May - 21 - 2015

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Van venciendo los plazos pactados en el acuerdo con el Eurogrupo firmado por el dúo dinámico Tsipras-Varoufakis el 20 de febrero pasado. En ese momento, Tsipras, en un discurso por TV a la nación, lo presentó como “un paso decisivo, que deja atrás la austeridad, los rescates y la Troika[1]… Hicimos fracasar el plan de las fuerzas conservadoras en Grecia y en el extranjero para asfixiar a nuestro país y demostramos que Europa es un espacio para la negociación y los compromisos beneficiosos para las partes”.

Pero este documento firmado por el flamante gobierno de Syriza, al revés de las alabanzas mentirosas con que Tsipras lo presentó, resultó ser una soga que él mismo se puso al cuello… pero también al cuello de los trabajadores y el pueblo de Grecia. El primer movimiento de la Troika, rebautizada como “las instituciones”, fue tirar con todo de esa soga.

Recordemos que en ese acuerdo de Bruselas quedaban apenas esbozados puntos fundamentales que luego había que definir en concreto. De conjunto, el texto apuntaba a mantener todo igual o peor para el pueblo griego, ratificando sin lugar a dudas la política de “austeridad” pero a través de fórmulas vagas y frases contradictorias[2]… que sin embargo iban finalmente en el mismo sentido. Por ejemplo, que “el combate contra la crisis humanitaria no tendrá incidencia fiscal negativa”. Léase: las multitudes de hambrientos, de desempleados y de enfermos sin hospital ni medicinas serían asistidos… cuando sobre algún euro después de pagar a los usureros de Alemania, Francia y el FMI.

Así, iban ser decisivas las definiciones concretas que había que acordar a posteriori… aunque ya estuviesen trazados de antemano sus lineamientos. Pero eso acabó con el “espacio para la negociación y los compromisos beneficiosos para las partes”… el “mundo feliz” de Tsipras y Varoufakis.

Es que la primera medida de la Troika fue dar un fuerte tirón a la horca que Tsipras-Varoufakis aceptaron al firmar los acuerdos de febrero. Las “instituciones” prohibieron a Grecia emitir deuda para hacer frente a los vencimientos que afrontaba con el FMI.

La respuesta de Tsipras fue significativa. En vez de denunciar que ese chantaje invalidaba la capitulación de Bruselas, en vez de poner en pie de guerra a las masas griegas que lo votaron y aún lo apoyan, Tsipras rascó hasta el último euro para pagar al FMI 450 millones en abril y 750 millones este mes. Para eso, pasó el cepillo desde las cajas de los municipios hasta los fondos de pensiones, retrasando el pago a los retirados.

Pero ahora, en junio, julio y agosto, vienen vencimientos con el FMI muy superiores (alrededor de 1.500, 4.000 y 3.300 millones en junio, julio y agosto, respectivamente). Sería imposible que Grecia pueda afrontarlos, si al mismo tiempo se le prohíbe emitir deuda y se le niega una renegociación mientras Tsipras no firme todo lo que exige la Troika.

Es por eso que la prensa burguesa griega y la mayoría de los analistas económicos internacionales, como Bloomberg, vaticinan, casi por unanimidad, que el gobierno de Syriza capitulará; que irá finalmente a un “acuerdo” a inicios del mes próximo, a más tardar.

Sin embargo, opinamos que esto no es para nada seguro. Es que el grado de capitulación que exige la UE puede implicar el suicidio político de Tsipras y de la corriente que conduce Syriza, un partido-coalición que ya está cruzado por una oposición relativamente fuerte al acuerdo de febrero. Asimismo, aunque no hay todavía grandes movilizaciones, las nubes se acumulan en el horizonte del movimiento obrero y de masas.

Las reiteradas negativas de Tsipras-Varoufakis a concretar ese acuerdo final, no se debe a que sostengan políticas “anticapitalistas” ni siquiera medidas antineoliberales “duras”. ¡Tsipras no es el Chávez de Europa!

Analizando lo que ya han acordado, Tsipras y Varoufakis han borrado con el codo la “línea roja” que habían jurado sostener frente a la Troika. Por ejemplo, están haciendo privatizaciones gigantescas, como las de los puertos. También quedó sepultada la promesa de aumento del salario mínimo. Asimismo, ya no hacen cuestión de principios en que el pago de la deuda debe estar subordinado al crecimiento. Este era punto esencial del programa de Syriza porque inflaba el globo de las ilusiones en la posibilidad de un capitalismo bueno, en la utopía de “reformar” la Unión Europea, en que esa Unión de Dráculas de las finanzas se volviese vegetariana.

Pero resulta que a la Troika eso no le basta. Exige mucho más, en primer lugar, una rebaja brutal de salarios y pensiones. Esta exigencia llevó a la ruptura de las negociaciones con Varoufakis en la reunión de la Unión Europea en Riga, hace un mes.[3] Es que una medida de ese tipo, como advertimos en ese momento, provocaría un choque directo del gobierno con los trabajadores y pensionados.

Y aunque inmediatamente los afectados no se movilicen, podría significar para Tsipras iniciar el camino de la incineración política como les sucedió a Papandreu y el PASOK. En ese espejo se miran con justificado temor Tsipras y su corriente. Por eso están haciendo tanta bulla para firmar… sin que por eso convoquen a los trabajadores y el pueblo griego a la lucha contra las exigencias de la Troika. Eso marcaría el inicio de una guerra a la que no parecen dispuestos.

Pero en ese limbo de indefiniciones el gobierno de Syriza no puede permanecer mucho más tiempo.

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[1].- Troika: Comisión Europea + Banco Central Europeo + FMI.

[2].- El posmoderno ministro de Economía, Yanis Varoufakis, ha elevado esta práctica política a un sistema teórico, que define como “ambigüedad creativa”. Antes del posmodernismo se definía esto con palabras más simples: fraude, estafa, engaño, farsa, etc., etc.

[3].- Ver “Los gobiernos de la Unión Europea y el FMI se unen para poner a Grecia de rodillas”, SoB nº 329, 29/04/2015.

Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, 21/05/2015

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