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Los autores de este texto, militantes de Izquierda Anticapitalista (ahora “Anticapitalistas”) en Madrid e integrantes de la Tendencia que en el último Congreso se opuso a la orientación política y estratégica de la mayoría de la dirección, hemos tomado la decisión de abandonar la formación “Anticapitalistas” a raíz de las actuaciones y decisiones adoptadas por su dirección en el último periodo. Decisiones que han devenido en una crisis sin precedentes para la organización, hasta el punto de llegar a disolverse como partido político, tras el segundo y último Congreso de Izquierda Anticapitalista en enero de 2015.
El contexto en el que se celebró dicho congreso fue de una absoluta crisis, manifestada en el declive de la actividad militante independiente y en una importante pérdida de militantes, consecuencia de la progresiva disolución de la organización en el interior de Podemos. Crisis que, sin embargo, venía de mucho antes debido a la política errática de una dirección que pasaba de diluir la organización en el movimiento 15M, a defender la conformación de un Frente Amplio con Izquierda Unida y Equo. En el artículo “El círculo se cierra. Del I al II Congreso de Izquierda Anticapitalista” ( https://antonioliz.wordpress.com/2015/03/12/el-circulo-se-cierra-del-i-al-ii-congreso-de-izquierda-anticapitalista ), Antonio Liz, firmante de este documento, desarrolla en detalle los debates que tuvieron lugar en el seno de Izquierda Anticapitalista y fundamenta una crítica a la deriva de IA desde su primer Congreso hasta su reciente disolución.
Con este escrito pretendemos no solamente explicar los motivos que nos han llevado a renunciar a la militancia en “Anticapitalistas”, sino también denunciar las actitudes de una dirección que ha hecho de la ocultación y la imposición su proceder; del ataque sistemático a la disidencia y pluralidad su metodología; de la falta de estrategia y el abandono de una política revolucionaria, su programa; y de la liquidación política de la organización -la más numerosa de la extrema izquierda social– su principal objetivo. Al mismo tiempo, al responder a la pregunta sobre ¿qué motivos nos llevan a abandonar Anticapitalistas?, desearíamos dar cierta voz a algunos de los compañeros y compañeras que ya habían tomado esta decisión antes que nosotros o que piensan hacerlo en el futuro.
Con su integración de forma prácticamente acrítica en Podemos, Izquierda Anticapitalista ha renunciado a cualquier clase de independencia política, entregándole la dirección de dicho fenómeno a Pablo Iglesias sin oponer ninguna resistencia. La política oportunista de la dirección de IA de evitar cualquier clase de manifestación pública propia de la organización (más allá de aislados artículos de opinión publicados en su página web o en Publico) ha llevado a que desde el propio Podemos se la percibiera como un elemento extraño, imponiendo incluso su disolución como partido político. Hecho que resulta especialmente llamativo si tenemos en cuenta que IA ha sido uno de los sujetos fundadores de Podemos, y que su éxito inicial no podría entenderse si no fuera por el esfuerzo de su militancia de llevar adelante dicho proyecto, hipotecando así sus medios e infraestructura, cuando sus “compañeros de viaje” solo podían ofrecer la “mediática” imagen de su líder.
Anticapitalistas no supone una verdadera alternativa a la dirección de Pablo Iglesias, la mejor prueba de ello es el pacto Rodríguez-Iglesias en Andalucía. Pero esto solo resulta ser el hecho más visible de la política de claudicación de Anticapitalistas, que ha pretendido alcanzar “pactos de despacho” en otras tantas ocasiones, presentando alternativas a Claro que Podemos únicamente cuando se ha encontrado con la negativa de la dirección de Podemos a confluir con ellos en otras candidaturas (caso de Miguel Urban en Madrid Sí se Puede).
Izquierda Anticapitalistas abandonó la defensa de un programa de ruptura y lucha contra el sistema capitalista. La adaptación al discurso de Pablo Iglesias llevó a la organización a defender en la práctica un programa de reforma del capitalismo y gestión de la crisis, en línea con la derechización de la dirección de Podemos, que se aleja cada vez más de las aspiraciones de amplias capas de la juventud, la clase trabajadora y los sectores populares. La última defensa de un programa que defendiera algún tipo de medida anticapitalista por parte de IA se llevó a cabo a través del manifiesto fundacional de Podemos Mover Ficha –el cual ya nacía con importantes carencias y limitaciones– que fue defenestrado en tiempo récord por parte del equipo de Pablo Iglesias sin oposición alguna. Desde entonces la política de conciliación de la ya Anticapitalistas ha llevado a Teresa Rodríguez (su figura pública más visible) a pretender negociar con la casta andaluza del PSOE, en base a una serie de superficiales medidas, totalmente asumibles por el sistema, que en nada pueden resolver los problemas reales de los trabajadores y el pueblo andaluz.
