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Las movilizaciones de protesta en EEUU por la absolución del asesino de Michael Brown han tenido una extensión y una fuerza inesperadas. En ellas no sólo se movilizó la comunidad afroamericana. También, según las ciudades, participaron sectores de la comunidad latina y gente de todos los colores, jóvenes en primer lugar.
Justificadamente, la reacción fue tan rabiosa que en Ferguson y otras ciudades parte de los manifestantes incendió automóviles de la policía y negocios, principalmente de las cadenas billonarias de supermercados.
Esto fue pretexto para las “condenas a la violencia”, que llovieron tanto desde el gobierno demócrata como de sus hermanos rivales, los republicanos.
Quizás la más cínica fue la de Obama. Desde los medios, rugió diciendo: “¡Nunca hay una excusa para la violencia!”
¡Y Obama dice eso, cuando un tribunal, que es parte del aparato del Estado que preside, ha “excusado” a un policial criminal, que acribilló a un joven inocente, cuyo único delito era el de ser negro!
Y lo dice, en una situación en que los asesinatos impunes de negros, latinos y pobres en general, son una práctica común de todos los cuerpos policiales hoy militarizados y de los organismos de “seguridad” privados, que han crecido como hongos. ¡Para Obama, la única violencia “inexcusable” es la de los de abajo! ¿Qué ha hecho en seis años de gobierno para terminar con la violencia racista-policial?
Pero lo más importante son las perspectivas y continuidad que pueda tener este gran movimiento. Evidentemente, en él se ha reflejado no sólo el repudio al caso Michael Brown. Expresa también la atmósfera de descontento de amplios sectores de la sociedad.
Las últimas elecciones también reflejaron, de un modo absolutamente distinto y distorsionado, el creciente malhumor de los amplios sectores sociales que han salido perdiendo con la crisis… y que están cada vez peor. Reflejando eso confusamente, un 68% de los ciudadanos que podrían haber votado, le dieron la espalda a las elecciones: o no se inscribieron o no fueron a votar. Y en la minoría que fue a votar, primó el “voto castigo” contra Obama.
Por supuesto, la movilización en las calles tiene un contenido muy distinto que una abstención pasiva y políticamente muda, o un voto castigo que favoreció a la derecha. El gran desafío de las presentes movilizaciones es qué formas de programa y organización lleguen a asumir, para lograr continuidad.
Otra importante comunidad que sufre las discriminaciones y ataques racistas, son los latinos. Están enfrentados al desafío de imponer la legalización de millones de “ilegales”. Y eso sólo se podrá lograr cabalmente con la movilización.
Asimismo, hace unos meses, se desarrollaron importantes protestas en más de cien ciudades en las cadenas de fast-food, donde trabajan un buen porcentaje de afroamericanos y latinos.
En el siglo pasado, el combate por los derechos civiles de los afroamericanos ganó fuerza y continuidad relacionándose con otras luchas y movimientos. No olvidemos que Martin Luther King fue asesinado en Memphis, en abril de 1968, cuando había ido a apoyar una importante huelga.
Si se diese la confluencia de un nuevo movimiento negro con las protestas de las comunidades latinas por el tema migración y las eventuales luchas de los trabajadores, podrían abrirse otras perspectivas políticas en EEUU.
Por Rafael Salinas, Socialismo o Barbarie, 27/11/2014