“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también; que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafáos, contentos y amargaos, valores y dublé. Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos”.
(Enrique Santos Discépolo, “Cambalache”,1934)
Estas últimas semanas vivimos un obsceno, nauseabundo e hipertrofiado espectáculo de corrupción, repetido hasta el hartazgo por la televisión. Primero, la investigación de la ruta del dinero K y a Lázaro Báez preso; después, la escandalosa detención de José López, ex secretario de Obras Públicas durante los doce años de gobierno kirchnerista revoleando paquetes de dólares por sobre las paredes; ahora, el nuevo protagonista de este triste show es Pérez Corradi, imputado por el caso de la efedrina y del triple crimen de General Rodríguez. Estafas, corrupción, robo, narcotráfico y asesinato. ¿Puede ser que todo sea verdad? No sabemos con certeza, pero la respuesta más probable es: sí. Pero no hay que desmoralizarse, hay que comprender.
Hace 82 años Discépolo escribió su famoso tango “Cambalache”, con él denunciaba la, descomposición moral que se vivió durante toda la “Década infame” en los años 30 del siglo pasado. Pero el genial “Discepolín”, mediante este tango, no sólo denunció la corrupción política y social de aquella década, sino que también puso de manifiesto la profunda desmoralización que ésta había generado: tanto en el quinientos seis como en el dos mil, todos vivimos revocados en un mismo lodo, manoseaos.
Lo que ocurre es que el régimen burgués, en cualquiera de sus formas, es tremendamente tramposo: primero te explota, te oprime y te roba, después te desmoraliza y te despolitiza, y de esta manera te desarma para enfrentarlo… y la rueda sigue girando.
El crimen y la corrupción brotan por todos sus poros del sistema capitalista, por su cabeza, por sus brazos y por debajo de sus pies, dejando en el aire su típico hedor nauseabundo; un olor agrio y pegajoso que parece impregnarlo todo, y que asfixia y no deja respirar. Frente a ese espectáculo dantesco, mucho gente huye, se aleja y trata de encontrar algo de aire fresco bien lejos de todo lo que parezca estar cerca o mínimamente relacionado con la política. Así es como la desmoralización deviene en despolitización “¡No pienses más, sentáte a un lao, que a nadie importa si naciste honrao!”.
Que quede claro, “Cambalache” es sólo un tango; podrá ser una excelente pintura de denuncia, pero un pésimo programa de acción.
El Estado burgués es una cloaca, por Estado y por burgués
Como ya hemos dicho varias veces en estas páginas, los gobiernos nacionalistas burgueses (“populistas” para los liberales, o “nacionales y populares” según ellos) tienen un sueño: construir un país capitalista desarrollado que pueda competir de igual a igual con los países imperialistas avanzados; para esto esperan contar con la fuerza creadora de la burguesía nacional. Pero el pequeño problema es que la flor y nata de esa burguesía “nacional” (permítanos las comillas) tiene otros deseos, menos fantasiosos y más terrenales: ganar plata. Para cumplir ese sencillo objetivo, lejos de querer pelearse, prefiere aliarse con las potencias imperialistas como su socia menor, su agente local en la explotación de los trabajadores locales y la expoliación de los recursos naturales. Los gobiernos nacionalistas burgueses, frente a esta dificultad, buscan que sea el Estado quien supla esa deserción y que sea éste la fuente de capitales para desarrollar el país. Así es como, vía el presupuesto nacional, se forma una enorme “caja” de capitales que luego esta “fuente” derramará en las manos de algunos empresarios (“nac & pop” en Argentina, boliburgueses en Venezuela) quienes actúan como intermediarios en los diversos “planes de obra pública”. Allí es donde aparecen todos los De Vido, y López por un lado, y los Báez, Calcaterra y Macri (Franco o Mauricio igual da) por el otro. Son miles de millones de dólares, generados por los trabajadores, que se pasan de una mano a otra; con ese cemento verde se afianza la alianza de funcionarios y empresarios: unos le entregan los negocios y los otros los recompensan con algunos millones por debajo de la mesa. Cómo funciona esto, simple: si hacer una ruta cuesta un millón de dólares, el empresario le fija un costo, digamos, de un millón doscientos mil dólares; de los doscientos mil dólares que sobran cien mil quedan para el funcionario y los otros cien mil forman un plus que engrosan las ganancias de la empresa. De esta forma es como buena parte de la riqueza nacional, al estar administrada por los políticos burgueses, termina principalmente en manos de la burguesía nacional, y en menor medida de los mismos funcionarios… y con suerte se construye la ruta.
