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Elecciones parlamentarias de la Unión Europea:
Avanza la fragmentación de la representación política en Europa
Por Ale Kur, 26/5/19
Esta semana se realizaron en los países miembros de la Unión Europea las elecciones para renovar el Parlamento de dicho bloque. Si bien al momento de escribir esta nota todavía no están los resultados definitivos, ya hay varias tendencias claras que permiten esbozar un primer balance.
1) Empecemos por el análisis de los resultados de los dos grandes partidos tradicionales europeos: el “Partido Popular Europeo” (centroderecha, formado por los partidos conservadores y de tradición social-cristiana) y los partidos socialdemócratas y afines (centroizquierda o centrismo “progresista”). Esos dos partidos son los que, desde la fundación de la U.E., venían abarcando la mayor parte de los votos y escaños, y orientando el rumbo del bloque. Según el diario español El País, la proyección indica que el partido más votado sigue siendo el PPE, aunque perdiendo una importante cantidad de escaños desde las elecciones de 2014: habrían pasado de 221 a 178. Con respecto al bloque de Socialistas y Demócratas, este habría retrocedido de 191 a 152 escaños. [1]
Entonces, un primer dato es el retroceso de ambos partidos tradicionales, que por primera vez pasarían a poseer menos de la mitad de la cantidad de escaños del Parlamento Europeo. De ahí que tomemos como primer definición, la de fragmentación de la representación política.
En este marco, queremos señalar un aspecto particular con respecto a los resultados del Reino Unido: allí el gobernante Partido Conservador se estaría desplomando al bochornoso 9% de los votos, es decir, al QUINTO lugar. La gran mayoría de su base social parece haberse fugado al “Partido del Brexit” de Nigel Farage (que obtiene el primer lugar), o al pro-europeo partido Liberal Demócrata (que estaría obteniendo el segundo lugar). El Partido Laborista de Jeremy Corbyn también habría retrocedido fuertemente, quedando tercero. Esto deja al Reino Unido a las puertas de una enorme crisis política, cuestión que se retroalimenta con el anuncio, hace pocos días atrás, de la Primera Ministra Theresa May de que en las próximas semanas estaría renunciando a su puesto.
Los resultados en Alemania, con la caída en votos de los dos grandes partidos de la coalición que sostiene a Merkel, también puede hacer peligrar al gobierno alemán, contribuyendo a una mayor inestabilidad del panorama político europeo.
2) Un segundo elemento es el avance moderado de las fuerzas de la “derecha dura”. Los mejores resultados los habría obtenido en Italia (donde encuentra su nave insignia continental en la figura “euroescéptica” de Salvini), en países de Europa Oriental y probablemente en el Reino Unido (de la mano de haber logrado capitalizar al sector social partidario del “Brexit”). También se señala el probable triunfo de Le Pen en Francia, pero este debe tomarse con pinzas: pareciera que no rompió el techo del 25% del electorado, es decir, solo una cuarta parte de los votos. Y especialmente, es necesario tener en cuenta que esto no implica un aumento del caudal de votos respecto a las anteriores elecciones europeas, sino solamente una “subida” en la tabla de posiciones por la caída de la anterior primera fuerza.
Sin dejar de tener en cuenta ni por un momento que, tomado el resultado de conjunto, continúa el avance de la derecha, el dato más significativo pareciera ser que está disminuyendo el ritmo de su avance. Teniendo en cuenta la irrupción de fuerzas ultrareaccionarias, xenófobas, nacionalistas y racistas en Europa y en el mundo en los últimos 5 años, los triunfos de Trump en EEUU y Bolsonaro en Brasil, etc., sectores tanto políticos como periodísticos impresionistas creían ver una avalancha imparable del fascismo. Pero con respecto a esas visiones exageradas y pesimistas, la realidad se mostró mucho más moderada. En países muy importantes como Alemania, donde se temía un “batacazo” de la derecha dura, esta apenas subió unos pocos puntos porcentuales respecto a las elecciones de 2014. En España el péndulo político sigue inclinando hacia la centroizquierda, o por lo menos hacia el “centro progresista”. En Francia, pese a quedar como primera fuerza, Marine Le Pen no logró perforar su techo histórico. De esta manera, aunque la tónica política sigue siendo globalmente conservadora, el peor momento de la derechización parece haber quedado atrás, por lo menos por ahora.
3) El tercero de los grandes elementos que queremos tomar aquí es el muy buen resultado obtenido por los Partidos Verdes (ecologistas). En Alemania, con un 20% de los votos, habrían conquistado el segundo lugar, desplazando del mismo a la socialdemocracia (que quedaría tercera). En Francia, con un 13%, el ecologismo estaría conquistando el segundo lugar. En Reino Unido, con un 12%, habría alcanzado el cuarto lugar. De conjunto, en toda Europa estarían consiguiendo 70 escaños, 20 más que en 2014.
