Nov - 7 - 2014

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(Elías Saadi, Socialismo o Barbarie, 06/11/2014) Un rasgo común de los regímenes racistas es el de imponer diversas formas de segregación, entre ellas en los transportes públicos.

Es lo que imperaba en la Sudáfrica racista. También en muchos estados de EEUU, antes de que el gran movimiento por los derechos civiles en el siglo pasado, lograse la abolición de las llamadas “leyes Jim Crow” de segregación racial.

Una de las anécdotas más recordadas de esta lucha fue la de Rose Parks (la «madre del Movimiento por los Derechos Civiles»), que en 1955 rehusó levantarse de su asiento en un autobús público para dejárselo a un pasajero blanco. Rosa fue arrestada, enjuiciada y sentenciada por conducta desordenada y por violar las leyes. Esto desató un enorme movimiento de protesta contra la segregación y el racismo en todo Estados Unidos…

Ahora Israel –como la Sudáfrica racista y los EEUU de las “leyes Jim Crow”– ha dispuesto la segregación en el transporte. Pero –por ser los sionazis menos tolerantes que los racistas blancos de EEUU o para evitar una Rose Parks palestina– la segregación no es sólo de asientos separados para blancos y negros. Es total: buses para judíos y buses para palestinos.

Un extenso artículo de Sarah Levy –“Segregated buses mirror Israel’s racist society”[[1]]: “Buses segregados, espejo de la sociedad racista de Israel”– hace un amplio análisis de los significados de esta nueva medida racista del sionismo. Demuestra cómo, en eso, supera los modelos sudafricanos y “Jim Crow”. Es que, pese a todo, los racistas sudafricanos y estadounidenses, por motivos principalmente económicos, deseaban mantener a los negros en situación de inferioridad y sometimiento, pero no exterminarlos masivamente.

En cambio, el racismo sionista ya ha puesto proa hacia la consumación de la “limpieza étnica”. O sea, hacia el exterminio y/o la expulsión de los palestinos. Para eso, es imprescindible un racismo cualitativamente más virulento, que incluya la total deshumanización de los palestinos.

En ese sentido, Sarah Levy concluye: “Las actitudes pro-segregación en la sociedad israelí no son nuevas, pero se han hecho mucho más explícitas en los últimos años, impulsadas por las políticas contra la población palestina, como las campañas de bombardeos en 2012 y 2014 contra Gaza y la continua expansión de los asentamientos israelíes. Las manifestaciones contra los matrimonios mixtos entre palestinos y judíos se han vuelto más comunes en la sociedad israelí, con consignas y grafitis como «¡No a la asimilación!», «¡Gas para los árabes!» y «¡Kahane tenía razón!».”

Aclaremos que el rabino yanqui-israelí Meir Kahane (1932-1990) fue el fundador en EEUU de una organización paramilitar, la Jewish Defense League, que inició sus actividades agrediendo físicamente a los activistas del movimiento negro estadounidense que luchaban contra la segregación. Emigrado a Israel, Kahane, siguió en lo mismo, ahora contra los palestinos. Elegido diputado de la Knesset, uno de sus proyectos de ley fue el de ilegalizar todo contacto sexual entre judíos y no judíos. Las acciones violentas de su partido en Palestina, el Kach, fueron tan bárbaras y escandalosas, que EEUU, la Unión Europea y Canadá, que normalmente hacen la “vista gorda” de los crímenes sionistas, lo clasificaran como “organización terrorista”.

Hoy Kahane aparece como el modelo a seguir para muchos israelíes, ganados para el intento criminal de lograr la “solución final” del “problema palestino”, por la vía de las expulsiones y “traslados”, o directamente el genocidio, como se viene ensayando en Gaza.

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[1].-Publicado en Alternative Information Center (AIC), Nov. 03, 2014.

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