Apertura panel internacional, Tercera Jornada de Pensamiento Socialista
“Hacia un quiebre histórico en la situación mundial”
Roberto Sáenz
“Después de que Estados Unidos lanzó anteayer su mayor ofensiva comercial contra China, el gigante asiático anunció ayer la imposición de nuevos aranceles a bienes estadounidenses por 60.000 millones de dólares, en respuesta a las tarifas aduaneras anunciadas por Washington sobre productos chinos sobre 200.000 millones de dólares (…) Horas después del anuncio, el presidente Donald Trump acusó a China de intentar influir en las elecciones de EEUU (…) ‘China ha declarado abiertamente que está tratando activamente de impactar y cambiar nuestras elecciones atacando a nuestros agricultores y trabajadores industriales por su lealtad a mí’”. (La Nación, 19/09/18)
Presentamos a continuación una versión editada de las intervenciones (apertura y cierre) del autor de esta nota en la reciente 3ª Jornada del Pensamiento Socialista realizada el 24 y 25 de agosto pasado en el Hotel Bauen.
Buenas tardes a todos y todas. Quiero agradecer la presencia en el panel de Claudio Katz y quiero darles la bienvenida también a Inés Zadu y a Marcelo Yunes. Claudio y Marcelo me dejaron las cosas un poco difíciles con sus intervenciones: entre “la continuidad con elementos de crisis del neoliberalismo” de Claudio, y el “apocalipsis” de Marcelo, son como extremos que requieren alguna matización.
A nosotros nos parece que es un debate complejo. Hay contradicciones entre los factores objetivos y subjetivos que hacen a la totalidad mundial. Pero yo quiero dar, más que una definición analítica, una definición sintética. Y en eso tengo un matiz con Claudio, sin que eso me lleve al catastrofismo de algunas corrientes.
A nuestro entender se vive un agotamiento del orden capitalista tal cual viene en las últimas décadas: estamos viviendo una crisis grave en las condiciones de estabilidad del capitalismo neoliberal mundializado de hoy. Es una definición de tipo sintética. Los rasgos característicos del capitalismo, del sistema mundo capitalista de las últimas décadas, del 90 a esta parte, sus tres rasgos más característicos, aprecian elementos de crisis.
El alcance de la crisis en cada uno de estos componentes, es difícil de medir. Y, sobre todo, su correlación subjetiva es compleja; no se traduce mecánicamente en nuevas revoluciones socialistas. Pero es un hecho que las tres bases de la estabilidad capitalista de las últimas tres o cuatro décadas, muestran elementos de crisis que nos colocan en un momento distinto.
¿Cuáles son esas tres bases que hacen al equilibrio capitalista afectado? Primero, una crisis en la mundialización capitalista. No hay una reversión, pero sí un parate del elemento mundializador. No lo decimos sólo los marxistas, que le buscamos “el pelo al huevo” a la lucha de clases: lo dice la revista The Economist que viene insistiendo, por ejemplo, en el fenómeno de la empresa local.
Hay cierta reversión, cierta crisis en el impulso mundializador. Entre otras razones, por una razón que señalaba Claudio: porque la tendencia mundializadora choca con las necesidades de los Estados; necesidades que no son exactamente iguales. No se puede desterritorializar toda la producción en EEUU (aunque le dé ganancias a Bill Gates), porque eso significaría negar a los EEUU como Estado[1].
Además, existe otro problema: el capitalismo sigue ajustando brutalmente con la mercantilización de todos los bienes y la súper-explotación capitalista del mundo. Pero no terminan de revertir el declive relativo de la tasa de ganancia: hay un hambre de ganancias brutal que no se termina de satisfacer.
Eso hace a elementos de calidad, no sólo de cantidad, como afirma Claudio. Hace a elementos que indican que el capitalismo neoliberal en su configuración actual, muestra síntomas de agotamiento. Y también muestra combinaciones distintas que la clásica neoliberal entre economía y Estado. No es exactamente igual la combinación entre economía y Estado en los EEUU o Europa Occidental, que la combinación entre estos dos factores en China o en Rusia; son combinaciones distintas[2].
Segundo problema: hay elementos de una crisis geopolítica, eso lo dijo muy bien Claudio. Hay una novedad inmensa, una paradoja brutal, que es la emergencia de China, que está debajo de Estados Unidos en producto respecto del PBI mundial, pero que le presenta un grave desafío.
El capitalismo neoliberal clásico aspiraba a la unipolaridad. Y el compañero nuestro, Roberto Ramírez, escribió una nota el año pasado hablando de “multipolaridad”. La multipolaridad podría también entenderse como “caos”, “desorden”, falta de un gendarme indiscutido. El capitalismo neoliberal tuvo en los años 90 un gendarme indiscutido: Estados Unidos. Pero ese gendarme indiscutido está siendo cuestionado y lo que explica a Trump es un intento empírico de reafirmar su primacía.
Tercer elemento: los países más bien occidentales (Norteamérica, Europa Occidental y Latinoamérica), porque hay otros regímenes políticos en los demás países, se encuentran desde hace décadas bajo el imperio de la democracia burguesa. Esta es la forma más estable de dominación, como afirmaba Lenin.
