Compartir el post "La clase obrera belga se pone de pie contra la política del gobierno"
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Este lunes 24 de noviembre se llevó adelante la primera jornada de huelga regional prevista por los sindicatos belgas contra los planes de austeridad del gobierno. La misma afecto tanto el sector público como privado en las provincias de Anvers, Limbourg, Luxembourg y Hainaut y será seguida por otras huelgas regionales el 1ro y el 8 de Diciembre, plan de lucha que desembocara en una huelga nacional el 15 de Diciembre.
Los tres sindicatos mayoritarios belgas (la Confederación de Sindicatos Cristianos, la Federación General del Trabajo de Bélgica y la Central General de Sindicatos Liberales de Bélgica) llamaron a este plan de lucha en oposición a los planes del gobierno de Charles Michel, una coalición entre partidos liberales, demócrata-cristiano flamenco y nacionalista flamenco.
Un plan anti-obrero a tono con el resto de Europa
La principal reivindicación de los sindicatos belgas es la anulación del plan económico del gobierno recientemente formado. El mismo prevé una reforma de las jubilaciones que llevaría la edad jubilatoria de 65 a 67 años, el abandono de la indexación de los salarios sobre el costo de la vida (indexación que representa 80% de los aumentos salariales de los últimos diez años). Estas reformas van acompañadas de la voluntad de realizar un ahorro a nivel del Estado de 11 billones de euros.
Se trata de la “versión belga” de los planes de austeridad que venimos conociendo en el resto de Europa en los últimos años: las reformas jubilatorias de 2010 en Francia y España, las reformas laborales del año pasado en esos países, los planes de austeridad dictados por la Troika en Grecia. Todas estas políticas tienen dos objetivos principales: aumentar la competitividad (capitalista) de la economía sobre la espalda de los trabajadores, y reducir el déficit público de los estados para respetar la “regla de oro presupuestaria”, es decir, para no endeudarse más de lo que permiten las disposiciones de la Unión Europea.
Pero así como en el resto de Europa estas reformas dieron lugar a duras luchas, los trabajadores belgas se están organizando para derrotar los planes económicos del gobierno de Michel.
Los trabajadores belgas se ponen de pie
El punto de partida del plan de lucha actual fue una gran manifestación nacional que reunió a más de 100.000 personas en Bruselas el jueves 6 de noviembre, y que termino con enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, principalmente los trabajadores portuarios de Anvers y de Gand. El éxito de esta manifestación permitía augurar el impacto del resto del plan de lucha, que comenzó con la huelga general de este lunes.
La misma tuvo un alto seguimiento, garantizado por los piquetes de huelga que organizaron los sindicatos para garantizar la misma. Así, se vio perturbado el transporte (“ni un tren, bus o tranvía”, según los sindicatos), incluyendo la anulación de trenes a destinación internacional (Paris y Ámsterdam), las administraciones estatales, además de la actividad marítima –los portuarios organizaron piquetes de huelga y retuvieron más de 30 barcos en Anvers- e industrial –la fábrica Ford de Genk estuvo paralizada-. A esto se sumó el corte de rutas, de acceso a los aeropuertos y las zonas industriales.
Resta todavía a ver cuál será el impacto de las demás huelgas regionales y finalmente de la huelga nacional del 15 de diciembre. Sin embargo, por el momento todo deja prever que tendrán un alto acatamiento. La huelga de este lunes ha sido un éxito y ha tenido un impacto nacional, obligando al Primer Ministro a reconocer que la situación es “muy difícil”.
Poner un freno a las políticas anti-obreras en Europa
La lucha de los trabajadores belgas tiene una importancia que va mucho más allá de los meros aspectos nacionales. Como señalamos, planes de austeridad similares dieron lugar a importantes luchas en otros países europeos: lamentablemente, la mayoría de estas peleas han sido derrotadas.
Una victoria de los trabajadores belgas sería una victoria para todos los trabajadores de la región. Permitiría demostrar que no hay ninguna “regla de oro” que pueda resistir a la fuerza de la clase obrera organizada, ayudaría a los trabajadores del resto del continente a retomar confianza. Significaría, sin dudas, un nuevo espaldarazo a los trabajadores de toda Europa que vienen resistiendo las políticas impuestas por la UE y los gobiernos nacionales, que buscan hacer pagar a los trabajadores el costo de la crisis.
Por estas razones, los militantes revolucionarios y los trabajadores debemos seguir muy atentamente la situación en ese país, donde el plan de lucha de los sindicatos –más allá de las limitaciones de la política de las direcciones burocráticas de los mismos, que no podemos abordar aquí- podría poner contra las cuerdas al gobierno liberal de Charles Michel y abrir un nuevo capítulo en la pelea contra las políticas anti-obreras en toda Europa.
Por Ale Vinet, Socialismo o Barbarie, 27/11/2014