Francia | Una hipócrita celebración de paz
Santiago Follet
«La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza.»
George Orwell, 1984.
El centenario del armisticio del 11 de noviembre de 1918 que diera fin a la Primera Guerra Mundial fue la ocasión elegida por el gobierno de Macron para recibir en Francia a más de setenta líderes mundiales, entre los que se destacaron las presencias de Trump, Merkel y Putin. La ceremonia estuvo compuesta por un acto conmemorativo realizado en el Arco del Triunfo de París en homenaje a los millones de muertos de la Gran Guerra, en donde el presidente francés, acompañado por mandatarios para nada pacíficos tales como Netanyahu y Erdogan, celebró la reunión apelando al “multilateralismo“, la cooperación y el diálogo entre los países para alcanzar la paz.
Lo cierto es que detrás de la fachada de este encuentro hipócrita las tensiones propias de un mundo en crisis, con un escenario geopolítico cada vez más incierto, no tardaron en surgir. En este sentido, Macron valoró el patriotismo, sentimiento que opuso al nacionalismo, “que constituye su traición“, haciendo alusión a la defensa del nacionalismo que hace Donald Trump. La tensión entre ambos mandatarios que hace poco más de un año declaraban su amistad en los Campos Elíseos, se hizo evidente en varios momentos del encuentro. Tal es así que el líder estadounidense no desfiló junto al resto de los presidentes, ni formó parte del Foro de París por la Paz encabezado por Macron y Merkel, del que también se ausentó Putin.
Lo que está de fondo es una fuerte discusión en términos políticos, económicos y militares. En este sentido se interpretan las declaraciones de Macron, cuando en los últimos días anunciara la propuesta de crear «un verdadero ejército de la Unión Europea», asegurando un brazo armado de la UE que garantice la seguridad del bloque de manera independiente a China, Rusia y los Estados Unidos. Dicha iniciativa fue fuertemente apoyada por su par Angela Merkel en sus recientes declaraciones ante el Consejo de Seguridad Europeo, lo que provocó un verdadero escándalo que tuvo eco rápidamente en Washington.
La noticia le puso los pelos de punta a Trump, que descargó toda su furia con una batería de tuits incendiarios contra el presidente francés. La respuesta del norteamericano es que los europeos contribuyan a pagar el mantenimiento del ejército de la OTAN, que es principalmente sostenido por los EEUU, y que liberen la entrada de productos estadounidenses en el viejo continente a la libre competencia del mercado. Como si esto fuera poco, se despachó con ataques directos a Macron, defenestrándolo por el bajísimo 26% de popularidad que ostenta en Francia y por el aumento continuo del desempleo en este país. Trump remató con un fuerte mensaje escrito en mayúsculas: “Make France great again!“, que responde al “Make our planet great again!“, con el que Macron lo había criticado el año pasado al salirse de los acuerdos climáticos de París.
Un clima reaccionario que favorece a Le Pen
Por otro lado, este guiño de Trump también constituye un envión a la campaña de Marine Le Pen, quien en la última semana superó a Macron por primera vez en la cima de las intenciones de voto de las elecciones europeas del 2019. Y se dio con un timing perfecto, en un martes 13 que coincidió con el tercer aniversario de los atentados de Charlie Hebdo, que fue aprovechado por la jefa de la “Agrupación Nacional“, para desplegar su odio islamofóbico habitual. En este sentido, Le Pen propuso reorientar el debate geopolítico haciendo de la lucha contra el “fundamentalismo islamista“ el principal objetivo estratégico de la OTAN, manteniendo los mismos miembros que la componen actualmente.
Además, escribió en su cuenta de Twitter: “El mundo está dándole la espalda a la globalización salvaje, asistimos a un gran retorno de los pueblos y de las Naciones. ¡Este es el sentido de la historia!“ De esta manera, Le Pen se alineó en consonancia con el “repliegue nacionalista“ de los outsiders de extrema derecha que desde Trump a Bolsonaro vienen accediendo al poder.
Bajo un discurso de aparente crítica a la globalización y a las políticas de la Unión Europea, la candidata de extrema derecha está creciendo en las encuentas ante la enorme impopularidad del gobierno de Macron y la falta de alternativas a sus políticas de ataque permanente a las mayorías populares, con la parálisis de las direcciones sindicales mediante.
Resistir el avance de la extrema derecha
Este fenómeno de giro a la derecha (o extrema derecha) al que asistimos a nivel mundial desde la llegada al poder de Donald Trump, con sus correspondientes “imitadores locales“ constituye un verdadero peligro y retroceso que ataca los derechos de los trabajadores, de las mujeres, de los negros, de la comunidad LGTB, amenazando derechos democráticos fundamentales. Es por eso que desde Socialismo o Barbarie Francia hemos participado de la concentración realizada en la Plaza de la República de París en protesta contra la llegada de Trump, denunciando la hipocresía de los actos por la paz en los que participaron gobernantes que provocan guerras permanentemente. La concentración de la que participaron unas 1.500 personas fue organizada por una gran cantidad de partidos, organizaciones y colectivos, entre los que se destacaron los colectivos de inmigrantes sin papeles, los grupos feministas, las asociaciones de estadounidenses anti-Trump y las organizaciones de militantes kurdos y palestinos.
Así como también nos hemos movilizado en las marchas contra Bolsonaro en solidaridad con Brasil, creemos que es fundamental extender un internacionalismo que se apoye en los elementos dinámicos de la situación internacional, para desarrollar una resistencia que pueda hacer frente al avance reaccionario. Una alternativa anticapitalista y antifascista que se presente como una alternativa de independencia de clase en las próximas elecciones europeas y que desarrolle cada lucha para resistir con la movilización en las calles los ataques del gobierno de Macron, en solidaridad con los inmigrantes, por los derechos de las mujeres y de la clase trabajadora.
Por Santiago Follet. SoB 495, 15/11/18.