Una maniobra amparada en la ley electoral proscriptiva
La ley de las P.A.S.O generó la correcta respuesta de unificar a la izquierda contra la proscripción. Sin embargo, la presión del régimen metió la cola ya en las discusiones iniciales en el 2011. Una serie de dificultades en la legalidad electoral nacional de nuestro partido fue la excusa utilizada por el FIT para dejar afuera al Nuevo MAS.
En las elecciones del 2009 desde el Nuevo MAS fuimos parte de un frente de izquierda que tenía a la cabeza al PTS, en segundo lugar a nosotros y en tercero a IS, fuerzas que ya habíamos participado juntos en 2007. Con el PTS habíamos hecho frente ya en 2005. La alianza en el 2009 tuvo su mejor elección en la provincia de Buenos Aires, donde la lista a diputados encabezada por el Chino Héctor Heberling sacó más de cien mil votos, superando a la del PO encabezada por Pitrola.
Cuando, P.A.S.O mediante, los cuatro actores nos sentamos en la misma mesa, se nos negó tener una representación desde la cual hacer política de las muchas candidaturas en una elección en que se elegía presidente y vice, gobernador, diputados y senadores.
¿Qué había cambiado en dos años para que a quien encabezaba un frente que le ganó al PO en la principal provincia del país no le correspondiera siquiera un espacio para poder sacar un cartel con su política?
Que la ley proscriptiva, además de exigir el 1,5% de los votos para pasar a las elecciones generales, le sacaba la legalidad nacional a quienes no tuvieran 5 legalidades provinciales, requisito que previamente sólo se computaba para sacar la legalidad nacional pero no para mantenerla. Eso, y el poco tiempo para buscar levantarla –lo que sí hicimos para la siguiente presidencial en 2015-, fue lo que nos dejó sin legalidad nacional.
Desde el Nuevo Mas rechazamos que ese fuera el principal criterio para definir candidaturas, no sólo basados en cuestiones políticas sino con el antecedente de que en el anterior frente, a Izquierda Socialista no le habíamos hecho pagar su falta de legalidad nacional cuando se sumó después de su ruptura con el MST en el 2007.
Aún con un criterio equivocado apoyado en la medida proscriptiva que nos sacó la legalidad nacional, el Nuevo MAS estaba dispuesto a ser parte del frente si se nos otorgaba la simbólica senaduría por provincia de Buenos Aires. Pero ni siquiera eso estuvieron dispuestos a conceder con lo que nos excluyeron, sólo para luego largar una campaña de que el “nuevo MAS desaparecería por no ser parte del FIT”…
De hecho, en el articulado del naciente programa del FIT (y que nos conste al menos hasta su programa del 2013), no existió el rechazo a la ley proscriptiva, una falta que consideramos de principios, expresión de fuertes elementos de adaptación al régimen político de la democracia de los ricos.
Esa primera discusión del FIT nos dejó afuera a nosotros; pero el criterio de adaptación al régimen utilizado, marcó una de los más graves problemas de concepción que arrastró dicho frente desde sus inicios.
La utilización del régimen proscriptivo en su propio beneficio
Más allá del carácter sin principios de la exclusión, desde el Nuevo MAS, tanto en el 2011 como en las dos siguientes elecciones, los llamamos a votar en las generales. Ahí entra otro mecanismo de la utilización de las PASO para monopolizar artificial y burocráticamente la representación de la izquierda.
En 2013, desde el Nuevo MAS estuvimos a centésimas de pasar las PASO en Córdoba y en Neuquén, obtuvimos el 0,87 por ciento de los votos en CABA (16 mil votos) y sacamos 67 mil votos en provincia de Buenos Aires. Las proporciones en esas provincias con el FIT no superaron el 4,5 a uno de un frente instaladísimo de tres grupos políticos. Pero la traba proscriptiva les permitió valerse de nuestros votos y del resto de la izquierda, con los que consiguieron diputados.
En 2015, ya con la legalidad nacional conquistada por parte de nuestro partido, no quedaban motivos “legales” para excluirnos, ni tampoco electorales habida cuenta de la elección que realizamos solos en 2013 (totalizamos más de 100.000 votos). Pero nada.
Nos dirigimos al FIT en innumerables ocasiones y por distintos motivos mediante cartas abiertas. Jamás tuvimos una sola respuesta por parte de dicho frente. De vez en cuando alguno de sus voceros hacía alguna declaración demagógica para engañar al público de izquierda (como Del Caño en el último acto de Atlanta), pero siempre la negativa a siquiera considerar nuestra inclusión fue total y completa[1].
También reclamamos públicamente la necesidad de hacer encuentros obreros. Tanto después del realizado en Atlanta (marzo del 2014), del cual el PO se negó a participar, como en ocasión de las duras luchas obreras contra de Gestamp y Lear, como para evitar que se frustrara el que se había programado en Racing (marzo 2016). Jamás se dignaron a contestarnos.
¡Ni siquiera aceptaron en una de las tantas cartas que les mandamos hacer una conferencia de prensa común para llamarlos a votar (octubre 2015)!
Esta ha sido, muy brevemente, la historia de los esfuerzos de nuestro partido por unificar fuerzas con los integrantes del FIT. Cabe entonces enteramente a ellos, el hecho que de ahora surja un nuevo frente de la izquierda socialista en nuestro país, del que estamos orgullosos y felices, por otra parte.
Desde el Nuevo MAS creemos que en Argentina y a nivel mundial se vienen tiempos convulsionados. La izquierda tiene que presentar una alternativa política revolucionaria que sirva de expresión de las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud. El cambio de la situación política con la asunción de Macri y el giro hacia la izquierda en la orientación del MST, así este sea coyuntural (será el desarrollo concreto de la lucha de clases el que lo dirá), nos da la oportunidad de intentarlo con un nuevo frente de la izquierda socialista que sale a la cancha para unir a la clase obrera y a la izquierda en la lucha por relanzar la perspectiva del socialismo.
[1] Dirigentes de ambos partidos en encuentro informales, más de una vez, nos manifestaron que el FIT “era un negocio” y que en dicho negocio no podía caber “nadie más”…
Por Ariel Orbuch, SoB 407, 24/11/16