Al día siguiente del primer paro nacional de mujeres la línea 144, la única en pie para atender denuncias de este tipo, duplicó el número de llamadas que recibe a diario. La respuesta del Consejo Nacional de la Mujer fue un mensaje en todas las redes sociales, pidiendo… que la gente se midiera, que llamara menos porque no dan abasto. En los días siguientes dos anuncios del gobierno remarcaron cuál es la postura de Macri y su gabinete frente a la situación de las mujeres en el país: bajo la reforma de la Procuraduría Nacional y la guerra entre el gobierno y la kirchnerista Gils Carbó, aprovecharon para volar la Unidad Fiscal especializada en violencia hacia las mujeres (UFEM). Y después de que la Ministra de Salud de Buenos Aires anunciara que la provincia iba a adherir al Protocolo Nacional de abortos no punibles, arrancado con la lucha a la Corte Suprema en 2012, esta semana por decisión de la gobernadora Vidal, fiel representante del Opus Dei, se volvió atrás con la medida.
Los días que siguieron al Paro, sin embargo, estas noticias no estuvieron en los medios masivos. Apenas si se colaron en algún medio alternativo. La televisión y los principales diarios se llenaron de comentarios de compungidos analistas por el aumento de los femicidios, muy solidarios y reflexivos con las razones del paro, pero para machacar y machacar que la violencia hacia las mujeres nos “atañe a todos”, es una “cuestión cultural” y no es un problema “partidario”. Igual que ocurrió con el primer #NiUnaMenos, los que están en el poder, los que gobiernan -entonces el kirchnerismo y ahora el macrismo, y sus correspondientes voceros- tratan de diluir la protesta, haciéndola pasar como un mal que no se sabe de dónde viene, que no se sabe quién lo ampara, que no se sabe quién tiene la responsabilidad de frenar. Y si el gobierno trata de disimular, silbando bajito, no pueden ocultar que no han movido un solo dedo para hacer algo real por las mujeres. Recortar todo programa de asistencia, evitar cualquier campaña seria contra la violencia, impedir que se dicte educación sexual en las escuelas, son responsabilidad de quien gobierna y no de un abstracto “nos atañe a todos”. Las campañas contra la explotación sexual darían risa si no fuera porque las mujeres que están en las redes de trata están a la vista de todos, en la esquina, en los boliches, en los bares, en todas partes, y esas redes existen y funcionan al amparo de la policía y los funcionarios que reciben las coimas y que son parte del negocio. El “nos atañe a todos” queda pálido frente a los que tienen la responsabilidad por mantener la impunidad de los violentos, violadores, pedófilos y femicidas, mientras hay mujeres criminalizadas por defenderse de la violencia machista, como Yamila en Rosario, Victoria en Misiones o Reina Maraz en Buenos Aires. Y es inocultable que mientras el gobierno sigue financiando a la Iglesia católica, destina menos de un peso por mujer para combatir la violencia.
Las razones de la violencia son profundas, tan profundas como una sociedad capitalista y patriarcal donde las mujeres somos cosas, somos madres, somos la mujer de… La lucha de las mujeres por tener una vida propia, por ingresar al mercado laboral y tener independencia cuestionan las bases mismas de una sociedad organizada al servicio de los ricos y poderosos. Y cuestiona los privilegios de tener una mujer que se haga cargo de todas las tareas y se banque ganar poco y se banque la superexplotación, los peores trabajos y los peor pagos.
El paro y la movilización lograron dejar atrás el triste intento de algunos de convertir el Paro de Mujeres en un Paro contra la violencia hacia todos, hombres, perros, bacterias y extraterrestres. Nadie menos, decían. Y era para intentar invisibillizar que la epidemia de asesinatos de mujeres no cesa. Y que además viene con saña. Como si fuera un mensaje siniestro, al día siguiente del paro de mujeres que se organizó por la indignación de la crueldad con la que mataron a Lucía, en la mismísima Mar del Plata violaron una piba que iba a la escuela. ¡Claro que tenía que ser un paro de Mujeres! Por el atroz crimen contra Lucía en Mar del Plata, por Marcela asesinada por ser lesbiana, por los 19 femicidios en un solo mes. ¡Por los más de 270 femicidios en un año!
Con la organización se multiplica la lucha
Mientras la CGT se reunía con el gobierno para asegurarle paz social a cambio de un miserable bono que solo cobrarán algunos, el movimiento de mujeres venía con la fuerza del Encuentro Nacional de Rosario y la marcha de 70 mil mujeres en esa ciudad. Indignadas por el brutal asesinato de Lucía Pérez en Mar del Plata, el colectivo de periodistas #NiUnaMenos convocó una reunión para el viernes 14/10. Más de 50 agrupaciones del movimiento de mujeres respondimos y nos reunimos para idear y llevar adelante el Paro, y bajo el lema común de #NosotrasParamos por #NiUnaMenos, inspiradas por el paro de mujeres de Polonia, salimos a convocar a las mujeres y a todos aquellos que quisieran acompañarnos para exigir políticas para que dejen de matar mujeres. Nos pusimos de acuerdo en organizar un paro de una hora en todos los lugares de trabajo, con la modalidad que se pudiera, haciendo ruido, bajando a la calle, haciendo carteles, banderas y todo lo que sirviera para visibilizar que estamos hartas de que se siga matando mujeres con total impunidad, que no haya ni media campaña contra la violencia hacia las mujeres, que en las escuelas no haya educación sexual para enseñar que las mujeres no somos cosas ni propiedad de nadie. La respuesta fue impresionante. En pocas horas la convocatoria al paro se replicó por todas partes. ¡Y hasta se replicó en el mundo! Las organizaciones del movimiento de mujeres demostraron su llegada y demostraron también que hay una mayoría social solidaria con las causas de las mujeres y harta de ver cómo todos los días muere una mujer bajo un crimen de odio, solo por el hecho de ser mujer, solo por el hecho de querer decidir, por el hecho de que querer salir a divertirse, por el hecho de vestirse como le venga en gana, por querer separarse y hacer otra vida. En Perú, en Chile, en Uruguay, en México, en Costa Rica, en Brasil, en Guatemala se repitió el #NiUnaMenos. Y hasta las mujeres de Polonia, hicieron llegar su solidaridad a quienes nos movilizamos ese gran día.
