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Intervención de Martín González Bayón en el panel “200 años de Marx”
La revolución en el centro del pensamiento de Marx
Buenos días a todos, gracias por estar acá un sábado relativamente temprano, no es poco. Voy a arrancar leyendo un pequeño párrafo. Dice el texto: «ocurre hoy, con la doctrina de Carlos Marx, lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con la doctrina de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras los someten a constantes persecuciones, acosan sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos por así decirlo. Rodear su nombre con cierta aureola de gloria para consolar y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndolo.»
Este párrafo fue escrito en 1917 por Lenin, está en “El Estado y la Revolución”. Hoy, como efectivamente nos ha mostrado Roberto hay un retorno a Marx, un retorno a Marx que no tiene que ver con que se cumplen 200 años de su nacimiento, eso es una excusa, siempre los números redondos generan cierta fascinación. Sino que el retorno a Marx se da porque el capitalismo ha entrado en una fase de crisis desde 2008 en donde la economía burguesa no tiene forma de explicar lo que ocurre. Y así, nuevamente aparece como una voz de ultratumba que les dice socarronamente: «Yo te lo dije». No es casualidad que después de la crisis de 2008 cuando se reunió el foro de Davos la primera conclusión que sacaron fue «bueno, no tenemos ni idea de qué está pasando con esta crisis, pero sacamos como conclusión que hay que estudiar a Marx”.
¿Qué vengo a hacer yo a esta charla? Bueno, yo voy a tratar de dar una idea de qué y de quién es Marx. De Marx se ha dicho de todo, se ha fraccionado su obra, se ha opuesto una mitad contra otra mitad, se ha hecho cualquier pavada. Yo voy a centrarme en los primeros 3 a 5 años de la producción teórica de Marx y justamente para tratar de mostrar, humildemente y en el tiempo que tenemos, la génesis de ese pensamiento de Marx que va a culminar en una obra colosal, como planteaba Marcelo, que es El Capital.
Muy bien dijo Marce que El Capital no nace de un repollo ni de un Marx aburrido en la biblioteca del Museo en Londres y dijo «Bueno… voy a dedicarme estudiar porque tengo ganas de entender cómo funciona el capitalismo». Eso lo pintaría como una burda caricatura. Marx no era un filósofo, Marx no era un economista, Marx no era un pensador, si alguien me explica qué significa eso. Marx era un revolucionario. Está es una definición central y hay que darle todo su valor porque solamente comprendiendo a Marx como revolucionario vamos a entender el motor que hizo que avance su teoría, su doctrina.
Por el camino de la revolución
Voy a repasar fugazmente algunos datos biográficos. Marx nace en Tréveris el 5 de mayo de 1818. Vive en el seno de una familia judía conversa al protestantismo. Cuando termina el bachillerato decide estudiar en la Universidad de Bonn la carrera de Derecho. Rápidamente se muda a Berlín donde se va a meter en la vida política e ideológica de esa Universidad y se va a recibir efectivamente como abogado en 1841, ¿quién diría que Marx es abogado?
En el ambiente político ideológico que se mueve Marx en la Universidad Humboldt de Berlín impera una atmosfera donde domina, con un peso asfixiante, el idealismo alemán con Hegel como figura predominante. Hegel era el fin de la filosofía. Pero Hegel, además, era el emblema de un pensamiento alemán que admiraba la obra de la Revolución francesa, pero odiaba a la Revolución francesa, pensamiento conservador a toda prueba. De hecho, Hegel va a sostener en sus lecciones sobre filosofía de la historia que el objetivo de la filosofía es conciliar el pensamiento con la realidad. El pensamiento tiene que explicar la realidad, nada más su función debe justificar por qué las cosas son como son.
