Compartir el post "Un balance de la VII Asamblea General de APSE: la dirigencia nacional a espaldas de las bases negocia nuestro derecho a huelga"
Por Heidy Valencia Espinoza
Presidenta de base del CINDEA de Moravia
Vicecoordinadora de la Regional 07
Los días 8 y 9 de agosto se realizó la Asamblea General de APSE, máximo órgano de nuestro sindicato, en la que se confrontó a la dirigencia nacional por haber firmado sin el aval de las bases un acuerdo entre las dirigencias de los sindicatos de educación (APSE, ANDE y SEC), Carlos Ricardo Benavides y Yorleny León (diputados liberacionistas).
Dicho acuerdo se basa en el artículo 376 del proyecto 21049 “Ley para brindar seguridad jurídica sobre la huelga y sus procedimientos”, en el que la presidenta de APSE, Mélida Cedeño, acepta ciertas restricciones a la huelga que son celebradas por la diputada liberacionista.
Elementos rotundamente regresivos en los acuerdos aceptados por la dirigencia nacional
1. “Durante toda la duración de la huelga deberá mantenerse el personal necesario para que cada centro educativo permanezca abierto y en condiciones básicas de aseo y seguridad”. Esta condición imposibilita a las compañeras y los compañeros conserjes y agentes de seguridad de participar de un movimiento huelguístico, por lo que es una medida totalmente antidemocrática.
2. “En atención al acuerdo general entre partes o en su defecto a la resolución judicial, el director o directora del centro educativo en conjunto con el Supervisor del Circuito Escolar correspondiente o en su defecto con el Director Regional, se encargarán de precisar las personas que prestarán los servicios”. Bajo la lógica de que los centros educativos deben cumplir con un plan de prestación de servicios durante la huelga, el director o directora está sujeto a los intereses patronales y se encarga de obstaculizar la participación en el movimiento.
3. “La huelga en los servicios de educación se podrá ejercer hasta por un plazo de 21 días naturales consecutivos o de 10 días naturales discontinuos, vencidos estos plazos los trabajadores deberán regresar a sus labores”. Con este tope a la huelga se pretende cercenar la libertad de huelguistas a ejercer su derecho durante el tiempo que consideren oportuno para su propósito.
Todas estas restricciones al derecho a huelga fueron avaladas por las dirigencias nacionales de los sindicatos de educación, por lo que están aceptando ataques neoliberales que golpean terriblemente el derecho a huelga. Es decir, desisten a luchar por la defensa de nuestro derecho democrático y acceden a negociar en los términos neoliberales, donde la clase trabajadora no puede resultar victoriosa.
Una violación a nuestra democracia sindical
Esta actuación de la dirigencia nacional de nuestro sindicato fue duramente criticada y condenada por varias personas que así lo explicitamos, puesto que violenta la democracia de nuestro sindicato, según la cual toda decisión debe ser consultada y avalada por las bases. Además, el actuar de la presidenta es contrario a la lucha que hemos dado las bases apsinas en el último periodo, puesto que hemos sabido reconocer en el gobierno y la Asamblea enemigos de la clase trabajadora que amenazan constantemente nuestros derechos, entre ellos nuestro derecho a un salario digno y el derecho elemental a ejercer la huelga.
En esta coyuntura caracterizada por el envalentonamiento de la jauría neoliberal que aprobó el combo fiscal, recientemente la educación dual y que pretende restringir el derecho a huelga, es crucial defender el método de lucha por excelencia de la clase trabajadora, aceptar cualquier tipo de restricción a la huelga es una derrota al movimiento sindical y al conjunto de la clase trabajadora.
Durante la Asamblea General de APSE, la presidenta Mélida Cedeño insistió en que es necesario el lobby parlamentario para que educación no sea considerado un servicio esencial y lo catalogó como un logro suyo con dicho acuerdo. Con estas aseveraciones refleja que sus intereses consisten en obtener el “mal menor” para posicionarse como una dirigencia que obtiene logros, pero en realidad, lo que hace la dirigencia nacional es aceptar las derrotas. En este aspecto tenemos que ser irreductibles, no aceptar ningún retroceso en nuestro derecho democrático a la huelga.
Ahora, ¿qué podemos hacer?
La gran pregunta que tenemos que plantearnos es cómo podemos luchar para salir victoriosos, porque los partidos de los empresarios están unidos en este ataque, pero el movimiento sindical y demás sectores en lucha no lo están. La huelga y la unidad sindical son absolutamente necesarias para la defensa de nuestros derechos. Para muestra un botón, la reciente huelga en salud resultó victoriosa porque se unieron los sindicatos del sector. En cambio, en el último período, las dirigencias sindicales del magisterio están divididas en la lucha, solo se unieron para firmar una capitulación de este tipo.
Con el triunfo de la huelga en la CCSS el gobierno tuvo que retroceder ante la lucha sindical, lo cual representa un ejemplo para el resto de la clase trabajadora de que luchando en las calles se puede enfrentar el ajuste. Por eso, necesitamos un espacio donde discutir y definir planes de lucha con todos los sectores sindicales y populares que quieren pelear, un Encuentro Nacional de Lucha para derrotar la agenda neoliberal y enterrar todos los proyectos que amenazan a la clase trabajadora y los sectores populares.
La huelga es nuestro método de lucha más valioso, es el arma que tenemos como clase trabajadora para defender nuestros derechos y luchar contra los planes neoliberales. Desde luego, todas las huelgas que hemos sostenido han sido valiosas, nos han posicionado y han fortalecido nuestra conciencia de clase, pero para obtener triunfos tenemos que luchar con mayor beligerancia, no bastan concentraciones o volanteos que no le generan ni cosquillas al gobierno, requerimos de acciones escalonadas para paralizar el país. El gobierno y la Asamblea Legislativa tienen que saber que sin la clase trabajadora el país no marcha, por eso, no pueden recargar la crisis fiscal en nuestros hombros ni cercenar nuestro derecho a huelga.
Lamentablemente, el conjunto de la Asamblea General no rechazó la actuación de la dirigencia nacional (aunque sí lo hicieron más de 500 personas), tampoco se pudo aprovechar el espacio para orientarlo hacia la lucha. Sin embargo, es notorio que gran parte de las bases apsinas rechazamos esos acuerdos y condenamos a la dirigencia nacional por firmar de manera antidemocrática un acuerdo que golpea nuestro derecho a huelga.
Entonces, la única vía que nos queda a las bases que deseamos luchar por la defensa de nuestros derechos es organizarnos y reivindicar la huelga como método de lucha. Para eso, la salida no es desafiliarse a nuestro sindicato, sino desde las bases luchar para que el sindicato sea clasista, democrático y combativo. Ante la avanzada neoliberal, necesitamos al frente del sindicato a gente que sí luche.