La orden ejecutiva firmada por el flamante presidente estadounidense, Donald Trump, el 28/01 para prohibir la entrada a los Estados Unidos de inmigrantes de siete países de mayoría musulmana suscitaron importantes protestas en los principales aeropuertos del país contra las detenciones a inmigrantes.
El decreto es una verdadero escándalo xenófobo, provocador e ilegal en partes iguales que busca profundizar la islamofobia en los Estados Unidos, poniendo bajo la mira a los países que más han sido perjudicados por la intervención imperialista: Irak, Siria, Libia, Irán, Sudán, Yemen y Somalia, todos países listados como “preocupantes” para el gobierno estadounidense. No sorprendentemente el listado excluye a Arabia Saudita, uno de los principales financistas del ISIS, vinculado directamente a los atentados del 11 de Septiembre, pero uno de los principales socios comerciales de EE UU en Medio Oriente.
Luego de conocerse el decreto, compañías aéreas de todo el mundo cancelaron pasajes para los Estados Unidos a gente de todos estos países, desde turistas hasta extranjeros nacionalizados estadounidenses que habían vuelto durante las vacaciones a sus países de origen. Pero todo se volvió aún más escandaloso cuando más de doce personas, que se encontraban en vuelo al momento de firmarse el decreto, fueron inmediatamente detenidas al llegar a sus aeropuertos.
Se trataba de estudiantes, trabajadores con permiso de residencia permanente (greencard), turistas y refugiados cuyos asilos políticos ya habían sido aprobados. Sin tener claridad sobre qué hacer con ellos, permanecieron recluidos más de seis horas en varios aeropuertos de los Estados Unidos hasta que organizaciones de Derechos Humanos, abogados migratorios y activistas de todo tipo comenzaron a llenar los aeropuertos, exigiendo la liberación y el ingreso de los detenidos.
En pocas horas hastags como #MuslimBanProtest o #NoBanNoWall se habían convertido en Trending Topics a nivel nacional y manifestantes llegaban en grandes números a los aeropuertos para solidarizarse con los detenidos y protestar contra la medida impulsada por el gobierno de Trump, copando terminales aéreas en Nueva York, Washington DC, Los Angeles, Boston, Chicago, Houston, Dallas, San Diego, Millwaukee, Seattle y Salt Lake City entre otros.
El aeropuerto de Chicago se vio forzado a cortar la circulación de tránsito ante la cantidad de manifestantes congregados en O’Hare y en Nueva York el Sindicato de Taxistas llamó a una huelga de transporte hacia el aeropuerto JFK. “Nuestra fuerza sindical de 19mil miembros se opone firmemente a la prohibición a los musulmanes. Como una organización de base ampliamente musulmana, una fuerza de trabajo casi totalmente inmigrante, y como un movimiento de la clase obrera arraigada en la defensa de los oprimidos (…) sabemos muy bien que cuando los programas gubernamentales fomentan la islamofobia, y la retórica del odio es esparcida desde el púlpito de los bravucones, los crímenes de odio crecen y los choferes sufren gravemente” expresaron en un comunicado de prensa. Al poco tiempo, se hizo viral el hastag #deleteUber, en respuesta a los conductores que transportaban gente al aeropuerto.
Las protestas, nutridas de activistas con pancartas y banderas que exigían la apertura de las fronteras, el cese a la discriminación y el rechazo a Trump, se extendieron hasta la noche en muchos aeropuertos, ejerciendo una enorme presión política sobre el gobierno, que fue blanco de duras críticas a nivel internacional, y sobra la justicia, que hacia las 23.00 (hora de Nueva York) tuvo que ordenar la liberación de los detenidos y su ingreso al país.
Lograr la liberación de los detenidos y evitar su eventual deportación fue vivido como una primer victoria por los manifestantes, como una primera demostración de resistencia contra Trump y sus ataques políticos. Tal es así que al día siguiente se registraban importantes movilizaciones y concentraciones de cientos de personas en ciudades como Nueva York, Boston y Washington DC.
Efectivamente haber logrado ese grado de movilización, tomando en cuenta el carácter autoconvocado de buena parte del activismo y que la mayoría de los aeropuertos están situados en las afueras de las grandes ciudades, significa un paso organizativo enorme para un movimiento que está haciendo una acelerada experiencia de lucha, enfrentando a un gobierno que desde el minuto cero le declaró la guerra a las minorías y los oprimidos tras años de mucha estabilidad.
Sin embargo hay que tomar en cuenta que se trataba de un grupo de gente que se hallaba en vuelo, con todo el papeleo hecho y aprobado y estatus legal para entrar en los EE UU cuando fueron detenidos. Prevalece la prohibición de entrada para inmigrantes de todo tipo (salvo diplomáticos o estadounidenses residiendo en el extranjero) de estos siete países por tres meses, y el proceso de acogida de refugiados políticos está suspendido completamente por cuatro meses. Resta ver qué pasará con todos aquellos que, estando establecidos en Estados Unidos, salieron del país por distintos motivos y cuyo retorno ahora es incierto. Trabajadores, estudiantes, artistas, intelectuales y familiares se enfrentan a la posiblidad de quedar exiliados si esta retrógrada prohibición no se revierte.
Trump pretende enviar al mundo un mensaje profundo políticamente. Que la principal potencia del mundo tilde oficialmente de terroristas a personas basándose sólo en su nacionalidad o religión es una incitación al odio racial y religioso en su país y un importante espaldarazo a la creciente islamofobia a nivel mundial. Va de la mano con su declarada “guerra al ISIS” y el estrechamiento de relaciones con Israel, lo que anticipa un panorama aún más hostil para Medio Oriente en general, y los musulmanes en particular.
La fuerza y acervo de las protestas que se había visto en las jornadas del 20 y 21 de Enero pareció encontrar un nuevo cauce en la defensa de los inmigrantes detenidos, de momento la materialización más concreta de las políticas de odio racial que pregona Trump. Este primer triunfo parcial debe servir para sacar una conclusión muy importante: Con la lucha se puede ganar y para preparar futuras batallas mucho de mucho mayor envergadura.
Corresponsal desde Washington, 30/1/17