Cierre del panel internacional, Tercera Jornada de Pensamiento Socialista
Tras las huellas de la revolución socialista
Roberto Sáenz
Voy a ser un poquito más breve en este cierre para no cansarlos. Me voy a referir a dos o tres cosas.
Claudio dice que hay un gran debate acerca de a dónde va Trump y también dice «no creo que Trump haga tal cosa…». A mí me parece lo siguiente: Trump no sabe muy bien adónde va. Eso es lo que caracteriza a Trump. Y lo que les da miedo a los propios burgueses. Trump es un tipo de los negocios, tiene intuición. Es un demagogo. Pero ni él sabe exactamente adónde va porque nadie sabe cómo resolver el problema del lugar de Estados Unidos en el mundo; de su retroceso relativo.
Ni por razones geopolíticas ni, en última instancia, por razones que tienen que ver con la lucha de clases. Ni Trump los sabe. Claudio ve al imperialismo como un bloque demasiado homogéneo. Yo veo al imperialismo y a la economía y política mundial, heterogeneizándose.
En mi primera intervención afirmé que no existe una sola configuración en el mundo en la relación entre el Estado y la economía; hay potencias emergentes como China o Rusia caracterizadas por otra configuración: con una intervención del Estado en la economía distinta.
Obvio que son todos regímenes de explotación, como afirma Claudio. Pero esa es una definición muy general: es una característica del capitalismo. El capitalismo siempre es explotador. Y es brutal porque hay algo que no cambió, y es que las relaciones sociales entre las clases vienen siendo adversas.
Estamos en un mundo cuya tendencia es hacia la crisis y la inestabilidad; a la heterogenización de las relaciones sociales y políticas. ¿Cómo definir al neoliberalismo? Yo lo definiría como una configuración sociopolítica económica que empieza a entrar en crisis; no sólo como una relación de explotación: incluye las relaciones de dominio entre Estados y todo eso está en crisis.
Trump es el emergente confuso de una serie de interrogantes que tienen que ver con las condiciones de desarrollo del capitalismo, que está en crisis. El propio personaje no sabe exactamente adónde va. Y muchas veces los personajes históricos no saben adónde van, porque no se define todo por los planes o por la subjetividad. También se define por las circunstancias.
El mundo vive una crisis que se profundiza dramáticamente porque la hoja de ruta no está clara. Es una hoja de ruta explotadora, super explotadora, eso es así. Pero la relación entre el Estado y la economía; la relación entre los Estados y la lucha de clases, que todavía viene baja, pero viene en un fenómeno con elementos de recuperación, es mucho más compleja.
Hay complejidades de todo tipo y color. La propia estabilidad social de China es un interrogante. Uno la da por hecho en el análisis, pero no hay que darla por hecho. Ya mencionamos el campo minado que significan las concentraciones obreras. La FOXCOM tiene una planta de 400 mil trabajadores y trabajadoras (una planta de semiconductores con mucha participación femenina).
El análisis mío es interesado. Por supuesto: yo quiero hacer la revolución; quiero construir el partido, obvio. Podría decir que “no es posible”, que “los chinos siempre van a ser siempre dominados por el confucionismo”, “aplastados subjetivamente”, etcétera[1].
Porque el problema de la subjetividad en China es muy complejo, tal cual lo explica el historiador norteamericano fallecido especialista en China, John King Fairbank; el problema de que en China está muy disuelta la individualidad; siempre se aprecia al individuo como parte de una masa (casi que no hay concepto de individualidad).
Y no lo digo en un sentido puramente liberal, sino respecto del libre desarrollo de todas las potencialidades humanas. China es una sociedad multitudinaria que “aplasta” al individuo. Pero en el socialismo el elemento de subjetividad es fundamental. Una subjetividad que es parte de un colectivo, pero que no disuelve al individuo, sino que al revés, tiene por objetivo “el pleno desarrollo de cada uno como parte del pleno desarrollo de todos” (Marx).
En segundo lugar, tenemos una discusión sobre Venezuela. Si hay una invasión, vamos a estar en contra de la invasión, sin duda alguna. Pero es una catástrofe el chavismo, una vergüenza. Porque es un capitalismo de Estado decadente, que hundió a un movimiento de masas progresivo que protagonizó una rebelión popular porque se negó a expropiar a la burguesía, y se está hundiendo por su propia responsabilidad, por su propia política.
