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Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, 14/05/2015
“Ahora que tiene más poder que nunca, el primer ministro británico, David Cameron, invitó a sus socios de la Unión Europea (UE) a elegir entre lo malo y lo peor. El mismo día desde su triunfo electoral les advirtió que honrará su promesa de convocar un referéndum que definirá si Gran Bretaña sigue o no en el bloque. Él se ofrece para negociar un estatus especial para su país y luego hacer campaña por el Sí. A los líderes de la UE el proyecto de Cameron, vigorizado por la mayoría absoluta que ganó el jueves, los empujó a un laberinto en el que todas las salidas pueden conducir a una desintegración del andamiaje comunitario.” (Martín Rodríguez Yebra -desde Londres-, “Cameron pone a sus pares europeos ante una encrucijada”, PressReader, 10/05/2015)
“Pero, por sobre todo, el Reino Unido está cada vez más fragmentado electoralmente. En realidad tuvieron lugar cuatro elecciones diferentes: en Escocia, Gales (Wales), Inglaterra y el Norte de Irlanda. El Partido Laborista ganó en Gales; los conservadores, en Inglaterra; el SNP (Scottish National Party), en Escocia; y el Norte de Irlanda tuvo su propia dinámica particular.” (“The implications of the general election results”, (Socialist Resistance, May 10, 2015)
Quizás, con el tiempo, llegue a ser un chiste de humor negro el nombre oficial de “Reino Unido” (United Kingdom) que tiene el Estado que impera sobre Gran Bretaña y el norte de Irlanda. Es que unos de los principales hechos que reflejan las elecciones al parlamento realizadas el pasado jueves 7, es que arrojó resultados notablemente dispares (y además con diferentes panoramas políticos) en cada una de esas cuatro regiones, que en otros tiempos fueron estados distintos.
Es una fragmentación peligrosa porque, además, tuvo su epicentro en Escocia, donde los independentistas del Scottish National Party, derrotados en el referéndum de septiembre del año pasado, volvieron a la carga arrasando en las parlamentarias. Ganaron 56 de las 59 bancas que estaban en juego. Apenas se conocieron los resultados, ya comenzaron los reclamos de un nuevo referéndum de independencia… que esta vez podrían ganar.
Por si eso fuera poco, se combina con otra grieta no menor, porque es de alcances europeos. El reelecto primer ministro conservador no perdió un minuto en aprovechar esta inesperada victoria para ratificar su promesa de un referéndum para decidir si el Reino Unido seguirá o no en la Unión Europea. Previamente, propone negociar con Bruselas un “status especial” para el Reino Unido. A partir de allí, decidirá si llama a votar por seguir en la UE o por el divorcio.
Este chantaje lleva una crisis al seno de la Unión Europea. Cada vez más sectores en países de UE, sobre todo en los castigados por los de los planes de “austeridad” de la Troika, cuestionan los Diktats de Berlín-Bruselas. ¿Y por qué razón el Reino Unido tendría el privilegio de hacer lo que se le dé gana, mientras otros países deben acatar lo que se les ordene?
A su vez, si Cameron finalmente convocase a un referéndum semejante, tensionaría aún más las relaciones con Escocia, cuyos nacionalistas son fervorosamente pro europeos, en el intento de sacarse de encima a Londres.
Los factores del triunfo conservador y el fin del bipartidismo
Aunque se dé en medio de estas grietas internas y externas –que el día de mañana pueden dar lugar a terremotos políticos (como serían la separación de la Unión Europea y/o la secesión de Escocia)–, la elección en sí misma fue un triunfo de la derecha más rancia y conservadora, los “tories”, agrupados desde 1834 en el Partido Conservador, que durante casi dos siglos se turnó en el gobierno con el Partido Liberal y luego, hasta hoy, con el Partido Laborista.
El resultado fue en cierta medida una sorpresa política. En general los pronósticos y encuestas predecían un resultado muy ajustado y/o el triunfo del laborismo. Pero, contra lo esperado, los tories ganaron 330 bancas, lo que les da mayoría absoluta sobre las 650 bancas del Parlamento, y pueden formar gobierno sin necesidad de alianzas. Lejos quedaron los laboristas con 232 bancas. A los Liberal Demócratas (socios de Cameron en el gobierno anterior), un “voto castigo” los derrumbó a sólo 8 bancas. El UKIP (Partido por la Independencia del Reino Unido), de derecha xenófoba, logró sólo 1 banca.
Como señalamos, el otro gran triunfador fue el del Partido Nacional Escocés, que ganó casi todas las bancas de esa región.
¿A qué se debe esta victoria conservadora? Un primer factor fundamental es que en el Reino Unido, aunque se han sucedido luchas de cierta importancia de la clase trabajadora y también movilizaciones juveniles, no se han logrado remontar serias derrotas que vienen de lejos.
Paralelamente, esto viene acompañado de una prolongada putrefacción del Partido Laborista, un dilatado proceso que estas elecciones han puesto más de relieve. Desde ya, el “Labour” –como la socialdemocracia de Europa continental– no es desde hace décadas un partido “reformista” sino social-liberal. Por eso, durante estos años de Cameron, el rumbo neoliberal del laborismo ha sido abyecto: su consecuencia es la de no combatir a los conservadores, con quienes comparten el programa de fondo. Esto terminó asqueando a parte de su electorado tradicional, que dejó de verlos como la alternativa a los tories. Además el Labour –defensor incondicional de la integridad del Reino Unido– perdió los votos de su cuna histórica, Escocia, a manos de los nacionalistas que se presentan como más “a la izquierda”.
