Por Johan Madriz
Conversamos con Tatiana Gamboa, activista y miembro del Movimiento Costarricense de Solidaridad con Palestina sobre su arresto por parte del ejército israelí y cómo fue todo el proceso hasta su deportación. Presentamos esta segunda parte, de un total de tres entregas, donde le cedemos la palabra para dar a conocer su caso.
Un arresto ilegal en territorio palestino
El 11 de marzo, alrededor del mediodía, me encontraba en Al Jalil, en la parte denominada como H1 que está bajo control del gobierno palestino. Hay un check point que lo divide de H2. Estaba como a unos cien metros del puesto, dentro de H1. Me encontraba cerca de una tienda donde prácticamente todos los días iba a comprar cigarrillos. Estaba fumando uno mientras veía a unos chiquitos jugar.
De un momento a otro los militares salen del check point y cuando me doy cuenta los tengo a la par. Uno de ellos, nunca se me podrá olvidar, me dijo mi nombre: “Tatiana” y le dije “si”; “esta arrestada”.
Ellos en ese momento no me indican el motivo del arresto. Me dicen que tengo la opción de no resistirme o en caso contrario van a utilizar la fuerza. Ante militares fuertemente armados, con bombas de gas, bombas de sonido, con armamento, uno lleva las de perder. No me resisto, pero les dejo muy claro que lo que ellos están haciendo es ilegal.
Si bien es cierto, yo tenía mi visa con Israel vencida, lo que estuve en Israel fueron dos días. Yo no estaba ilegal en Palestina. En Palestina tenía un permiso –que emitió la Autoridad Palestina– para estar cuatro años y tenía un contrato de trabajo. Así es que el cuento de que yo estaba ilegal ni ellos mismos se lo creen. Me introducen [a Israel] en contra de mi voluntad, es un arresto ilegal. Algunos analistas, que dieron su opinión sobre mi caso, hablan de secuestro porque no se dio dentro de H2. Ellos me introducen a la fuerza.
Una vez ahí me tienen doce horas bajo interrogatorio. No pude llamar a la embajada, al consulado o a un abogado. Me tuvieron incomunicada doce horas, esposada y amarrada a una silla, sin comida, sin agua, sin entender lo que me hablaban porque la mayor parte del tiempo hablaron en hebreo, idioma que no manejo. Pero si me hablaban en inglés y árabe, que si domino, para amenazarme, para coaccionarme, para torturarte psicológicamente.
Posterior a esas doce horas deciden que me van a mandar a la cárcel. A las doce de la noche del 12 de marzo me mandan a la cárcel. Duré más de un día sin comer porque cuando llegué a la cárcel no había comida. ¿Será eso respetar los derechos humanos? En qué parte del mundo te arrestan y no te permiten hacer una llamada a la embajada, al consulado, cuando eres extranjero, cuando no es tu país. Aun cuando sea tu país tienes el derecho a hacer una llamada. Ya en la cárcel me permitieron hacerla para avisar que estaba ahí y que ese día no me iban a deportar a Costa Rica.
Estuve tres veces en una corte sin abogado, con el cónsul un día y otro con el embajador y una traductora español-hebreo. Nunca tuve una representación legal. Es decir, ellos pisotearon mis derechos. Retienen mi cedula de identidad, nunca me la devolvieron. No querían entregarme la copia del documento de deportación al que todas las reclusas de esa cárcel tenían acceso.
A las mujeres que estaban esperando la deportación sus allegados les llevaban las maletas, se las guardaban en la cárcel y en el momento en que iban a ser deportadas les entregaban sus pertenencias personales. Resulta que en mi caso nunca lo permitieron, no pude sacar mi ropa ni dinero. Cuando algunos de mis amigos en Al Jalil que tenían el permiso que se requiere para entrar a Tel Aviv, hicieron el intento y llegaron hasta la puerta de la cárcel les dijeron que no me podían dejar nada.
Hay una organización que se llama Damir que tiene abogados que no cobran honorarios, que son palestinos y tienen acceso a entrar a Tel Aviv. Había dos de ellos que estaban dispuestos a asumir mi caso. Cuando ellos llegan a la cárcel o cuando llaman por teléfono les dicen que mi caso está cerrado, que no saben si yo estoy en la cárcel o no, que no les pueden dar esa información, que como el caso está cerrado ya no ocupo un abogado. Eso fue parte de lo que me tocó vivir allá.
La cárcel: entre cucarachas, letrinas y gritos
Estuve 25 días en la cárcel. La forma en que me trataron fue sumamente hostil. Cuando entras te hacen un expediente que explica donde fuiste arrestado, te toman una foto en la que se te prohíbe sonreír, te ponen un número y se refieren a ti por el nombre o por el número. Todas tienen un número. Entonces, cuando los custodios ven donde fui arrestada, qué era lo que había pasado, inmediatamente sentía la hostilidad.
