Compartir el post "SUTNA – Alcances y límites de un histórico triunfo antiburocrático"
“A 16 años de la traición de la histórica lucha de FATE (diciembre 1991-enero 1992) por la dirección de Pedro Wasiejko, en otro enero pero de 2008, una nueva generación de compañeros obreros surgidos directamente de la lucha y las bases hizo justicia: ganó abrumadoramente la seccional por el 63% de los votos (606 a 365) y comenzó a escribir otra historia no solo en FATE sino en el SUTNA en su conjunto” (“Marronazo en el neumático”, Socialismo o Barbarie periódico, 8 de febrero del 2008)
La semana pasada se llevaron adelante las elecciones en el SUTNA. Ocurrió el logro histórico que una lista antiburocrática ligada a la izquierda ganara el sindicato. Que la izquierda gane un sindicato nacional y, por añadidura, industrial, es algo que no ocurre habitualmente: de ahí la naturaleza histórica del acontecimiento. Esto atendiendo, además, al hecho que hace décadas no se registra un antecedente de este tipo. Un triunfo que demuestra que más allá de avances y retrocesos, el proceso de la recomposición obrera sigue en curso.
En lo que sigue llevaremos adelante una serie de anotaciones que tienen que ver con las enseñanzas que creemos se desprenden de este resultado, sus alcances y límites.
Un triunfo con efecto retardado
Lo primero que hay que señalar es cómo son los tiempos en el movimiento obrero. Al igual que en otros casos (pensamos aquí el ejemplo de Pilkintong), el resultado electoral que significa haber barrido a la burocracia Violeta de la conducción del gremio es la expresión electoral de una lucha que se sustanció ocho años atrás, y que con efecto diferido llega a consagrarse a nivel de la dirección del gremio.
El origen de este histórico triunfo hay que situarlo en el año 2007. Es en ese año cuando estalla la rebelión antiburocrática que cuestiono la dirección de la Violeta. Dicha rebelión tuvo su origen en la principal fábrica del gremio, FATE, una planta con enorme tradición de lucha, en la que todavía estaba vivo el recuerdo de la histórica huelga del años ’91/2 y de sus lecciones.
A partir de un trabajo clandestino llevado adelante por compañeros obreros vinculados a nuestro partido, y apoyándonos en la bronca creciente del activismo y la base ante las brutales condiciones de explotación imperantes en la planta, la bronca estalló disputándole la dirección de la asamblea a la Violeta y llegando a echar al mismísimo Pedro Wasiejko de la sede seccional al son de “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”[1].
Esta rebelión fue contagiándose al resto del gremio (Pirelli y Firestone), sobre todo en oportunidad del conflicto de comienzos del 2008, donde la base de Pirelli se plegó a los compañeros de Fate, llegándose a niveles de disputa de la dirección concreta del gremio que no tenían antecedentes.
La elección al gremio nacional, que se había realizado en enero de ese año, había anticipado esta posibilidad de disputa del gremio en su conjunto cuando la lista Marrón quedó por muy pocos votos abajo en las tres plantas (aunque conquistando la ejecutiva de San Fernando) y sólo perdió el gremio por los 300 votos de “gomeros” (padrón inflado) a los que apeló la Violeta para no perder la elección.
En septiembre del 2008 el conflicto se termina perdiendo por una diferencia de sólo 40 votos a favor de la Violenta en la asamblea general (se vota levantar con los despedidos afuera), conflicto derrotado pero que volvió a mostrar que la Violeta tenia bases débiles, que podía desafiarse su conducción.
Ese panorama general no se modificó los últimos ocho años, llegándose ahora a la consagración de la Negra, consagración que no podría haber ocurrido sin el antecedente de ese profundo proceso de lucha del cual es la expresión electoral retardada: sin el antecedente expresado por la Lista Marrón histórica, sin las varias camadas de activistas que pasaron por la experiencia de la lucha contra la patronal y la burocracia, muchas de ellas engrosando los 200 compañeros despedidos con la derrota del conflicto de dicho año.
