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Conflicto Estados Unidos – China
¿Negociación y acuerdos o profundización de la “guerra comercial”?
Claudio Testa
En algo más de treinta días –concretamente, el 30 de noviembre y el 1° de diciembre–, tendrá lugar en Buenos Aires la próxima Cumbre del G-20. Recordemos que este grupo llamado G-20, formado en 1999, comenzó como un foro de las principales 19 economías del mundo más la Unión Europea.
De por sí, esas reuniones, como la Asamblea General de las Naciones Unidas, generalmente no son más que un “charlamento”. Las cuestiones de fondo se deciden principalmente detrás del escenario y/o en otras instancias.
Sin embargo, la reunión de Buenos Aires podría tener su trascendencia particular. Allí se realizaría paralelamente una reunión cumbre entre el presidente de EEUU, Donald Trump, y Xi Jinpin, que es simultáneamente presidente de la República Popular China, secretario general del Comité Central del Partido Comunista Chino y presidente de la Comisión Militar Central.
El tema, por supuesto, sería discutir un acuerdo para “solucionar” la guerra comercial declarada por Trump.
Desde ya, es imposible saber si esta reunión finalmente se llevará a cabo… y mucho menos si logrará acordar algo. Ya viene con malos precedentes. Trump, como de costumbre, cambió de opinión varias veces. Finalmente, hace pocos días, su vocero Larry Kudlow ratificó el encuentro con Xi Jinpin… lo que no significa con seguridad que se realizará…
Sin embargo, esta vez hay quizá más probabilidades. Es que las guerras comerciales no son una “diversión” ni mucho menos “son fáciles de ganar”… como al principio afirmó categóricamente Donald Trump.
Inicialmente pareció corroborarse lo de Trump. La “guerra comercial” contra la Unión Europea terminó rápidamente. La UE enseguida tiró la toalla y, de todos modos, los temas en disputa con Trump eran insignificantes en relación a lo que está en juego con China… que en el fondo se trata, en ante todo, de la hegemonía mundial.
Como explica el socialista revolucionario chino Au Loong Yu en el artículo “Strength and ccontradictions of the chinese economy” (International Viewpoint, October 22, 2018):
“El gobierno de Trump tiene dos objetivos. 1) Disminuir el gran déficit comercial con China y 2) bloquear el plan estratégico «Made in China 2025». Este plan consiste en aumentar substancialmente la fabricación y exportación de productos de alta tecnología.”
Para que se entienda la enorme trascendencia de esta última cuestión, recordemos que el déficit del comercio exterior de EEUU con China no es uniforme en todos los productos.
El intercambio de Estados Unidos con China es deficitario en productos de tecnología relativamente baja y/o materias primas. ¡China produce todo eso mucho más barato que EEUU!
En cambio, cuando vamos a la balanza comercial de productos alta tecnología, se da vuelta la tortilla. Washington todavía es una potencia imbatible. En ese rubro, EEUU aún tiene amplio superávit y China, déficit. Esto es de una importancia estratégica. No sólo es cuestión de dólares sino de geopolítica, de dominio mundial… de cuál es la potencia más “potente”… Es algo que va mucho más allá de los números y nos lleva a otro nivel. Una cosa es exportar un millón de dólares en soja y otra muy diferente es exportar la misma cantidad, en chips de última generación.
Dicho de otro modo: Monetariamente, China puede superar a EEUU en productos “baratos”, que han provocado a los yanquis no sólo déficit comercial sino también bancarrota de industrias a su interior, como por ejemplo la producción de acero.
Pero ahora el gobierno de Xi Jinpin ha decidido dar un paso más adelante: competir también en la franja de producción de alta tecnología, donde aún domina Estados Unidos.
El mencionado plan Made in China 2025 consiste en eso. En llegar al año 2025, habiendo superado a Estados Unidos también en exportación de alta tecnología. Si China lo lograse, a Estados Unidos se le pondrían las cosas muy difíciles. Sería destronado por China. La furia de Trump se explica también por ese motivo, más que por el mero déficit comercial.