No solamente fui amenazada por los militares que me arrestaron y por los miembros de la policía de la frontera sino también por parte de los custodios en la cárcel, ciertamente no todos. A la hora de llamarme me gritaban, me decían que no tenían la obligación de estarme diciendo nada más de una vez. Las celdas son pequeñas, hay camarotes, doce camarotes. Dentro de la celda hay una mini ducha para bañarse y para hacer las necesidades fisiológicas una letrina. Convivíamos con plaga de cucarachas y con chinches de colchón. Era imposible dormir porque cada tres o cuatro horas hacían rondas para contarnos. Era muy estresante porque entraban y te gritaban y si estabas dormida te obligaban a ponerte de pie, a bajarte del camarote, a saludar con respeto.
Cuando preguntaba sobre la audiencia que había tenido en la corte o alguna información, me decían que no la tenían y que me callara. “Cállese”. No hubo día, desde que llegue a la cárcel, en que los miembros de migración no llegaran a amenazarme y a hostigarme para que yo accediera a firmar el documento de deportación voluntaria.
El gobierno de Costa Rica: un gobierno sumiso, un gobierno cómplice
En las audiencias que tuve en la corte sionista en una ocasión estuvo el señor embajador y en otra el señor cónsul. Denuncié frente a ambos parte de los malos tratos y del irrespeto a mis derechos durante el arresto y el interrogatorio. Ellos en ningún momento consiguieron una representación legal para mí.
El señor embajador siempre se refirió a mí con respeto. Incluso en una ocasión él me facilitó una de las tarjetas necesarias para llamar de los teléfonos públicos que hay en la cárcel y su esposa me envió una mudada de ropa poco antes de ser deportada.
En el caso del señor Javier Rojas, el cónsul, su participación en mi caso deja mucho que decir. Él me habló en muy mala manera. También trató de coaccionarme para que yo firmara la deportación voluntaria. Le dije que él le estaba, y es cierto, ocultando información a la prensa. La respuesta que me dio fue “nosotros no podemos dar declaraciones sobre lo que nuestros ojos no han visto, ni nuestros oídos escuchado”. Entonces le dije, “bueno supongo que usted siendo un juez y, por ejemplo, tiene el caso de una violación a una mujer no le va a creer a la mujer porque no vio al violador hacerlo. No se preocupe, una vez que llegue a Costa Rica yo voy a exponer todo lo que pasó y la gente va a saber”. Entonces, con una prepotencia enorme me dijo “no me amenace señora, vamos a ver a quien le van a dar más credibilidad”.
Ellos nunca me hicieron sentir que estaban tratando de encontrar un abogado que asumiera mi caso. En un momento dado se dijo que habían tratado de hablar con la abogada que había llevado el caso de Ahed Tamimi, pero que no había aceptado. A la cárcel conmigo nunca llevaron ningún abogado, a mí no me consta. La posición de don Javier fue una posición hostil, siempre tratando de que firmara un documento que yo dije muy caramente que no iba a firmar. No por un capricho mío sino porque no iba a aceptar un delito que me estaban imponiendo que no era cierto.
El gobierno de Costa Rica prácticamente me deja sola. Puedo decir que si yo hubiera estada arrestada en otro país, llámese Cuba, Venezuela o Nicaragua, la historia habría sido otra. Pero como soy activista pro Palestina, como fui arrestada ilegalmente en Palestina ocupada, llevada en contra a mi voluntad a Israel, no había que decir nada. Esa fue la posición del gobierno de Costa Rica, no apoyaron a una ciudadana costarricense arrestada en otro lugar. No lo hicieron.
Días difíciles en la cárcel
En la cárcel yo era la única activista y era la única que había sido arrestada en Palestina ocupada, todas habían sido arrestadas en Tel Aviv, todas. Las mujeres israelíes que estaban ahí eran cómplices de las custodias. Se podía ver lo que era la separación de las israelíes de las demás. A nosotras nos levantaban a las 6:30 de la mañana todos los días, menos el sábado que es el Sabbath, y había que lavar la cárcel. No veías a ninguna de las israelíes lavando el piso de la cárcel, a las demás sí. Ellas en todo momento mostraron una actitud hostil. Trataban de convencer a las otras reclusas para que no me hablaran a mí.
Estuve con otra costarricense, me reservo el nombre y los motivos por los que ella estuvo ahí, porque me lo pidió. Ella fue deportada el 21 de marzo, que es la fecha de la segunda vez que me cancelan la deportación sin razón aparente. Muy solidaria conmigo aunque estuvo pocos días porque fue deportada.
Se veía, ahí, la falta de solidaridad. Cómo eran las israelíes con las otras mujeres. Les decían “usted porqué está aquí, qué está haciendo en mi país, usted no puede estar trabajando aquí ilegal, lárguese a su país, váyase a su país”. Se oían expresiones como estas “usted no es judía, usted no nació en Israel”. Porque hay que tener claro que el problema no son los judíos sino los sionistas, pero ellos lo mesclan. Fueron días muy difíciles para mí en esa cárcel.
