El Acuerdo Gobierno-Repsol Por YPF
Francamente, el gobierno ya debe estar agotado de dar señales a los mercados: ¿qué más quieren? Ya se hizo el acuerdo con el CIADI a través de las gestiones de los buitres amigos; se accedió a un crédito del Banco Mundial; se busca un entendimiento con el FMI para la reforma (o más bien normalización) del INDEC; se designó a un gestor ortodoxo como Capitanich como virtual primer ministro, y ahora llegó el acuerdo con Repsol para terminar el litigio (también en el CIADI), indemnizar a la compañía española por la semiestatización de 2011 y seguir el camino de abrirse acceso al crédito externo. Si hasta el otrora temido “marxista” Kicillof, el ministro de Economía al que apodaban “el soviético”, se encargó de anunciar que el pago a Repsol será “justo y razonable” y aseguró que el gobierno se preocupa por “generar clima para la inversión privada”.
Ya hay algunos indicios de que el gobierno no va a terminar como el pobre penado 14 del tango de Magaldi, que “murió haciendo señas y nadie lo entendió”. Al menos las bolsas de Buenos Aires y de Nueva York sí lo entendieron: las acciones de las compañías argentinas en esos mercados saltaron hasta el techo; no sólo YPF sino las energéticas y los bancos. Parece que en cualquier momento el empresariado argentino se va a convencer de que el kirchnerismo, esta vez, sí quiere hacer buena letra.
Al igual que el acuerdo con las empresas extranjeras por los juicios del CIADI, el arreglo con Repsol se venía negociando sigilosamente hace meses. El gobierno no reveló la cifra final por obvias razones de mercado, pero las versiones más fuertes hablan de 5.000 millones de dólares (MD). Teniendo en cuenta que el gobierno estatizó el 51% de una empresa que en ese momento tenía un valor libro (dudoso) de 15.000 MD, el arreglo está muy lejos de la “confiscación” que denunció Repsol y los cipayos de la oposición argentina.
Primera pregunta: ¿de dónde sale esa plata, justo cuando el gobierno necesita como el pan cada dólar mientras la sangría de reservas continúa?
Punto uno: para esta etapa del gobierno, es estratégico mostrar que será respetuoso del orden financiero internacional, los compromisos de pago y las instituciones privadas. Punto dos: el pago será no en cash sino en títulos soberanos de deuda argentina, que Repsol podrá vender en el mercado (los fondos buitre “amigos” Fintech y Gramercy son candidatos a comprarlos) o canjear por participación en la inversión de Vaca Muerta, verdadera gallina de los huevos de oro de esta historia (C. Burgueño, Ámbito Financiero, 27-11-13).
Punto tres: esta muestra de buena voluntad puede abrir algunas puertas de organismos internacionales de crédito. El 12 de diciembre el Banco Mundial tratará el Country Assistance Strategy (plan de préstamos) para la Argentina. Con este antecedente, será más fácil que se aprueben créditos por 3.000 MD en 3 años. Y si Argentina accede (y esa es la idea) a volver a cumplir con el artículo IV del FMI, esto es, permitir una misión del Fondo que venga a revisar la economía argentina, se podría habilitar un pago en cuotas de la deuda con el Club de París. Todo lo cual empieza a pavimentar la vía regia que tiene pensada el gobierno para transitar los dos años que le quedan: volver al endeudamiento en los mercados financieros internacionales, no sólo institucionales sino privados. Claro que en el medio está el juicio de los buitres en Nueva York…
Segunda pregunta: ¿por qué Repsol aceptaría levantar el juicio en el CIADI y otros tribunales contra la Argentina a cambio de una indemnización no tan mala, pero tampoco muy buena? La respuesta es simple: Vaca Muerta. Tanto Pemex, la petrolera estatal mexicana dueña del 9,5% de Repsol, como el gobierno español (cuyo vocero en el directorio es la aseguradora La Caixa, dueña del 12% de la compañía) quieren entrar al negocio del segundo yacimiento mundial de shale gas y shale oil. Además, el gobierno de Rajoy no tiene ningún interés en quemar las naves peleándose con Argentina (y América Latina) en momentos en que el empresariado español no está para darse esos lujos.
Los halcones antiargentinos son el actual titular de Repsol, Brufau, y un fondo de Singapur dueño de un porcentaje de Repsol similar al de Pemex. Pero al cierre de esta edición seguramente los accionistas iban a aceptar el arreglo. Aunque el pago no sea en cash, los bonos de deuda son un “activo líquido”, esto es, negociables a corto plazo; además, se cobra ahora, no después de un interminable juicio, y encima está la posibilidad de entrar en sociedad con YPF y Pemex en la explotación de Vaca Muerta. Con esos tres elementos en la mano, el negocio cerraba.
La tercera pregunta es adónde va a parar el relato de la épica kirchnerista de la “recuperación de los recursos soberanos” que explotarán compañías imperialistas extranjeras; el relato de “a Repsol no le vamos a pagar un centavo de indemnización”, pronóstico que le erró por varios miles de millones de dólares; el relato del “desendeudamiento” de un gobierno que pide de rodillas que lo dejen endeudarse; el relato del “minga al FMI”, al que se vuelve con el caballo cansado y las arcas vacías, etc. La respuesta es que a este relato ya le sacaron tantas partes que va a terminar siendo más corto que un refrán.