Allí donde hay comisiones internas de izquierda o combativas, allí donde hay activistas, se organizaron las acciones del paro. Como en la Pilkington, una fábrica donde trabajan todos varones, pero que ya venían con la experiencia de que un obrero había asesinado a su pareja y el conjunto de los trabajadores no solo repudió públicamente el femicidio, sino que con gran sensibilidad hicieron un comunicado señalando que no iban a defender corporativamente a un trabajador si era un femicida. Esos obreros de la Pilkington cumplieron con las mujeres y pararon durante una hora. Lo mismo hicieron los trabajadores y trabajadoras de la fábrica Pepsico, con gran tradición de lucha. Emocionante fue lo de las trabajadoras del subte, que durante una hora dejaron de manejar los trenes, abrir las puertas y cobrar boletos, acompañadas por los varones que hicieron doble turno para que ellas pudieran parar. Se multiplicaron las fotos de las escuelas, en los hospitales, en las dependencias públicas, en los bancos, allí donde alguien organizó había carteles, había batucada, había megáfono, y en las calles de la ciudad de Buenos Aires todo el día se sintió que ¡fue un parazo!
A la Plaza de Mayo por la responsabilidad política
También las que nos reunimos para organizar el paro decidimos además convocar una movilización, que partiera desde el Obelisco hacia la Plaza de Mayo. No fue una casualidad, no fue que la gente se juntó y porque sí fue a la plaza. Las agrupaciones que organizamos la marcha teníamos claro que hay que señalar la responsabilidad del gobierno nacional. Un río de mujeres y de varones que acompañaban, se hizo presente, a pesar de la lluvia constante y del frío más otoñal que primaveral, miles y miles y miles fueron a la convocatoria. Y miles y miles y miles llegaron empapadas a Plaza de Mayo, a gritar #NiUnaMenos #VivasNosQueremos. Y esas miles y miles también estuvieron de acuerdo en que el lugar para marchar es la Plaza donde está el poder político.
El documento leído en la Plaza por las periodistas y todas las aclamaciones que hicieron, sin dejar que ninguna otra de las organizadoras se expresara, tuvo un sesgo muy marcado por las ideas de las militantes kirchneristas. No fue un documento elaborado en común, aunque todas las organizaciones firmamos el documento. Y por eso solo expresó una parte de las organizaciones que habíamos sido convocantes. Tuvo el valor de ser un documento y un acto que denunció al gobierno nacional como responsable de que no haya políticas para evitar, frenar, y menos que menos erradicar los femicidios y la violencia contra las mujeres, pero interesadamente no fue hasta el final, no señaló la importancia que tiene la alianza entre el movimiento de mujeres y la clase obrera contra el sistema de opresión y explotación.
Las Rojas creemos que es importantísimo defender la independencia política del movimiento de mujeres respecto de cualquier proyecto de partidos patronales, y por eso seguir en las calles y organizarnos para ser cada vez más las que luchamos por cambiar la situación, las que luchamos junto a la clase trabajadora para torcerle el brazo a este gobierno reaccionario, es muy importante. El próximo 25 de noviembre, saldremos nuevamente en el día contra la violencia hacia las mujeres. Y tenemos una tarea: construir una campaña para que el próximo 8 de marzo salgamos en todo el país por el aborto legal en el hospital. Este reclamo no solo es vital, para que dejen de morir mujeres por abortos clandestinos mal realizados, sino para frenar la avanzada en criminalizar a las mujeres que llegan al hospital con abortos en curso y que son maltratadas por un sistema de salud organizado por el Opus Dei y sus amigos, para conquistar la nulidad de la condena a Belén. Pero es también de vital importancia para avanzar en el derecho de cada mujer a decidir sobre su cuerpo y su vida. Un Estado que es garante de que las mujeres no podamos decidir sobre nuestro propio cuerpo, sobre nuestra sexualidad, sobre la maternidad, es un Estado que garantiza educar en que las mujeres son propiedad de otro, y por eso también pueden ser violadas, pueden ser maltratadas, pueden ser asesinadas. ¡Vamos por un 8 de marzo que ponga en las calles el grito de ni una muerta más, ni una presa más, aborto legal en el hospital!
Por Inés Zeta, SoB n° 403, 27/10/16