Lo mismo sucede en Centroamérica, yo acabo de estar allí. Nicaragua es una tragedia: está en curso una rebelión popular de la juventud, pero: ¿cómo le hacés creer a la juventud de Nicaragua que hay algo a la izquierda del sandinismo? La falta de perspectiva socialista, independiente, de autoorganización, de organismos de poder propios, de democracia socialista, de democracia obrera, es la bancarrota del chavismo, es la bancarrota del sandinismo. Y ese balance crítico, central, debe ser lapidario del nacionalismo burgués izquierdizante, estatista, que sustituye con el Estado.
Nosotros le exigimos cosas al Estado; pero nuestra perspectiva no es el Estado sino el semiestado proletario: que las grandes masas asuman las tareas. Es la tendencia a la dictadura del proletariado y a la disolución del Estado; a la participación colectiva en los asuntos.
Venezuela y Nicaragua son dos catástrofes. Ni siquiera se expropió al capitalismo; ni hablar de socialismo. Además de expropiar al capitalismo, hay que pelear porque la clase obrera, como clase, tome el poder; ese es el balance.
Yo opino que a Trump le pueden decir de todo. Pero que lo que le conviene a Trump es que Venezuela se hunda sola y eso es lo que está ocurriendo. Si hay algún atisbo de invasión, vamos a defender a Venezuela y el pueblo venezolano frente al imperialismo. Sobre eso no tenemos ni la menor duda y estamos bien ubicados.
Pero en lo inmediato la tragedia no es esa. La tragedia ahora es que hay entre uno y dos millones de personas que se van corriendo porque se hunde Venezuela por culpa del chavismo. Por supuesto que tenemos una posición muy “trotskista” en ese punto, un signo identitario de nuestra corriente: la crítica a todo proceso de sustitución de la clase obrera en la revolución.
Yo estuve en Venezuela diez años atrás y noté que había una composición social del movimiento bolivariano muy parecido al movimiento piquetero de Argentina; había un elemento popular que bajaban a la ciudad desde los morros. Pero fue desarrollándose un elemento de estatización del movimiento de masas y, al mismo tiempo, de empobrecimiento brutal, de degradación.
No es mecánicamente achacable al imperialismo. Porque no tomaron medidas anticapitalistas. Y no le dieron lugar al desarrollo de organismos de poder desde abajo. Por supuesto que el imperialismo también actúa: en el 2003 hubo un golpe real. Y no se puede descartar que vuelva a ocurrir.
Termino con Argentina. Hay perspectivas para los próximos meses, para los próximos años, pero hay perspectivas también para mañana. Se dio vuelta toda la coyuntura. Argentina, obviamente, por la acumulación histórica de la clase obrera, por el grado de sindicalización, por la tradición política general del país y por la tradición del trotskismo, es un país político por antonomasia.
Argentina vuelve a figurar como un desafío y una responsabilidad inmensa, eso es así. En Argentina hay posibilidades revolucionarias para la izquierda que plantean un conjunto de discusiones estratégicas. En lo inmediato crecen las posibilidades para un proceso, ojalá que en un escalón social y político más maduro, para una suerte de “nuevo Argentinazo”.
Un proceso más orgánico, potencialmente con una participación cualitativa de la clase trabajadora, que tiene la posibilidad de echar revolucionariamente al gobierno, y abrir una perspectiva que vaya más allá del Argentinazo original. Acá se puede ir el “bipolo” para la izquierda, hay que ver.
La idea del panel no es hacer un debate puramente analítico, sino dar algunos elementos de composición de lugar para la acción cotidiana de nuestra corriente, de nuestro partido.
Quiero saludar a este panel y a Claudio. No somos una secta y nos gusta y queremos trabajar con otros en los niveles que esto es posible. Y Claudio viene marcando el presente en todas las jornadas: quiero saludarlo a él y a todos ustedes.
Muchas gracias.
[1] Confucionismo es la ideología confuciana que viene de la época del Imperio Chino y que tiene que ver con ciertas normas de comportamiento y disciplina que significan una subordinación absoluta a la familia patriarcal y al Estado.
Por Roberto Sáenz. Cierre del panel internacional de la Tercera Jornada de Pensamiento Socialista, 24/8/18.