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Ago - 25 - 2016

La guerra civil siria ingresó en los últimos meses en una nueva fase. Los cambios en el equilibrio de fuerzas militares y los realineamientos de la política internacional parecen estar produciendo algunos cambios de importancia sobre el terreno.

Desde Socialismo o Barbarie desarrollamos en números anteriores los giros que ocurrieron previamente. En febrero[1] escribíamos que la intervención militar rusa, gracias a su poderosa fuerza aérea, había puesto al bando rebelde a la defensiva, y que podía estar preparándose una derrota de envergadura, al permitir el asedio completo de la ciudad de Alepo.

También venimos cubriendo los enormes triunfos de las fuerzas kurdas de las YPG-YPJ y sus aliados árabes y de otras etnias (organizados en las Fuerzas Democráticas Sirias, FDS) contra el Estado Islámico[2].

Este es el cuadro general en el que se desarrollan los acontecimientos actuales. El gobierno de Al Assad consiguió completar (por un breve tiempo, como veremos) el cerco sobre Alepo, que antes de la guerra era la ciudad económicamente más importante del país, con millones de habitantes y grandes distritos comerciales e inclusive industriales. Por otro lado, los kurdos consiguieron expulsar al Estado Islámico de la ciudad de Manbij, situada en una posición estratégica en la ruta de Turquía hacia el interior de Siria (amenazando toda la logística del EI entre ambos países).

Estos acontecimientos, a su vez, pusieron en marcha una cadena de reacciones. En Alepo, las fuerzas rebeldes islamistas, viéndose acorraladas, lanzaron una contraofensiva para quebrar el cerco del régimen, consiguiéndolo hasta el momento de escribir este artículo. Por su parte, la expansión de las Fuerzas Democráticas de Siria en el norte del país prendió luces de alarma en el régimen de Al Assad, que lanzó una serie de provocaciones en Hasaka, la ciudad más importante bajo el control de los kurdos y sus aliados. Esto desencadenó por primera vez en una guerra abierta entre el régimen y estos últimos (que obtuvieron un importante triunfo). Por último, la expansión de  las FDS provocó también la ira de Turquía, que lanzó una intervención militar en el norte del país a través de sus grupos “proxies”[3] islamistas.

Las batallas de Alepo y del Kurdistán sirio recalientan la guerra civil, y su resultado puede ser decisivo para el futuro del país. Desarrollaremos cada una por separado por tratarse de escenarios muy diferentes, con dinámicas independientes entre sí y actores diversos.

La batalla de Alepo

La ciudad de Alepo es un frente de combate desde mediados de 2012, cuando las fuerzas rebeldes (mayormente provenientes de localidades rurales y de los suburbios) irrumpieron masivamente en la ciudad. En ese momento, la invasión estuvo dirigida por una formación “islamista moderada” hoy extinta, denominada Liwa Al Tawhid[4].

La invasión rebelde logró hacerse con el control de los barrios orientales de la ciudad, mientras el régimen conservó su control sobre los barrios occidentales. Desde ese momento, diversas ofensivas y contraofensivas lograron modificaciones menores en las fronteras internas, sin cambiar sustancialmente el equilibrio. Con el tiempo las líneas de demarcación tendieron a permanecer estables.

Desde el comienzo de la invasión rebelde, el régimen respondió con la misma política de “tierra arrasada” que aplicó en el resto del país para contener la rebelión popular. Al Assad envió a su fuerza aérea a bombardear hasta los cimientos las zonas afectadas, destruyendo sistemáticamente hospitales, escuelas y toda infraestructura esencial. Se hicieron trágicamente famosas las “bombas de barril” que los helicópteros y aviones sirios hicieron llover en la ciudad, masacrando a decenas de miles de civiles. Esto volvió prácticamente inhabitable la zona ocupada por los rebeldes, provocando un exilio masivo de población. Esta es en parte la explicación de la gran ola migratoria que recibió Europa en los últimos años.

