores. Vicepresidente de Correa del 2007 al 2013, Moreno posteriormente trabajó a su servicio en diversas tareas, entre ellas diplomáticas y de relaciones internacionales.
El año pasado, con el pleno apoyo de Correa, fue el candidato presidencial de Alianza País. Después de ganar las elecciones del año pasado, Lenín Moreno no sólo asumió la presidencia de Ecuador. Al mismo tiempo sucedió a Rafael Correa al frente de ese partido oficialista. Subrayemos esto: casi simultáneamente Lenín Moreno inicia una doble presidencia, de Ecuador y de Alianza País. Y ambas le son transmitidas por Correa… que mientras tanto se va a vivir a Bélgica, esperando el momento del retorno.
Aparentemente, hasta hace menos de un año, no parecía haber en Ecuador un dúo político con relaciones y coincidencias más estrechas que el de Rafael Correa-Lenín Moreno. Pero eso duraría poco, desde que Lenín Moreno logra una “suma del poder público”, al controlar directa y personalmente las respectivas presidencias de Ecuador y del partido oficialista Alianza País.
Causas de la crisis y la ruptura
Sin embargo, esto no es una telenovela de inexplicables traiciones e intrigas. Su base material (y racional) es la profunda crisis de Ecuador, muy parecida a la que tienen actualmente otros países sudamericanos. Y también son parecidas sus principales causas. Los gobiernos “progresistas” (y también de los otros) se beneficiaron con los años de auge de las materias primas, pero no hicieron ninguna transformación radical (ni mucho menos revolucionaria) de las estructuras económico-sociales ni sus relaciones con la economía mundial. Pero luego, cuando cesó ese “viento de cola” favorable, esos países y regímenes entraron en crisis.
Hoy tienen muy diversos niveles de crisis… algunos acompañados de cambios de gobiernos, que no mejoraron nada… como los casos de Brasil y Argentina, por ejemplo.
Ecuador, país eminentemente petrolero y minero, ha sido uno de los castigados, con el agravante de que Correa, ni siquiera en sus años de mayor éxito económico y de boom de las materias primas, se atrevió a “desdolarizar” la economía. ¡No aprovechó el boom para recuperar la moneda nacional! ¡Siguió con el dólar, sin emitir moneda propia, lo que finalmente quitó a Correa márgenes de maniobra para enfrentar tiempos difíciles!
Los últimos años de la presidencia de Correa marcaron asimismo un giro a la derecha, para descargar la crisis sobre las clases trabajadoras y explorar acuerdos con sectores patronales ecuatorianos. En verdad, la política del desleal heredero, Lenín Moreno, es seguir ese curso, pero ir mucho más a fondo y decididamente en la búsqueda de coincidencias con esa gran burguesía y sus representantes políticos.
La crisis había dado ya un salto en el 2015. En agosto de ese año, se produjo una gran movilización, el “Paro Nacional del Pueblo” contra medidas de “austeridad” y recortes que ya había iniciado Correa. La oposición patronal –encabezada por Guillermo Lasso, banquero considerado el hombre más rico de Ecuador– movió las fichas para tratar de aparecer como “defensores del pueblo” frente al gobierno “comunista” de Correa.
Y hoy Lenín Moreno, después de la ruptura con Correa, tiene a Lasso como uno de sus principales interlocutores…
Currupción, flanco débil de Correa
Al igual que con otros gobiernos “progresistas” (como el del PT en Brasil o el de los K en Argentina), la corrupción de sus funcionarios es aprovechada por la oposición de derecha.
En Ecuador, a Lenín Moreno le vino como regalo del cielo el descubrimiento de que su vicepresidente, Jorge Glas, había recibido sobornos de Odebrecht.
