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Abr - 17 - 2015

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El pasado jueves 9 de abril se desarrolló una importante jornada de huelga y movilización llamada por las principales confederaciones sindicales: la CGT, Force Ouvrière y Solidaires. La misma tenía como objetivo principal oponerse a la política anti-obrera del gobierno, particularmente a la Ley Macron, del nombre del ministro de Economía, que prevé una serie de ataques al Código de Trabajo[1].

El elemento más significativo de la jornada ha sido la movilización realizada a París, que reunió a cerca de 100.000 personas, con algunas columnas muy dinámicas. A ésta se sumaron movilizaciones en las principales ciudades del país: 10.000 a Bordeaux, 7.000 a Lyon, 8.000 a Toulouse, cifras para nada despreciables teniendo en cuenta que un número importante de manifestantes remontaron hacia París.

Se trató de la movilización más importante desde que François Hollande accedió al gobierno. La misma se ha desarrollado en el contexto de un gobierno a la vez debilitado por los resultados electorales, pero con suficiente iniciativa (sumado a la legitimación post Charlie Hebdo) para seguir con sus ataques. Por otro parte, se trató de una  importante apuesta de la CGT, que venía de una grave crisis. Finalmente, se vive un cierto resurgimiento de luchas, aún aisladas y fragmentarias, que hay que unificar para lograr que la jornada del 9 no haya sido puramente testimonial. Veamos estos elementos más detenidamente.

Un gobierno debilitado que sigue con su política anti-obrera

No cabe ninguna duda de que el gobierno de Hollande se ha debilitado progresivamente desde que comenzó su mandato. En efecto, las promesas de cambio que lo llevaron a la presidencia se esfumaron rápidamente, y también rápidamente mostró su verdadera cara: al servicio de los grandes patrones. El resultado de las últimas elecciones regionales ha confirmado este declive del PS, como hemos analizado en estas páginas.[2]

Sin embargo, el gobierno mantiene la iniciativa, llevando adelante diversas reformas. Esto se explica por un lado porque el mismo ha vivido una recuperación relativa luego de los atentados contra Charlie Hebdo y contra el Hyper Cacher en enero: su “gestión de la crisis”, sumado a una política de “unión nacional” exitosa le permitieron recuperar el aliento.

En segundo lugar, el gobierno de Hollande se mantiene en pie porque en el fondo tiene el acuerdo de la gran burguesía y de los partidos patronales para seguir con sus ataques al movimiento obrero. En efecto, desde que llegó al poder, el PS viene realizando el “trabajo sucio” que la crisis necesita: reforma del Código de Trabajo, de las jubilaciones, recortes presupuestarios. De ahí que en el fondo a ningún actor del régimen político le convenga poner en cuestión la gobernabilidad, y que si la UMP, el otro gran partido burgués, lo critica, es porque no va lo suficientemente lejos en sus ataques.

Es por eso que el gobierno de Hollande aún tiene la fuerza para llevar adelante reformas contrarias a los intereses de los trabajadores y el pueblo. Es el caso de la ya mencionada Ley Macron, de la nueva Ley de Inteligencia que prevé aumentar el poder de los servicios de inteligencia, de la Ley sobre la prostitución que tratamos en otro artículo de esta misma edición. En definitiva, toda una batería de medidas que apuntan a resolver la crisis capitalista aumentando la explotación de los trabajadores y a dotarse de los medios suficientes para reprimir toda contestación.

Pero aun si goza de un apoyo por arriba casi unánime en sus planes anti-obreros, por abajo crece cada vez más la bronca por las condiciones materiales que empeoran cada día más. Despidos, contratos precarios, salarios insuficientes, deterioro de las condiciones de trabajo, son el “pan de cada día” de la clase trabajadora. Esa es la base material que explica el éxito de la movilización del 9 de Abril.

Una apuesta de la CGT que se sustentó en la bronca por abajo

A nadie se le escapa que detrás del llamado a la movilización está la voluntad de la CGT de limpiar su imagen. En efecto, la misma atravesó una grave crisis, a partir de las revelaciones de los gastos astronómicos de la renovación del departamento de función de su secretario general, Thierry Lepaon, además de haberse hecho público que el mismo cobró una suerte de “prima de partida” de parte de la federación de la CGT de Basse-Normandie, que dirigía antes de ser secretario general de la CGT.

Esto desató una crisis importante en la CGT, que se saldó luego de meses de tensiones con la renuncia de Lepaon y la elección de Philippe Martínez, secretario general de la Federación de Metalúrgicos, a la cabeza de la CGT. Una de las primeras acciones de la “nueva” dirección de la CGT ha sido entonces de llamar a esta movilización junto a Force Ouvrière y Solidaires, para mostrarse “unida” y en las calles contra un gobierno que casi no había combatido hasta el presente. Por eso la CGT se jugó con todo a la movilización, organizando decenas de autobuses del interior del país, lo cual se vio reflejado en que organizó las columnas más importantes.

Pero sería un error ver la movilización del 9 como una pura maniobra de la CGT. En efecto, si la misma pudo movilizar tal cantidad de gente es gracias a la enorme bronca que existe contra el gobierno, a las luchas que se están desarrollando contra el empeoramiento de las condiciones de los trabajadores y de la necesidad que amplios sectores sintieron de expresar eso en las calles. En ese sentido, se trató de una gran movilización obrera contra el gobierno, la más importante desde el principio de su mandato.

Ha sido una demostración de las reservas de movilización que hay en el proletariado francés, cuando se trata de oponerse frontalmente a las reformas anti-obreras puestas en pie. Al mismo tiempo, es de una importancia capital que la bronca contra el gobierno no se procese únicamente por derecha en el terreno electoral, sino que haya habido una respuesta por izquierda en las calles.

Desarrollar y generalizar las movilizaciones

Como hemos dicho, en las últimas semanas se ha vivido una cierta recomposición de las luchas obreras. En la industria automovilística, en los correos, en las grandes cadenas de supermercados han tenido lugar huelgas centradas principalmente en la cuestión del salario. La movilización del 9 ha expresado este crecimiento de la combatividad.

El principal problema de estas luchas es que se encuentran aisladas: más allá de los esfuerzos de los activistas de las mismas por tejer lazos, las direcciones sindicales no van hasta el final en su enfrentamiento con el gobierno. La movilización del 9 ha sido al mismo tiempo una demostración de fuerza, y una prueba de que si no ha habido mayores luchas contra la política de austeridad es principalmente por la responsabilidad de la burocracia sindical, que no se ha jugado nunca seriamente a movilizar.

El límite principal de la movilización es que se trató de una jornada aislada, sin continuidad. Ha permitido a la burocracia de la CGT “mostrar los dientes”, pero dejando en claro que no está dispuesta a morder. La tarea principal es, entonces, avanzar en la confluencia de las diferentes luchas en curso, en la perspectiva de desbordar a la burocracia sindical. Este es el único camino que permitirá construir una lucha consecuente contra la política del gobierno y hacer saltar por los aires sus planes antiobreros.

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[1] Para un análisis más profundo de la Ley Macron, ver La Unidad Nacional de la burguesía para avanzar contra los trabajadores y el pueblo, Socialismo o Barbarie N°320, Luz de Norte y Alejandro Vinet: http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=4237

[2] Ver Elecciones departamentales en Francia, Socialismo o Barbarie N°324, Alejandro Vinet: http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=4492

Por Alejandro Vinet, desde París para Socialismo o Barbarie, 12/04/2015

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