Otro factor no despreciable es que el sistema electoral británico –junto con su fotocopia empeorada, el de EEUU– es el más fraudulento y antidemocrático del mundo. No hay representación proporcional. El territorio es divido en centenares de “constituencies” (distritos electorales) que eligen un solo parlamentario por mayoría simple.
Entonces, un partido puede lograr mayoría absoluta en el parlamento con apenas un tercio o menos de los votos emitidos… como es el caso ahora de Cameron y sus tories. Simultáneamente, un partido (el UKIP) puede tener 3.900.000 votos y lograr sólo un parlamentario, y otra lista (como la del Ulster Unionist Party) tener 114.000 y lograr dos.[1]
Al mismo tiempo, hay que registrar que en el Reino Unido está en liquidación el tradicional bipartidismo que tiñó más dos siglos de política. Esto hace aún más ilegítimo, si cabe, el sistema de representación.
Por último, en la votación ha impactado un fenómeno político que se ha comentado poco, la no inscripción y sobre todo la abstención principalmente juvenil, a excepción de Escocia.
En el UK, como en EEUU, hay que inscribirse para poder votar. Además, se vota en un día laborable. Esto tiende a dejar por fuera a los trabajadores, a la población más pobre y/o discriminada, a las minorías étnicas y otros sectores desagradables… Pero ahora se ha presentado otro hecho grave: la tendencia en la juventud a no inscribirse y/o no ir a votar. Según una corresponsal que cubría la elección en el centro de Manchester, “los sondeos muestran que solo el 16% de los jóvenes planean votar”.[2] Incluso en el activismo estudiantil, habría una fuerte onda abstencionista. Y ya meses antes de la elección, el diario The Guardian advertía que el número “normal” de inscriptos bajaba mucho en áreas de universidades, donde residen proporcionalmente más jóvenes.[3]
Sin embargo, esto es desigual. En Escocia, donde una causa, la de la independencia, ha logrado mover a amplios sectores populares, no sólo fue diferente, sino que en el distrito donde se presentaba un veterano líder laborista (quien iba a ser nada menos que ministro del Foreing Office si llegaban al gobierno), le ganó la elección la joven Mhairi Black, estudiante de 20 años de Ciencias Políticas.
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[1].- Dentro de esta situación desfavorable, la TUSC (Trade Unionist and Socialist Coalition), una coalición impulsada por dos organizaciones trotskistas –el Socialist Party (SP) y el Socialist Workers Party (SWP)–, logró presentar candidatos en 128 distritos, logrando unos 37.000 votos.
[2].- María Sahuquillo (enviada especial), “Los jóvenes tienen una de las tasas de abstención más altas de la UE. Su voto puede marcar la diferencia”, El País, 04/05/2015.
[3].- “Number of voters on electoral register drops by 920,000 – Authorities have reported falls of 3-12%”, The Guardian, Feb 24, 2015.
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Un paraíso del capitalismo… y un infierno para los trabajadores
La herencia de Margaret Thatcher sigue viva
No en vano fue en el Reino Unido, con Margaret Thatcher, donde comenzó mundialmente la ofensiva del capitalismo para despojar a los trabajadores de las conquistas han ido acumulando en una larga lucha.
El colmo llega con los contratos de «cero horas» impuesto ya en el Reino Unido y que hoy se están difundiendo en la Unión Europea.
La publicación financiera española Expansión.com informa alborozada que “el Reino Unido ya contaba con 700.000 empleados trabajando con contratos de «cero horas», que no garantizan ni un salario mínimo ni un número de horas al mes trabajadas ya que la empresa llama a los trabajadores sólo cuando los necesita”. Pero ya a principios del 2015, festeja Expansión.com, “el número de contratos de «cero horas» ha aumentado de 1,4 a 1,8 millones… […] Hace algo más de un año, McDonalds afirmó que el 90% de sus empleados en Reino Unido están supeditados a contratos de cero horas. Esta modalidad exige estar disponible 24 horas al día, lo que impide a los empleados tener otro trabajo. Si rechazan acudir cuando les llama una empresa, en general no vuelven a ser contactados”.[1]
Por su parte, el diario El País de Madrid –insospechable de “izquierdismo” u “obrerismo”– pinta así la cosa:
“Este tipo de contratos otorgan todo el control al empleador y dejan al empleado en una situación tremendamente inestable y más vulnerable a los abusos», resume Neil Lee, profesor de Economía en la London School of Economics. Los trabajadores de «cero horas» deben estar disponibles las 24 horas todos los días de la semana y, en la mayoría de los casos, tienen una cláusula que les impide tener otro empleo. Además, muchos no saben qué horario tendrán ni, por tanto, cuánto van a ganar… «La recuperación económica –añade Lee– es mucho más frágil de lo que el gobierno dice. El desempleo baja, pero a costa de reducir la calidad del empleo y de sueldos muy bajos»”.[2] (C.T.)
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[1].- Expansión.com, 26/02/2015.
[2] .- María R. Sahuquillo (enviada especial), “Trabajadores ultraflexibles – Los «contratos de cero horas», sin garantías de sueldo mínimo, proliferan en Reino Unido”, El País, 02/05/2015.