Sin embargo, hay elementos de cuestionamiento por derecha y también por la izquierda a la democracia burguesa, a su imperio universal. La democracia burguesa sigue dominando. Pero lo que reflejan esos elementos de desgaste e inestabilidad, es que las bases sociales que hicieron posible el imperio mundial de la democracia burguesa están en crisis. Por eso emergen estos fenómenos nuevos de polarización. O sea: la tendencia hacia un mundo menos posmoderno.
Estas tres son las bases del desarrollo capitalista neoliberal que fueron características de las últimas décadas; décadas llamadas de la “gran moderación”: una moderación que parece estar acabándose. Se las naturalizó como lo que “estuvo siempre”; como “el sistema tal cual es” sin pensar que pueda funcionar de otra manera.
Por eso creo que con la palabra “continuidad” a la que se refiere Claudio, se pierde lo cualitativo: la potencialidad de que estemos transitando un quiebre histórico.
Esto no aventura resultantes. No aventura definiciones que se excedan de la realidad. Pero aventura lo que decía Marcelo, que es muy ilustrativo. Es toda una exageración lo del “apocalipsis” que sienten ciertos burgueses que podría existir y por eso adquieren propiedades en Australia; como alejándose del centro del mundo.
Pero si ustedes miran el mundo hay mucho ruido en el ambiente. Por ejemplo, Claudio dice: «Trump golpea la mesa, pero quiere negociar». Obviamente, esto es así. Pero hay una dialéctica de la lucha de clases y de las leyes de la sociedad, que tienen que ver con las consecuencias no queridas de la acción (sociología clásica).
Cuando vos tenés un poder social material tan grande, no sos totalmente dueño de tus actos. Trump hace “locuras”, pero que tienen consecuencias. Afirma que ha decretado “una guerra comercial limitada” y que la va “a ganar”… Por ahora es una guerra comercial limitada. Pero lo primero que hay que decir al respecto, es que para el capitalismo neoliberal, de libre mercado, las guerras comerciales son un elemento nuevo. Si bien por ahora la cosa es todavía limitada, es peligrosa para la dinámica del sistema: puede ir mucho más lejos de lo que este aprendiz de brujo desea.
Por supuesto, si Trump gobernara la Argentina, desde el punto de vista del mundo, no le importaría a nadie. Nos jodería a nosotros y nos importaría mucho a nosotros. Pero no le importaría a nadie más. Pero las acciones de Trump son las acciones del presidente de los Estados Unidos; es otra cosa. De ahí que las consecuencias no queridas de su acción puedan desatar una guerra comercial en regla que sumiría al mundo en una depresión económica mayúscula.
Es más complejo el escenario; un escenario donde los elementos de polarización emergen como subproducto de una crisis más estructural, más profunda.
¿Qué punto complejo hay aquí? Que eso se procesa en primer lugar por la derecha y no por la izquierda. No estamos en una coyuntura de izquierda; estamos en una coyuntura de derecha internacionalmente. Se procesa por ahí.
Pero inmediatamente hay que marcar que existe una dinámica de la “física/política”: el movimiento pendular. El 20 de enero de 2016, lo dijo muy bien Inés, asumió Trump. Y el 21 de enero de 2016, fue la Womens March de 2016; la irrupción del movimiento mundial de mujeres en este caso contra Trump. Ese es el movimiento pendular: si a vos te pinchan, respondés.
En lo subjetivo nuestra impresión es que conviven dos tendencias contradictorias: una adversa y otra positiva. Claudio estuvo equilibrado porque están los derrotistas que sólo ven una tendencia. Y si bien Claudio habló de la subsistencia de elementos de derrota, lo compensó.
Nosotros lo vemos así. El elemento más objetivo es que la clase obrera se recompuso estructuralmente en regiones como China y muchísimas otras partes del mundo siguiendo la acumulación capitalista. Sin embargo, subsiste una gran crisis de alternativa socialista.
Hay un problema con la perspectiva socialista que no se recupera por la hipoteca del fracaso de las revoluciones del siglo XX. Hay una crisis de alternativas porque la convicción de que es posible un mundo mejor no está clara en la cabeza de la mayor parte de los explotados y los oprimidos; pesa más la naturalización de lo existente: la pragmática de lo existente.
Esa tendencia, esa falta de convicción de que es posible un mundo mejor, te juega en contra en un metabolismo complejo: porque históricamente metabolizar nuevos lugares de formación de la clase obrera y ponerse de pie, y a su vez hacer el balance de las revoluciones del siglo pasado y de las derrotas, es un metabolismo complejo.
Yo vi la película «We, the workers», que dura tres horas y media, sobre la clase obrera china, es impresionante: un metabolismo de una clase obrera de esa magnitud es lento, es histórico, es una clase obrera de la edad de ustedes, súper joven.
