Por Víctor Artavia
El desempleo y el trabajo informal son un reflejo de la debilidad estructural del capitalismo costarricense para la generación de empleo. Desde hace varias décadas, la burguesía costarricense (acatando los mandatos neoliberales del Consejo de Washington) apostó al modelo de exportaciones, lo cual devino en una reconversión productiva del país, donde sectores como la agricultura y la manufactura local se vieron afectados. En contraposición se optó por desarrollar una economía de servicios que tiene muy pocos encadenamientos productivos con la economía local, algo elemental para dinamizar la economía en su conjunto.
Esto es lo que el Informe sobre el Estado de la Nación denomina un desacople entre la vieja y la nueva economía, el cual tiene fuertes consecuencias para la clase trabajadora del país, pues el Estado y los gobiernos de turno destinan enormes recursos para promover las empresas ligadas al mercado externo, las cuales generan menos empleos que la manufactura y agricultura (aunque son mejor pagados al requerir más calificación). Los datos respaldan esto: “El Régimen de Zonas Francas, por ejemplo, cuenta con el apoyo del Ministerio de Comercio Exterior que para este año tiene un presupuesto aprobado de ¢7.387 millones, mientras que en el sector del agro el Ministerio de Agricultura y Ganadería tiene asignados ¢43.951 millones para 2019”[1].
Desempleo e informalidad: dos caras de la misma moneda
En el primer trimestre del 2019 la tasa de desempleo del país alcanzó la cifra de 12%, lo que en términos absolutos significa que 276 mil personas no cuentan con un trabajo para sobrevivir.
Pero estos números solo reflejan una parte de la crisis del desempleo en Costa Rica, pues es cada vez más recurrente que las personas expulsadas del mercado laboral realicen trabajos informales para poder sobrevivir y alimentar a sus familias. De acuerdo a los datos del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), más de un millón de personas en el país son trabajadores y trabajadoras informales, o lo que es lo mismo, el 46% de las personas ocupadas.
Para efectos de las estadísticas oficiales una persona desempleada es aquella que no cuenta con trabajo y está en búsqueda de uno; por este motivo el millón de trabajadores informales no son contabilizados como tales porque formalmente no están buscando trabajo.
Estructura laboral de Costa Rica*
- Total de personas ocupadas: 2.173.913 (100%)
- Personas ocupadas en trabajo formal: 1.172.129 (54%)
- Personas ocupadas en trabajo informal: 1.001.784 (46%)
- Personas desempleadas: 276.279
*Datos correspondientes al primer trimestre del 2019.
Fuente: elaboración propia a partir de los datos de El Financiero, 11-17 de mayo del 2019.
Características de las personas trabajadoras informales
Aunque el grupo de los “informales” es muy heterogéneo al comprender asalariados, trabajadores independientes o pequeños “empresarios” (propietarios de pulperías, salones de belleza, etc.), los especialistas no dudan en relacionar el aumento de la informalidad como una respuesta al desempleo[2].
Esto explica que, a la vez que creció el desempleo en el último año, también se produjo un aumento significativo del trabajo informal, el cual creció 4,8 puntos porcentuales con respecto al mismo período del año anterior (primer trimestre del 2019)[3]. Las mujeres representan el grupo donde más creció el trabajo informal (al igual que sucede con el desempleo), al presentar un aumento de 5,8 puntos porcentuales.
Los asalariados informales son aquellos trabajadores y trabajadoras cuyos patronos no pagan el seguro social. Para el caso de los trabajadores independientes, son calificados de informales cuando no pueden separar la contabilidad de su empresa o emprendimiento de los ingresos del hogar (esto sucede mucho para los choferes de Uber, Uber Eats y plataformas similares). Este último grupo comprende unas 466.000 personas, una cantidad significativa entre el millón de trabajadores informales.
En términos etarios, un 53% de las personas trabajadoras informales se ubica entre los 35 y 59 años; 11% entre los 15 y 24 años y el restante 19% entre 25 y 34 años.
La pelea por trabajo genuino
Ante el problema del desempleo y el consecuente aumento del trabajo informal, desde el Nuevo Partido Socialista sostenemos que es necesaria la unidad de la clase trabajadora del sector público y privado, para luchar de manera unificada por medidas para combatir el desempleo y el trabajo informal, entre las cuales planteamos:
- Un plan de construcción de obras públicas a cargo del MOPT y el ICE para generar empleo formal, lo cual ayudaría a disminuir parcialmente el problema del desempleo y disminuir el trabajo informal.
- Impulsar la organización sindical de los trabajadores y trabajadoras del sector privado (formales e informales), para exigir a las patronales la formalización laboral con todos los derechos laborales estipulados en la legislación laboral del país. Para esta tarea es indispensable que los sindicatos del sector público asuman como propia esta tarea, invirtiendo recursos humanos y financieros para sindicalizar en la empresa privada.
[1] Manuel Avendaño, “Plan contra desempleo atado al largo plazo”, El Financiero, 11-17 de mayo del 2019, Economía y Política.
[2] María Luisa Madrigal, “Costa Rica, un país con 1 millón de trabajadores informales”, El Financiero, 11-17 de mayo del 2019, Economía y Política.
[3] Ídem.