Por Víctor Artavia Quirós
El 12 de julio falleció Álvaro Rojas Valverde (1950-2019), militante histórico de la izquierda costarricense. Su deceso se produjo tras un largo padecimiento de salud que, paulatinamente, lo distanció de la actividad pública.
La noticia de su partida generó mucho pesar entre sectores del activismo de izquierda, particularmente para quienes compartieron filas con él en Vanguardia Popular (PVP) y, posteriormente, en el Frente Amplio (FA). Desde el Nuevo Partido Socialista (NPS) extendemos nuestras condolencias a sus seres queridos, amigos y camaradas.
Aunque provenimos de tradiciones de izquierda muy distintas, esto no impide que reconozcamos aspectos de gran valor en su trayectoria militante, las cuales plasmó en su libro Memorias Rojas, obra que consideramos de lectura obligatoria para las nuevas generaciones militantes en el país.
Memorias Rojas de una tradición militante
Empecemos por señalar que Rojas era un eslabón que nos conectaba con una época en que la izquierda costarricense logró un fuerte afincamiento entre sectores de la clase trabajadora, la cual contaba con una cultura política que se forjó a la largo de décadas de lucha y organización. Su biografía es testimonio de eso, pues su contacto con el PVP se produjo cuando era aprendiz en un taller de zapatería en el San José de los años sesenta. En su libro relata que, en los talleres de zapateros, escuchó hablar por primera vez de las ideas comunistas: “Desde el principio Oscar –que en verdad era una persona estricta- me dijo sin rodeos: vea, yo soy comunista, los martes nunca trabajamos en la noche, porque tengo reunión de célula, y los viernes tampoco, porque hay reunión de la directiva del sindicato de zapateros. Quizá por vez primera escuché la palabra comunista, sin pensar cuán importante iba a ser en mi vida”[1].
Posteriormente fue partícipe de la organización sindical en las bananeras en la zona sur del país, donde el PVP desarrolló una importante experiencia de lucha obrera en los años setenta y ochenta. Las huelgas bananeras contra la Yunai (forma coloquial para referirse a la United Fruit Company) fueron muy duras, pues se enfrentaban a una patronal imperialista que contaba con el apoyo de los gobiernos de turno. Por eso la represión en las plantaciones fue muy fuerte, siendo que en muchos casos se saldó con muertos, como sucedió en la lucha de 1980: “durante el gobierno de don Rodrigo Carazo Odio, estalló una de las huelgas bananeras más duras. En total duró 48 días y estuvo a punto de causar la destrucción de las plantaciones. En esta huelga fue asesinado el trabajador golfiteño Juan José Bustos Robles y hubo mucha gente encarcelada”[2].
La inserción comunista en la zona sur fue producto de un trabajo militante muy fuerte, en un contexto cuando todavía estaba muy presente la derrota de los comunistas en la guerra civil de 1948, pero que también ya eran patentes los influjos del ascenso internacional de la lucha de clases con el triunfo de la revolución cubana y la radicalización de la juventud. En palabras de Rojas: “La historia, aún la poca que se ha escrito desde nuestras posiciones, ha sido injusta con quienes trabajaron en la reconstrucción de los sindicatos clasistas y el partido, posterior a la guerra del 48. Esta fue una labor titánica, que se hizo en medio de un fuerte anticomunismo, con decretos que autorizaban la persecución e incluso el encarcelamiento por ‘actividades comunistas’ y haciéndole frente a una pobreza más que franciscana”[3].
Cuando se produjo la división del PVP en 1984, Álvaro Rojas se alineó con el ala de Arnoldo Ferreto y Humberto Vargas. Este cisma fue un hecho traumático para la militancia de base del PVP, pues en gran medida fue inesperada, en tanto el régimen estalinista del partido cerraba los espacios para la discusión democrática de las diferencias, las cuales se procesaban como maniobras por la pelea del aparato entre las cúpulas. En su libro encontramos un pasaje que ilustra esto a la perfección: “En el partido existía una especia de culto a la unanimidad. Cuando se anunciaba una votación unánime era saludada con aplausos entusiasta, cuando más bien debía advertirnos de que algo no andaba bien. Este culto nefasto fue responsable, en mucho, de que no se discutieran a fondo y oportunamente las diferencias, lo que, aunado al deterioro de las relaciones internas, contribuyó en mucho a la división. Creo que ocurrió en este caso lo que ocurre cuando se intenta aplastar un resorte”[4].
Pero las conclusiones de Rojas sobre la división del partido son muy escuetas, por no decir insuficientes. Su valoración es que la principal causa de la división fue la “incapacidad e imposibilidad de un diálogo interno respetuoso lo que fracturó al partido. Esta fue la causa principal, aunque hubo otros elementos importantes”[5].
No es para menos, pues ir a fondo implicaba cuestionar la estrategia reformista del comunismo a la tica del PVP y las perspectivas del movimiento comunismo vinculado al estalinismo soviético, el cual pocos años después estalló nivel internacional con la caída del muro de Berlín.
En la última etapa de su vida política, Álvaro Rojas hizo parte del grupo fundador del Frente Amplio (FA), donde se desempeñó como vicepresidente de la organización y asesor legislativo de José Merino. No vamos a ahondar en este artículo sobre las profundas diferencias que tenemos con el FA, tanto en su versión inicial, pero con más razón en la actualidad con el giro a la derecha de la cúpula del partido con el ingreso de Patricia Mora al gobierno de Carlos Alvarado.
Pero nos parece importante destacar que Álvaro Rojas renunció a la militancia en el FA en abril del 2018, pues en su opinión era errado sumarse al gobierno de “unidad nacional” encabezado por el PAC. Este constituyó uno de sus últimos actos políticos, el cual nos parece muy atinado y respetamos.
Desde nuestra parte, como militantes trotskistas, rescatamos la tradición de lucha obrera abnegada de Álvaro Rojas, así como de un sinfín de compañeros y compañeras de base comunistas, quienes entregaron lo mejor de su vida en aras de construir un proyecto de izquierda en Costa Rica. Claro está que es una reivindicación crítica, sin dejar de señalar las profundas diferencias estratégicas que tenemos con la experiencia del comunismo a la tica del PVP y su versión más reformista con el FA (parte de nuestra critica en
http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=12574 ).
Instamos a las nuevas
generaciones a estudiar la experiencia histórica de la izquierda costarricense,
de la cual Álvaro Rojas nos legó varios trabajos de memoria histórica. Además de Memorias Rojas, también editó un
libro de fotografías de gran valor histórico.
[1] Álvaro Roja, Memorias Rojas (San José: Servicios Gráficos, 2012), 13.
[2] Ídem, 177.
[3] Ídem, 99.
[4] Ídem, 213.
[5] Ídem, 213.