Aprovechando la crisis, los desastres y el desprestigio del gobierno de Maduro…
«Están dadas las condiciones de una tormenta perfecta para un cambio político en Venezuela» [Henrique Capriles, líder de la oposición de derecha, entrevista en La Nación, Buenos Aires, 25/04/2017]
Finalmente, la oposición de derecha liderada por Henrique Capriles, organizada en la MUD (Mesa de Unidad Democrática) y patrocinada desde el exterior por Washington y su Ministerio de Colonias, la OEA, decidió lanzarse abiertamente al asalto para un “cambio político”. Concretamente, derribar al gobierno de Nicolás Maduro y acabar con el régimen chavista… o por lo menos imponer condiciones que abran las puertas en ese sentido.
Para ello, Capriles y la MUD aprovechan los desastres del actual gobierno y, en general, la crítica situación económico-social, que ha llevado a Maduro a crecientes records de impopularidad.
Sus últimas torpezas políticas, como los choques entre el Tribunal Supremo de Justicia, la Asamblea Nacional y la Fiscal General[1], mostraron además divisiones en las alturas del mismo aparato de Estado y del chavismo.
A eso se suman las mil y una maniobras del Consejo Nacional Electoral (CNE) para postergar sin fecha las elecciones regionales para gobernaciones y consejos legislativos de los Estados Federales, que deberían haberse realizado a fines del año pasado.[2]
Esto último fue tensando cada vez más las relaciones entre la oposición burguesa y el gobierno. Capriles y la MUD han venido tolerando sin mover un dedo el agravamiento catastrófico de las condiciones de vida de las masas trabajadoras y populares. Y, obviamente, no les viene mal para el desprestigio del gobierno chavista.
¡Pero para ellos es intolerable que Maduro, con triquiñuelas leguleyas, aleje la fecha de las elecciones en que sueñan con hacer picadillo a los candidatos oficialistas!
Caracas, el Este (rico) y el Oeste (pobre), Gran Plantón y saqueos
Es en estas condiciones que Capriles y su heterogénea coalición creyeron que llegaba la hora de pasar a la acción. Además, desde el exterior redoblaban cada vez más fuertes los tambores de guerra contra Venezuela. Y no sólo en la OEA. También en el Mercosur, hoy regido por personajes como Macri y Temer, se dispuso una suspensión-expulsión de ese gobierno.
Respondiendo al llamamiento de Capriles y la MUD, se fueron sucediendo una serie de movilizaciones y medidas de protesta. Estas culminarían el pasado lunes 24 con el “Gran Plantón”.
El centro nacional del Gran Plantón opositor fue en Caracas. Consistía en ocupar durante varias horas del lunes la extensa avenida y autopista Francisco Fajardo, que corre por el medio de la ciudad del Este al Oeste.
La corresponsal de La Nación de Buenos Aires hace una buena pintura del plantón de la autopista Fajardo. Conviene citarla, para ver quiénes formaban fila allí:
“Los manifestantes en Venezuela volvieron a salir a las calles ayer, en una nueva jornada de protestas para reclamar elecciones generales, el respeto a la Asamblea Nacional, la liberación de los presos políticos y un corredor humanitario. Llamaron por primera vez a un «plantón» masivo. En Caracas, fue en la autopista Francisco Fajardo, la principal conexión entre el Este y el Oeste.
“Llevaron sillas plegables, comida, bebida, libros y hasta juegos para pasar el tiempo. También gorros, bandanas, protector solar o paraguas para enfrentar el sol que hacía sentir los casi 30 grados. Y el kit se completó con dentífrico, antiácido y otros productos para mitigar el efecto de los gases lacrimógenos.
“Con la «resistencia pacífica» sobre su asfalto, la concurrida autopista mostró una postal distinta. En lugar de autos, se llenó de gente sentada sobre almohadones, sillas, comiendo, conversando, leyendo o jugando a juegos de mesa. Los únicos vehículos que circulaban eran carritos que ofrecían agua, cerveza, plátanos o helados chupi. En lugar de bocinas, se escucharon cánticos improvisados contra el gobierno y discursos sobre la tarima instalada en la Francisco Fajardo.” [3]
En la situación económico-social de Venezuela, esto describe una concentración de las clases medias y la burguesía de Caracas. La mayoría de la población trabajadora y cada vez más pobre no tiene comida para llevar a pic-nics, ni dólares para protectores solares, dentífricos y otros lujos que sólo se consiguen en los “bachaqueros” del mercado negro.
Los trabajadores y los pobres pasan hambre y, con suerte, sólo consiguen la muy liviana bolsa de los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción). ¡Y no hablemos de dentífricos ni protectores solares! ¡Para seguir viviendo, no consiguen remedios tan elementales como los que controlan la presión arterial! ¡Y no tienen dólares para comprarlos a los bachaqueros!
El carácter social del Gran Plantón se complementa con otros datos que la citada corresponsal omite. A la autopista Francisco Fajardo sólo fue gente en su zona Este. En cambio, en el tramo Oeste la autopista estuvo desierta. Allí fracasó la convocatoria. ¿Por qué?
