LA MARCHA FEDERAL LE MARCA LA CANCHA A LA BUROCRACIA
“La Marcha Federal esparció sus efectos colaterales sobre el Gobierno y las organizaciones sindicales. En primer lugar, porque la adhesión sorprendió a sus organizadores y, en paralelo, porque del encuentro del viernes en la cartera de Trabajo, el triunvirato y dirigentes de la CGT se fueron más preocupados que al ingresar a las oficinas del Ministerio. El interrogante no es sólo definir un paro general, sino cómo seguir después.” (Luis Autalán. Bae 04/09/16)
Como venimos tratando en estas páginas, el gobierno nacional está atravesando su peor momento desde que asumió. El ventilado de la inmunda corrupción del kirchnerismo no alcanza para ocultar el evidente y permanente deterioro de las condiciones de vida de amplias franjas de la población.
Más allá de lo que diga el gobierno y del discurso que quieran imponer los grandes medios, lo cierto es que la inflación de estos meses se ha devorado los aumentos acordados en las paritarias, y si en alguna medida ésta se ha desacelerado un poco, es por el hecho de que el tarifazo fue postergado y que el consumo se ha derrumbado un -4% en el primer semestre, trepando este índice al -9% en los sectores más pobres.
Esta situación ha desembocado en un malhumor generalizado y en un malestar social creciente que sólo necesita encontrar algún canal para expresarse, como se vio en la importantísima concentración el viernes 2 de septiembre en Plaza de Mayo. Una movilización que superó las expectativas del más optimista de los organizadores, le marcó la cancha a la reluciente conducción de la CGT unificada… y dejó en evidencia el sectarismo inconducente de los partidos que integran el FIT.
La Corte le da aire al gobierno
En este marco, la Corte Suprema de Justicia dio nuevas muestras de su alto perfil político, y de su vocación de árbitro en la vida política nacional. Si días atrás había dictado sentencia contra el gobierno y suspendido el aumento de tarifas de gas a consumidores residenciales, en esta oportunidad, utilizando argumentos técnicos y sin resolver la cuestión de fondo, dio un giro de 180 grados y revocó las medidas cautelares que frenaban en parte de la provincia de Buenos Aires el tarifazo sobre la luz eléctrica. Como dice el dicho popular: “una de cal y una de arena”.
Es que un nuevo fallo adverso hubiese significado un duro revés para Macri. Golpe que se traducía en un incremento del déficit fiscal en cuatro mil millones de dolares, y un nuevo obstáculo en el plan de ajuste de Cambiemos.
Esta situación pone en evidencia algunos aspectos. Por un lado, que de ninguna manera se puede depositar esperanzas ni confianza en la Corte Suprema como medio para frenar el ajuste de Macri; y por otro lado, que el tarifazo aún no ha sido derrotado.
Es importante no perder de vista que la Corte Suprema (y la justicia en general) es la más antidemocrática de todas las instituciones del Estado. Es el único poder estatal que está al margen de cualquier instancia de elección popular. Y si como si eso fuera poco, sus integrantes detentan sus cargos hasta que se jubilen o mueran. Por lo tanto, los Ministros de la Corte, es decir: los cortesanos, se entienden a sí mismos como los árbitros y garantes últimos de la institucionalidad burguesa y la gobernabilidad. Desde ese lugar en lo alto de la torre de marfil hacen su juego: un día te pegan y te dan un tirón de orejas y otro te dan una mano.
En esta oportunidad optaron por darle la derecha a Macri. Es que a nadie se le escapaba, y a Lorenzetti y Cía. menos aún, que otro fallo adverso contra el ajuste hubiese debilitado demasiado a un gobierno demasiado nuevo para tal nivel de erosión.
Un solo grito: “Paro general”
Mucha agua corrió bajo el puente, y muchas cosas quedan por debatir en el seno del activismo; pero hay un dato que sólo los necios incurables pueden no querer ver: la Marcha Federal, más allá de las intenciones de quienes la convocaron (y de los sectarios incurables), dejó instalada en la agenda nacional la necesidad del llamado a paro general contra el ajuste del gobierno de Macri.
No olvidemos que la última movilización masiva de trabajadores había sido el 29 de abril en favor de la ley antidespidos, tras la cual no sólo el gobierno se vio acorralado, sino que a la misma burocracia sindical le costó un largo mes de maniobras desactivar el “clima de huelga”.
Después del 29A, esta movilización fue la mayor acción de protesta contra el ajuste del gobierno de Cambiemos. Pero si bien esta movilización no tuvo las dimensiones de aquélla, también es cierto que ésta se produce en un momento muy distinto del gobierno de Macri, en el cual estaba en plena ofensiva en todos los frentes. Ahora la situación es sensiblemente distinta. Como venimos diciendo, el gobierno nacional, sin estar derrotado, ha perdido la iniciativa política y está viendo cómo reencausar su ajuste.