Los efectos conservadores de la derrota del 2008
De todas maneras, la derrota del 2008 no dejó de tener sus efectos[2]. Hubo 200 despidos entre los mejores activistas, en primer lugar en Fate. Despidos que también golpearon, y más duramente aun a Pirelli, descabezando al activismo que se jugó la vida en aquella lucha.
Aun así, en Fate se llevó adelante una educativa batalla por la reinstalación de los despedidos más activos, batalla en la que también nuestro partido cumplió un papel de primer orden.
Fueron así reincorporados casi dos decenas de compañeros, muchos de los cuales siguen trabajando en la planta y son parte de la vanguardia, lo que es un verdadero ejemplo y sentó un precedente histórico en materia de reinstalación fabril, incluso en las condiciones de la dura derrota que sucedió a la pérdida del conflicto del 2008[3].
La derrota del conflicto, como hemos señalado, no dejó de tener consecuencias sobre la propia Marrón original y la conducción de la seccional: consecuencias conservadoras.
Es que un conjunto de compañeros a cargo de la seccional (luego de la renuncia de otros muy valiosos por una serie de motivos, estrés, de salud, etcétera[4]), tendió a sacar la conclusión de que la salida a pelear había estado “mal”, que la pelea por la dirección contra Wasiejko y la Violeta había sido llevada adelante en términos “demasiado políticos”, y un largo etcétera.
Ese giro a la derecha de la experiencia terminó dando lugar a la ruptura de la lista Marrón original –considerada “demasiada izquierdista”- armándose lo que sería finalmente la lista Negra, lo que inicialmente incluyó gestiones con la CTA de Micheli, incluyendo en esto fuertes rasgos “anti-partido”[5].
Hay que entender qué tipo de fenómeno ocurrió. La Negra no dejó de ser una lista antiburocrática, progresiva en ese sentido, lo que simultáneamente no quiere decir que sea propiamente clasista. Porque expresó los sectores más conservadores del activismo inicial del 2007 y 2008, sectores a los que les costó asumir las características de una agrupación verdaderamente clasista: la rotación en los cargos de la seccional, el basarse de manera consecuente en el método de la asamblea, enfrentar esa idea atrasada y burguesa de que los trabajadores “no pueden hacer política”, decirle la verdad a los compañeros de que no hay “Papá Noel” que valga, que las mayores conquistas solo se puede obtener con la lucha.
En estas condiciones, la Negra se vio beneficiada por algo muy concreto: fue integrada por la mayoría de los compañeros que estaban al frente de la seccional, ubicación que para los compañeros de base los transformaba –y transforma- automáticamente en “dirigentes”. Es que entre los trabajadores, el peso de los atributos formales del cargo es inmenso.
No es que se trate de desconocer infantilmente esta realidad; una cuestión que le costó muy cara a nuestro partido al no poder introducir un compañero seccional en el 2008.
Pero se trata de una realidad que, de todas maneras, expresa elementos de atraso y que en las condiciones de división de la Marrón, la que termina capitalizando las cosas es el sector más conservador del activismo inicial, el que se pudo valer de los atributos del cargo en el 2012.
Más antiburocrático que clasista
Es en estas condiciones que se llega a la elección de este año, al enorme triunfo histórico de la recuperación del gremio. Ocurre la paradoja que el sector que logra recuperar el gremio sea básicamente el de la Negra, el más conservador de las listas antiburocráticas (incluimos en esto sus socias menores de la Roja y la Granate, así como la Marrón).
La posibilidad de ganar el gremio estaba presente desde el 2008. Por esta razón, no es una sorpresa. Nuestro partido siempre supo que esto era posible, de ahí que hubiéramos mantenido la apuesta en nuestro trabajo a este gremio.
Pero el tema concreto es que era la Negra la que podía ganar el gremio y no la Marrón, esto por la sencilla razón que la Negra es la que controla la seccional San Fernando: la que todos estos años pudo mostrarse como alternativa de dirección, la que estaba en medio de vínculos, relaciones, desarrollos que sólo se podían dar desde la conducción de una seccional y no desde la base en la que se haya colocada la Marrón.
