Compartir el post "Brasil – Superar la fragmentación para derrotar los ataques de Dilma y los patrones"
Presentamos a continuación una parte del artículo escrito por los compañeros de Socialismo ou barbarie de Brasil, se puede encontrar el texto completo en su versión en portugués en http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=6685
La burguesía tiene dificultades para resolver su crisis en las alturas
En la coyuntura política brasileña perdura el clima de indefinición y de crisis crónica, que no parece que se resuelva en el corto plazo. Pero, más allá de las disputas palaciegas, con “impeachment” o sin él, a pesar de las diferencias tácticas alrededor de cómo se debe desarrollar el ajuste, la clase dominante cerró filas para descargar sus ataques de todo tipo contra los trabajadores. Esta situación coloca de manera impostergable la necesidad de la clase trabajadora de superar su actual situación a la defensiva en que se encuentra y su fragmentación para así poder luchar en pos de un desenlace de esta crisis política que no torne la coyuntura política aun más adversa y pueda retomar la ofensiva que se vivió en los meses que siguieron a junio de 2013.
En las últimas semanas los hechos políticos más importantes fueron: la decisión unánime del Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) en rechazar las cuentas del gobierno del periodo de 2014; la decisión del Superior Tribunal Federal (STF) acerca de que la apertura o no del proceso de juicio político a Dilma le corresponde exclusivamente al presidente de la cámara de diputados; y por último la llegada de la información sobre las cuentas públicas en Suiza utilizadas por Eduardo Cunha (PMDB) para mover millones de dólares del esquema de corrupción en Petrobras. Todo esto volvió a convulsionar la situación política, dejando lugar a nuevas combinaciones.
Estos acontecimientos acabaron por volver aun más impredecible el desenlace de la actual coyuntura, puesto que actúan en direcciones opuestas. El rechazo a las cuentas de 2014 del gobierno federal por el TCU sobre que el “pedaleo fiscal” de Dilma constituye un abierto desprecio por la Ley de Responsabilidad Fiscal erizó a la oposición burguesa, a los grandes medios de comunicación e a parte de la base aliada, quien parecía que estaba dando la seña final para la apertura del juicio político.
Pero, en seguida, una decisión del STF definió que sólo el presidente de la Cámara de diputados puede elevar el pedido de apertura del proceso de juicio político, al mismo tiempo que flaquea la estrategia acordada entre Cunha y la oposición de derecha (PSBD y CIA),de dar plenos poderes a este en relación al proceso de inhabilitación política de Dilma (PT). Sin embargo, la comprobación de la existencia de cuentas secretas de Cunha y de su familia en Suiza destinadas al depósito de abultadas coimas producto del esquema de corrupción en Petrobras, acabo colocándolo a la defensiva, dándole asi un poco de aire a la presidente.
La profundidad de la crisis dificulta una salida por arriba
En la coyuntura actual el elemento que se establece como decisivo en relación a la estabilidad de Dilma en el gobierno, es la capacidad de movilizar a las masas de las dos bloques en disputa (gobierno y oposición burguesa). En la medida que el desenlace dependa de esos actores, cualquiera sea el resultado, este generará una situación más desfavorable para los trabajadores.
Pero, en este sentido, los dos campos tienen contradicciones difícil de superar. Por un lado, el problema de la oposición de derecha es que el gran lema de la movilización de masas ha sido “luchando contra la corrupción”, pero con los nuevos desarrollos de la “operação Lava Jato” (“operación lava autos”, es el nombre que se le da a esta investigación de mega lavado de dólares) que alcanza a la totalidad de los principales aliados de los partidos burgueses en la Cámara , especialmente a Cunha, comienza a ponerse en riesgo la imagen de figuras como Aécio Neves, lo que hace que la capacidad de movilización por el “impeachment” tienda a debilitarse.
Por otro lado, el gobierno también tiene sus contradicciones para poner en al calle grandes masas en defensa de sí. El día 20 de septiembre demostró claramente esta contradicción puesto que más allá de la masividad del acto convocado por el PT, la CUT y UNE, estos querían que fuese abiertamente en defensa del gobierno, pero tuvieron que enfrentar en los manifestantes un mayoritario repudio a las políticas de ajuste del gobierno, lo que demostró que el camino de movilizar en las calles es peligroso para el oficialismo, puesto que la actual situación política puede llevar a un movimiento en que las posiciones contra el gobierno se vuelvan mayoritarias.