Los rebeldes sirios –mayormente islamistas-, por su parte, mostraron también un importante desprecio por la población civil, con bombardeos indiscriminados (tanto a las zonas dominadas por el régimen como a Sheikh Maqsood, el barrio liberado por las YPG-YPJ kurdas). Sin embargo, no puede establecerse ninguna “simetría”, empezando por el poder de fuego: las fuerzas rebeldes cuentan sólo con morteros, mientras que el régimen utiliza a toda su fuerza aérea para aniquilar civiles. Esto se vio agravado con la intervención de la modernísima aviación rusa, que utilizó su tecnología de punta para terminar de pulverizar la ciudad. Por otra parte, el conflicto en su conjunto es responsabilidad política del gobierno de Al Assad, que decidió aplastar la rebelión popular a sangre y fuego en vez de admitir la democratización del régimen.

El enfrentamiento en Alepo se recalentó a mediados de julio, cuando las tropas leales a Al Assad (el ejército sirio, la milicia libanesa Hezbollah, grupos chiítas de diversos países, las Fuerzas de Defensa Nacional, etc.) consiguieron, gracias a un intenso apoyo de la fuerza aérea rusa, completar el cerco sobre la ciudad. Durante varios días pareció que el destino de los rebeldes en Alepo estaba sellado, y que sería cuestión de tiempo que se vieran obligados a rendirse ante la asfixia de suministros.

Sin embargo, las fuerzas islamistas que dominan la provincia de Idlib (lindante con Alepo) no estaban dispuestas a permitir este desenlace. La coalición Jaish al Fateh (Ejército de la Conquista) inició la contraofensiva, movilizando tropas masivamente para quebrar el asedio. Con esto consiguieron expulsar al régimen de Al Assad del sur de la ciudad, estableciendo una continuidad territorial con la provincia que dominan. Al momento de escribir este artículo esta distribución de fuerzas se mantiene, aunque sin duda alguna el régimen prepara una gran (contra) contraofensiva para restablecer el cerco.

El exitoso despliegue militar de Jaish al Fateh estuvo dirigido por la fuerza que anteriormente se denominaba Jabhat Al Nusra, y que era la filial siria de Al Qaeda. Este grupo cambió su nombre poco antes de comenzar la ofensiva (llamándose ahora Jabhat Fateh Al Sham –Frente de la Conquista de Siria-) anunciando que es ahora un “grupo independiente de todo lazo externo”. De esta manera, busca aparecer desvinculado de Al Qaeda para poder permitir un proceso de fusiones con otras fuerzas islamistas, y especialmente, evitar posibles bombardeos de Estados Unidos.

En resumen, en Alepo se libra en este momento una batalla decisiva entre las fuerzas del sanguinario y despótico régimen de Al Assad y un ejército islamista liderado por los ¿antiguos? miembros sirios de Al Qaeda. Mientras tanto, un millón y medio de civiles ven amenazadas sus vidas y sus hogares, en una catástrofe humanitaria de proporciones pocas veces vista.

La batalla de Hasaka

Hasaka es la capital de la provincia siria del mismo nombre. Desde mediados de 2012 se encuentra mayormente en manos de las YPG-YPJ kurdas, y forma uno de los principales núcleos del autogobierno democrático de Rojava[5]. Sin embargo, el régimen de Al Assad conservó también su presencia en varios barrios de la ciudad, a través de las Fuerzas de Defensa Nacional (que responden a las tribus árabes locales). Desde ese momento existe un precario acuerdo de no-agresión mutua que permitía una relativa coexistencia pacífica. Si bien en varias ocasiones estallaron enfrentamientos por el control territorial, habían sido hasta el momento de escala reducida y de pocos días de duración.

Sin embargo, como explicamos antes, esto cambió a partir de la cadena de triunfos obtenidos por las YPG-YPJ y sus aliados en los últimos meses. La expansión territorial de las Fuerzas Democráticas de Siria en el norte del país les permitió llegar a las puertas de la unificación de los tres cantones auto-gobernados. Esto significaría en la práctica la puesta en pie de un Estado autónomo, que podría ser parte de una confederación siria en caso de que el país cambiara su régimen político.

