Esta es la pregunta[1] que comienzan a hacerse los grandes medios de comunicación que analizan la situación en los territorios ocupados.[2]
El hecho objetivo e indiscutible es que en los últimos meses vienen multiplicándose los enfrentamientos entre palestinos y “fuerzas de seguridad” israelíes. Aumenta la cantidad de muertos, de heridos y de detenidos. La situación está escalando de manera sostenida, con choques casi cotidianos en Jerusalén Oriental y en Cisjordania.
Un elemento muy ilustrativo sobre esto es el cierre por 48 horas que las fuerzas israelíes impusieron sobra la Ciudad Vieja de Jerusalén. Es decir, negaron la entrada a la ciudad a cualquiera que no sea residente. Esta medida es muy poco común, siendo la primera vez desde la Intifada del año 2000 que se implementa.[3]
No hay día prácticamente en el que no haya alguna batalla campal en algún punto del país, especialmente alrededor de la Mezquita de Al Aqsa –tercer lugar más sagrado del Islam- que se encuentra en el centro de Jerusalén. Allí diariamente la juventud palestina resiste contra la represión israelí, y suele ser el epicentro simbólico de todos los grandes estallidos, como ocurrió en el 2000.
Para completar el panorama hay que sumar otros dos hechos. El primero de ellos es el enfrentamiento, también cotidiano, entre los palestinos y los colonos israelíes en los territorios ocupados. Las bandas de ultraderecha israelíes (y el propio Estado) tienen por costumbre ejercer la violencia sistemática para desplazar a los habitantes palestinos y quedarse con sus tierras. Pero cada vez más son noticia los hechos de resistencia heroica donde los palestinos resisten contra esos ataques.
El segundo hecho es el hábito cada vez más extendido de que los palestinos encarcelados por Israel ingresen en huelga de hambre para rechazar las “detenciones administrativas”, procedimiento por el cual se los encierra indefinidamente sin juicio y sin garantías de ningún tipo.
Todos estos hechos comenzaron a prender luces de alerta en los analistas y políticos de la región. No sólo por los brotes visibles de violencia, que son sólo la punta del iceberg, sino por el gran “caldo de cultivo” que es la situación en el país. Esto es lo que desarrollaremos a continuación.
Una situación insoportable
Para el pueblo palestino, vivir en los territorios ocupados siempre fue particularmente difícil. Ya hace décadas el Estado de Israel los somete a una disgregación territorial (con la separación y aislamiento de los enclaves de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental), al bloqueo económico, la apropiación de tierras, las leyes de apartheid, el acoso de los “checkpoints”, la falta de trabajo, la discriminación y los abusos cotidianos, entre muchísimos otros problemas.
Pero la situación va empeorando a medida que pasa el tiempo. Especialmente, si uno tiene en cuenta el punto de inflexión que significó la última guerra de Gaza, de 2014.
En esa ocasión las Fuerzas Armadas del Estado israelí redujeron a polvo una buena parte de la infraestructura imprescindible para la vida civil en la Franja de Gaza: lo poco que quedaba de ella. Hoy es prácticamente imposible conseguir electricidad, agua, medicamentos, etc. Hasta la propia ONU elaboró recientemente un informe donde señalan que Gaza se volverá completamente inhabitable para el año 2020.[4]
En el resto de los “territorios ocupados”[5] (Cisjordania y Jerusalén), si bien la situación no es tan drástica, se verifica también un deterioro sostenido. El efecto acumulativo de las políticas de colonización y apartheid se suma a las nuevas ofensivas del Estado israelí y de las bandas de ultraderecha. Aquí también la guerra de Gaza de 2014 fue un punto de inflexión, porque el establishment político sionista (junto a la mayor parte de la sociedad) giraron claramente hacia la derecha. Comenzó entonces una “fuga hacia adelante” en la que Israel intentó superar la crisis en la que quedó sumida, reafirmándose en su carácter de “Estado judío” –enclave colonial y racista- a expensas de la coexistencia plurinacional.
Ese fue el marco, por ejemplo, de las provocaciones que montaron grupos de fanáticos israelíes, que quieren desatar una guerra en gran escala para justificar la limpieza étnica de los palestinos que todavía quedan. Muchas de estas provocaciones ocurren justamente contra la Mezquita de Al Aqsa, punto muy sensible para los musulmanes. Pero también ocurren en la periferia rural, en la que desataron una violencia brutal contra las familias palestinas, incluidos los niños.