Para agravar aun más la situación, con el incremento de la crisis económica, y con la aplicación de las medidas de ajuste antipopulares, la defensa del gobierno se torna cada vez más difícil. Así, los aliados del gobierno, los movimientos sociales que son capaces de poner en las calles contingentes masivas, pierden su capacidad de convocatoria en favor de Dilma. Dificultad que se agrava debido al movimiento semi-secreto del gobierno para evitar que las denuncias contra Cunha se encaminen hacia el comité de ética de la Cámara de Diputados, favor a cambio del cual se espera que Cunha no habilite el proceso de juicio político.
Lo que se ve es que a pesar del fortalecimiento relativo del gobierno, con la confirmación de las cuentas secretas de Cunha, que lo pone a este en una situación defensiva, y el aplazamientomomentáneo de la apertura del procedimiento de juicio político a cambio de que el gobierno y el PT es opongan a la apertura de un proceso de investigación y posible sanción contra Cunha en el Comité de Ética de la Cámara, toma forma un acuerdo totalmente espurio entre el gobierno, PT, PMDB y Cunha.
En una nota reciente decíamos que estamos entrando en un proceso de definición de la crisis, con la tendencia de que los próximos meses marcarían la apertura del proceso de juicio político y la solución favorable o en contra del gobierno dependería de la capacidad del gobierno o de la oposición burguesa para movilizar. Pero con los nuevos desarrollos de la crisis, la situación volvio a mezcalar las cartas, aplazando circunstancialmente la apertura del proceso de juicio político, lo que tiende a prolongar la agonía política del gobierno hasta el año próximo.
Vivimos una situación de impasse, en el cual ninguno de los dos bandos patronales tiene suficiente fuerza en la superestructura o en la calle para imponer una solución política definitiva en el corto plazo. No habrá, por lo tanto, una solución favorable mientras persisten los efectos de la crisis económica y continúedesarrollándose la “operação Lava Jato”: dos factores que se retroalimentan la crisis política y que tienden a extenderla ad eternum.
Lo que este embrollo político demuestra es que una salida de la crisis a corto plazo está más allá de las maniobras palaciegas. Ambos bandos patronales terminan siendo afectados por los acontecimientos y se debilitan mutuamente. Ante los factores más estructurales de la realidad política, como la crisis económica y la falta de una alternativa política a Rousseff y el PT que sea capaz de llevar hasta el final el ajuste, no hay una clara definición de la patronal a favor de la oposición burguesa – a pesar de las críticas al gobierno Dilma – y tampoco una posición de amplios sectores de la clase obrera a favor de éste y su partido debido a las políticas antipopulares que están siendo aplicadas por ellos. Este marco torna a las riñas entre los partidos patronales un factor de segundo orden en el interior de la crisis, sin condiciones para la definición de su resultado.
El impeachmenty la política de la izquierda
Llegado este punto del análisis no podemos dejar de discutir la cuestión de la apertura de un juicio político a Dilma y la política de la izquierda frente a esta posibilidad.
Cuando se trata del posicionamiento político de los socialistas revolucionarios frente a los gobiernos burgueses, aun cuando se trata de gobiernos normales como son los casos de los dos gobiernos de Lula y Dilma, y de que esa viene imponiendo políticas neoliberales, no podemos tener la menor duda de que es necesario asumir una posición de total independencia política en relación a esos gobiernos.
El tema del impeachment es controversial al interior de la clase dominante, y la mayoría de esta parece estar en contra de avanzar contra la figura presidencial por considerar que esto podría abrir una situación de mayor inestabilidad política.
A pesar de que el gobierno impone medidas antipopulares, ese escenario de ofensiva reaccionaria contra la clase trabajadora, donde a pesar de estar ocurriendo luchas de sectores como los bancarios, los empleados públicos, los trabajadores del correo y los metalúrgicos, y manifestaciones políticas como la ocurrida el 18 de octubre, contra el ajuste promovido desde el gobierno; la caída del gobierno producto de un movimiento político en el Congreso y en la calle de inspiración claramente reaccionaria, sólo puede dar lugar a una situación aún más desfavorable para los trabajadores.