Esta posibilidad alarma al gobierno de Al Assad porque perdería definitivamente el control del norte del país (región de donde proviene gran parte del grano y del –no muy abundante- petróleo sirio).  Y alarma especialmente al gobierno turco de Erdogan, furioso anti-kurdo. Por eso ambos gobiernos parecen estar actuando mancomunadamente para minar esta posibilidad.

El salto en calidad del conflicto ocurrió tras una serie de provocaciones por parte del régimen en Hasaka a mediados de agosto, que las fuerzas kurdas respondieron con el uso de la fuerza. Pero en esta ocasión, el régimen sirio rompió el equilibrio, bombardeando por primera vez con su fuerza aérea las posiciones kurdas en la ciudad.

Esta fue la gota que rebalsó el vaso de agua. Los kurdos y sus aliados respondieron esta vez con una ofensiva a gran escala, ante la cual las Fuerzas de Defensa Nacional pro-Al Assad debieron replegarse. Luego de una semana de combates, se llegó a un acuerdo mediante el cual el régimen sirio se retira casi totalmente de la ciudad, dejando solamente bajo su control las instituciones estatales (municipalidad y otras) y los cuarteles militares pre-existentes. Esto configura un gran triunfo para las Fuerzas Democráticas, aunque incompleto mientras no se consiga una retirada completa del régimen.

 Se abre la batalla por el norte de Siria

La derrota del Estado Islámico en Manbij hizo prácticamente inviable la permanencia del EI en el norte de Siria, por razones logísticas. Por eso abre la puerta a la liberación de toda la frontera sirio-turca por parte de las FDS (los kurdos y sus aliados), y a la unificación de los cantones autogobernados. Esta perspectiva le resulta indigerible al gobierno turco de Erdogan, y por ello dio luz verde a los “rebeldes”[6] islamistas sirios para que lanzaran una ofensiva preventiva dirigida a conquistar Jarabulus (ciudad fronteriza de importancia estratégica).

Miles de combatientes de estos grupos, que se encontraban congregados del lado turco de la frontera, cruzaron hoy hacia Siria apoyados por artillería turca. Al momento de escribir este artículo consiguieron tomar la mencionada ciudad y una porción de territorio en sus alrededores. El Estado Islámico había abandonado previamente sus posiciones allí sin combatir, en un sospechoso gesto de complicidad hacia el Estado turco.

La invasión del norte de Siria por parte de los “rebeldes” islamistas apoyados por Turquía abre una carrera a contrarreloj con las FDS por el control de las zonas que hasta ahora ocupaba el EI. Ambos bandos ya se encuentran cara a cara en algunas localidades, lo cual puede desembocar en cualquier momento en una guerra abierta de grandes dimensiones (incluyendo una posible intervención militar directa de las FFAA turcas contra los kurdos y sus aliados). El resultado de esta carrera (“fría” o “caliente”) puede ser decisiva, tanto para el futuro del proyecto de autogobierno democrático de Rojava, como para la guerra civil siria en su conjunto.

[1]  Siria – un nuevo punto de inflexión en la guerra civil (e internacional) Por Ale Kur, Socialismo o Barbarie, 18/2/16 http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=7225.

[2] El Estado Islámico en franco retroceso Por Ale Kur, Socialismo o Barbarie, 19/11/15 http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=6833.

[3] Se llama “grupos proxies” a las organizaciones locales que pelean una “guerra por delegación” en beneficio de potencias externas.

[4] “Tawhid” es un concepto religioso islámico cuyo significado remite al monoteísmo, es decir, la creencia en un solo dios con carácter único.

[5] La batalla de Kobane y la experiencia comunal del Kurdistán sirio. Por Ale Kur, revista SoB n° 29, abril 2015 http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=5031.

[6] Se trata en este caso de las fuerzas previamente referenciadas en el Ejército Sirio Libre, ahora en un grado avanzadísimo de islamización.

Por Ale Kur, 24/8/16

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