Atendiendo a lo expuesto y el desarrollo de la política de la organización, lo cierto es que las diferencias de Anticapitalistas con la dirección de Pablo Iglesias no se presentan en absoluto en cuanto a su concepción de Podemos ni en cuanto a su estrategia. De este modo, Anticapitalistas se ha consolidado como el mayor freno a la conformación de una necesaria alternativa de izquierdas en Podemos, que combata la deriva derechista y autoritaria de Pablo Iglesias.
El resultado es de sobra conocido. A día de hoy, Pablo Iglesias y su equipo han consolidado Podemos como un proyecto de organización política fuertemente burocrática y centralizada, con una estrategia y un programa político reformista e interclasista, que desalienta la movilización social y la toma de conciencia y que dilapida su potencial organizativo en la medida que desdibuja el papel de su “militancia”. Características no sólo opuestas a una política anticapitalista y revolucionaria, ni siquiera honestamente democrática, sino que fueron impuestas sin apenas oposición por parte de la dirección de Izquierda Anticapitalista.
Las consecuencias de esta política han supuesto en última instancia la disolución del partido Izquierda Anticapitalista en el movimiento “Anticapitalistas”, culminando así un proceso de desaparición pública consciente de la organización. Proceso que ha supuesto la no intervención en las diferentes luchas y movilizaciones que se han venido dando en los últimos tiempos, hasta el punto de mostrar una casi total ausencia en conflictos obreros tan importantes e inspiradores como ha sido la lucha de los trabajadores y trabajadoras de Panrico y Coca-Cola, que no fue total gracias a la voluntad y al trabajo de algunos compañeros resistentes a dichas dinámicas impuestas por parte de la dirección, entre los que nos encontramos los firmantes de este documento.
La liquidación de Izquierda Anticapitalista se acrecentó de la mano de una burocratización consciente de la organización, que permitió a su dirección desarrollar esta política a su antojo y sin debate real. A lo largo de todo el proceso la dirección de Izquierda Anticapitalista incurrió en constantes prácticas antidemocráticas, empezando por las negociaciones iniciales para construir Podemos (que fueron secretas para la militancia), la posición de la organización en la Asamblea Ciudadana (negándose a defender un programa y una línea estratégica distinta a la de Pablo Iglesias y su núcleo), hasta el reciente pacto en Andalucía con la cúpula de Podemos y las negociaciones con Susana Díaz. Lo cierto es que la dirección ha intentado prescindir del debate interno a la hora de tomar las más importantes decisiones, profundizando una práctica autoritaria pareja a la adoptada por el núcleo duro de Pablo Iglesias.
Bajo dicho sesgo antidemocrático la dirección intentó adelantar el II Congreso de Izquierda Anticapitalista –de manera antiestatutaria– difundiendo en la prensa antes de la celebración del Congreso la intención de disolver la organización en Podemos, atacando y amenazando de expulsión en el proceso a aquellos militantes que denunciamos este atropello a los estatutos ante la Comisión de Garantías. Este proceder anticipaba un proyecto de homogenización burocrática y eliminación de la disidencia una vez finalizara la disolución completa de IA.
En esta línea, la expulsión a fines de febrero de la mitad de los militantes en Andalucía por haberse opuesto al pacto con Pablo Iglesias, con quienes los firmantes de este documento integramos la Tendencia opositora, ha sido una de las primeras “medidas políticas” adoptadas por el recién formado movimiento Anticapitalistas. Las compañeras y compañeros posteriormente expulsados decidieron poner en marcha una candidatura alternativa (Andalucía desde Abajo) para las primarias andaluzas de Podemos, tras la decisión de la dirección de imponer un pacto de cúpulas con el sector de Iglesias, rechazando incluir en este debate al conjunto de la militancia y negando la legitimidad de la dirección andaluza –cuya mayoría representaban los compañeros después expulsados– en el proceso. La expulsión fue, además, adoptada de manera sumarísima y antiestatutaria (los estatutos exigían que se pusiera en conocimiento de los afectados un mes antes de su ejecución), imposibilitando cualquier tipo de defensa por su parte, algo que hasta la justicia burguesa más limitada es capaz de garantizar a sus encausados. Para justificar su decisión, la dirección se ampara en una supuesta ruptura voluntaria en los hechos, sin embargo resulta llamativo que las compañeras y compañeros expulsados nieguen que haya existido dicha ruptura y que ésta se diera en el marco de la conformación de una Tendencia a escala estatal opuesta a los dictados oportunistas y a la política errática de la organización.
Resulta cuanto menos paradójico que la decisión de renunciar a ser el partido Izquierda Anticapitalista y presentarse ante Podemos como un “renovado” movimiento político, abierto y plural, implicase la adopción inmediata de semejantes medidas dignas del más vertical y centralista de los partidos.
