Este
trabajo de un dirigente del SWP británico, editado en International
Socialist Journal 103, verano 2004, constituye una elaboración
marxista seria sobre una región del mundo que resulta aun hoy
virtualmente desconocida para los socialistas revolucionarios
latinoamericanos: el subcontinente indio. Si bien el texto tiene algo
más de un año, consideramos que por su carácter de estudio histórico-político
general –más allá de los matices– su publicación representa un
aporte al acervo internacionalista de los activistas hispanoparlantes.
La traducción es de M. Yunes.
India
Una
aproximación a su realidad
Por
Chris Harman
Primera
parte
El
resultado de la elección de mediados de mayo en India sorprendió a
todos los observadores de todas clases. Tanto en la izquierda como en
la derecha se esperaba que el chauvinismo hindú del Partido Bharatiya
Janata (sigla en inglés BJP) lograra fácilmente otro mandato de
cinco años. Había poco más que profundo pesimismo en la izquierda
después de que en las elecciones en tres estados del norte de India
se impusiera el BJP por amplia mayoría. Los neoliberales de todo tipo
descontaban la victoria, dado que aceptaban la afirmación del BJP que
India “brillaba”, por cuanto las reformas para “liberar” las
empresas facilitando que los ricos se hicieran más ricos estaban
destinadas, según ellos, a ayudar a los pobres. Un informe del Banco
Mundial de este año ensalzaba su performance: “India está a una
distancia llamativamente corta de lograr un crecimiento económico
anual del 7,5% o más, lo que debiera acercarla a los niveles de los
tigres asiáticos y llevar a una caída significativa de la pobreza. [1]
Hasta ex marxistas como Meghnad Desai
[2]
y Nigel Harris [3] coincidían en esto, y declaraban que se había
encontrado una nueva forma de hacer avanzar el crecimiento económico
y que esto conduciría, de manera sostenida aunque lenta, al fin de la
pobreza.
Sin
embargo, la conclusión casi unánime de los observadores tras la
elección fue que los pobres habían votado contra el BJP porque India
no resultaba “brillante” para ellos. El BJP perdió casi la
tercera parte de su representación parlamentaria y permitió al
Partido del Congreso renacer de sus cenizas, ya que consiguió
aumentar en un tercio su bancada y se ubicó como el partido más
votado por primera vez en diez años. De hecho, el sistema electoral
uninominal de la India* deformó hasta la exageración el cambio en la
votación; tanto el Partido del Congreso como el BJP obtuvieron menos
votos que en la última elección de 1999. [4]
Pero el BJP y sus aliados recibieron una paliza en lugares en los que
confiaban en obtener victorias aplastantes, como Gujarat. Una encuesta
post electoral en el importante estado de Andhra Pradesh mostró que
el 54% creía que “sólo los ricos se han beneficiado” de las políticas
económicas del gobierno, y sólo el 16% creía que “ha llegado la
prosperidad”. [5]
No
se trata de una rutinaria renovación parlamentaria. En el núcleo del
BJP existe una organización compacta, el RSS, conducida casi de
manera militar y basada en inculcar la idea de la superioridad hindú
sobre los 150 millones de musulmanes del país, así como en incitar
reiterados ataques armados contra las minorías religiosas. Hace solo
dos años el RSS alentó disturbios en uno de los estados más
desarrollados de la India, Gujarat, que desembocaron en la muerte de
2.000 musulmanes, mientras que en el gobierno estatal del BJP se
aseguró de que la policía sólo interviniera para apoyar a los
atacantes y el gobierno nacional encabezado por el BJP calculaba el rédito
electoral que obtendría. Nada de esto, por supuesto, evitó que
George Bush abrazara al primer ministro indio, Vajpayee, como un
aliado en la “Guerra contra el terrorismo”, o que el neolaborista
británico David Blunkett usara a India como plataforma de lanzamiento
de una de sus iniciativas “antiterroristas”.
El
BJP y el RSS se lamerán sus heridas en los próximos meses. Pero, ¿significa
esto que el Partido del Congreso recuperará el rol político
dominante que supo tener, que la India entrará en una nueva era de
estabilidad política y que el RSS y sus organizaciones por frente han
desaparecido para siempre como amenaza?
En
este artículo intento demostrar por qué no es así, junto con
aportar una guía aproximada a lo que realmente viene pasando, así
como sugerir algo de lo que debería estar haciendo la izquierda.
Crecimiento
económico
El
capitalismo indio ha crecido enormemente desde la independencia en
1947, y lo sigue haciendo. Los intentos de negar esto por parte de
amplios sectores de la izquierda india llevan a darle la espalda a la
realidad y a estrategias que pueden a veces parecer heroicas pero están
condenadas al fracaso.