La Marrón planteó una y otra vez la unidad a la Negra. Esta se negó sistemáticamente[6]. Y se negó al punto, por ejemplo, que en la discusión para la seccional de Firerstone, ponían como condición que Maxi Cisneros, abnegado cuadro obrero de nuestro partido, que logró luego de una ardua lucha su reinstalación en la planta y que está condenado al aislamiento por parte de la patronal, no fuera candidato a la seccional.
Se trataba, ni que decirlo, de una condición sin principios, pro patronal, que la Marrón no podía aceptar. Otra condición fue que Jorge Ayala, dirigente histórico de Fate y de la Marrón de conjunto y una de las principales referencias antiburocráticas del gremio, no pudiera ir como candidato en la seccional San Fernando.
Este criterio atiende a otro problema gravísimo que expresa la Negra en FATE y que ahora se va a trasladar a la conducción nacional: el criterio de no proporcionalidad, la conducción monocolor, el hecho de no defender un elemento que es propio del clasismo y que tiene que ver con que todos los matices de opinión estén expresado, sobre todo los matices antiburocráticos y clasistas.
La Negra, por estricta responsabilidad del PO, tiene un criterio opuesto, “totalitario”: someter a todo el mundo al ultimátum que “mandan” ellos, obligar a toda la base al voto útil a partir de una decisión de un pequeño círculo, no dejar que los trabajadores elijan libremente que lista antiburocrática que prefieran. Como ejemplo opuesto obra el antecedente de la elección de Ayala como candidato de la Lista 5 de la CTA en asamblea de base de la fábrica.
La verdadera prueba serán las luchas
El haber echado a la Violeta es un enorme triunfo, haya sido de la mano de la lista que sea, Negra o Marrón, esto es indiscutible, y de ahí la enorme alegría que hay entre todos los compañeros del gremio.
También es un hecho que, seguramente, este resultado dará lugar a todo tipo de expectativas que se pueden llegar a traducir en un ascenso del gremio: un fuerte conflicto alrededor del salario y la paritaria para el cual hay que prepararse desde ahora.
Pero esto no quita que la definición de “triunfo clasista” dada por el PO no sea abusiva. Del triunfo antiburocrático a uno verdaderamente clasista hay un largo trecho y tiene que ver con muchas de las prácticas estrictamente reivindicativas que caracterizan a la Negra.
Primero, la Negra se apoya en prejuicios antipolíticos: han hecho campaña contra Ayala y Cisneros diciendo que “son militantes de un partido”, lo que es una vergüenza y se basa en una orientación dada por el PO. Su contenido: marcar el paso con la idea de que los obreros “no pueden hacer política”, que la política es una mala palabra, que los compañeros que se elevan a ese plano, no podrían ser representativos del conjunto. La elevación al plano político de los trabajadores es un atributo del clasismo y de ninguna manera caracteriza la Negra (salvo por el mecanismo habitual del PO de colocar la política desde afuera y desde arriba, no como parte de la experiencia real de los trabajadores).
Segundo, el clasismo se caracteriza por una práctica de revolucionamiento de los sindicatos existentes. No se trata de adaptarse a los sindicatos tal cual son, o de sólo ganar la dirección de los mismos. Se trata que una conducción clasista plantea otro tipo de prácticas en los mismos. Por ejemplo, el respecto incondicional a la asamblea, la permanente apelación a la base, a su desarrollo y maduración, prácticas que no caracterizan realmente a la Negra, que siguiera recorre habitualmente la planta.
Otro ejemplo es la rotación en los cargos. Es verdad que algunos compañeros han rotado, y está muy bien. Pero también es cierto que hay otros atornillados en el sindicato lo que es malo, educa mal, hace que se pierda el reflejo de la base: hace a determinados usos y costumbres que separan a los dirigentes de la base.