Se entiende así el “caldo de cultivo” social que podría desembocar en una tercera Intifada.
Notas:
1.- Las “intifadas” son los famosos levantamientos populares palestinos. La primera ocurrió en 1987, y se hizo internacionalmente famosa como “la rebelión de las piedras”, donde los jóvenes palestinos se enfrentaban a los tanques israelíes solamente armados con gomeras. En el año 2000 estalló la segunda Intifada, caracterizada mayormente por los atentados explosivos.
2.- “La Intifada palestina latente desde la guerra de Gaza se recrudece”, Diario El País (España), 5/10/15.
3.- “La policía israelí cierra la Ciudad Vieja de Jerusalén para los palestinos”, Diario El País (España), 4/10/15.
4.- “Gaza podría ser inhabitable en 2020, según un informe de la ONU”, EFE-Jerusalén, 2/9/15.
5.- En este caso, nos referimos a los territorios ocupados por Israel en 1967. Sin embargo, hay que aclarar que todo el Estado de Israel es un gran “territorio ocupado”, ya que antes de 1948 la totalidad de su territorio era un único Estado palestino (bajo mandato británico) y de mayoría árabe. Hoy una enorme parte de la población palestina no vive ni en los territorios del 48 ni en los del 67, sino que se ve obligada a vivir en otros países ya que Israel les niega el derecho el retorno. La situación de estos refugiados también se agrava diariamente, especialmente la de aquellos que habitan en países atravesados por guerras civiles como Siria.
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Rodear de solidaridad al pueblo palestino para que triunfe contra sus opresores
La “Autoridad” Nacional Palestina y la fantochada de la “vía diplomática”
A falta de un Estado palestino, la representación “oficial” de la nación es la así llamada Autoridad Nacional Palestina (ANP). Ejerce control territorial solamente sobre algunas ciudades de Cisjordania, ya que el resto del territorio está directamente en manos de las fuerzas de seguridad israelíes, a excepción de la Franja de Gaza, gobernada por la organización islamista palestina Hamas.
La mera existencia de la ANP es una gran fantochada, producto de los acuerdos de Oslo de 1993. Allí el Estado de Israel decidió conceder una representación política formal a los palestinos, a cambio de no tener que reconocerles casi ninguna potestad real.
El líder de la ANP, Mahmud Abbas, viene hace años apostando a una “vía diplomática” para resolver el conflicto con Israel. Por ejemplo, logró una gran atención de los medios internacionales cuando exigió a la ONU su reconocimiento como Estado independiente. Hace unos días consiguió una concesión muy simbólica cuando la ONU izó por primera vez la bandera palestina.
Sin embargo, se trata de puros símbolos, ya que la situación sobre el terreno no mejora en lo más mínimo. El pueblo palestino es cada vez más consciente de esto. Una encuesta difundida recientemente señala que dos tercios de los palestinos exigen la renuncia de Abbas y su gobierno.[6] Ya pocos creen en la “vía diplomática”.
El propio Abbas se vio obligado a reflejar esta presión… con más gestos simbólicos. Anunció ante la ONU que iba a desconocer los acuerdos de Oslo de 1993. Se trata de una declaración que podría ser revolucionaria si viniera de alguien con cierta credibilidad. Pero Abbas es solamente un títere, un colaborador del Estado de Israel: su función es únicamente obtener beneficios para una pequeña élite de palestinos sobre la base de mantener el statu quo del apartheid.
Sin embargo, su discurso es síntoma de que algo se está rompiendo al interior de la sociedad palestina. La paciencia se está agotando, y en cualquier momento se puede desatar un tercer gran levantamiento. La tarea para la izquierda a lo largo y ancho del mundo es rodear de solidaridad al pueblo palestino para que triunfe contra sus opresores.
Nota:
6.- “Palestinian Public Opinion Poll No (57) Press Release”, Palestinian Center for Policy and Survey Research.21 September 2015 (http://www.pcpsr.org/en/node/619).
Por Ale Kur, Socialismo o Barbarie, 08-10-15