Es este sentido, esta convocatoria tuvo la fuerza que le dio el momento y la oportunidad. El deterioro innegable del salario sumado a la política ultrareaccionaria del gobierno de Macri generó que la Marcha Federal tomase fuerza día tras día, sumando adhesiones y obligando a la CGT unificada a dejar en “libertad de acción” a sus afiliados y a sus sindicatos miembros para participar de una convocatoria que ellos no llamaron y no querían.
Finalmente, la movilización superó todas las expectativas, más de 100.000 personas se hicieron presentes en Plaza de Mayo: entre ellos docentes, bancarios, estatales, metalúrgicos, que no se cansaron de exigir que se convoque a un Paro General. El marco obligó tanto a Yasky como a Micheli a llenarse la boca en los discursos hablando de la necesidad de convocar a un paro general y a un plan de lucha. Pero lo cierto es que ellos no pasaron de las palabras a los hechos, en concreto no anunciaron nada. Con la excusa de “defender la unidad del movimiento obrero”, se excusaron de plantear ninguna medida de lucha y se limitaron a prenderle una vela a la CGT para que sea ella la que convoque.
No obstante esto, la masividad de la concentración dejó el paro general objetivamente instalado en la agenda política del país, puso en evidencia a los ojos de todo el mundo que la bronca crece, y que la luna de miel con el gobierno hace rato que se terminó.
El FIT una secta reaccionaria
Palabras apartes merece la mezquindad autoproclamaría y sectaria del Frente de Izquierda (FIT) y de cada uno de sus integrantes. Macri ya lleva nueve meses de gobierno aplicando un ajuste feroz, con tarifazos, salarios a la baja, despidos y ataques en el frente democrático, y pese a esto tiene como centro de su política el negarse a la unidad de acción contra el gobierno ajustador y los ataques a los trabajadores. El PO osciló entre participar y no participar en la Marcha Federal, para terminar en una vergonzosa maniobra desacatando los mandatos de los plenarios de la Multicolor docente, y no participar de la misma (ver nota aparte). El PTS, por su parte, resolvió no participar de la manifestación contra Macri con el absurdo argumento que era una marcha kirchnerista e iban a participar sectores K. Luego, frente a una plaza que exigía el paro general, decidieron hacer oídos sordos y, al igual que Triaca y Stolbizer, limitarse a marcar que en la Plaza estuvieron algunos dirigentes K.
Muchos sectores de trabajadores tienen sus fuertes críticas a quienes convocaron, pero no obstante esto, se delimitaron de los mismos y salieron a la calle a luchar. El PTS por su parte apostó por no luchar. Desde el Nuevo MAS, en sintonía con los sectores antiburocráticos que quieren derrotar al gobierno de Macri, tuvimos una política diametralmente opuesta. Desde un principio nos delimitamos de los convocantes y no firmamos ningún documento, pero participamos de la misma confluyendo con los miles de trabajadores que salieron a luchar contra el gobierno ajustador y reaccionario de Cambiemos, contra el ajuste, el tarifazo, los despidos y la persecución a los luchadores exigiendo “Basta de tregua, la CGT y las CTA deben convocar a un paro general y a un plan de lucha”.
El 16 de septiembre, todos a las audiencias públicas para derrotar el tarifazo
Como venimos diciendo, Macri está en su peor momento, pero no está derrotado. El PRO y sus aliados tienen como objetivo liquidar las concesiones que la burguesía, por medio del gobierno K, se vio obligada a dar a los trabajadores y demás sectores populares como tributo al Argentinazo y a las relaciones de fuerzas que éste creó. Pero una cosa es querer hacerlo y otra muy distinta es poder hacerlo. Lo cierto es que el plan de ajuste de Cambiemos está empezando a chocar con aquellas relaciones de fuerzas entre explotados y explotadores y no le está siendo sencillo derrotarlas. Eso es lo que está detrás de las idas y venidas, y los tanteos del gobierno. No es simple inexperiencia, como ellos quieren hacer creer: es querer y no poder.
Así ocurrió con el ajustazo en el gas. El gobierno quiso y no pudo. Los ruidazos de semanas atrás obligaron a la Corte a anular el aumento de gas, pero sólo para que éste se haga de manera más prolija. Ahora pretende volver a la carga, pero esta vez con pretensiones algo más bajas: del 700% bajó al 400% y ahora al 200%, con intenciones de pegar un tarifazo cada seis meses.
Este retroceso parcial del gobierno no nos debe hacer bajar la guardia. Un ajuste gradual es una sangría en cuotas. El ajuste hay que derrotarlo desde la raíz. Para eso este 16 de septiembre, tenemos que transformar el llamado a la audiencia pública en una Jornada Nacional de Lucha contra los tarifazos.
El gobierno de Macri tiene como objetivo de su existencia el ajustar y hacer caer el costo de la crisis de la economía argentina sobre los hombros de los trabajadores y sus familias. Por eso es necesario enfrentarlo hasta derrotarlo. En este sentido, hay que aprovechar la fuerza de la Marcha Federal para exigir a la CGT y a las CTA que pasen de las palabras a los hechos y que llamen a un paro general contra el ajuste, el tarifazo y los despidos, por la reapertura de las paritarias y contra la persecución a los luchadores.
Editorial SoB n° 396, 8/9/16