Creemos, por tanto, que el modelo propuesto por “Anticapitalistas” es un proyecto que nace muerto. Al basar toda su estrategia política en la intervención acrítica en Podemos, evitando cualquier clase de manifestación pública tanto dentro como fuera de éste, renuncia a ejercer un trabajo de concienciación y orientación de la clase trabajadora y los movimientos sociales, reduciendo el papel de los anticapitalistas a la mera conformación de una “familia más” en el marco de los nuevos fenómenos reformistas y electoralistas que, sin un cuestionamiento profundo del sistema capitalista, están surgiendo en el último periodo.
La orientación reformista y liquidacionista de la dirección ha convertido a la organización en un instrumento estéril para la transformación radical y revolucionaria de la realidad, al mismo tiempo que supone un freno para el desarrollo de la lucha social y la reconstrucción de una conciencia revolucionaria y de clase. Pero además, su proceder burocrático que ha llevado a la expulsión antidemocrática y antiestatutaria de la mitad de la organización andaluza – lo que en la práctica supone un intento de deshacerse de toda disidencia– demuestra en los hechos que el supuesto modelo de “marxismo crítico, abierto y antiautoritario” que Anticapitalistas dice defender es una impostura para justificar su liquidación política y estratégica, la cual en la práctica la llevó primero a disolverse en los movimientos sociales y ahora en un movimiento político reformista como Podemos.
Por todo lo expuesto, los firmantes de este documento nos vamos de “Anticapitalistas”. Una decisión que ya estaba tomada tras la expulsión de los compañeros y compañeras de Andalucía, pero que decidimos postergarla para poder garantizarles una defensa a ultranza en la Comisión de Garantías a través de Antonio Liz –también firmante de este documento y hasta ahora integrante de dicho organismo– quien fue el único que se opuso a la expulsión de los compañeros.
Renunciamos a nuestra condición de militantes de “Anticapitalistas”, pero no renunciamos a nuestra militancia anticapitalista y revolucionaria. Seguiremos defendiendo la necesidad de enfrentar las nuevas ilusiones reformistas, como las que expresa la dirección de Podemos, y difundir un programa revolucionario y anticapitalista para la clase trabajadora y la juventud. Un programa que se erija sobre la lucha por la prohibición de los despidos, por el reparto de las horas de trabajo sin disminución del salario, por un aumento de los salarios ligado al aumento del coste de vida, por el aumento de las pensiones y la disminución de la edad de jubilación, por el no pago de la deuda, por la creación de una única banca pública bajo control social y de los trabajadores, por la apertura de los libros de cuentas de las empresas que cierran o despiden, por la expropiación de las viviendas vacías en manos de los bancos, etc. Y que, en consecuencia, abandere la defensa de las legítimas aspiraciones democráticas de una amplia mayoría de la población a través de medidas democráticas elementales como el derecho a manifestación, contra la Ley “Mordaza”, contra la Ley de extranjería, y sobre todo, por terminar con la odiada Monarquía, en defensa del derecho de las naciones a la autodeterminación, y por terminar con la corrupta “casta política”, imponiendo que ningún cargo público gane más que el salario de un trabajador medio, la rotación y revocabilidad de los cargos, y la perspectiva de una asamblea constituyente impuesta con la movilización de las masas.
Izquierda Anticapitalista ha resultado incapaz de defender dicho programa, de mantenerse fiel a sus principios e incluso, en su trayectoria final, de preservar su propio modelo de construcción partidaria. Un modelo que, planteado sobre la base de la construcción de “partidos amplios” sin delimitación estratégica con los reformistas y abandonando la centralidad de la clase obrera ha demostrado su bancarrota ideológica subordinándose a un discurso populista con tintes socialdemócratas. Por ello, seguiremos luchando por construir una organización anticapitalista, revolucionaria y militante, que se forje en la lucha de clases, que esté anclada en la clase trabajadora y la juventud, que forme cuadros conscientes y capaces de analizar y actuar sobre la realidad, que sea profundamente democrática y que combata contra todo tipo de opresión. Un partido cuyo objetivo sea terminar con el régimen de opresión y explotación capitalista mediante la revolución social y la autoorganización de los trabajadores y el pueblo como instrumento para ese objetivo.
Entendemos que esta lucha no se plantea sólo a la escala del Estado español, sino que debe librarse a escala internacional y plasmarse en la construcción de una organización revolucionaria internacional cuya estrategia sea la revolución obrera y socialista. Ninguna de las tendencias internacionales existentes puede responder por sí sola a esta tarea, es por eso que el desarrollo de iniciativas para reagrupar a los y las revolucionarias de distintos países en base a una experiencia militante común y al debate político, programático y estratégico, es una de las principales tareas del momento.
Somos conscientes que esta es una tarea inmensa y difícil y aún hoy contra la corriente, pero frente a la decadencia del sistema capitalista, confiamos en que la clase trabajadora y la juventud, como en la Revolución Rusa o en la Revolución Española, ocuparán nuevamente la escena histórica.
Por Alejandro Arias, Juan Ángel Romero, Juan Carlos Arias y Antonio Liz, antonioliz.wordpress.com, Madrid, 23/04/2015