Los gobiernos neoliberales denuncian esta corrupción de los funcionarios… sólo de los funcionarios. Para ellos esos son “negociados”, dinero “mal habido”: una enorme hipocresía que calla que la parte del león de esa estafa no es la que se quedan los políticos de turno, sino la que se devoran las empresas. Además lo que estos liberales de nuevo cuño no dicen es que entre los principales contratistas del Estado, que se beneficiaron con ese circuito de corrupción, podemos encontrar a la flor y nata de la burguesía nacional e imperialista: Techint, de Paolo Rocca; Electroingeniería, de Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra; IECSA, de Ángelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri; Corporación América, de Eduardo Eurnekian; Grupo Roggio; Petersen, de Enrique Eskenazi; General Electric, Siemmens; y muy al final el Grupo Austral, de Lázaro Báez.
Pero a esto aún hay que sumarle que la mayor estafa de la historia argentina, la nacionalización de la deuda privada a finales de la última dictadura, es una “proeza” con sello neoliberal. El total de la estafa sumó unos 23.000 millones de dólares[i] de hace 34 años, hoy serían algo más de 55.000 millones de billetes verdes. Para quienes se escandalizaron con la corrupción K de José López, evalúen que esa estafa equivale a 6.111 “José López”. Toda la burguesía nacional e imperialista tuvo millones de motivos para sonreír y agradecer a algunos funcionarios del Estado. Algunos objetaran que eso se hizo durante la dictadura. Es verdad, pero lo que también es cierto es que el personal político de las dictaduras y de las democracias no varía mucho; entre los funcionarios responsables de este desfalco estuvieron Domingo Cavallo y el actual Presidente del Banco de la Nación, Eduardo Melconian[ii].
Como caracterizaran Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, el Estado burgués es el administrador de los negocios comunes de la burguesía. Es el encargado de reproducir las condiciones generales de la explotación de los obreros por parte de la burguesía en su conjunto. Para cumplir cabalmente esta función muchas veces necesita contener las ambiciones egoístas de ciertos sectores de la misma burguesía que ponen en riesgo la supervivencia de la “gallina de los huevos de oro”. Es decir, el Estado burgués no sólo lucha por mantener a raya a la clase obrera, sino que también actúa como árbitro entre las distintas fracciones de la burguesía. La corrupción, es decir la compra de funcionarios, es uno de los mecanismos que tiene ésta para inclinar la balanza y hacer que el árbitro juegue en su favor. Es el “aceite” que lubrica esa maquinaria, y por lo tanto es una necesidad sin la cual la misma no funciona ágilmente. Corrupción, capitalismo, funcionarios, burguesía: un cuarteto que marcha junto y de la mano.
La corrupción kirchnerista le hace el juego a la desmoralización macrista
La cúpula de la sociedad burguesa, es decir el Estado y su personal político, nos están refregando por la cara toda su inmundicia. Los medios de comunicación y el gobierno nacional, de manera evidentemente sesgada, se están haciendo un verdadero festín al mostrar las lacras de la corrupción K. Su objetivo es doble. Por un lado buscan enterrar al kirchnerismo, y por oposición, justificar las terribles políticas de ajuste de Macri y su “CEOgabinete”; pero por otro lado buscan desmoralizar a la población, alejarlas de la vida política porque ésta es sucia. Las últimas declaraciones de Aranguren, ministro de Energía, afirmando que están “aprendiendo sobre la marcha”, es parte del discurso ideológico del PRO. Ellos comenten algunos “errores” porque no son “políticos”, son empresarios exitosos que dejaron la actividad privada en pos de “poner el hombro” por el país; “los políticos son corruptos” pero ellos no son políticos, no tienen ideología: son técnicos.
Lo cierto es que después del Argentinazo de 2001, miles de jóvenes se empezaron a interesar por los problemas globales del país y se volcaron masivamente a la actividad política. Miles se sumaron a los partidos de izquierda y a otras organizaciones populares; desde 2010 muchos fueron conquistados por el relato kirchnerista de un capitalismo en serio, justo y humano, y su supuesta “cruzada” contra las corporaciones. El gobierno de Cambiemos quiere barrer con todo lo que generó el Argentinazo, por eso quiere que todos esos jóvenes que se politizaron se frustren, se desmoralicen y vuelvan a sus casas a ver a Tinelli.