Acotemos al margen, que el tema de la “corrupción” tiene sus ventajas para la derecha. En primer lugar, permite eludir la cuestión central de la explotación del trabajo por el capital, que es la principal fuente de riqueza con la que directa o indirectamente se llena los bolsillos la clase dominante. Por eso prefiere dejar en las sombras ese mecanismo fundante de la sociedad capitalista, para sólo hablar de “corrupción”… y eso cuando se trata de algún descuidado “populista”, algún pez chico, que no sabe operar a través de los intocables “paraísos fiscales”.[1]
En verdad, los más escandalosos negociados se dan no tanto a nivel “minorista” sino principalmente a gran escala… Pero por arriba se lo hace con mayores cuidados y canales más aceitados y permanentes. La actual sociedad capitalista presenta de hecho, en sus cúpulas, una estrecha relación del Estado con las grandes corporaciones. De allí las notorias “puertas giratorias”, en que ayer un personaje (como, por ejemplo, el presidente de Francia, Macron) era un cuadro de la banca Rothschild, hoy gobierna el país… y mañana será ejecutivo de esa u otra corporación.
El vicepresidente Glas era hombre de Correa… y éste salió a defenderlo… Por el contrario, Lenín Moreno impulsó, primero, la destitución de Glas y luego su reemplazo por un personaje incondicional, la diputada María Alejandra Vicuña.
Finalmente, en diciembre pasado, Jorge Glas fue condenado a seis años de prisión.
Y, para terminar de remachar la cosa, Lenín Moreno puso luego, como primera pregunta de su plebiscito,la siguiente: “1) ¿Está de acuerdo con que se enmiende la Constitución para que sancione a toda persona condenada por actos de corrupción con su inhabilidad para participar en la vida política y la pérdida de sus bienes?”
Y esto no sólo es un castigo adicional dirigido contra Glas. También es una advertencia a su inicial defensor, Rafael Correa.
El panorama post referéndum
La votación del domingo pasado fue un gran triunfo para el Lenín que hoy preside el gobierno ecuatoriano. Todas las preguntas fueron contestadas mayoritariamente con un “Sí”, aunque en diferentes proporciones. La primera, de expropiación de los políticos corruptos logró más de un 76%. La segunda pregunta, contra las reelecciones, obtuvo menos, un 64% de los votos… pero igual la aprobación fue mayoritaria,
Sin embargo, lo importante es tener claro que, a diferencia del caso del verdadero Lenín, el de 1917, el que estuvo al frente de la Revolución de Octubre, este triunfo no va beneficiar a los trabajadores y los pobres, sino, ante todo, a sus explotadores y enemigos de clase.
Luego de este resonante aval político, el falso Lenín de Ecuador va a tener manos libres, por lo menos por un tiempo, para avanzar. ¿Pero avanzar en qué sentido?
Sin ninguna duda hacia la derecha… hacia el acercamiento y los acuerdos con los principales sectores patronales y sus organismos corporativos y políticos. Desde el primer día de su presidencia, Lenín Moreno apuntó en ese sentido, aunque se movió cuidadosamente, con discursos nebulosos alabando el “diálogo”… aunque sin precisar mucho sobre qué se iba a dialogar… y con qué objetivos… Algo que contrastaba con el “estilo” confrontador de Correa.
“La confrontación quedó atrás, es hora de volver a abrazarnos”, dijo Lenín Moreno luego del referéndum. (La Prensa, Quito, 06/02/2018). El presidente no se molestó en aclarar hacia quiénes va dirigido su abrazo, pero no es necesario. El primer candidato al “gran abrazo” parece ser Guillermo Lasso, el multimillonario que encabeza desde hace años la oposición de derecha…
Esta neblina ha sido imprescindible para engatusar a amplios sectores populares y de trabajadores, que apoyaron de buena fe a Lenín Moreno en el referéndum. A esto contribuyó también decisivamente la política de muchas de sus direcciones sindicales. Pero, desde el principio, los cuadros políticos y corporativos de la burguesía lo tuvieron bien claro. Por eso celebraron luego ruidosamente los resultados.
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- Aunque muy de tanto en tanto salen a la luz documentos como los “Panama Papers”, en que quedan expuestos personajes como la familia Macri.
Por Rafael Salinas, SoB 456, 8/2/18