No es que el juicio político signifique ni un golpe ni un atentado contra la democracia como pretende hacer creer el gobierno. En la actual coyuntura política la propuesta del impeachment dolo puede favorecer inmediatamente a los intereses de la clase dominante. En un proceso de ascenso de la movilización de los trabajadores, el “fuera Dilma… fuera todos” se coloca necesariamente a la orden del día como fruto de una ofensiva de los de abajo. Definitivamente no es lo mismo un juicio político forzado por la oposición burguesa, que un juicio político producto de la movilización de los trabajadores puesto que sus consecuencias políticas son diametralmente opuestas.
Para poder levantar una consigna del tipo “Fuera Dilma”, como hace el PSTU, de forma que esa política fortalezca la posición de los trabajadores y de la juventud precisamos primero romper con la fragmentación en que está inserta la clase trabajadora. Por lo tanto, en nuestra opinión, la emoción de “fuera Dilma…” hecha por el PSTU, Conlutas y otros sectores, y coquetear con la defensa de la acusación hecha por la oposición burguesa resulta inútil para movilizar a los trabajadores, quienes para romper definitivamente con el gobierno precisan desarrollar una lucha práctica contra él, que tiene centralmente en ese momento, como tarea principal, la lucha contra el ajuste y los ataques del gobierno y de los patrones.
La política del PSTU coloca en el centro una agitación desconectada de las condiciones inmediatas de la movilización de los trabajadores, y acaba, como decíamos anteriormente, coqueteando con la oposición burguesa, puesto que estamos en un momento en que es preciso colocar en el centro de la acción política el derrotar los ataques de Dilma y los patrones, e de luchar por un programa anticapitalista frente a la crisis, y por una salida política que a nuestro modo de ver pasa por la imposición de una asamblea constituyente soberana y popular.
Claro es que la lucha contra el ajuste es parcial en la medida en que se ataca a la clase obrera se lleva a cabo en varios frentes: empleo, salarios, derechos y etc. Por lo tanto, además de repudiar el ajuste, hay que luchar por la reducción de la jornada laboral sin pérdida de salario; la reposición automática de las perdidas salariales y en contra de la ofensiva reaccionaria que está en marcha. Además del conjunto de las ofensivas burguesas contra los trabajadores, hay tareas democráticas que no fueron resueltas en Brasil, por el contrario, la ola reaccionaria va en sentido contrario de hacer que las pocas conquistas de la constitución de 1988 retrocedan.
Así que, con el avance de la lucha contra los ajustes es necesario imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, que sea elegida a partir de la movilización popular y que coloque al gran capital a la defensiva y que los partidos y personas que representan los intereses de los trabajadores y oprimidos puedan expresar sus demandas libremente en las elecciones y hacer valer sus intereses en el proceso constitucional.
Una Asamblea Nacional Constituyente, impuesta por la fuerza de la movilización de los trabajadores y lel pueblo, que haga retroceder todos los recientes ataques e históricos contra los trabajadores; que aborde las cuestiones como el desempleo, la vivienda, la propiedad de la tierra, a la educación gratuita en todos los niveles, así como la salud y el transporte público gratuito.
Unificar a la izquierda para superar a la burocracia
Importantes sectores luchan en defensa de sus salarios y empleos, pero estamos ante ataques globales por parte del gobierno y los patrones, poniendo así a la clase obrera en una situación defensiva
En este escenario la resistencia sindical aislada va a ser más difícil y poco eficiente para contener los ataques de la patronal. Por eso es necesario discutir en el interior de la izquierda una línea política que sea eficaz para superar la tremenda dispersión en que se encuentra la luchad de los trabajadores, para hacer frente a los ataques y para a partir de ahí abrir el camino a luchas más a la ofensiva.
La dispersión de las luchas se debe en parte al hecho de que la mayor parte de los sindicatos está dirigida por las corrientes oficialistas/burocrática. A pesar del surgimiento de CONLUTAS e de otras centrales independientes, estas continúan siendo extremadamente minoritarias e incapaces en esta coyuntura de organizar contingentes masivos en la calle, más allá de haber llegado, eventualmente, a movilizar números significativos en ese intento, como fue el caso el 8 de septiembre.
La mayor parte de las organizaciones obreras, estudiantiles y populares son controlados por burocracias aliadas al gobierno (CUT, UNE e MST) o por la oposición de derecha (Força Sindical). Como es sabido, cualquier activista que actúa en el movimiento sindical, popular o estudiantil, estas organizaciones actúan sistemáticamente para bloquear, desviar o debilitar las luchas.