En esa atmosfera, luego de la muerte de Hegel, surge una tendencia contestataria que se va a llamar «jóvenes hegelianos de izquierda». A ese sector se va a acercar Marx en un primer momento. ¿Por qué?, porque los jóvenes hegelianos de izquierda le hacen una crítica a Hegel, dicen «vos sos un conservador, lo que hace falta es una filosofía que transforme Alemania. Alemania está atrasada, mirá a Francia, a Inglaterra. Avanzan como Estados modernos y nosotros estamos todavía sometidos al viejo sistema feudal». ¿Cuál es el gran motor de esos jóvenes hegelianos, idealistas para transformar la realidad? La filosofía. La propia filosofía tiene que ser un motor transformador. Pero a diferencia de Hegel que construyo un verdadero sistema filosófico conservador, para estos jóvenes la nueva filosofía tiene que ser una filosofía crítica. La crítica de la realidad transformará a la realidad. Marx en un principio va a militar con ese sector, luego de recibirse se muda de nuevo a Bonn, trata de conseguir una cátedra y desarrollar una carrera académica. Pero el clima reaccionario de la época no sólo no le da lugar a él para tener ninguna cátedra, sino que en la misma época van echando a todo pensador mínimamente contestatario, a algunos de estos hegelianos de izquierda, a Feuerbach que tenía cátedra lo echan dos veces y por supuesto Marx no consigue nada: sufre en carne propia la represión material en su ámbito académico. En esa misma época funda junto a otros jóvenes hegelianos lo que va a ser la “Gaceta Renana”. Marx va a ser primero redactor, va a tratar de desarrollarse como periodista ya que no puede vivir como académico y en esa “Gaceta Renana” (una publicación democrática radical), va a terminar asumiendo la función de director. Con ese fin se va a mudar a Colonia y se va a dedicar a dar respuesta a los problemas que el veía propios del régimen feudal que todavía contradictoriamente imperaba en Alemania. Ahí va a recibir un nuevo cachetazo porque la “Gaceta Renana” va a ser censurada sistemáticamente en reiteradas ocasiones. Finalmente exigen la renuncia de Marx. Con el objetivo de salvar la publicación Marx decide renunciar en enero de 1843, no obstante esto en marzo del mismo año definitivamente la cierran.
Toda esa experiencia que hace Marx, sumada a un montón de influencias: lo van a influenciar los hegelianos de izquierda, también por esa época se publican una serie de libros de Feuerbach que lo impactaron: “La Esencia del Cristianismo” en 1841 y “Los Principios de la Filosofía del futuro” en1843, textos en donde Feuerbach realiza una crítica al idealismo de Hegel y sienta bases materiales, abstractas pero materiales, para la nueva filosofía. Simultáneamente va a empezar a estudiar economía política, a los socialistas utópicos pequeñoburgueses de la época…. Y poco a poco Marx va a empezar un proceso de ruptura con los hegelianos de izquierda. Luego de su experiencia en Colonia, se casa en ese mismo año con Jenny y deciden trasladarse a París para escapar de esa atmosfera asfixiante. En París fundan los “Anales franco alemanes”, un periódico que también duró poco tiempo, poco más de un año. En París va a conocer a Engels quien le va a partir la cabeza con una serie de textos, principalmente con sus “Apuntes para una crítica de la economía política” que va a ser publicado también en los “Anales franco alemanes”. A partir de ahí se va a crear esa amistad, una camaradería que va a durar el resto de sus vidas.
Marx descubre al proletariado
Hecha esta breve reseña biográfica pasemos a la obra temprana de Marx. Carlos Marx va publicar en 1843 su “Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”. Les recomiendo que lean el texto que es riquísimo, yo voy a mencionar algunas de las conclusiones que saca. Marx empieza a dar cuenta que en la “filosofía crítica” de los jóvenes hegelianos hay algo que no funciona. Mientras que para ellos la filosofía tenía que transformar la realidad por sí misma, él se había chocado y había vivido también en su experiencia como periodista el peso de la reacción como fuerza material. Él en la “Gaceta renana” desarrollaba una crítica demasiado crítica, un pensamiento demasiado revolucionario y le cerraron el diario. Parecía que la filosofía no cambia la realidad, no por sí sola. Entonces en esa introducción a la crítica a la filosofía del derecho parte de que «la crítica de la religión ya ha sido superada» por Feuerbach quien fundamenta en su libro “La Esencia del Cristianismo”, que el hombre no es creado por Dios, sino que Dios es una creación del hombre. Así se desarrolla la teoría de feuerbachiana de la enajenación, que luego Marx va a tomar y la va a criticar.
