Nov - 12 - 2015

Si tocan a una nos tocan a todas

En el Estado español mueren 50 mujeres cada año. Por eso estamos hoy aquí. Porque a estas mujeres las mataron, las obligaron de la forma más cruel y brutal a dejar atrás una vida aún por vivir, hijos, familia, amigos, vecinos, sueños, proyectos… Murieron porque una vez más un hombre así lo decidió, y este sistema capitalista patriarcal lo permitió.

Estamos tristes y enfurecidas. Tristes porque ya no están y su ausencia y vacío duelen, porque les robaron la vida a estas mujeres que tenían un pasado, que vivían un presente y debían ser las dueñas de su futuro.

Enfurecidas porque cada año unas 50 mujeres mueren molidas a golpes, degolladas, quemadas, apuñaladas, descuartizadas, tiroteadas… Estas mujeres no son un dato o una estadística más, son las víctimas de este sistema capitalista y patriarcal que se asienta en la opresión de las mujeres y ejerce su violencia sobre nosotras en éstas, nuestras sociedades “avanzadas” y “desarrolladas” del siglo XXI: la violencia de la desigualdad, del retroceso en el derecho al aborto, la violencia de las redes de trata y la explotación sexual de mujeres y niños con su cadena de complicidades que abarca desde el Gobierno a la Iglesia, pasando por sus instituciones de extorsión y represión, como la policía y la justicia.

Las mataron por ser mujeres. Y ser mujer significa cargar con la posibilidad de morir a manos de un hombre que se cree tu dueño, con la posibilidad de ser violada, con la posibilidad de ser acosada, tocada, con la casi certeza de que tu trabajo sea peor considerado y a veces peor pagado que el del hombre que trabaja a tu lado, con la posibilidad de ser absorbida por una red de trata y explotada sexualmente, con la posibilidad de morir por realizarte un aborto clandestino porque otros legislan sobre nuestros cuerpos y deciden por nosotras cuándo y cómo ser madres. Porque este es el rol que tiene asignado para nosotras y quiere conservar el capitalismo: la mujer, aun trabajadora (y por ello a menudo doblemente oprimida), sigue siendo el sostén del hogar, quien realiza los trabajos reproductivos, que además de tener y cuidar de los hijos, implican los trabajos de cuidar, alimentar y asear también al marido, a los ancianos y enfermos de la familia.

Históricamente consideradas inferiores, carentes de inteligencia y sin deseos ni deseo, ese sigue siendo el lugar desde donde las mujeres mejor servimos al sistema.

La supervivencia del ideal de familia patriarcal, biparental, monógama y heterosexual es quizás el más esencial y profundo de los legados que la Iglesia le ha dado a la sociedad de explotación, y así, la dictadura sobre la mujer ejercida en la familia continúa hasta hoy. A pesar de la propaganda engañosa basada en la situación de una minoría privilegiada que pretende difundir la idea de que las mujeres se han liberado, la mujer sigue siendo hoy una esclava doméstica que cumple su rol reproductivo: su cuerpo está expropiado por el Estado, su sexualidad y su maternidad no tienen nada que ver con su deseo, sino que están puestas en función de las necesidades económicas del capitalismo patriarcal. En situaciones de crisis como la que hoy sufrimos, todo esto se evidencia y acentúa cada vez más.

Género y clase

Pero la violencia de género no la sufrimos por igual todas las mujeres. En el capitalismo patriarcal las mujeres del poder y las clases dominantes “pagan” su igualdad: empleando como sirvientas a otras para que limpien la mugre ajena, recurriendo a las clínicas privadas más caras para que se les realice un aborto con total garantía para su salud y vida, o recurriendo a mujeres que les cuiden y críen a sus hijos para ellas poder volver a sus actividades o al trabajo, como hizo nuestra vicepresidenta del Gobierno, renunciando a su derecho de baja por maternidad, pretendiendo además ser un ejemplo de “sacrificio” para el resto de las mujeres trabajadoras, ¡cómo si todas nos lo pudiéramos permitir! Las mujeres del poder, que gobiernan y legislan, que viven y acumulan fortunas a nuestra costa, que se educaron y educan a sus hijos en los mejores colegios y universidades, que cuidan de su salud en las mejores clínicas, evidentemente no sufren nuestros problemas, no tienen dentro de sus preocupaciones el cómo llegar a fin de mes, no les afecta el paro ni los recortes en educación y salud ni los atropellos a los derechos civiles y laborales.

