Nov - 28 - 2013

4 de noviembre de 1780

El 4 de noviembre de 1780, a menos de un mes de un nuevo aniversario de la Conquista de América, estalla en la zona andina una rebelión indígena que cuestionara el resultado de aquella conquista. El Curaca (o cacique para usar una palabra más conocida) Condorcanqui, decide llamar a todos los aborígenes del Perú a que tomen las armas contra los españoles y se autonombra el Inca Túpac Amaru II. Es el inicio de una gesta histórica que aún hoy es recordada, es un hito que muestra el poder de los oprimidos pero al mismo tiempo los límites de estos y de quienes para muchos deberían haber sido sus aliados. El ejemplo de Túpac Amaru es para muchos un ejemplo a imitar.

La situación de los aborígenes

Es muy conocida como vivían los aborígenes en tiempos de la Colonia. Durante la Conquista vieron perder sus tierras y morir a muchos de sus seres queridos. Obligados a trabajar para los españoles a cambio de que se les “enseñe” la verdadera religión sumado a pequeños salarios, más allá de esto eran tratados más como esclavos que otra cosa. Parte de este trabajo era la Mita, un régimen del imperio incaico retomado por los españoles, en el cual los aborígenes debían trabajar en las minas varios meses a cambio de un mísero salario.

Potosí, Oruro o Huancavelica era una casi condena a muerte, eran las principales minas en las que por obligación o necesidad debían trabajar los aborígenes. Pequeños túneles que se derrumbaban, jornadas extenuantes, accidentes e incluso el contacto con elementos altamente tóxicos como el mercurio (para extraer la plata o en la mina de Huancavelica).

Impuestos, discriminación, peligro de muerte, los aborígenes vivían en completa marginalidad y pobreza, excepto los Curacas que se aliaban con los españoles para garantizar este sistema.

Túpac Amaru era un Curaca, que había tenido educación, conocía la obra del Inca Garcilaso y añoraba el pasado glorioso de su pueblo, el Tahuantinsuyu, el imperio Inca. Su educación le sirvió para acercarse a sectores criollos descontentos y su posición para acercarse a los aborígenes.

El estallido

Túpac Amaru llama a la rebelión, cansado de los altos impuestos, la Mita y la pobreza. Si bien recibió el apoyo de su pueblo, los criollos tomaron posiciones ambiguas con él: algunos apoyaron pero con reparos y otros prefirieron unirse a los españoles. El pueblo aborigen no dudo en apoyarlo, y tomó las armas para restaurar la gloria Inca y terminar con los odiados españoles, culpables de la Mita, los altos impuestos y la miseria. Aunque otros se sumaron a los ejércitos realistas para aplastar al ejército de Túpac Amaru.

La furia de los indígenas se centró en la burocracia española encargada de cobrar los odiados impuestos. La primera medida de Túpac Amaru fue apresar al corregidor (encargado de cobrar los impuestos) de Tinta, al cual obligó a entregar armas y dinero, para luego ser ejecutado. Elevó una carta al virrey pidiendo el fin de la Mita y el repartimiento. Luego continuo cerrando los pocos obrajes (pequeños talleres donde se hacían textiles con mano de obra indígena) de la zona.

Rápidamente la rebelión se extendía por la zona, y el virrey envió más de 600 soldados para sofocar el levantamiento[1]. Fueron derrotados, debido al apoyo popular con que contaban los rebeldes.

Mal armados, pero decididos y siendo mayoría, se hicieron fuerte en el Altiplano peruano. Sitiaron Cuzco en enero de 1781, pero Túpac Amaru decidió retirarse luego de varias derrotas antes que enfrentarse a los criollos. El sitio llevaba mucho tiempo, y la población comenzaba a enojarse con los rebeldes. Un grave error.

