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“Corbyn está convencido de que el éxito de su campaña, aunque sea una sorpresa, no es un accidente. Es parte de una oleada mundial más amplia a la izquierda que dio impulso a Syriza en Grecia y al rápido crecimiento de Podemos en España: «Ese es el estado de ánimo de la gente y debemos ubicarnos allí», dice. «No es sólo aquí que sucede esto. Hay movimientos equivalentes en toda Europa, los EEUU y otros lugares. Están burbujeando desde hace mucho. Es la oposición a la ortodoxia económica neoliberal que nos ha llevado a la austeridad y los recortes. Pero también es la sed de algo más comunitario, más participativo».” (Jeremy Corbyn, interview, The Guardian, 07/08/2015)
Hace poco tiempo, concretamente después del jueves 7 de mayo de 2015 –día de elecciones al parlamento del “Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte”–, casi todos los falsimedios del mundo celebraban la victoria de la “sensatez” del pueblo británico. Había reelegido –contra todos los pronósticos y encuestas– al odiado gobierno conservador de David William Donald Cameron, que había castigado a los trabajadores y la clase media más pobre a medidas cada vez más brutales de austeridad y recortes, además de la imposición de modos de trabajo esclavo, como los “contratos de «cero horas»”.
Por supuesto, como explicamos en un artículo anterior[1], la cosa era más compleja. En primer lugar, los trabajadores y sectores populares no son masoquistas. Simplemente, muchísimos no encontraban por quién votar (y, más profundamente, no veían alternativas reales a los detestados tories) … y en ese “vacío” político se impusieron los conservadores.
El Partido Laborista (Labour Party), la tradicional oposición de izquierda (ligth) a los conservadores, ya ni siquiera es eso. Su candidato a primer ministro –Ed Miliband– se presentaba tan neoliberal y austericida como Cameron. Es que el PL ha seguido la senda de la socialdemocracia europea –como el PS francés, el PSOE español, etc.– que del reformismo han pasado a un social-liberalismo difícil de distinguir de la tradicional derecha conservadora.
En la otra punta, la coalición realmente de izquierda, la Trade Unionist and Socialist Coalition (TUSC)[2], aún es demasiado roja para los amplios sectores de masas que aún no se han recuperado del síndrome del “fracaso del socialismo” ni han avanzado todavía a considerar alternativas realmente anticapitalistas.
Además, desde la derecha, un nuevo partido xenófobo, el UKIP (United Kingdom Independence Party) hacía demagogia racista anti-inmigrante para ganar a los sectores populares más atrasados.
Todo esto se agrava en un sistema electoral profundamente antidemocrático, sin representación proporcional y, donde se vota por pequeños circuitos para elegir un solo diputado. Y para obstaculizar el voto de los trabajadores, las elecciones se realizan en un día laborable y además hay que hacer un trámite burocrático previo para inscribirse en las listas de electores.
Así, con menos de un tercio de los votos, los conservadores de Cameron lograron mayoría absoluta en el parlamento. Y esta falta de representatividad se agravaba por los amplios sectores que directamente no se inscribieron para votar. ¡Sólo en Manchester, se estimaba que apenas el 16% de los jóvenes iba a participar!(cit.) Buena parte de esa forma de abstención se revela ahora como política, y no una mera expresión de marginalidad.
Además, en la votación se reflejaban las grietas crecientes entre las cuatro partes integrantes del Reino “Unido” (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte).
Del “Mundo Feliz” de las urnas, a las protestas en las calles y el movimiento pro-Corbyn
Pero el “Mundo Feliz” de las elecciones del 7 de mayo acabó rápidamente. Es, que a pesar de su falta de representatividad real, Cameron se lanzó a imponer nuevas y peores medidas antipopulares, desde terminar de liquidar el sistema público de salud (que fue modelo mundial en sus buenos tiempos) hasta acabar con los últimos restos del derecho de huelga.
Quizás por eso, el descontento se manifestó mucho más rápido de lo esperado y bajo dos formas que se fueron entrelazando: masivas protestas en las calles y el surgimiento de un movimiento político también masivo para imponer al diputado laborista Jeremy Corbyn en la dirección del Partido Laborista, vacante desde la catástrofe electoral.
Así, el 20 de junio pasado, a poco más de un mes de las elecciones, en Londres y numerosas ciudades, se realizaron las más grandes movilizaciones en Gran Bretaña desde las de febrero de 2003 organizadas por la Stop the War Coalition contra la intervención en la guerra de Iraq.