Caracas, como otras grandes ciudades, está partida socialmente en dos. Hay dos zonas tradicionalmente enfrentadas: el Oeste pobre contra el Este rico… algo que viene de antes de Chávez y Maduro, pero que ahora se viene agudizando. En el Oeste, a nadie se le ocurrió subirse a la autopista para apoyar los recamos de Capriles.
Eso no implica que hoy en el Oeste la mayoría adore a Maduro y su gobierno. Pero sí detestan –o por lo menos no se siente parte– de los que en el Este se solazaban con comida de pic-nic, helados y cerveza.
En estos últimos días, en el Este de Caracas, no tuvieron lugar ni el “gran plantón” ni marchas u otras movilizaciones opositoras. Pero sí hubo saqueos, que es otro hecho social y político muy importante… pero también muy diferente.
Sólo en El Valle, región de la zona Oeste, en esos saqueos murieron alrededor de una docena de personas. La mayoría al electrocutarse al intentar saquear una panadería. Tres o cuatro más, cayeron por disparos de patrones o custodios. También en Petare, otro sector tradicional del Oeste, los saqueos se propagaron… operaciones que el diario de derecha El Nacional atribuye a “colectivos chavistas”…
Una situación política compleja
Una trabajadora que nos escribe desde uno de los barrios no aristocráticos de Caracas, sintetiza así el cuadro completo:
“Hay saqueos esporádicos porque la situación es cada día peor. Hay pocos negocios abiertos de venta de comida, no hay suministros ni medicinas. Todo se compra en el mercado negro, negocian hasta las medicinas. Un vecino murió por falta de medicamentos para la tensión… uno entre tantos. […] Pero yo veo que el gobierno está firme. Tiene el apoyo de los militares y todavía hay una parte muy chavista fanática de la población… aunque hoy no sea la gran mayoría. Pero también la gran mayoría sigue sin confiar en la oposición….”
En este contexto, las movilizaciones opositoras de la MUD no han alcanzado –hasta ahora– para derribar a Maduro ni siquiera ponerlo de rodillas. Por supuesto, la situación puede cambiar radicalmente y con mucha rapidez por varios factores.
Uno, que el apoyo militar se deteriore. La oposición de Capriles y la MUD está haciendo ostensiblemente los mayores esfuerzos para lograr una división del aparato militar, que implicaría el fin de Maduro. Pero eso no es fácil cuando la oficialidad no sólo no sufre privaciones, sino que se le otorgaron negociados fabulosos, como explicamos semanas atrás. [4]
Otro, que dé un salto cualitativo la tensión social (no las manifestaciones pic-nic ni las guarimbas violentas de grupos minoritarios). Y que ello se exprese en la salida a la calle de sectores de masas que vayan más allá de la clientela social y política de Capriles y la MUD.
Esto no es para nada descartable. Aunque el gobierno, con los CLAP y otras medidas ha logrado paliativos, está lejos de resolver la catástrofe social… que genera disgregación pero también justificada rabia… La “tormenta perfecta” sería un estallido social que podría barrer a Maduro… pero no automáticamente beneficiaría a Capriles.
Por último, está la perspectiva de un nuevo acuerdo entre la oposición del la MUD y el gobierno. Visto desde afuera, parecería no muy difícil. Capriles y Cía. no hacen a Maduro ningún reclamo social serio. Lo esencial que le exigen es que se fije cuanto antes la fecha de las elecciones regionales y, por supuesto, que no se pretenda proscribir a Capriles como candidato.
Confían que Maduro y el PSUV van a perder abrumadoramente en los Estados y que eso, sumado a que ya no controlan la Asamblea Nacional, sería un golpe mortal. Pero, precisamente por eso, Maduro se ha negado hasta ahora a convocar las mentadas elecciones… aunque a veces insinúa que finalmente algún día se va a votar… no se sabe en qué año…
En resumen, como dice Capriles, hay elementos para que se desate “una tormenta perfecta”. Pero no está claro que el “cambio político” que genere lo eleve al podio.
En verdad el único “cambio político” progresivo sería que de esa “tormenta perfecta” surja una alternativa de los trabajadores y las masas populares, absolutamente independiente de Maduro o Capriles.
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1.- Ver “Venezuela: Asamblea Constituyente para que la población pueda decidir el futuro del país” (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=9479) y “La catástrofe del chavismo favorece mundialmente a la derecha” (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=9512), en Socialismo o Barbarie nº 420, 07/04/2017.
2.- Las fechas exactas son tema de debate. Pero lo evidente, por vagos comentarios del mismo Maduro, es que se trata de alejarlas prudentemente lo más posible.
3.- Julieta Nassau, “Postales distintas de un día que intentó evitar la violencia”, La Nación, 25/04/2017.
4.- Ver “La catástrofe del chavismo…”, cit.
Por Rafael Salinas, SoB 423, 27/4/17