En el sitió de Cuzco la rebelión campesina de Túpac Amaru llegó a su fin. Los españoles lograron armar un ejército de 117 000 solados[2], entre ellos muchos aborígenes, que desarmó y desbandó al ejercito de Túpac Amaru. Fue la última batalla, los campesinos huyeron o se rindieron, y Túpac Amaru cayó prisionero en su huída.

La historia de su muerte es bien conocida, y muestra lo que los españoles consideraban civilización. Túpac Amaru y su familia, niños incluidos, fueron ejecutados en mayo de 1781. Él fue descuartizado por caballos y sus partes llevadas a distintos puntos del virreinato como muestra de lo que les podía pasar a aquellos que desafiaran el poder español.

La rebelión continuó a pesar de la ausencia de su líder, la lucha la continuaron parientes de Túpac Amaru y otro líder que se autodenomino Túpac Catari. Hubo grandes luchas como el sitio a La Paz, pero estos también fueron derrotados. Los indígenas mal armados y sin conseguir el apoyo de los criollos fracasaron.

Consecuencias del levantamiento

Como consecuencia de la base campesina y aborigen que apoyo a Túpac Amaru, el planteo más fuerte era derrotar a los españoles pero para establecer el poder de los Incas. Esto nos lleva a dos consideraciones. Primero, Si bien la lucha contra los españoles era positiva, su idea de volver al pasado (más allá de algunas ideas de Túpac Amaru) no lo era. El imperio Inca o Tahuantinsuyu era tan despiadado como los españoles: guerras, pueblos sometidos, sacrificios humanos, etc. Aunque eso se asemejaba más a su idea del mundo que tenía el pueblo del Altiplano. Segundo, los criollos no apoyaron masivamente la pelea de los aborígenes, ante los planteos radicales de las bases campesinas indígenas y a pesar de algunos planteos de Túpac Amaru, el miedo a perder los privilegios que se tenían prevalecieron. Los criollos ya mostraban su carácter conservador 30 años antes de las revoluciones de independencia.

Más allá de estas consideraciones, el levantamiento de Túpac Amaru es uno de los principales antecedentes de la lucha contra la colonia. Si bien fue derrotado, Túpac dejó un legado bastante contradictorio. Sabemos que gracias a la derrota, el Virreinato del Perú se mantuvo como un foco conservador durante las batallas de independencia, y Perú solo se independizó gracias a la invasión de los ejércitos de Bolivar y San Martín. Esta mitad de las consecuencias llevó a algunos a decir que está mal tomar como antecedente de la lucha de la independencia a este hecho[3].

Es verdad que el aplastamiento dejó un “miedo” en los sectores blancos a que los aborígenes tomaran venganza o terminaran con sus privilegios, lo cual dificultó mucho la expansión de ideas de cambio (aunque sean más conservadoras), es verdad que desde el Perú se organizaron los ejércitos que lucharon contra la revolución del Rio de la Plata y los levantamientos de La Paz y Chuquisaca en el Alto Perú. Pero el ejemplo de Túpac Amaru influyó en una minoría de blancos radicalizados fuera del Perú, en especial a aquellos que pasaban por las aulas de la universidad de Chuquisaca. Entendieron que si querían terminar con los privilegios (los más radicales y la minoría de la minoría) o terminar con la colonia, había que tomar las armas.

Su legado fue contradictorio, sin duda, pero su influencia llegó más allá de Perú y el Alto Perú (donde la lucha de Túpac Amaru fue retomada por Tupac Catari). Un intento de los campesinos aborígenes de terminar con la opresión española, que marcara el pensamiento de una minoría blanca que luego de 1810 será el ala radical de las revoluciones de independencia.


[1] Rath, Christian y Roldán, Andres: “La Revolución clausurada”, Editorial Biblos, Buenos Aires 2013. Página 36

[2] Prieto, Alberto: “Procesos revolucionarios de América Latina”, editorial Ocean Sur, 2009 México.

[3] Tanto Halperin Donghi como Chaunu, importantes historiadores, creen que es así.

 

Por Martiniano Rodríguez, SoB semanario 21/11/2013

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