Partiendo de esto, Marx plantea que si la religión tiene sus bases en el sufrimiento que tiene le pueblo en la vida real (la religión es el opio del pueblo), superar la crítica a la religión supone pasar a la crítica de la realidad, del Estado, a la crítica de la vida material real. Desde este nuevo punto de partida va a plantear que las armas de la crítica, por importantes que sean, no pueden dejar de lado a la crítica de las armas. Efectivamente la filosofía para realizarse tenía que superarse, tenía que negarse, tenía que pasar del plano de la crítica al plano de la práctica y, para hacer eso, tenía que hacerse carne en una masa social que pudiera encarnar esa filosofía. Y como la transformación en Alemania, por sus condiciones puntuales, no podía ser más que una transformación radical, esa masa que tiene que encarnar esa filosofía tiene que ser la radical negación de la sociedad burguesa que hay que transformar: el proletariado.
Así siguiendo este camino, persiguiendo las bases de la revolución, descubre al proletariado. Pero lo descubre al proletariado de forma negativa en este texto. El proletariado es, en la sociedad donde la propiedad privada es todo, el único sector que está negado de propiedad: es la negación misma de la sociedad. Y en la medida de que es la negación misma de la sociedad, su revolución es radical y tiene que transformar a la sociedad en su conjunto, desde la raíz.
En este texto Marx lo que descubre son estas dos cosas, descubre la relación entre la idea de la filosofía que, para pasar a la práctica, tiene que encarnarse en el proletariado, pero descubre un proletariado abstracto, que es pasivo, de hecho. Este es el objeto en donde se encarna la filosofía.
El trabajo humano en el centro de la escena
Esto fue en 1843. En 1844 va a desarrollar una serie de textos, algunos ya los mencionó Marcelo, que son sus “Manuscritos de París”, los económico-filosóficos. Allí va a indagar, entre otras cosas, por qué el proletariado es esa negación. Ahí va a descubrir otras categorías. Va a descubrir la categoría de trabajo humano, que el trabajador lo que hace al trabajar es producirse a sí mismo. El proletariado al trabajar lo que hace es objetivarse, es realizarse. Se realiza él mismo con la naturaleza y construye las relaciones sociales mediante las cuales producen. Por esto, en estos textos Marx va a sostener que el trabajo humano es la esencia del hombre como ser genérico. Pero en el capitalismo hay un problema existencial: como el trabajo le es apropiado, el hombre no se reconoce en su producto, su producto se le opone, se le enfrenta. Acá reaparece la categoría de enajenación de Feuerbach. Por lo tanto, el proletariado mediante su trabajo, al mismo tiempo que se afirma como ser, en el marco del capitalismo es negado porque su trabajo es enajenado.
Esto fue un avance cualitativo, aunque parcial, porque Marx no sólo empezó a dar una idea del proletariado no ya como un ser pasivo, como el de antes en la “Introducción”, sino que es un ser activo, que produce. Marx descubre el trabajo humano, descubre la producción y descubre cómo el hombre se produce a sí mismo y produce a las relaciones que están en su entorno.
El proletariado como sujeto histórico
Voy a tener que hacer un salto. Es interesante notar la velocidad de los cambios en Marx. El primer texto del que hablé es de finales de 1843, el segundo es de 1844 y “La ideología alemana” (escrita junto con Engels) de la que voy a hablar ahora es de 1845. Marx ya tiene otro conocimiento de economía y va a plantear, dando un salto cualitativo, las condiciones materiales en el cual se puede dar la revolución. En La Ideología Alemana Marx va a sentar la tesis central de lo que se va a llamar materialismo histórico. Va a tomar un concepto que ya estaba en los manuscritos, que es que el hombre, a través de su trabajo se produce a sí mismo y produce a su entorno. Pero este hombre, que es un ser abstracto, antropológico, filosófico en los manuscritos, pasa a ser un hombre concreto. Es un hombre que está determinado por las circunstancias materiales en que vive. Son esas circunstancias las que determinan al hombre. Pero, al mismo tiempo, esas circunstancias son transformadas por la actividad del hombre. Entonces, si el hombre se produce a sí y a su medio, el hombre toma las condiciones dadas por la historia, por las generaciones pasadas y, a partir de ahí, construye un mundo nuevo sobre esas bases.