Ese fue el caso el 20 de agosto, que reunió a más de 50.000 personas: manifestación convocada inicialmente contra la política de ajuste del gobierno tuvo su convocatoria copada por el PT y la CUT de manera que se convirtió en un acto exclusivamente en apoyo de Dilma, pero en las calles se expresó más como un acto de repudio a la política del gobierno, que de defensa de este. A partir de ahí la burocracia no convocó más a ninguna acción en la calle, a pesar de la masividad de aquella, por la razón obvia de que otras manifestaciones convocadas para defender el gobierno podría convertirse en su contrario.
Este aspecto estructural de la organización se asocia al político, puesto que parte importante de los trabajadores y los jóvenes organizados en sindicatos y movimientos populares, a pesar de que la popularidad del gobierno cae, todavía están en proceso de romper con Dilma y el PT. Haga caso omiso de esta mediación esencial – al igual que algunos PSTU y algunas corrientes del PSOL- no contribuye a poner en la calle continuamente a miles de activistas y mucho menos es eficiente para disputar la orientación política de las masas al gobierno..
Antes de la crisis se estaban formando frentes de movimientos sociales con muy diferentes plataformas. El oficialismo, con la crisis del PT convocaron al Frente Brasil Popular como un intento de reconfigurar las fuerzas del gobierno de modo que les permita pasar a través de la crisis, manteniendo una cierta distancia de las políticas gubernamentales sin romper con el gobierno y aparecer en las próximas elecciones municipales en 2016 con una cara renovada . Este frente hace una reunión nacional, pero no tuvo consecuencias devido a su incapacidad para presentar una alternativa sería frente a la crisis.
Ya el frente “Povo Sem Medo” (Pueblo sin miedo) que se inauguró el 8 de noviembre en una reunión en São Paulo y está hegemonizado por el MTST (sector que ahora tiene la mayor capacidad de movilizar en las grandes ciudades y fue responsable de mantener cierta independencia del acto del día 20), sectores abiertamente pro-gubernamentales (CUT y UNE), la dirección mayoritaria del PSOL y sectores de su izquierda. Su heterogeneidad sin duda hará que sea difícil para este grupo poder hacer frente incólume a un proceso de intensificación de la lucha en que franjas masivas de los trabajadores pasen abiertamente a la lucha contra el gobierno.
Está claro que defendemos y somos parte del Frente Unidad de Acción – impulsado por estos sectores independientes, y dominado por el PSTU y Conlutas. Pero ser parte de este frente no significa tener acuerdo con la política de la corriente que lo hegemoniza, porque su línea política no tiene en cuenta las mediaciones importantes de la realidad, ya que la actual ofensiva burguesa por el juicio político y la necesidad de disputar en la base de los grandes aparatos burocráticos directamente en las calles.
Creemos que es necesario construir el Frente Unidad de Acción, sin embargo, no podemos perder oportunidades en los que se puede disputarle en la base a la coalición de gobierno, como fue el caso el 20 de agosto, con el argumento de que sería un acto oficialista.
Por eso pensamos que el Frente Unidad de Acción, particularmente su dirección mayoritaria, debe dejar de lado su sectarismo, ekl cual dificulta confluir en una acción masiva con los trabajadores. Para romper con la fragmentación de las luchas, además de convocar acciones en tornos a sus propias organizaciones.
Así que pensé que la Unidad de Acción Frente, en particular su liderazgo de la mayoría, debe romper con el sectarismo a la que está sometido, lo que dificulta la acción de masas de los trabajadores. Para romper con el negocio como la fragmentación de las luchas, y llamar a las acciones en torno a su propia organización, deberá, en las manifestaciones en las que este colocado la cuestión de la lucha contra el ajuste, como la próxima manifestación el 8 de noviembre convocada por el Frente Povo Sem Medo, participar de las movilizaciones convocando a toda la izquierda para formar un bloque de independencia de clase para derrocar al ajuste de Dilma y los patrones y luchar por la reducción de la jornada laboral sin reducir los salarios, la actualización automática de los salarios frente a la inflación y en defensa de los derechos sociales.
Por Antonio Soler, Socialismo ou Barbárie (Brasil), 28/10/15