Esto lo subraya bien Au Loong Yu:
“Trump tiene, entonces, dos objetivos: Bajar con todo el déficit comercial y simultáneamente trabar la política de “Made in China 2025”, que procura aumentar mucho la producción de productos de alta tecnología. La primera, es difícil de alcanzar si los Estados Unidos se mantiene como un país con pocas reservas. Incluso si Trump triunfara en disminuir el déficit con China, eso sólo significaría que otros países ocuparían ese sitio y el déficit comercial permanecería inalterable. Conservar empleos es una meta incluso más difícil de alcanzar. El primer resultado de una recesión es la pérdida de empleos.
“Pero quizá los empleos no son una prioridad total para Trump. El presidente es muy claro en su intento de liquidar el plan chino de modernización de la tecnología. Trump utiliza un arriesgado ataque general, la guerra comercial, para alcanzar un objetivo tan especial.
“Tal vez Trump prefiere un ataque de alto perfil. Sin embargo esta clase de guerra comercial va a lesionar a ambos países. Hace tiempo Handel Jones escribió un libro, –“Chinamérica”– para decribir las íntimas relaciones económicas entre ambos países. Si se inicia una guerra comercial uno contra otro, es como una serpiente de dos cabezas luchando contra sí misma: ninguna cabeza puede protegerse del ataque de la otra. Los autos de General Motors por ejemplo, se vendieron más en China que en los mismos Estados Unidos. De acuerdo a un reporte de 2015 de la banca. Morgan, las compañías tecnológicas en el index Standard & Poor’s 500 (uno de los índices bursátiles más importantes de EEUU) y en especial las productoras de componentes, dependen decisivamente de China para garantizar sus ganancias.”
Para salir de la confrontación con Estados Unidos, desde el gobierno chino se insinúa (extraoficialmente, mediante artículos periodísticos) que el plan “Made in China 2025”, podría “alargarse”… convertirse en el plan “Made in China 2030”… o incluso “2035”… Pero no sabemos si esas ofertas van a conmover a Trump.
Alzas y bajas en los mercados financieros de China y EEUU
Pero Trump no puede hacerse gratuitamente el ogro todopoderoso. China tiene sus propios problemas… pero también varios compartidos con EEUU. En eso la metáfora de la “serpiente de dos cabezas” es bastante aproximada a la realidad.
China es particularmente vulnerable al depender exageradamente (en relación a otros países) del comercio exterior. Una guerra comercial (particularmente con EEUU, que ha estado entre sus principales clientes y compradores) no es para nada beneficiosa para China. Es mucho más vulnerable a eso que otros países.
Sin embargo, hoy el impacto pareciera ser menor que en crisis anteriores, como la del 2008/09 o la de 2015, años en que regía “la particular estrategia de crecimiento de dedicar una enorme porción del ingreso nacional a la inversión en capital mientras se suprimía el consumo”.(Au Loon Yu, cit.)
Uno de los factores que probablemente motivaron esto, fue la política del gobierno de hacer lo contrario, alentar el consumo interno vistas las dificultades que creaba la “guerra comercial” yanqui para colocar los valores que antes se exportaban.
Eso no ha impedido que, desde iniciarse el bloqueo y comenzar la guerra comercial, se hayan producido varios “temblores”, corridas y caídas en las bolsas de Shanghai y Shenzhen… Estos pudieron ser contenidos por intervenciones del banco central, pero tuvieron como consecuencia devaluaciones de la moneda china.
Sin embargo, paradójicamente, al cerrar esta edición, quien está en medio de un terremoto financiero es Wall Street y no las bolsas chinas, como todos esperaban. Algo que a Trump (y también a medio mundo) le debe haber parecido inconcebible…
Mientras la bolsa de Shanghai cerraba con una suba del 0,33%, Wall Street continuaba con una caída que ya lleva lo que va de la semana. Hoy, miércoles 24, se anunció finamente, al cerrar Wall Street, las siguientes pérdidas de la jornada: Dow Jones Industrial Average perdió 608.01 puntos. S&P 500, 84.59 puntos. Nasdaq Composite, 329.14 puntos.
Por Claudio Testa. SoB 492, 25/10/18.