Con esto ya podemos dar por cerrado, en términos generales, lo que va a ser la base del marxismo. Fíjense que Marx va haciendo un recorrido en donde primero va buscando el fundamento de la revolución y encuentra un proletariado, un proletariado abstracto, que no existe en la vida real. Luego va analizando las condiciones de existencia de ese proletariado filosófico, abstracto, va a llegar al proletariado concreto y real.
Finalmente a través del análisis de las condiciones de existencia de ese proletariado a quién él ya reconoce como fuerza revolucionaria, aunque en un primer momento como pura negatividad por ser el último orejón del tarro, cuando llega en “La Ideología Alemana” ya no define negativamente al proletariado como fuerza revolucionaria por ser el último orejón del tarro, sino por el lugar que ocupa en el proceso de producción capitalista. En La Ideología Alemana aparecen dos categorías que son centrales en el análisis marxista: las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Marx nos va a plantear que el ser humano construye los medios que necesita para vivir en las condiciones dadas; que el ser humano no es lo que él piensa que es o lo que algunos dicen que el ser humano es: el ser humano es lo que hace. Ya no es ese ser genérico que había pensado en los manuscritos. El ser humano, el individuo, es simplemente lo que hace y cómo lo hace. El ser humano es como se manifiesta, esa es su esencia y está históricamente determinada. Para producir su vida material tiene que relacionarse con otros sujetos. Esa forma cómo se relaciona para producir y producirse, está determinada por el desarrollo de las fuerzas productivas: por la capacidad que tiene para transformar la naturaleza. Y esas formas de organizarse son las relaciones de producción que van a estar relacionadas unas con las otras.
Entonces, ¿por qué el proletariado es la fuerza revolucionaria? Porque junto con la naturaleza es la principal fuerza productiva y está en el centro de estas relaciones de producción. No porque es el último orejón del tarro. El proletariado encierra, contiene las llaves -en la medida que se haga consciente de esto- de la sociedad misma. Y, como ya explicó Marcelo, en la medida de que el sistema requiere de un permanente desarrollo de las fuerzas productivas, esto genera una contradicción sistémica: una contradicción entre el desarrollo de unas fuerzas productivas que desbordan los estrechos márgenes de las relaciones de producción, que llevó a modificar cómo nos organizamos para producir, hizo que no podamos seguir viviendo como en el feudalismo, sino que necesitamos pasar a la gran industria. Y la cooperación que supone la gran industria, va a decir Marx, no permite que continuemos con una producción social pero anárquica (no organizada) que está impulsada por la apropiación privada. Ese mismo desarrollo de la gran industria requiere pasar a otro modo de producción cooperativo, consciente, que Marx va a llamar comunismo. Y quienes tienen la llave para eso son quienes está en el centro del sistema productivo: los trabajadores.
La revolución obrera transforma la sociedad y al hombre
Ahí se va a terminar de perfilar las bases “filosóficas”. Falta un elemento más que va a aparecer poco después en “El Manifiesto Comunista”. Marx y Engels se van a unir en 1845 a una liga secreta, una sociedad secreta de propaganda, “la liga de los justos”. Ahí les van a encargar que escriban el manifiesto de esa liga, en un momento en el que la efervescencia revolucionaria estaba estallando por toda Europa. De ahí nace el “Manifiesto Comunista”, donde está contenido todo este desarrollo político filosófico al que llega Marx, pero se suma un elemento más, político práctico, que son las tareas de esa masa revolucionaria.
En “La Ideología Alemana” va a plantear que efectivamente el proletariado está en el centro de la producción. Ahora, si el proletariado transforma a la realidad y se transforma a sí mismo, es el sujeto de la historia. Pero no deja por eso de ser el último orejón del tarro: que ese no sea el motivo que lo ubica como fuerza revolucionaria no niega que lo sufra los males del capitalismo. Marx está lejos de endiosar al proletariado, él plantea que el proletariado para elevarse como clase, para salir de su situación de miseria necesita romper las relaciones sociales que lo mantienen así. La revolución es condición necesaria para que el proletariado pueda levantar la cabeza y enderezar el lomo. No es que el proletariado se eleva y luego hace la revolución. No, en el proceso de la revolución, el proletariado con su práctica revolucionaria construye las condiciones para dar ese salto. Esto lo va a plantear de manera genial en el Manifiesto cuando plantea que la tarea del proletariado es hacerse con el poder político. Aunque es casi simultaneo el orden es interesante; hay que hacerse del poder político, elevarse a clase dominante y, desde ahí, destruir a la vieja sociedad y construir a la nueva sociedad. Una nueva sociedad donde van a haber nuevos sujetos humanos, pero producto de esa misma transformación. No podemos cambiar al hombre antes de cambiar las condiciones que condicionan al hombre, eso es lo que está encerrado en el manifiesto. El manifiesto entonces engloba efectivamente no solamente el análisis económico y filosófico, sino que además muestra y le termina de dar carne a lo que le preocupaba a Marx, que era el problema de la revolución.
