Las Primeras Medidas Del Nuevo Gabinete
Finalmente, las medidas del nuevo gabinete han comenzado a llegar. Si algo las caracteriza es el rotundo giro a los mercados que se está observando. Si algo así ya podía preverse con el acuerdo con Chevron luego de las PASO, ahora, con la indemnización a Repsol por la expropiación de YPF, el sentido general de la gestión gubernamental se está haciendo muy claro.
En nota aparte se comentan los pormenores del acuerdo por unos 5.000 millones de dólares en “activos líquidos”, así como el interés de los accionistas de la propia REPSOL por participar de la explotación de Vaca Muerta, segunda reserva mundial de shale gas y cuarta de shale oil.
Esta “expropiación ajustada a derecho”, como dicen los medios, no hace más que ratificar lo que planteáramos en su momento en estas páginas: que la de YPF era una estatización parcial y bien capitalista de la empresa petrolera, que demandaría enorme erogaciones de parte del país. Al parecer, Kicillof ya se olvidó de cuando decía que por el vaciamiento que había hecho Repsol en YPF, en vez de reclamar indemnización correspondía que la empresa española indemnizara al país…
En consecuencia, las bolsas explotaron de alegría, con este paso contundente y “amigable” del gobierno hacia los mercados e inversionistas privados.
Detrás de estas renovadas muestras de pragmatismo de los K, lo que se expresa son las necesidades económicas del oficialismo. A pesar de los bombos y platillos por el acuerdo con la petrolera española, ayer las reservas siguieron cayendo y se aproximan peligrosamente a perforar el piso de los 30.000 millones de dólares. Además, el déficit energético sigue ahí y el estado no tiene fondos para explotar Vaca Muerta y otros yacimientos de manera tal de revertir ese desbalance.
Esto es lo que explica el actual giro a los mercados, que remiten no sólo a este acuerdo, sino al nuevo encargo a Lorenzino de resolver las deudas con el Club de París, las negociaciones que seguramente seguirán su curso con los fondos buitres, el nuevo índice de precios nacional del INDEC a implementar en 2014 con la bendición del FMI y la posibilidad de aceptar las revisiones anuales periódicas del organismo internacional. Todas medidas encaminadas a volver a la calesita del endeudamiento internacional.
AJUSTE INFLACIONARIO
Pero junto a este giro a lograr financiamiento internacional, están en marcha las primeras medidas del ajuste inflacionario que está poniendo en marcha el gobierno. La más visible es el aumento de las naftas. Dejando atrás la política de “precios máximos” que había fijado Guillermo Moreno meses atrás, ahora se ha implementado una suerte de “liberación administrada” de los precios, por la cual se permite un aumento del 6 al 7% de todos los combustibles, al tiempo que se adelanta que en el futuro próximo vendrán nuevos aumentos.
No hace falta saber economía para prever el impacto generalizado que tiene el combustible en el transporte y los precios en general, presión al alza que se viene a sumar a lo que se está detectando luego de las elecciones. En las últimas semanas los precios han retomado un ritmo promedio del 2% mensual, dinámica que se consolidará más aún por cuanto el dólar oficial se está ajustando a un ritmo que por ahora ronda el 40% anual proyectado, todo lo cual no hará otra cosa que reforzar la escalada inflacionaria.
Como si esto fuera poco, se rumorea que el gobierno retomaría la política del ajuste por “sintonía fina” que esbozó dos años atrás, pero que luego no se animó a continuar, en el sentido de buscar una reducción de los subsidios a los servicios públicos de luz, gas y transporte. Conclusión: en un futuro no muy lejano se podrían decretar aumentos en ambos rubros.
LA CUADRATURA DEL CÍRCULO
Mientras se descarga esta catarata de medidas de ajuste inflacionario, simultáneamente el gobierno mantiene el mutismo en lo que hace al salario y el impuesto a las ganancias. Lo que se ha adelantado es el pedido a los sindicalistas a que “moderen” sus próximos reclamos salariales (hasta el papa Bergoglio da una manito en ese sentido). Si bien no se han dado cifras, se habla extraoficialmente de un techo del 20% en las próximas paritarias, y los sondeos a la burocracia sindical al respecto ya están en curso.
Mientras los precios ya están aumentando, el salario se va retrasando y el aumento del mínimo no imponible de septiembre ya lo carcome la inflación. Éste es uno de los típicos mecanismos del ajuste inflacionario que denunciáramos en la edición anterior: sin hacer anuncios rimbombantes de ajuste económico explícito, se lleva adelante un ajuste implícito por inflación, mientras se sigue discurseando acerca la “continuidad del modelo”.
Todo lo cual muestra los límites de las ridículas declaraciones recientes de Kicillof, el supuesto “marxista”, señalando que no se iba a afectar “los intereses de los empresarios ni de los trabajadores”. Vaya “marxismo” raro éste que olvida la premisa número uno del Manifiesto Comunista: los intereses de capitalistas y obreros son siempre antagónicos. Porque, como demostraba el autor de El capital, las ganancia de los primeros surgen del trabajo no pagado de los segundos. Pero si salimos de la versión rosada de una sociedad donde “todos podemos ganar” que propone Kicillof (mucho más cerca del ideario liberal que de cualquier otra cosa), no hay forma de satisfacer a ambas clases sociales antagónicas a la vez: ¡alguien debe pagar las cuentas de la crisis!
Lo que el ministro de Economía no dice es que, en términos generales, o se afectan las ganancias de los empresarios para sacar recursos de allí (algo que los gobiernos capitalistas nunca hacen salvo que estén amenazados por una revolución social), o se afecta de una u otra manera el salario de los trabajadores: sea por la vía directa de la rebaja nominal de su salario, por la creación de un alto desempleo que tire sus reclamos para abajo, el aumento brutal en la intensidad de los ritmos de trabajo o por la vía de un aumento de los precios que deje atrás los salarios reales. O una combinación de varias de esas vías en dosis diversas.
El brutal giro a los mercados y el ajuste inflacionario es la receta que propone el gobierno y su nuevo gabinete para hacerles pagar la crisis a los trabajadores “sin que se note”, en prevención del estallido de una crisis económica mayor, que de ninguna maneras se puede descartar.
FORTALECER LOS RECLAMOS Y LAS LUCHAS
En estas condiciones, es de prever que, a pesar de la llegada de los meses de verano, los reclamos por el salario van a tender a crecer. Esto es inevitable porque para las paritarias falta mucho y el aumento de los precios ya se está haciendo sentir en el bolsillo de los trabajadores. Una presión que va a aumentar aun más con la llegada de las fiestas y los gastos que éstas significan.
En cualquier caso, los reclamos por la reapertura de las paritarias, por el doble aguinaldo, por una suma de horas extraordinarias, por sumas fijas o como sea ya están en el tope de la agenda en varios lugares de trabajo. La marcha de este viernes 29 se realiza, en primer lugar, con esta agenda, lo mismo que las recientes huelgas docentes en la provincia de Buenos Aires y otros conflictos se pusieron en pie alrededor de estas mismas demandas.
Las tareas de la izquierda pasan por tomar en sus manos estos reclamos salariales, denunciar el sentido antiobrero de las medidas que está tomando el gobierno, preparar las luchas que vienen y no dejar de insistir en la necesidad de derogar el aberrante impuesto al salario, entre otras medidas de conjunto para derrotar el plan del gobierno y que la crisis no la paguen los trabajadores