Sin duda alguna, este avance del ecologismo es un resultado directo de las grandes movilizaciones juveniles que en los últimos meses se vienen realizando en toda Europa, y especialmente en sus principales países. Movilizaciones protagonizadas por adolescentes (generación “centennial”, nacidos a partir del año 2000) y por “millennials” (nacidos en la década de 1990), que vienen alertando sobre el enorme riesgo que corre la humanidad debido a la grave amenaza del cambio climático. Pero más aún, estas movilizaciones señalan la responsabilidad concreta del capitalismo, que en su afán de lucro, descuida el medio ambiente y genera las condiciones para una catástrofe.
Citamos un párrafo muy ilustrativo del diario El País: “El medio ambiente ha sido la principal preocupación de estas elecciones en Alemania, según un reciente sondeo de Infratest Dimap para la cadena ARD. Muestra de ello es el éxito de las manifestaciones de Fridays for Future en Alemania. El viernes, decenas de miles de jóvenes volvieron a salir a la calle en más de un centenar de ciudades alemanes para decirle a sus mayores que están hartos de esperar a que actúen de forma decisiva contra el deterioro ambiental.”[2].
Otra nota del mismo diario, de hace algunos días atrás, señala también elementos muy similares: “El peor enemigo político que tiene la CDU y su partido hermano de Baviera, la CSU, tiene 26 años, se llama Rezo, tiene el cabello pintado de azul y es conocido en el mundo de la cibernética donde tiene unos dos millones de fieles que siguen con pasión sus vídeos en YouTube. Rezo, un joven que no había incursionado en la política ofreció el sábado pasado un vídeo, de título La destrucción de la CDU en el que, a lo largo de 55 minutos, acusa al partido de Angela Merkel de estar destruyendo el futuro del país a causa de su pasividad para luchar contra el cambio climático y de favorecer a los ricos.”[3]
De esta manera, los Partidos Ecologistas ocuparon en estas elecciones europeas el lugar del “contrapolo” progresista a las fuerzas reaccionarias, expresando a un movimiento muy progresivo de jóvenes, el mismo fenómeno que expresa el movimiento feminista en Argentina y América Latina, o el “socialismo democrático” en EEUU. Sin embargo, los resultados europeos también expresan los límites de esta nueva generación, por tratarse los “Partidos Verdes” de fuerzas reformistas completamente adaptadas al sistema. De esta manera, el polo “de izquierda” de la elección aparece bastante lavado y centrista.
4) Queremos retomar aquí un último elemento. En Grecia, el gobierno de Tsipras habría quedado segundo, cayendo por debajo de los conservadores de Nueva Democracia. El gobierno griego ya realizó declaraciones en el sentido de adelantar la convocatoria a elecciones generales, donde tiene todas las de perder. Esto sería la última piedra sobre el ataúd de la experiencia fallida de la mal llamada “izquierda radical”, que capituló en toda la línea a la Troika del FMI y las instituciones europeas. El caso griego tiene que servir de ejemplo de lo que, en cualquier lugar del mundo, le ocurre a los gobiernos “progresistas” cuando no desafían el “statu quo” y ceden a todas las exigencias de los capitalistas. Es una advertencia, por lo tanto, al operativo de “regreso del kirchnerismo” en la Argentina, país que también está amenazado por el enorme peso de la deuda externa.
5) En conclusión, las
elecciones europeas parecen dejar un panorama de mayor fragmentación de la
representación política y de una mayor inestabilidad, con un importante
retroceso del bipartidismo tradicional, donde se confirma que lo que predomina
es la insatisfacción de cientos de millones de europeos con el estados de las
cosas. Una insatisfacción que se manifiesta de manera heterogénea y a través de
todas las variantes del espectro político-ideológico. Si bien sigue
predominando una tónica más bien conservadora (y por eso las fuerzas de derecha
encuentran más facilidad para crecer que las fuerzas de izquierda), no se puede
decir que haya hegemonías claras (ni de la derecha, ni de ningún otro sector)
ni que se haya cerrado el panorama político. El avance de las fuerzas
ecologistas (con sus enormes límites pro-capitalistas) refleja, aún de manera
distorsionada, que las movilizaciones en las calles (enormemente progresivas)
por parte de la juventud siguen siendo parte influyente de la situación
política europea, y que no pueden ser ignoradas.
[1] “Los nacionalistas vencen en países clave, pero no ganan poder en la Eurocámara”, El País, 26/5/19. https://elpais.com/internacional/2019/05/26/actualidad/1558887561_830895.html
[2] “La CDU y el SPD se desploman mientras Los Verdes logran un fuerte avance en Alemania”, El País, 26/5/19. https://elpais.com/internacional/2019/05/25/actualidad/1558782891_795289.html
[3] “Un ‘youtuber’ pone en jaque al partido de Merkel con un vídeo viral”, El País, 23/5/19. https://elpais.com/internacional/2019/05/23/actualidad/1558634251_116333.html