De principio a fin, un revolucionario
¿Por qué es importante marcar esto? Cuando nosotros pensamos el marxismo, o, mejor dicho, cuando la sociedad piensa el marxismo, siempre hace una división. De hecho, la academia, las universidades, siempre han reivindicado, por lo menos en Latinoamérica, una faceta de Marx, que es la faceta filosófica, siempre haciendo un corte radical. Habría un Marx bueno, interesante, lúcido, que ve la subjetividad, que ve la enajenación, que ve la miseria humana, pero no es un revolucionario, porque esa parte sería equivocada, esa parte estaría mal. A Marx es imposible entenderlo si no partimos de que todo su pensamiento está movido por la necesidad de la revolución. De hecho, cuando se estudia “El Capital”, como bien dijo Marcelo, es difícil decir que “El Capital” sea simplemente un libro de economía, de hecho el mismo Capital tiene como subtítulo «crítica de la economía política». Además lean el capítulo XXIV “la llamada acumulación originaria” que es el anteúltimo, pero prácticamente cierra “El Capital”. Es casi el Manifiesto Comunista, ahí plantea, casi de manera poética, épica, que llegó el momento de que suenen las campanadas para que se derribe la sociedad burguesa y el proletariado renaciente construya una sociedad nueva. Si alguien encuentra un libro de economía que termine con semejante llamado a la acción yo le hago un monumento.
Para entender a Marx hay que entenderlo en tanto revolucionario. Para entender la doctrina de Marx, la teoría de Marx, el pensamiento de Marx, la política de Marx hay que entenderlo en esa dinámica. Para entender que el pensamiento de Marx es un pensamiento vivo y no un montón de libros acumulados en una biblioteca, hay que entender que efectivamente estamos ante un pensador que solamente se recrea en la vida práctica en pos de la revolución.
Marx revive en cada generación de militantes revolucionarios
Si Marx está vivo no es porque pasaron 200 años. Marx se ha mantenido vivo y por eso está presente en las sucesivas generaciones de militantes revolucionarios que han seguido desarrollando su doctrina, su teoría, con el mismo objetivo que tenía él: hacer la revolución y superar las miserias del capitalismo. Si hay un homenaje valido para hacerle a Marx es el homenaje que se le puede hacer en cada uno de los militantes revolucionarios que siguieron durante estos 135 años desde su muerte, buscando el camino de la revolución, desarrollando su teoría no como una cosa muerta que se debe diseccionar para ser estudiada, sino efectivamente como una cosa viva que nos guía, como lo guio a él, y nos sigue guiando a nosotros. Y si somos marxistas es porque seguimos desarrollando el pensamiento de Marx que es infinito. Marx pudo haber sentado unas bases, pero continúa desarrollándose porque el ser humano sigue con su acción, con sus luchas creándose a sí mismo y transformando el mundo. El ser humano sigue siendo el sujeto histórico, sigue estando en el centro de la teoría marxista y sigue estando en el centro de la práctica revolucionaria de los militantes socialistas y marxistas que hay en todo el mundo.
Entonces, si tenemos que celebrar el aniversario del nacimiento de Marx lo tenemos que celebrar no sólo en estas reuniones que son importantísimas, sino que tenemos que saber que lo celebramos en nuestra vida militante cotidiana en la cual nos reivindicamos como marxistas, estudiamos a Marx pero ante todo somos parte de esta gran trasformación que es la revolución obrera y socialista. Gracias compañeros.
III Jornadas del Pensamiento Socialista, 24/8/18.