Pero, además, hay otro problema fundamental: el triunfo de la Negra es todavía, básicamente, un triunfo electoral: un triunfo que deberá pasar por la prueba de la lucha de clases. Si bien es la expresión retardada de eventos en la lucha de clases, del proceso del 2007 y 2008, la contradicción es que la lista y los compañeros que la expresan no son los compañeros que estuvieron al frente de esa lucha: son compañeros que vienen al frente de una seccional que no ha encabezado ninguna lucha a fondo en los últimos cuatro o más años…
Esto no es culpa de ellos: en el gremio no ha habido un nuevo ascenso desde el 2007/8, la derrota fue dura y dejo sus marcas y no se trata de salir como loquito a la lucha, solo se trata, en todo caso, del dato fáctico de que la Negra deberá pasar por la prueba de la lucha, en la que se pondrá a prueba la nueva conducción nacional del gremio, las distintas listas antiburocráticas, los distintos componentes y compañeros, en el enfrentamiento con una patronal que no está nada feliz por este resultado y una burocracia Violeta que seguramente va a pretender volver acusando a la nueva dirección de “loquitos”, apostando a la derrota en cuanto emerja una pelea.
Que por la base hay enormes expectativas con este triunfo no hay dudas. Que, al mismo tiempo, se trata de medir muy bien los tiempos, tener en cuenta que la patronal seguramente va a intentar colocarle una cama a la nueva dirección, tampoco hay dudas.
Que la Marrón no sea parte de la dirección no quiere decir que ahora salga a exigir cualquier cosa, que no sea responsable.
Pero en todo caso, lo que resta, es que la Negra –como todas las demás listas- deberá probarse en las luchas que están por delante. Porque las direcciones se prueban, en definitiva, en la lucha.
Y esto es también lo que le plantea a los compañeros de la Marrón sus propios desafíos como lista minoritaria hoy: en definitiva, que el triunfo de conquistar un gremio es importante, pero más importante es lo que se juega en la lucha. Y la acumulación que expresa la Marrón es enorme, inmensa, un aporte al gremio en su conjunto que seguramente se va a expresar en su verdadera dimensión en los acontecimientos que estén por venir.
[1] Podemos recordar como Jorge Ayala, dirigente obrero de nuestro partido, le arrebató el micrófono de una primera asamblea a Pedro Wasiejko, lo que marco simbólicamente el inicio del proceso antiburocrático que se extiende hasta hoy.
[2] Mucho discutimos en la dirección de nuestro partido alrededor de su significado y alcances; si por un lado teníamos conciencia que el activismo había quedado afuera en su mayoría, al mismo tiempo subrayamos que la seccional no se había perdido, aunque la derrota no dejaría de tener consecuencias sobre la evolución de la misma.
[3] El antecedente de estas reinstalaciones en las que participaron, entre otros, abogados de nuestro partido enrolados en el ALI (Abogados Laboralistas de Izquierda), sirvió de fundamento después del logro de la reinstalación de los compañeros Maximiliano Cisneros y de “Tehuelche” en Firestone, importantes referentes antiburocráticos de dicha fábrica que han sido los candidatos de la Marrón en esta última elección.
[4] Aquí hay que anotar, también, el hecho que en la elección a cuerpo de delegados de FATE a finales del 2007, los que se presentaran hayan sido los principales activistas –esto en función lógicamente de asegurar un primer triunfo contra la burocracia de la fábrica- a consecuencia de lo cual, después, para la elección seccional a comienzos del 2008, los que obtuvieron los cargos hayan sido compañeros de una segunda línea activistas por así decirlo. En particular, para los mejores compañeros de la Marrón y, sobre todo para nuestro partido, siempre fue un problema no haber entrado en esa primera camada de compañeros seccionales, sobre todo por el peso que tiene la investidura formal del cargo entre los compañeros. Volveremos sobre esto.
[5] A este respecto, señalemos dos cosas: una, que la Lista Negra original fue encabezada nacionalmente por Marcelo Gallardo, un activista que fue pasando a posiciones burocráticas llegando en este momento a romper con la vanguardia y ser candidato por la fábrica con la burocracia Violeta. Y dos, que recién para este año 2012 aparece el PO apoyando a la Negra para la seccional, con un operativo de ceder a los elementos más atrasados y “anti políticos” de los compañeros, al tiempo que haciendo uso de mecanismos de cooptación desde afuera de la experiencia (basados en el “aparato” partidario, los diputados, el FIT, etcétera).
[6] No se puedo hacer siquiera una reunión seria de agrupación a agrupación para discutir los términos de un eventual acuerdo: su política se redujo al típicamente ultimatista “vengan al pie”.
Por Roberto Sáenz, SoB n° 378 (Argentina), 5/5/16