Reino Unido
La ocupación y bloqueo de las tres plantas de Visteon-Ford en Belfast (Irlanda del Norte), y en Enfield y Basildon (Inglaterra) terminaron en un triunfo parcial, pero que podría ser de importantes consecuencias en el curso de las luchas obreras británicas y europeas.
Como relatamos en Socialismo o Barbarie Nº 150, estas fábricas “tercerizadas” de la Ford cerraron sorpresivamente, dejando a la gente en la calle y sin pagarle prácticamente un centavo.
Después de una fuerte lucha de más de un mes, que enfrentó no sólo la dureza de la patronal y la represión del Estado, sino también el freno de los burócratas del sindicato Unite (que “apoyaban” para enfriar las cosas), los obreros lograron importantes indemnizaciones.
Es un triunfo, pero parcial. No se lograron mantener las fábricas abiertas, ni menos la nacionalización con control obrero, como sostuvieron sectores más avanzados de activistas. Asimismo, están en peligro las jubilaciones. Con el infame sistema privatista impuesto en EEUU y el Reino Unido, en muchas grandes empresas, éstas son pagadas por la patronal o por fondos administrados por ella. Entonces, si se funden, los jubilados no cobran o sólo reciben una miseria del Estado, como es el caso británico.
Sin embargo, el balance completo de esta lucha es mucho más amplio: hay que hacerlo en el marco de que la clase trabajadora británica –de grandes tradiciones combativas– viene de dos décadas de casi total inactividad, desde las terribles derrotas de los 80.
En primer lugar, como señaló Frank Jepson –delegado general (convenor) de Visteon-Basildon–, el conflicto demostró a los trabajadores británicos que “los resultados se consiguen con la lucha”; y que, si se quiere lograr algo, “hay que aprender a hablar francés” (The Socialist, 05/05/09). O sea, actuar con la dureza con que están respondiendo sectores obreros del otro lado del Canal.
Asimismo, las ocupaciones las iniciaron los delegados, activistas y obreros de base, sin consultar ni pedir permiso a los burócratas de Unite. Aunque este desborde de las cúpulas burocráticas no fue hasta el final, el funcionamiento asambleario, y de piquetes y autoorganización, marcó un notable tono independiente.
Asimismo, las ocupaciones y, en general, toda la lucha, fueron un triunfante desafío a las brutales leyes represivas anti-sindicales. Contra el cretinismo legalista de los burócratas sindicales, quedó demostrado que se las puede enfrentar y derrotar.
Sin embargo, en última instancia, el balance definitivo se hará en el futuro. Si llega a ser un ejemplo de lucha que “contagie” a la clase trabajadora, entonces el punto central del balance será otro. Diremos: con Visteon comenzó el “punto de inflexión” del movimiento obrero británico, después de dos décadas de pasividad y derrotas.