Fueron impulsadas por una amplia red de organizaciones sociales, sindicales y políticas, agrupadas principalmente en la End Austerity Now (Acabar con la Austeridad Ahora). Sólo la que manifestó en un sector del centro de Londres, se calcula en 300.000 manifestantes. Un hecho adicional importante fue la participación masiva de jóvenes. ¡Muchos de ellos no se habían inscripto para votar, pero luego salieron a la calle!
Pero lo distintivo de todo esto, es que se entrelaza con un fenómeno político parecido en su contenido al de Syriza-Podemos, aunque con formas muy diferentes. Se trata de la elección de la nueva dirección del Partido Laborista, vacante desde las elecciones parlamentarias del 7 de mayo, por la renuncia del derrotado Ed Miliband. Estas elecciones internas ya comenzaron el 14 de agosto y terminarán el 10 de septiembre.
En esa situación surgió un movimiento masivo, que llevó a cientos de miles a afiliarse al Partido Laborista para votar a Jeremy Corbyn como nuevo líder del Labour. Esto ha configurado de hecho un gran movimiento político, en el que participa un amplio sector de los que se manifiesta con la End Austerity Now.
Esta avalancha a favor de Corbyn fue seguida luego por importantes organizaciones sindicales. El Unison (empleados públicos), que es el segundo sindicato más grande del UK, votó apoyar a Corbyn. Lo mismo hicieron el CWU (correos y telecomunicaciones), TSSA (transportes) y otros.
Los tres competidores de Corbyn en la “interna” laborista, que ven cada vez difícil enfrentarlo, están poniendo el grito en el cielo. Desde el establishment del laborismo han comenzado ataques que podrían derivar en rupturas. Se objeta, por ejemplo, el derecho a votar del aluvión de nuevos afiliados. Se lo denuncia como una maniobra de “entrismo de los trotskistas”, y que por lo tanto deben ser expulsados.
A eso se añaden los ataques cada vez más violentos de los grandes medios contra Corbyn. Es que después de las elecciones del 7 de mayo, creían que tenían todo “atado y bien atado”. Y ahora están frente a un posible cambio político que, aunque no sea revolucionario, puede ser un problema serio para continuar la marcha triunfal del neoliberalismo salvaje.
Estimación y perspectivas
Por supuesto, lo que está sucediendo es progresivo, tanto a nivel de las movilizaciones de la End Austerity Now y también de huelgas que se vienen dando, como del proceso político encabezado por Corbyn, que puede llevar a un estallido y/o a un cambio de conducción del laborismo.
En ese sentido, parece tener razón Corbyn al comparar esto con procesos que en otros países generaron fenómenos como los Indignados- Podemos en el Estado español y también Syriza en Grecia.
Sin embargo, al mismo tiempo, debemos ser conscientes de sus limitaciones (sin que esto implique, por supuesto, rechazos sectario-doctrinarios). Pero lo sucedido con Syriza, es ya una gran lección que hay que aplicar también en el Reino Unido.
Corbyn levanta un programa que no es socialista ni revolucionario, pero sí indudablemente progresivo. Pero, en el mejor de los casos, que gane las elecciones internas del laborismo, no va a cambiar mucho las cosas si esto no se traduce en un movimiento político masivo que logre barrer a la burocracia neoliberal que conforma el aparato del Labour. Y que, en combinación con esto, le declare la guerra al gobierno conservador de Cameron, impulsando la movilización de los trabajadores y la juventud que tomó las calles recientemente.
Es que, si se cumplen los plazos legales, Cameron puede gobernar hasta el 2020, y con mayoría absoluta en la parlamento. O sea, si no se lo impiden por la fuerza en las calles y en los sitios de trabajo las masas movilizadas, Cameron tiene cinco años más para terminar de arrasar lo que queda del movimiento obrero organizado y de las conquistas sociales.
En una situación similar, Tsipras y Syriza se sentaron a esperar… hasta las siguientes elecciones, haciendo discursos parlamentarios. Y luego, cuando las ganaron y asumieron el gobierno, continuaron la desmovilización… con los resultados catastróficos a la vista. ¡Esperemos que el paralelo que hace Corbyn con Syriza no llegue a ese punto!
Mientras tanto, los miles y miles de jóvenes y de trabajadores que se están moviendo en apoyo a la candidatura de Corbyn, deberían reclamarle que explique qué acciones piensa impulsar, si gana la dirección del Partido Laborista, para poner ya mismo al gobierno conservador entre la espada y la pared.
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[1].- “Votación en el Reino (des)Unido”, Socialismo o Barbarie, 14/05/2015 ( http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=4921 )
[2].- Impulsada por dos organizaciones trotskistas –el Socialist Party (SP) y el Socialist Workers Party (SWP)–, la TUSC logró presentar candidatos en 128 distritos, logrando unos 37.000 votos.
Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, 27/08/2015