Sep - 22 - 2016

El estancamiento de la economía europea es patente. El FMI ha rebajado su pronóstico de crecimiento a un 1,4%, lo que indica un estancamiento generalizado, más allá de las desigualdades que se registran entre los diferentes países.

Esta no es la única mala noticia. Tras casi una década de privatizaciones y “planes de austeridad” neoliberales que hundieron a amplios sectores de trabajadores y de clases medias, que extremaron las desigualdades sociales, que no llevaron a ningún “crecimiento sostenido” sino a desindustrialización de muchas economías europeas, hoy se anuncia que importantes bancos de Alemania y gran parte de los de Italia están a punto de estallar.

Durante las crisis financieras griega, española o de distintos países latinoamericanos, abundaron los discursos de tinte racista sobre los pueblos indolentes, que quieren vivir sin trabajar, se endeudan y van a la bancarrota. El ejemplo contrario eran los austeros alemanes, que además de trabajar 24 horas al día, tienen banqueros intachables y honestos, por encima de toda sospecha.

Ahora se informa que, por su tamaño, el ranking mundial de bombas de tiempo la encabeza el Deutsche Bank, la mayor entidad financiera de Alemania, y del mundo. Su quiebra sería de consecuencias internacionales comparables a la de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, que marcó el inicio de la crisis internacional de la que no hemos salido.

¿Por qué no ha quebrado ya el Deutsche Bank como Lehman Brothers? El secreto sería lo que se llama la “barra libre” (¿o “tenedor libre”?) del Banco Central Europeo. El BCE emite dinero gratuito a la banca comercial privada. Es decir, da dinero a un interés del 0% a los bancos. Pero eso no deja de ser un incremento del pasivo de esos bancos. Tarde o temprano, el globo inflado puede estallar si se sigue bombeando aire. Y el Deutsche Bank ya registra niveles mayores de “apalancamiento” que Lehman en vísperas de su quiebra. The Economist (Jul 16th 2016) lo define como “un titán que se tambalea”.

Más bombas de tiempo en Italia –Estallido previo de Mateo Renzi

Los bancos italianos no están mejor que su colega alemán. Allí el problema de fondo es el estancamiento sin salida a la vista del conjunto de la economía italiana.

Desde 2000 a 2015 el PBI italiano bajó un 0,5%, mientras que en Alemania creció un 18,2%. El neoliberalismo rabioso en general y, más concretamente, su instrumentación por la conducción de la Unión Europea, en particular, favorecieron en primer término a Alemania.

El estancamiento y decadencia de la economía de Italia ha generado un círculo vicioso. El estancamiento hace a las empresas italianas cada vez más insolventes para pagar los créditos tomados a los bancos, lo que a su vez deteriora el sistema bancario, que por lo tanto van reduciendo los créditos.

Por supuesto, el problema en el fondo no es puramente “financiero”, sino el inevitable crecimiento de las desigualdades y contradicciones en una Unión Europea neoliberal, donde el más fuerte –el imperialismo alemán– ha hecho marcar el paso al resto. El interrogante es hasta cuándo eso se va tolerar sin que se generen más tensiones e incluso nuevas rupturas.

Esto finalmente insinúa una nueva tensión en la UE, ya no sólo económica-financiera sino también política desde Italia. Estas preocupaciones comienzan a reflejarse en toda la prensa europea. Un especialista en temas económicos, lo resume así:

“Cuando Europa no ha terminado de asimilar el shock de la salida británica de la Unión Europea, la crisis bancaria italiana arroja petróleo al fuego y potencia la posibilidad de un Armadegón político, financiero y económico en el Viejo Continente. Si el sistema de medios de pago de la República transalpina, la tercera mayor economía de la UE y la octava del mundo colapsa, el proyecto europeo recibiría un golpe letal. La crisis de deuda desencadenada en Europa a raíz de la insolvencia de Grecia –un país con un PIB siete veces inferior al de Italia–, puso en cuestión la viabilidad de la unión monetaria. La de la banca transalpina, en una economía estancada y con una ratio deuda/PIB del 140% tendría consecuencias devastadoras. Certificaría el fracaso del marco institucional europeo, incapaz de hacer frente a situaciones críticas. Lo que daría nuevos y sólidos argumentos a los movimientos antieuropeístas.”[1]

En vísperas de la reunión de Bratislava, en agosto pasado, Merkel, Hollande y Mateo Renzi (primer ministro de Italia), hicieron una publicitada y teatral ceremonia frente al Mediterráneo, a bordo de un portaaviones italiano. Allí proclamaron solemnemente el relanzamiento de “una nueva Unión Europea”. Prometieron “la refundación de Europa” (Merkel), “mayor desarrollo y un futuro para los jóvenes” (Hollande), “relanzar el crecimiento para generar empleo y reducir el paro juvenil” (Renzi). La puesta en marcha de todos esos milagros se produciría en la cumbre de Bratislava.

Ya explicamos cómo en Bratislava no paso nada de eso. No hubo ni medidas concretas de “relanzamiento” de la UE, ni de “refundación”, ni menos aún de acciones preventivas de un cataclismo económico-financiero como el que amenaza a Italia.

Quizás por eso, al terminar la reunión de Bratislava, Mario Renzi tuvo un público ataque de furia donde se descargó violentamente contra Ángela Merkel y su socio menor François Hollande. Con el título “El primer ministro italiano arremete contra la UE y Merkel”, la agencia Reuters (18/09/2016) informaba así el estallido de Renzi, algo inconcebible en el “minuet” diplomático que reinaba hasta hace poco en las cumbres de la Unión Europea:

“Matteo Renzi –dice Reuters–, elevó el domingo el tono de sus críticas contra otros líderes europeos después de una cumbre en Bratislava que dijo que se resumió en ‘un agradable crucero por el Danubio’. Renzi dijo al finalizar la cumbre que no estaba satisfecho con su comunicado final, después de quedar excluido de una rueda de prensa conjunta ofrecida por la canciller alemana Merkel y el presidente francés Hollande.

“Luego, en una agresiva entrevista en el diario Corriere della Sera, Renzi intensificó sus críticas: ‘Si queremos pasar la tarde escribiendo documentos sin alma ni horizonte lo pueden hacer desde su casa’, dijo Renzi sobre los líderes europeos. Y añadió: ‘No sé a lo que se refiere Merkel cuando habla del «espíritu de Bratislava». Si las cosas siguen así, en vez del espíritu de Bratislava estaremos hablando de los fantasmas de la Unión Europea’…”

Como vemos, la crisis de la UE no ha finalizado con el Brexit. Más bien, ha comenzado. El desafío de la izquierda europea es de levantar una alternativa socialista y de clase frente ese engendro de las burguesías imperialistas europeas.

Nota:

1.- Lorenzo B. de Quirós, “Y ahora viene Italia…”, Economía-El Mundo, 10/07/2016.

Por Claudio Testa, SoB n° 398, 22/9/16

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