La reducción al absurdo de un periodismo despolitizado
“Hay otro espíritu, ojalá que Macri lo pueda aprovechar” (Aldo Rico, LID, 11 de julio 2016)
El pasado fin de semana Macri llevó a cabo un “festejo militarizado” del día de la Independencia. Sus exabruptos fueron variados, pero sobre todo llamó la atención como se usó la fecha para escenificar una reivindicación de los militares. Amalgamando hechos históricos diversos se hizo desfilar ex combatientes de Malvinas conjuntamente con represores que llevaron adelante el Operativo Independencia en Tucumán en 1975. En Palermo, entre ex los combatientes de Malvinas, se vio desfilar a un sonriente Aldo Rico (en un jeep militar) haciendo declaraciones favorables al festejo como la que encabeza esta nota.
Más allá de la gravedad de estos hechos (a los que nos referimos en otra parte de esta edición), llamó poderosamente la atención la cobertura que le diera el hecho La Izquierda Diario, publicando dos notas de Rico en su edición del lunes 11/07. Una tomando simplemente sus declaraciones en el desfile; la otra levemente crítica dando cuenta de su levantamiento de 1987.
Sin dejar de reconocer la existencia de esta segunda nota crítica, opinamos que la cobertura de la presencia de Rico en el desfile constituye un gravísimo despropósito: ¡no se le puede dar la palabra a un genocida golpista en un diario de izquierda!
El soporte digital
LID es un emprendimiento de prensa o portal digital (no está del todo claro esto) que en muchos aspectos tiene valor. Aprovechando la revolución en los soportes informativos que significa esta era de internet, el PTS se lanzó a aprovecharlos montando un órgano digital.
Hasta aquí el experimente es valioso. Sobre todo porque lo digital permite pasar por arriba de los costos de la impresión en papel, así como llevar adelante la tarea con muchísimo menos recursos humanos. Por otro lado, y esto es lo fundamental, amplía fenomenalmente el alcance de la publicación.
Claro que esta opción de prensa digital supone aspectos contradictorios. Por ejemplo, la sustitución –a todos los efectos prácticos- del trabajo persona a persona por el vínculo “virtual” por medio de internet, así como una cierta degradación de los contenidos (ambas cosas compensables con una política integral de medios), lo que de todas manera no debe significar minusvalorar las posibilidades que nos da hoy el uso de internet para difundir las ideas de los revolucionarios.
Cuando el periodismo se engulle la política
Pero el problema del proyecto LID (expresado dramáticamente en la nota sobre Aldo Rico), es cuando el trabajo periodístico se “come”, se devora la política. Esto es lo que expresa de forma dramática en esta nota (¡aunque caracteriza a LID de conjunto cada vez más!). Es que el periodismo revolucionario tiene sus límites: el rechazo a la teoría burguesa de la “neutralidad informativa”.
Ocurre que siendo un diario de izquierda, como reza su propio nombre, el tratamiento de los asuntos no puede ser tan “asexuado”; menos que menos cuando se trata de un personaje fascista como Rico, que no solamente defiende la explotación capitalista, sino que representa la eventualidad de la eliminación de las libertades democráticas en caso de ser necesario para los de arriba (¡porque eso es lo que representa Aldo Rico!).
Aquí es cuando el periodismo de LID llega al absurdo. En realidad, ningún periodismo es realmente “despolitizado”: todos los medios manifiestan su posición por intermedio de sus notas, de la jerarquía de sus titulares, de su paginación de los temas, de sus tapas y fotografías. De todas maneras, los medios burgueses suelen rendir hipócritamente pleitesía a la idea que “informan y no opinan”, que lo que afirman es “verídico”, “responde a los hechos” y pavadas por el estilo.
Incluso más: en este caso podríamos recordar el apotegma que “a los fascistas se los combate, no se les discute”. Menos que menos se le da prensa podríamos agregar, como para entender lo que estamos afirmando: que el periodismo revolucionario tiene límites que no se pueden traspasar. Tampoco creemos que se les diera prensa en Die Rote Fahne (Bandera Roja, periódico del Partido Comunista Alemán), a los jefes del putsch de Kapp (marzo de 1920), por poner un ejemplo extremo pero que responde a los mismos principios que defendemos aquí: los límites que tiene todo periodismo revolucionario.
Lo anterior no quiere decir desconocer que una prensa diaria, para ser tal, debe necesariamente tener más contenidos periodísticos. No cuestionamos esto. Lo que rechazamos es que dicho contenido destruya toda línea editorial. Porque la realidad es que hoy el PTS-LID amenaza con perderla: cuesta conocerles sus posiciones, su política. Parece que su apuesta es el epítome del aparato: hacer valer “los cientos de miles de lectores de LID” en detrimento de una política editorial que es difícil encontrar en el sitio, por no hablar del tratamiento superficial de la enorme mayoría de las cuestiones abordadas.
La reducción al absurdo de esta realidad es darle la palabra a Rico. Con el mismo criterio podría hacerse un reportaje a Videla, si es que este no hubiera fallecido (y luego agregarle una notita algo crítica). ¿No hay aquí un deslizamiento grave? ¿No tiene límites la “neutralidad informativa” cuando se trata de un diario de izquierda?
El “Leninismo 2.0” debe suponer un revolucionamiento en el alcance de nuestras posiciones hacia amplísimos sectores, no una renuncia a ellas.
Por Luis Bermúdez, SoB n° 388, 14/7/16