Las muertes por violencia de género tienen responsables

Las 50 mujeres muertas por año son un claro y triste reflejo de la realidad de la violencia a la que diariamente estamos sometidas las mujeres en todo el territorio del Estado. Y tienen responsables: el gobierno Central del PP y los distintos gobiernos autonómicos que permiten que esto suceda. Y esto ocurre porque el Estado es patriarcal y sus instituciones, como la justicia y la policía, las que supuestamente deben garantizar la “protección” a las mujeres, también lo son.

Cientos de ejemplos nos horrorizan y lo confirman todos los días. Todos sabemos que la  mayoría de las mujeres que sufren maltrato no denuncian los hechos, ya sea por temor a recibir represalia de su maltratador o ya sea porque descreen del sistema de protección que se les pueda brindar. Y cuando la denuncia se hace efectiva, la mayoría de los casos se archiva y el resto termina en absolución o condenas leves que no implican prisión efectiva. Entre las víctimas sobran los ejemplos de una realidad que se repite; denuncias y órdenes de alejamiento que quedan en la nada o no se cumplen, penas leves o permisos de salida a maltratadores y violadores que cuando salen vuelven a maltratar, violar y/o matar.

Si una mujer fue violada hay que averiguar si fue con o sin consentimiento, porque tal vez quiso; si una mujer desaparece, quizá quiso irse de su casa; si una mujer aparece muerta, quizá se suicidó o algún loco suelto o desconocido la mató porque sí. Este es el accionar “normal” del Gobierno y su justicia: dudar de las mujeres. Aunque las estadísticas nos digan que cada año mueren 50 mujeres por violencia de género, para la justica esa realidad no significa nada.

Y todo esto pasa porque la justicia es patriarcal, no negligente. La Justicia reproduce la situación de opresión que vivimos cotidianamente las mujeres y avala los peores flagelos que podemos sufrir como la violencia y los femicidios. La justicia actúa en conjunto con las políticas de los Gobiernos central y autonómicos, que lejos de combatir la violencia, favorecen las condiciones para que ésta se profundice, y mienten cuando nos dicen que hacen algo con las leyes de violencia o con los programas de protección, o con el 016, mientras nuestras condiciones de vida empeoran, y seguirán empeorando mientras no accedamos a trabajo genuino y viviendas dignas para salir de la dependencia económica de los hombres y mientras más se agudice la brutal política de austeridad y recortes que vienen aplicando los gobiernos, que precisamente empeora la situación de las mujeres.

No tenemos ninguna confianza en el Gobierno central ni en los autonómicos. No pensamos que el problema de la violencia y los femicidios se resuelva con más proyectos y programas de protección o con más asistentes sociales que atiendan el 016. Pueden redactarse los mejores proyectos y diseñarse los más prometedores programas y aun así los maltratadores entrarán y saldrán de las cárceles impunemente. Y es que cualquier medida a favor de nuestros derechos, para que realmente se cumpla, debe imponerse con la lucha y la movilización de las mujeres en las calles, y es ahí donde hay que poner todas nuestras fuerzas.

Organicémonos y movilicémonos contra la violencia de género

Ante la continua violencia que se ejerce sobre las mujeres, desde Las Rojas creemos que el movimiento de mujeres tiene que movilizarse. Las organizaciones de mujeres tenemos que tomar en nuestras manos y llevar adelante, de manera independiente, una implacable lucha contra la violencia de género sumando iniciativas y poniendo el cuerpo, porque la única forma de acabar con la violencia hacia las mujeres y los femicidios es poniendo en pie un gran movimiento de mujeres que salga a las calles a enfrentarse a la justicia y a los gobiernos patriarcales.

Que estos femicidios no queden impunes y caigan en el olvido como simples datos estadísticos será consecuencia de la lucha, porque la pelea contra los femicidios y la violencia es lo que da vida y fortalece al movimiento de mujeres, sacándolo a las calles; es cuando la lucha contra el patriarcado se hace carne.

El 7 de Noviembre es una gran oportunidad para comenzar a dar pasos en ese sentido. Realizando encuentros, reuniones, charlas y cualquier otra actividad para que instale y profundice el debate y que vaya preparando el terreno para la construcción de un movimiento fuerte, firme y permanente de mujeres que pelee en las calles por sus derechos y que se comprometa con las luchas de las y los trabajadores contra el capitalismo. Para empezar a construir un mundo donde haya emancipación de las mujeres y se acabe con la explotación.

