Rechacemos la destitución reaccionaria de Dilma Rousseff
Ayer, 31 de agosto, después de varios meses, finalizó el proceso de impeachment contra Dilma Rousseff en una votación en el Senado. Fueron 61 senadores a favor y 20 en contra, lo que significa más de 2/3 de la Cámara, consumando la maniobra parlamentaria reaccionaria a través de la destitución del mandato presidencial de Dilma.
En relación a los números, no hay ninguna sorpresa, ya que esta era más o menos la proporción de votos a favor y en contra que pronosticaban casi todos los analistas. Lo que sorprendió fue el hecho de que, a pesar de ser revocada, Dilma no perdió sus derechos políticos. Esto fue así porque se acordó con una parte del PMDB (vinculado a Renán Calheiros) que el proceso de votación se dividiera en dos partes: 1) la cancelación o no del mandato y 2) la pérdida o no de los derechos políticos.
Aunque inusual, este acuerdo con el PMDB no es un rayo en la noche serena. Como todo el mundo sabe, la dirección del PT autorizó la coalición electoral con el PMDB, y toda la gama de partidos que se posicionaron a favor del impeachment, para las elecciones municipales de octubre próximo. Por esto, la propuesta -tardía- presentada por Dilma para la realización de un plebiscito popular para las elecciones generales, para regresar a la presidencia, no fue aceptada por su partido. Esto se debe a que en los últimos meses, el cálculo de la dirección del PT tuvo en consideración que el retorno de Dilma a la presidencia con un programa mínimo de democratización haría inviables las alianzas municipales con el PMDB y las demás partidos de la clase dominante.
De esta forma, la estrategia de enfrentar el impeachment apelando a las masas significaría en su lógica electoralista retroceder enormemente en el número de municipios que el partido administra, dificulta la operación de amortiguar las investigaciones de corrupción en las que el PT y los demás partidos burgueses están involucrados y, además de todo esto, que nuevas fuerzas políticas -sobre todo el PSOL- podrían ocupar de forma más importante (ocurriendo un proceso de elección generalizada ) el espacio de izquierda que deja el PT.
Entre hacer una defensa de bajo impacto del mandato de Dilma, y hacer una defensa real y romper con la clase dominante y sus partidos, el PT y Dilma se quedaron con la primera hipótesis. El resultado de esta línea es conocida….
No hay duda de que la retórica de «golpe parlamentario» mil veces repetidas por el PT sirve sólo como un arsenal ideológico para ser consumido oportunamente en la campaña electoral, pues no tiene el objetivo de identificar el proceso de ofensiva reaccionaria global que está en marcha y movilizar seriamente para resistirlo; esto requeriría un profundo cambio en su orientación política, lo que la historia de este partido demuestra que no va a ocurrir.
Una coyuntura de grandes desafíos
La dirección del PT (y de la CUT) no creen en su propia narrativa de «Golpe» (incluso si creería no iría a un verdadero enfrentamiento con la clase dominante) y tampoco se enfrentará a esta ofensiva reaccionaria que tuvo en el juicio político a Dilma y la asunción de Temer (PMDB), sólo el primer round, el que trae para nuestro tiempo desafíos (y oportunidades) históricos para la izquierda socialista.
El juicio político sólo crea mejores condiciones para que los objetivos estratégicos de la clase dominante puedan ser alcanzados. Son objetivos que tratarán de imponer a los trabajadores y la juventud retrocesos estructurales en la gestión del gasto público la composición de los salarios y las condiciones de trabajo y contratación, la ley de seguridad social, laboral y sindical y la correlación política de fuerzas entre las clases .
Sí, la clase dominante, tiene en su punto de mira objetivos económicos y políticos. Pero sabe perfectamente que para imponer medidas económicas regresivas que pongan fin a la CLT (Consolidación de las Leyes del Trabajo) precisa que la correlación de fuerzas entre las clases vuelva a la situación pre-junio de 2013. O sea, una correlacion de fuerzas semireaccionaria que la ola nacional de lucha juvenil rompió, polarizando el país y llevando la lucha política, que estuvo encerrada durante una década en las oficinas, a la calle.
No es casualidad que las manifestaciones de los últimos días en contra del impeachment y por el “Fora Temer” están siendo reprimidas en la ciudad de San Pablo y en otros lugares. No se trata sólo de brutalidad de la policía, sino de una línea política dirigida a infundir miedo en la juventud y la vanguardia de la clase obrera. El punto es que en un escenario de catástrofe socio-económica, creciente desempleo, contracción de los salarios y empeoramiento general de las condiciones de vida, imponer más sacrificios no será una tarea fácil para el gobierno de Temer, incluso con el apoyo unánime de la clase dominante, los medios de comunicación, el imperialismo y la complicidad velada de la burocracia petista y cutista.
Esto es así porque a pesar de la destitución de Rousseff, y la victoria política que la ofensiva reaccionaria acaba de obtener, las batallas políticas decisivas se llevarán a cabo en el terreno de la lucha de clases. Estratégicamente, nada está escrito todavía. La resistencia ante el terror policial en las calles de San Pablo protagonizado por un sector de la juventud en los últimos dias, recuerda las manifestaciones que eclosionaron en la rebelión juvenil de junio de 2013. Por lo tanto, en nuestra opinión, entramos en una coyuntura preñada de definiciones estratégicas, es decir, que los próximos enfrentamientos pueden culminar en una situación política de reflujo o de avance de los de abajo; todo va a depender de las próximas batallas.
Cabe a la izquierda socialista (PSOL , otros partidos y organizaciones vinculadas a los intereses de la clase obrera) y a los movimientos sociales combativos (como MTST y otros) luchar decididamente para superar los obstáculos y las trampas que la burocracia va a tratar de poner en el camino para que la resistencia en curso de un sector de la juventud no se generalice y que los sectores clave de la clase obrera no entren en escena (condición necesaria para que la lucha contra esa ofensiva reaccionaria sea rechazada) .
En este sentido, no podemos perder el tiempo, tenemos que poner en marcha una campaña política unificada de la izquierda socialista. Creemos que esta campaña no puede limitarse a la lucha por la Defensa de los Derechos y el “Fora Temer”, es necesario ofrecer una salida política propia de los trabajadores, que hoy se da a través de las elecciones generales y una Asamblea Constituyente Democrática y Soberana impuestas por la movilización. Por otra parte, las campañas electorales del PSOL y otros partidos de la izquierda socialista tienen la obligación de ponerse al servicio de todas las luchas de resistencia contra el gobierno y sus medidas.
La organización de esta guerra total contra el actual gobierno nos obliga a tener una coordinación política que sólo puede ocurrir a través de un foro común de organización, por lo que es crucial que avancemos en la construcción de un Frente de Izquierda Socialista en todos los estados y que a finales de este año hagamos un Encuentro nacional para tener un plan unificado de luchas.
Socialismo o Barbarie Brasil, 01/09/2016