Por eso es que la corrupción que se evidencia del gobierno kirchnerista es doblemente reaccionaria, no sólo porque han robado a mansalva (eso es lo normal de todos los gobiernos) sino porque el triste espectáculo que presentan es el punto de apoyo en donde se puede apoyar el gobierno nacional para apalancar su política despolitizaste.
Pero como supo decir el filósofo Spinoza: “En lo que concierne a las cosas humanas, ni reír, ni llorar, ni indignarse, sino comprender”. Son miles las personas que supieron simpatizar con el kirchnerismo, que creyeron que era el instrumento y la vía para construir una Argentina más justa, y que hoy están desmoralizadas. El problema del kirchnerismo no es que es corrupto, sino que era un proyecto 100% burgués y capitalista. Ahora podemos volver a sopesar aquellas palabras de Cristina contra “aquel infame trapo rojo”. En las filas de la izquierda puede haber corruptos, es inevitable, pero el objetivo socialista de terminar contra la explotación es intrínsecamente enemigo de la corrupción, porque es enemigo de los privilegios; en cambio el proyecto kirchnerista, al igual que todo proyecto burgués, es generador de corrupción porque es defensor de la explotación, las desigualdades y los privilegios. Ese “sucio” trapo rojo, siempre estará limpio, esas burguesas manos: jamás.
Hay que correr este velo de mugre, con una Jornada Nacional de lucha
El gobierno nacional aprovecha toda esta situación para “legitimarse” al reflejarse en el espejo del kirchnerismo. Así es como por debajo de la campaña anticorrupción hacen pasar el ajuste, las leyes de blanqueo y la reforma política. Con Báez, López y Corradi en “cadena nacional” pareciera que los tarifazos y la inflación galopante que exprime los bolsillos de los trabajadores, no existieran.
A esto se le suma la infame traición de Moyano y toda la burocracia sindical quienes le han dado un apoyo cerrado a Macri y a su ajuste garantizando la estabilidad política y social. Hay que superar la complicidad de las direcciones sindicales saliendo a la calle para mostrar que hay espacio para la lucha. La desmoralización política se supera actuando, enfrentando a nuestros enemigos. Es necesario que los movimientos sociales, la izquierda y todos aquellos que quieran luchar contra el ajuste de Macri pongan en pie una Jornada Nacional de lucha con movilizaciones y cortes de calles.
La izquierda tiene una responsabilidad enorme en ponerse al frente de esta tarea. El tango “Cambalache” se equivoca, no estamos todos en el mismo lodo. El kirchnerismo, Cambiemos y la burocracia sindical conviven en la porqueriza capitalista, nosotros no. Invitamos a todos los honestos luchadores a reflexionar, pero también a actuar. Sumáte al Nuevo MAS a luchar contra el gobierno de Macri, en el camino de construir una alternativa socialista.
[i]A algunos de los beneficiarios de esta estafa (todas los cifras están en millones de dólares): Cogasco (Holanda) 1.348, Celulosa Argentina 836, Acindar 649, Banco Río 520, Banco Galicia 293, Bridas (Bulgheroni) 238; Alpargatas 228, CitiBank 213, Perez Companc 211, Siderca 186, Banco Francés 184, Juan Minetti SA 173, Banco Mercantil 167, Aluar 163, Banco Ganadero 157, Banco de Londres 135, Banco Tornquist 134, Sevel, (Macri), 124, Banco de Quilmes 123, IBM 109, Bank Of Boston 103, Mercedes Benz 92, Deutsche Bank 90, Industrias Metalúrgicas Pescarmona 89, Banco Roberts 89, Propulsora Siderúrgica 81, Ford 80, Pirelli 70, Banco Supervielle 65, Loma Negra (Fortabat) 62 , Bank Of America 59, Industrias Pirelli 56, Fiat 51…
[ii] El caso de Melconian es de un cipayismo militante. No sólo participó en la “creación” de la deuda externa Argentina, sino fue uno de los que demandó al país como titular de U$S 772.268 ante la justicia yanqui en el juzgado de Thomas Griesa junto con todos los buitres.
Editorial SoB n° 385 (Argentina), 23/6/16