 7N Ni una menos. Basta de femicidios y violencia hacia las mujeres

Que el Estado garantice la protección y la independencia económica de las mujeres maltratadas con trabajo estable y vivienda

Aborto libre, legal, seguro y gratuito

Desmantelamiento de las redes de trata para la explotación sexual
Sin Estado proxeneta no hay trata

Separación de la Iglesia y del Estado

Por un Movimiento de mujeres que luche en las calles por sus derechos

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Las Rojas – Estado Español

Continuemos el camino abierto a partir del 7N organizando y profundizando la lucha contra la opresión de las mujeres

Con la presencia de una compañera de París, dos de Barcelona y varios amigos de Madrid, Las Rojas estuvimos el pasado sábado junto a miles de mujeres llegadas desde toda España recorriendo las calles de Madrid contra la violencia machista en la primera gran manifestación estatal convocada por el Movimiento Feminista. La marcha se convirtió en un grito unánime “por las que ya no están” y en la exigencia de que la lucha contra la violencia de género sea considerada una cuestión de Estado.

Ni los medios de comunicación del poder, ni la policía, ni el gobierno, quieren hablar de cifras concretas, pero lo cierto es que las organizadoras dicen que más allá de las 21.000 personas que se sabe que se han desplazado en trenes y autobuses a Madrid, se habla de decenas de miles más que se sumaron, incluso se ha llegado a barajar la cifra de 100 mil asistentes. Contra las expectativas de la derecha y muy a pesar de lo que los medios ocultan, la manifestación fue verdaderamente multitudinaria y por eso se coreaba viva y repetidamente: “ya nos diréis que somos cinco o seis”.

No es un caso aislado, se llama patriarcado”, “A la mujer que no lucha, no se la escucha”, “Si tocan a una, nos tocan a todas”, “No es arrebato, es asesinato”, “Educación machista, ni a chicos ni a chicas”, “Nos queremos vivas, basta ya“, son algunos de los lemas que se gritaban en los cantos y se leían en las pancartas.

Encabezaba la manifestación una bandera con la consigna “Contra las violencias machistas” en las cuatro lenguas oficiales llevada por mujeres víctimas de violencia de género, seguidas por agrupaciones feministas,  un activo y combativo bloque estudiantil y un mar de organizaciones, colectivos, grupos, sindicatos, partidos de izquierda y gente independiente que inundó las calles; una marea humana que relegó a un segundo plano a políticos y personalidades. Así, si bien la presencia de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Manuela Carmena, Ada Colau, Gustavo Garzón, entre otros, no pasó desapercibida, despertó más revuelo entre los periodistas que expectativas e ilusiones en la gente. Esta vez, la nota del día no la dieron los políticos en campaña, la dieron la masividad, el hartazgo y la indignación ante la situación de las mujeres en el Estado español.

Luego de más de tres horas de marcha por la Gran Vía se finalizó en Plaza España donde se dio lectura al  manifiesto de la marcha en el que, entre otras cosas, se pide la reforma de la ley de 2004 de violencia de género para que la lucha y los recursos incluyan tanto la violencia que ejerce la pareja o expareja como las agresiones sexuales, el acoso sexual en el ámbito laboral o la trata con fines de explotación sexual o laboral de mujeres y niñas. “Desde el año 1995, 1.392 mujeres han sido asesinadas por el terrorismo machista. En lo que llevamos del año, se han contabilizado 84 femicidios y otros asesinatos de mujeres cometidos por hombres. Sólo en el verano de 2015 han sido asesinadas 37 mujeres y ocho menores a manos de sus parejas, padres o parejas de sus madres. Mujeres y menores sufren violencia patriarcal en múltiples formas y esto sólo es la punta del iceberg“.

 

Una vez más el movimiento de mujeres y la sociedad  tuvieron que salir a las calles para ser escuchados y poner en la agenda política el problema de la violencia hacia las mujeres y la cuestión de género. Y así fue.

Continuemos el camino abierto a partir del 7N organizando y profundizando la lucha contra la opresión de las mujeres.

 

Las Rojas – Estado Español, 12/11/15

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