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Me he cansado de esperar.
En los últimos días la situación política europea y mundial ha sufrido el terremoto griego y dentro de la izquierda anticapitalista europea, nadie o casi nadie parece darse por enterado.
En pocas semanas ha tenido lugar el referéndum griego, la aplastante victoria del NO pese al corralito y la presión de todos los gobiernos europeos, la vuelta de Tsipras a la negociación, la vergonzosa claudicación de los negociadores griegos, la votación en el comité Central de Syriza contra el acuerdo, la votación parlamentaria a favor y el cambio de gobierno de Syriza.
Es un proceso vivido en Grecia en primera persona, pero es indiscutible que afecta a toda Europa y sobre todo a toda la izquierda y más a la que puso su punto de referencia en Syriza y celebró su triunfo electoral como propio, una gran parte de la “izquierda anticapitalista” europea. Para ese amplio sector, en el que me incluyo sin duda, me atrevo a decir que la sensación predominante es de anonadamiento, depresión, derrota y creciente desencanto.
Y mientras tanto, las direcciones políticas de esta izquierda permanecen en silencio. Solo un texto de Red Network y unas declaraciones de Eric Toussaint aparecen en el Blog de Anticapitalistas. Por parte de la dirección de Anticapitalistas y/o de Revolta Global [Catalunya] ni un análisis, ni una declaración, ni una explicación, ni un texto aunque fuese borrador para iniciar el debate. El mismo apresuramiento que hubo a la hora de celebrar el triunfo electoral de Syriza, se ha transformado ahora en diletancia al momento de responder a los últimos acontecimientos.
Esta diletancia es equivocada y sólo permite la extensión del desencanto. Me atrevo a decir que tiene que ver con la situación política en España y en concreto con las perspectivas de Podemos.
La dirección de Podemos se identifica en todo momento con la de Tsipras, alabó el referéndum como la máxima expresión de la democracia, como lo hicieron multitud de dirigentes de izquierda. Celebró el NO como propio y se apresuró a decir que el NO era un “SÍ a Europa”. Y veremos qué justificación está pensando en este momento para la traición sin paliativos del gobierno de Syriza.
Yo sí estoy convencido que la trayectoria de la dirección de Syriza es la de la dirección de Podemos. Si el movimiento de masas y la izquierda de Syriza no lo remedian –y tienen serias dificultades para ello–, el gobierno de Syriza se convertirá en el campeón de la aplicación del Memorándum contra la clase trabajadora griega y también su clase media. Sera el salvador de la política de austeridad que se revela como única política posible dentro del capitalismo.
De igual forma, un posible gobierno de Podemos (o más si fuese de Podemos en coalición) se perfila como el salvador del actual régimen capitalista español al que dice combatir. Peor aun si tenemos en cuenta que la contestación política y social en España es mucho más débil que en Grecia.
Creo también que lo acontecido en Grecia permite extraer algunas lecciones más, al menos para el inicio de un necesario debate.
* En mi opinión, la experiencia griega muestra la inviabilidad de las políticas de anti-austeridad si no van acompañadas de medidas anticapitalistas. Es cierto que el Memorándum finalmente aceptado por Tsipras es peor que el inicialmente propuesto por Juncker, pero ambos son continuadores de la política de austeridad cuyo rechazo por el pueblo griego significó la derrota del Pasok y Nueva Democracia y la victoria electoral de Syriza.
Tsipras justifica ahora su claudicación porque necesita un tercer rescate para pagar parte de los intereses de una deuda que todo el mundo considera impagable. Tsipras dice lisa y llanamente que no tiene dinero y que hay que sacarlo del sudor del pueblo griego.
¿Acaso no podría sacarlo subiendo los impuestos a las grandes fortunas o a la Iglesia, acaso no podría nacionalizar o confiscar los depósitos bancarios de los grandes inversores? Pero esas medidas no entran en su ideario aunque quizás sí en el programa de Syriza, programa que ahora yace en la papelera.
La salida del euro y la vuelta al dracma podría ser una medida positiva porque alejaría a Grecia de los dictados de la UE y permitiría a Tsipras jugar con la devaluación de la moneda griega, pero significaría un encarecimiento de las importaciones muy grande y un encarecimiento de los intereses de la deuda. Considero verdaderamente que la única política antiausteridad viable es una política necesariamente anticapitalista que sólo sería aplicable recurriendo a la movilización del pueblo griego.
* Otra enseñanza que creo necesario recoger es la insuficiencia de una política esencialmente basada en la “ampliación o recuperación de la democracia”.
Toda la izquierda se ha apresurado a decir que el referéndum griego era la quintaesencia de la democracia y verdaderamente era una consulta sin precedentes. En ella, la UE y los medios de comunicación del mundo entero se volcaron por el SÍ y fueron estrepitosamente derrotados. Pero el triunfo del NO ha sido traicionado. No es más democracia en abstracto lo que hay que reclamar, sino control popular sobre el gobierno y eso sólo es posible de nuevo recurriendo a la movilización popular.
El parlamento griego y el gobierno de Tsipras son gobiernos burgueses que ejercen en Grecia la dictadura de la burguesía, enfrentándose al pueblo que les votó con el aparato represivo clásico de todo estado burgués. No hay en ello ninguna diferencia con los anteriores gobiernos del PASOK o Nueva Democracia. Perdón, una diferencia si hay, que es más difícil movilizar contra el actual gobierno de lo que era con gobiernos anteriores.
* Y finalmente creo que la situación griega es el claro ejemplo de adónde puede conducir la estrategia de “construcción de una Syriza española” que de viva voz y a veces por escrito ha sido defendida dentro de nuestras filas. Hoy esa Syriza existe, se llama Podemos y dentro de ella interviene gran parte de la “izquierda anticapitalista”, ya sea la organizada o la de individuos sueltos.
La enseñanza de Grecia es, a mi modo de ver, que lo estratégico no es construir esa Syriza ni disolverse en ella, sino construir un polo políticamente independiente con un programa anticapitalista dentro y fuera de los nuevos fenómenos políticos.
Un polo lo más organizado posible, capaz de enfrentarse a las posibles traiciones a la voluntad popular por parte de la cúpula de estos movimientos. Traiciones que son sin duda un escenario posible y bastante predecible, dada la deriva política que esos movimientos emergentes viene protagonizando.
Por Enrique Mosquera, desde Barcelona, vía Colectivo Germinal , 23/07/2015