Compartir el post "► Grecia, un debate clave – Deuda pública: ¿”Auditoría” o no pago?"
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“La deuda pública o, en otros términos, la enajenación del Estado… deja su impronta en la era capitalista. La única parte de la llamada riqueza nacional que realmente entra en la posesión colectiva de los pueblos modernos son… sus deudas públicas.”
(Karl Marx, El Capital, Tomo I, 1867)
“Todos los préstamos estatales contraídos por los gobiernos de los terratenientes y de la burguesía rusa (…) son declarados en este acto nulos a partir de diciembre de 1917. Los cupones de estos préstamos correspondientes a diciembre no serán pagados. Las garantías dadas por dichos gobiernos respecto de préstamos concertados por distintas empresas e instituciones serán igualmente nulas. Todos los empréstitos externos sin excepción son anulados incondicionalmente.”
(Decreto del Soviet Supremo, 10 de febrero de 1918)
Hace pocos días, Zoe Konstantopulu, presidenta del Parlamento helénico, anunció “la puesta en pie de una comisión de expertos encargada de hacer la auditoría de la deuda pública.”[1] Estará presidida por Eric Toussaint, economista belga, dirigente del CADTM (Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo).
Esto pone de actualidad un debate crucial en las filas de la izquierda, debate que hoy no es meramente teórico, en especial para el caso de Grecia:
¿Qué posición hay que sostener frente a la deuda pública de los estados capitalistas? Hoy es un tema literalmente de vida o muerte para gran parte de los pueblos del mundo –entre ellos el de Grecia– condenados al hambre y la miseria para pagar deudas… de las que no vieron un centavo… O, como decía irónicamente Marx, la enajenación del Estado, las deudas públicas, es lo único que el capitalismo les deja en posesión a esos pueblos…
¿La de hacer una “auditoría” de la deuda, para ver que porción sería “ilegítima”… lo que lleva implícita la obligación de pagar puntualmente lo supuestamente “legítimo”?
¿O la de mantener el programa del socialismo revolucionario aplicado en Rusia y otras revoluciones del siglo pasado? Es decir, que los trabajadores y los pueblos no reconocemos las deudas contraídas por nuestros enemigos y explotadores a través de sus estados.
Las raíces de una renuncia programática
Lo de la “auditoría” de la deuda es un lema “altermundialista” –en verdad, “posmoderno”– que se puso de moda en la década pasada en las reuniones del “Foro Social Mundial” que inicialmente –desde el 2001– organizaban el PT de Brasil, ATTAC, Le Monde Diplomatique y otros. Bajo el lema “otro mundo es posible”, lo que en verdad se proclamaba era que “otro capitalismo es posible”… algo que después la crisis mundial demostraría ilusorio.
La “auditoría” de las deudas vino en ese paquete “posmo”, de reformismo barato, consecuencia del derrumbe político e ideológico de los ’90, que a su vez reflejó un grave retroceso en la realidad, las graves derrotas materiales de esos años, tanto respecto al movimiento obrero como a la restauración capitalista en casi todos los (supuestos) países “socialistas”.
Como sucede con toda consigna, la de “auditoría” lleva implícita premisas teóricas y políticas. La principal de ellas, lo fundamental que no se dice, es que so pretexto de investigar deudas que podrían ser “ilegítimas”, se reconoce la legitimidad de los estados capitalistas que las contraen y de los otros actores (bancos, organismos financieros, etc.). ¡De lo que se trata es de que se porten bien, “honestamente”, y que no sean tan bandidos! ¡Se renuncia a cuestionar revolucionariamente su existencia y su sistema de explotación… y su “subproducto” la deuda pública! Sólo se les pide, “moderación”, “manos limpias”, “honestidad”, etc.
Esto, a su vez, tiene otra base implícita más amplia: ¡En esta época no hablemos de revoluciones (necesarias para desconocer las deudas del estado)! ¡Y menos que menos, en Europa, donde la tarea es reformar la maravillosa Unión Europea, sin sacar los pies del plato (sagrado) de la UE y la Eurozona!
El punto sería verificar si tales o cuales deudas, empréstitos, etc. habrían tenido vicios legales o de otro carácter en los marcos de las sagradas instituciones de los estados, del derecho burgués, las leyes nacionales y normas internacionales… Por ejemplo, desvíos de fondos, falsificación de cifras, etc., etc.
Los resultados de la única “auditoría” realizada hasta hoy por los promotores de esta consigna, es ilustrativa de sus (escasos) alcances. Fue la de Ecuador, a pedido del presidente Correa en 2007. Se formó una “Comisión de Auditoría” que efectivamente reveló un porcentaje de deudas “dibujadas”. Esto facilitó a Correa presionar para hacer una clásica renegociación de la deuda (similar a la de Argentina con Kirchner en el 2004). Desde entonces, Ecuador viene pagando religiosamente su deuda “auditada” a los usureros internacionales.
