Mar - 15 - 2014

En la foto, desfile de fascistas llevando las insignias Wolfsangel usadas por las Waffen-SS
y la foto de su líder histórico Stepan Bandera. Esta gente tiene seis ministros en el nuevo
gobierno de la «revolución democrática triunfante». 

 

 

Los acontecimientos de Ucrania focalizan hoy la atención del mundo. Y también, justificadamente, de la izquierda independiente y revolucionaria de todos los países.

A diferencia de América Latina, Europa e, incluso, EEUU, donde las corrientes socialistas revolucionarias o por lo menos independientes, sin ser aún de masas, tienen un cierto desarrollo en la vanguardia, en Ucrania son mucho más débiles.

Hace más de 20 años, el derrumbe del falso “socialismo” de las burocracias stalinistas (junto con la transformación de China “comunista” en una potencia capitalista) generó, en todo el mundo, una crisis de la alternativa socialista al capitalismo. Pero en los países de la ex Unión Soviética y del Este de Europa, esto se dio con más gravedad: quedó una especie de “agujero negro” o de “tierra arrasada” en la conciencia de clase de los trabajadores, y por lo tanto, en su organización y acción independientes.

Esto incide, lógicamente, en el desarrollo de corrientes independientes y revolucionarias. Sin embargo, a pesar de sus enormes dificultades –la más grave, esa herencia del nefasto “socialismo” burocrático–, en Ucrania y otros países del Este se viene dando un proceso muy positivo de renacimiento a través de pequeños grupos militantes principalmente juveniles. Más allá de sus dimensiones, indican que el relanzamiento de la lucha por el socialismo –un desafío que está en curso mundialmente– también se está procesando en esas regiones. Y allí obedece además a un hecho concreto: en esos países la vuelta del capitalismo no ha sido un “progreso” como se prometía, sino un desastre social.

Pero todo eso, al mismo tiempo, nos obliga a ser doblemente cuidadosos en lo que sostenemos. Sobre todo, si no estamos directamente en el terreno.

Decimos esto, porque con Ucrania vuelve a darse el mismo espectáculo lamentable de algunas corrientes, que ya vimos en ocasión de las rebeliones en el mundo árabe. Nos referimos, concretamente a la LIT (Liga Internacional de los Trabajadores, cuya principal organización es el PSTU de Brasil) y su hermana menor, la UIT (Unidad Internacional de los Trabajadores, sostenida por Izquierda Socialista de Argentina).

Para estas corrientes, los legítimos estallidos y rebeliones populares (como los casos de Libia, Siria, Egipto, etc.) ya eran “revoluciones democráticas triunfantes” desde su primera hora, independientemente de sus actores sociales y políticos, de sus programas y direcciones, del curso concreto de los acontecimientos y de sus alcances, conquistas y transformaciones. Ahora, el mismo cliché se aplica a Ucrania:

“En Ucrania también triunfa una revolución democrática que logra la caída del reaccionario y pro ruso Yanukovich…” (El Socialista, 05/03/2014, periódico de IS-UIT).

Lo mismo opina la LIT-PSTU: “una victoria democrática que ilumina el camino a los pueblos del mundo y aterroriza a las clases dominantes de Ucrania, Rusia, de la Europa imperialista y del mundo entero”. (“Sobre la caída de Yanukóvich en Ucrania”, LIT-CI – Declaración del Secretariado Internacional, 26/02/2013, subrayado nuestro).

Festejos de corta duración

Sin embargo, estos festejos por las monumentales “revoluciones democráticas triunfantes” suelen durar poco. Ahora, lo de Ucrania nos hace recordar cuando la LIT también celebró el golpe de estado en Egipto el año pasado, que llevó al poder a los militares, diciendo: “¡Cayó Morsi! ¡Gran victoria de la movilización del pueblo egipcio!” (“Declaración LIT”, Secretariado Internacional, 04/07/2013).

Por nuestra parte, en relación a Ucrania, tomamos posición en dos artículos con estos títulos, que reflejaban un punto de vista muy diferente: “La caída del gobierno pro-Moscú y el peligro de división del país” y “Ni Berlín, ni Moscú: por la plena independencia de una nueva Ucrania de los trabajadores”. Ver Socialismo o Barbarie Nº 279, 27/02/2014)

En los iniciales festejos de la LIT y la UIT, el peligro de partición de Ucrania o no figuraba o era un tema de quinto orden, apenas unas líneas sobre un posible zarpazo del malvado Putin. Por el contrario, desde nuestro punto de vista, pronosticábamos que pasaría a ser la cuestión candente y central.