Cuatro custodios para una activista
Estuve tres veces en una corte sionista. Recuerdo que el juez, el primer día, me dijo por medio de la traductora “puedo liberarla o puedo deportarla”. Yo luché todo el tiempo por mi libertad. Por ser devuelta a Palestina, pero resulta que no fue así. La segunda vez, hice la apelación sobre la orden de deportación sin resultado. Entonces, el ultimo día le dije al juez “no voy a firmar el documento de deportación”.
Me insisten para que entregue mi pasaporte. En el momento del arresto no lo andaba, solo llevaba la cedula de identidad costarricense. No obtienen mi pasaporte. No firmo el documento de deportación y se lo digo al juez claramente. Me responde que no hace falta, que van a emitir un salvoconducto y que él va a firmar la orden de deportación.
Resulta que me cancelan tres veces la deportación. El 18 de marzo era la primera fecha que tenía, la cancelan. El 21 y el 26 la cancelan. Yo soy deportada a Costa Rica el 8 de abril. Fui fuertemente escoltada. Me sacaron de la cárcel y me metieron en unos cuartos sellados donde duermo a la espera de la hora en que tengo el vuelo. Me sacaron y me llevaron cuatro custodios: una mujer y tres hombres.
No contentos con eso, cuando llego a España (donde tenía que hacer una escala de una hora para el vuelo a Costa Rica) y voy a bajarme del avión, me dice una de las ayudantes de cabina que no puedo bajarme hasta que llegue la policía española a escoltarme. Es decir, los sionistas se aseguraron por todos los medios que abordara el avión a Costa Rica. Llega la policía española a escoltarme al otro avión y me dejan muy en claro que si decido no abordar el avión “va a tener mucha gente detrás suyo y la van a volver a arrestar”.
El mensaje que alertó: SOS
Fue increíble, cuando llegue a Costa Rica y pude abrir nuevamente mi cuenta de Facebook para agradecer y saludar a la gente y decirles que ya estaba de regreso. El chat de Messenger no paraba de sonar.
Me di cuenta por compañeros de Europa, Argentina, Chile, y de muchísimos países que la noticia se había hecho viral a raíz del SOS que yo logró mandar. Cuando recién los militares me arrestan y me mantienen en el check point, en lo que llega la policía de la frontera, en un descuido, yo tenía mi teléfono en la mano y logro mandar ese mensaje.
Entonces fue súper bonito ver que no solo gente de Costa Rica se mueven a difundir comunicados, a preguntar dónde está Tatiana Gamboa. Cuando en un momento dado la gente no sabía que estaba pasando conmigo, luego de la primera alarma de que voy a ser deportada el 18 y que no fue así, la gente preguntaba dónde estaba. La noticia incluso fue publicada en un periódico virtual italiano, vi noticias en inglés, en francés. Mucha difusión de comunicados.
La gente encara las mentiras del comunicado que emite la Embajada de Israel en Costa Rica, muestran una gran solidaridad con una simple mensajera y activista como soy yo. Porque voy a dejar claro que lo que me paso a mi es nada comparado con lo que tienen que vivir los palestinos hace 71 años. Pero si muy contenta, no puedo explicar con palabras la emoción que sentí de ver tanto apoyo y solidaridad. Mis muros de Facebook llenos de comentarios de gente pidiendo mi libertad y exigiéndole al gobierno de Costa Rica que hiciera algo por mí.
Lo que sigue
El caso de mi arresto ilegal en Al Jalil, en H1, es el primero que se da de una activista internacional. Antes de mi arresto no hay ninguna otra persona internacional arrestado en H1, yo soy el primer caso. Estoy abriendo la estadística. La mayoría de arrestos de activistas internacionales se da en H2.
Los palestinos allegados a mi están sumamente consternados de darse cuenta que mi arresto se da en H1 y que los militares salen del puesto de control, en un día que no hay enfrentamientos, para arrestarme, bajo la cortina de humo de decir que tenía la visa vencida con Israel, cuando soy arrestada en Palestina.
Yo haré lo que sea por poner mi caso en una corte internacional, no porque pretenda ganar nada, sino porque creo y amo la justicia. Los palestinos siempre me dijeron que el día que yo no estuviera en Palestina yo tenía que contar mi experiencia vivencial. Fui testigo presencial de las barbaridades, de los crímenes de lesa humanidad que comete el Estado sionista en contra de la población Palestina y parte de lo que ellos no quieren es, justamente, poner en la mesa de las cortes internacionales el nombre de Israel. Por eso era tanta la insistencia porque les firmara el documento de deportación, porque ellos saben muy bien que eso podría, eventualmente, cerrarme la puerta.
Yo siempre digo que mi dignidad no está en venta, yo soy fiel a lo que creo, a lo que defiendo como activista y si yo hubiera cedido a sus amenazas para firmar ese documento qué clase de ejemplo estaría dando a otros activistas y a los mismos palestinos. Por supuesto que sí, seguimos. Sigo desde Costa Rica, desde cualquier rincón donde se me permita llevar el mensaje de la causa palestina, lo seguiré haciendo mientras esté viva.