Por eso existe un elemento en sentido contrario que es el recomienzo histórico de la experiencia entre las nuevas generaciones. Inés preguntaba algo que aún no podemos responder; que tiene que ver con el hecho de que hay una nueva ola del feminismo, que tiene una connotación de politización y le da vida al internacionalismo: una pelea que trasciende las fronteras de la mano del movimiento de mujeres y de la juventud en general.
Porque son las pibas y los pibes; en Argentina se ven los vasos comunicantes. Estuvo lo del 13J, lo del 8A y ahora empieza a haber un ascenso estudiantil. Porque son los jóvenes, es la juventud mundial. Estaba la idea de César del “empalme entre generaciones”, que está muy bien; es la juventud mundial que anima todos los movimientos de lucha.
Son muy jóvenes los que salen a luchar; casi niños y niñas. Y ese fenómeno es global. Vos tenés dos tendencias en la subjetividad del movimiento de masas. Una tendencia donde subsiste la crisis de alternativas. Y otra tendencia de recomienzo de la experiencia histórica donde hay toda una generación joven del movimiento de mujeres, de la juventud y también de la clase obrera.
“We, the workers”, por ejemplo, te muestra las formas elementales de organización obrera en China. Son formas elementales, no son desarrolladas. En muchos de los lugares donde había formas desarrolladas de organización obrera los derrotaron, por cuestiones estructurales y subjetivas.
Hoy existe un proceso doble, una bipolaridad: un fenómeno de giro a la derecha y dificultades, y de respuesta bipolar por la izquierda. En esa dificultad está, por ejemplo, la emergencia de la clase obrera como clase. Y, por otro lado, un elemento de recuperación: la emergencia de las nuevas generaciones incluso trabajadoras.
La importancia estratégica de la clase obrera es obvia: ¡entra en escena la clase obrera y cambia todo! La clase obrera es «plata en mano, culo en tierra»: si vamos a luchar, vamos a luchar. Es lo del Astillero. Y también es la clase social que está en el centro de la producción, a la que más le cuesta entrar.
Tenemos un panorama donde está amenazada la estabilidad capitalista. Veremos cómo se desarrolla. Porque están minadas las bases de la estabilidad y donde en lo subjetivo subsiste una crisis de alternativas, pero hay elementos de reinicio de la experiencia histórica y esas dos tendencias compiten.
Están las regiones. Latinoamérica persiste como una de las más dinámicas, aun a pesar del giro a la derecha regional; giro a la derecha que de todos modos aún no está consolidado (ver los casos de Argentina y Brasil).
Claudio afirmó que el dinamismo regional tiene que ver con la Revolución Cubana. Discrepo. Opino que tiene una base mucho más objetiva; no creo que sea por la Revolución Cubana que está degradada hace décadas; que hoy no es ninguna revolución, sino un Estado terriblemente burocratizado, aunque subsisten conquistas.
Lo que sí hay en la región es una tradición política laica y una vitalidad del movimiento de masas, con un grado de presencia de la clase obrera y de sindicalización; en síntesis: una estructura social culturalmente desarrollada que choca con una base económica atrasada, con un bajo grado relativo de la productividad del trabajo. Existe un choque entre clases sociales muy desarrolladas y una infraestructura económica atrasada. La resultante es América latina. Para mí es un fenómeno más objetivo.
Termino con lo siguiente. Le agradecemos a Claudio su presencia. Porque desde una honestidad intelectual enorme viene acá a dar la discusión. Nos permite tener un ámbito de debate más objetivo, no sólo entre nosotros: ampliar el rango del debate en un momento donde todavía hay mucha fragmentación en la izquierda.
Estamos en la Tercera Jornada de Pensamiento Socialista. Y este panel es para presentar la revista Socialismo o Barbarie nº32/33: un esfuerzo enorme que marca la elaboración de nuestra corriente; un esfuerzo de elaboración, de construcción del partido y la corriente, de militancia, de estudio, de lucha que nos fortalece como corriente, como tendencia.
El título de la revista es «Un mundo en crisis. Hacia la apertura de la época de crisis, guerras y revoluciones». Y yo tengo la convicción de que vamos para ese lado, compañeros y compañeras. De que vamos a una lucha de clases más dura. Que la mediación electoral está, va a seguir estando; hay que participar y utilizarlo como podamos.
Pero entendiendo que vamos a enfrentamientos más directos entre las clases y que las nuevas generaciones tienen una prueba grande junto con las generaciones más grandes; todos juntos. Hay que construir el partido. Hay que construir la corriente. Y hay que apostar con todo a la corriente revolucionaria del socialismo en este siglo XXI, que es nuestra corriente histórica: el trotskismo.
[1] Se sobreentiende que los Estados tienen exigencias, por ejemplo en materia de sus cuentas con el mundo (balance de pagos y comerciales), que no son los de una empresa privada (cuyo criterio único son las ganancias no importa dónde se haga la producción).
[2] Mientras que en el primer caso la ley del valor impera libremente, en el caso de China o Rusia la intervención del Estado introduce algunas modificaciones. De ahí el arancelamiento a las importaciones que está introduciendo ahora Trump.
Por Roberto Saénz. Apertura del panel internacional de las III Jornadas del Pensamiento Socialista, 24/8/18.