En conclusión: hasta ahora la experiencia del siglo XXI no da motivos para renunciar al principio socialista revolucionario, de que los trabajadores y los sectores populares no debemos reconocer ni hacernos cargo de las deudas de nuestros explotadores y sus estados.
¿Una distracción en medio de las concesiones a la UE y la no movilización?
Pero también es imprescindible examinar las cosas desde otro ángulo, el de la situación concreta de Grecia y sobre todo de la política del gobierno de Tsipras.
Somos principistas, pero no “doctrinarios”. Si Tsipras y su gobierno movilizaran, si pusieran en pie de guerra a las masas trabajadoras y populares de Grecia rechazando los ultimátums de Berlín y Bruselas, si convocaran a unirse a los pueblos europeos hartos de “ajustes” en beneficio del capital financiero, entonces, en ese cuadro, una “auditoría” de la deuda tendría otro color, otro sentido muy distinto.
Para dar un ejemplo: luchamos por el socialismo para terminar con la explotación capitalista del trabajo asalariado. Pero eso no implica que hoy no impulsemos ni apoyemos decididamente las huelgas y otras luchas por aumento de salario.
A nivel político concreto, lo peor de este plan de “auditoría” en Grecia no es tanto su carácter pobremente reformista. Es que se da en una situación en que Tsipras y su gobierno vienen retrocediendo, capitulando paso a paso, desde la firma del “acuerdo” del 20 de febrero pasado con la Unión Europea.[2][2]
Desde los mandos de la Unión Europea, más allá de algunos matices en las cumbres, la resultante concreta es apretar cada vez más a Grecia y su gobierno para ponerlos de rodillas. El chantaje se hace principalmente con la negativa de proveer fondos que eviten un default a corto plazo.
A Tsipras, la Troika –que sigue en funciones con otro nombre– le exige un “plan de reformas” que implica la profundización de la austeridad y el ajuste, y no la reversión de ese camino, como había proclamado. Y todos los días, Tsipras da un paso atrás, cuidando, al mismo tiempo, de mantener a los trabajadores y el pueblo griego en la total pasividad, en que nadie se movilice.
Entre esos pasos atrás (en medio de esa desmovilización promovida desde arriba) figuran, por ejemplo los compromisos de 1.500 millones más de euros en nuevas privatizaciones, 3.700 millones en subas de impuestos, más “cambios” en el sistema de pensiones (que van por supuesto contra los pensionados y sobre todo contra los que pretendan retirarse), mantener el odiado “impuesto al patrimonio” que Tsipras había prometido expresamente abolir…. En cuanto a las privatizaciones, Tsipras se ha puesto de rodillas ante las más escandalosas y que Syriza había rechazado, como la entrega del puerto del Pireo a capitales chinos y la privatización de 14 aeropuertos regionales.
En ese contexto, lo de la “auditoría”, no puede ser considera más que como una maniobra publicitaria, una distracción mediática de las masas desmovilizadas. Si fuese parte de una negativa a seguir desangrando a Grecia para pagar la deuda, de una ruptura real con la Troika, de un enfrentamiento de Tsipras y su gobierno con los bandidos de Berlín y Bruselas, tendría otro signo muy distinto, más allá de sus limitaciones.
Pero dado el rumbo capitulador que desde el 20 de febrero ha marcado el gobierno de Tsipras, lo de la “auditoría” de la deuda griega no puede tomarse en serio. Suena, como dijimos, a montar un espectáculo de distracción, mientras el gobierno se somete cada vez más.
¿Se acumulan contradicciones?
El curso actual de Tsipras y su gobierno no deja lugar a dudas. Sin embargo, sería mecánico sacar una conclusión basada en ese único factor. Aunque el panorama esté teñido por la desmovilización auspiciada desde arriba, Grecia no ha vuelto a la “normalidad”. Por un lado, las expectativas insatisfechas de cambio y por el otro la bronca con los acuerdos capituladores del 20 de febrero pueden dar lugar a fenómenos de recomposición política y también de protestas… acabando con esta situación en que “no pasa nada”.
Paradójicamente, los extorsionadores de Berlín y la UE pueden echar mucha leña a ese fuego (que no está apagado). Sólo saben exigir y exigir… y los retrocesos de Tsipras probablemente les den la idea de que pueden imponer cualquier cosa. No sería la primera vez en la historia que una situación así termine en un gran estallido…
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[1].- Frédéric Rohart, “Entrevista a Eric Toussaint”, CADTM, 21/03/2015.
[2].- Ver “El gobierno de Syriza cede a la presión del Eurogrupo y del Fondo Monetario”, 25/02/2015, en http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=4331
Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, 01/04/2015