Esta ceguera de la LIT y la UIT tiene sus motivos. Por un lado, está su evidente desconocimiento de problemas concretos de la formación económico-social de Ucrania, como el rompecabezas etno-lingüístico, la diferente composición social y política del noroeste y el sureste, su curso histórico de siglos bajo la bota de otros poderes, etc., etc…. todas cuestiones que hoy se reflejan en el Euro-Maidan y sus consecuencias. Ese amplio desconocimiento también incluye evidentemente los análisis de Trotsky sobre Ucrania en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, cuyo prólogo en Ucrania (el stalinismo) y sus consecuencias siguen vivas y se expresan en los actuales acontecimientos.

Pero la razón más importante es que lo de las “revoluciones democráticas triunfantes” funciona para esas organizaciones como una especie de cliché o formulario. Sólo hay que poner el nombre del país, la fecha y dos o tres datos. El resto ya está escrito: la lucha de las masas ha derribado (o está derribando) al gobierno… es por lo tanto una “revolución democrática”… que además, según las “teorías” de estas corrientes, es simultáneamente una “revolución socialista inconsciente”. Claro que siempre queda un último problemita a resolver: como no existe todavía una dirección, un partido revolucionario, no llegamos de inmediato a la revolución socialista “consciente”… pero hacia allá vamos “objetivamente”…

Dicho de otra manera: no tendría mayor importancia para definir este proceso que, por ejemplo, en la conciencia de los sectores de masas que detonaron el Euro-Maidan, primasen las ilusiones sobre la Unión Europea y no la perspectiva del socialismo ni nada que se le parezca.

Tampoco sería muy significativo que en estos meses de enfrentamientos, el activismo de la Plaza (Maidan) de la Independencia fuese hegemonizado crecientemente por los fascistas de Svoboda y los neo-nazis de Pravyi Sektor, llevando las insignias Wolfsangel usadas por las Waffen-SS.

Asimismo, parece no importar que, luego de la “revolución democrática triunfante”, el primer ministro sea Arseniy Yatsenyuk, un empleado de la billonaria Yulia Timoshenko designado en acuerdo con Angela Merkel, y que ha anunciado ya un ajuste neoliberal-salvaje. O que el vice primer ministro y otros cinco miembros importantes del gabinete sean fascistas y antisemitas convictos y confesos, devotos de la memoria de Stefan Bandera, el líder nacionalista ucraniano que colaboró con Hitler y participó en los genocidios de judíos, polacos, rusos y otras “razas inferiores” durante la Segunda Guerra Mundial.

Tampoco sería significativo que una de las primeras medidas de ese gabinete de la flamante “revolución democrática” ucraniana sea la ilegalización del Partido Comunista y la proscripción del idioma ruso, que es la primera lengua de casi la mitad de población, incluso de muchos de etnia ucraniana.

Pero esas manchitas no cuestionarían la definición de “revolución democrática triunfante”. Tal disparate es lo que defiende expresamente un dirigente de Izquierda Socialista. Lectores en Facebook le cuestionan: “¿cómo definir un triunfo revolucionario de las masas en Ucrania cuando se levanta un programa político liberal pro UE?”; o “¿un triunfo revolucionario que llevó al gobierno a oligarcas pro UE y a neonazis?”

Y se les responde que “hay que diferenciar la justa lucha de masas contra un gobierno corrupto y autoritario, del hecho de los pro-imperialistas (o algunos fachos) que puedan querer encaramarse en su dirección”.

Pero esa explicación no explica nada. En primer lugar, los agentes del imperialismo y los fachos no “pueden querer encaramarse”: ¡ya tienen el gobierno! En segundo lugar, no se explica cómo esa “inmensa revolución” democrática (que además ha triunfado) parió tal gobierno. ¿Por qué no se “encaramaron” otros?

La UIT (y también la LIT, con otras palabras) define así lo de Ucrania: “Una revolución democrática que logra la caída del reaccionario y pro ruso Yanukovich”. A esa definición le falta la mitad. Habría que agregarle: “…y que logra la subida del pro-occidental Yatsenyuk y de los fascistas de Svoboda”.

Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, semanario, 13/03/2014

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