Pero
esto no significa que India está por transformarse insensiblemente en
una economía industrial avanzada, como argumentan los neoliberales.
El proceso de acumulación capitalista es siempre una dinámica
contradictoria que crea reiteradas crisis económicas, sociales y políticas,
y muy en particular en los capitalismo más débiles y económicamente
menos desarrollados.
La
evidencia estadística del crecimiento industrial de la India es
incuestionable. El producto manufacturero creció a un promedio de un
5,3% anual entre 1950 y 1981, y un 6,4% anual entre 1981 y 2000. El
producto agrícola creció un 2,3% anual promedio en el primer período
mencionado, y un 3,8% anual en el segundo. [6]
De modo que el producto de las manufacturas era 12 veces mayor en 2001
que en 1951, y el producto agrícola cuatro veces mayor. La forma en
que ciertas regiones de la India han cambiado drásticamente con la
industrialización es evidente para cualquiera que en las últimas dos
décadas haya visitado lugares como Mumbai (Bombay), Chennai (Madras),
Hyderabad o Bangalore. Se ha acumulado capital, y esta acumulación ha
transformado las vidas de decenas de millones de personas.
En
lo que se equivocan los apologistas del capitalismo es en igualar este
crecimiento con una elevación general de la sociedad que barriera
implacablemente la pobreza y la opresión. De hecho, en todas partes
el crecimiento capitalista viene acompañado hoy de una intensificación
de algunas formas de opresión y por profundos bolsones de pobreza que
en algunos lugares se expanden y en otros se contraen. E incluso donde
hoy hay crecimiento, no hay garantía alguna de que vaya a continuar
sobre ruedas en los próximos años. El ejemplo de países como
Argentina –o incluso Japón– debería resultar prueba suficiente
de ello.
El
crecimiento indio no ha sido parejo nunca en ningún punto de las últimas
cinco décadas, sino que fue signado por continuas fluctuaciones, y
los últimos cinco años no han sido la excepción. Así, la producción
manufacturera creció un 6,7% en 1999-2000, un 5% en 2000-2001, un
2,7% en 2001-2002 y un 5,3% en 2002-2003. [7]
La disparidad se debe en parte a la sostenida importancia de la
agricultura. Si hay un año de monzón malo, los problemas agrícolas
frenan la expansión industrial; si hay un buen monzón, como en 2003,
toda la economía puede dar un salto hacia delante. Entre las razones
por las que India parecía “brillar” esta primavera estuvieron
justamente las lluvias del verano pasado. Pero hay otras razones para
las desigualdades además del clima. El crecimiento capitalista tiene
lugar siempre mediante súbitas alzas y luego detenciones repentinas.
Esto se debe al rol central que juegan las decisiones de los grandes
capitalistas sobre si invertir o no. Si las decisiones son positivas
hay un rápido crecimiento en el Mercado; si son negativas, hay
estancamiento o contracción. Este ha sido el comportamiento de India
en el ultimo medio siglo, con “no más de diez años de altas tasas
de crecimiento, seguidas casi invariablemente por bajas”. [8]
Cuanto más se abstiene el estado de controlar la economía en los
intereses de la clase capitalista en su conjunto, mayor la
probabilidad de que estas decisiones de inversión sean erráticas, y
más desigual será el desarrollo económico.
Las
recientes tasas de crecimiento han dependido de muy altos niveles de
ahorro e inversión, de entre el 25 y el 30% del producto total. Pero
estos niveles son muy difíciles de sostener, y ya hay ciertas señales
de retroceso. En todo caso, no son suficientes como para justificar
las exageraciones sobre un “gigante económico emergente” al nivel
de China (cuyo nivel de inversión es de un colosal 40% del producto).
Las cifras de la Organización Mundial del Comercio muestran que el
porcentaje de las exportaciones indias sobre el total cayó de un 0,8%
en 2002 a un 0,7% en 2004, lo que la ubica en el puesto 31. En cambio,
los porcentajes respectivos para China muestran un aumento del 5,1% al
5,9%. [9]
No
obstante, incluso los niveles actuales de ahorro e inversión solo
pueden sostenerse si la clase capitalista acumula una masa de
plusproducto a expensas de amplios sectores de la población. Hay
acumulación de riqueza en un polo, y todavía depende de la acumulación
de pobreza en el otro, más allá de lo que diga el Banco Mundial.
La
predicción de éste del fin de la pobreza descansa sobre cifras
oficiales que muestran un supuesto descenso de un 10% en la última década
en la proporción de gente viviendo en la pobreza. Pero en el mismo
período ha habido una caída del consumo de alimentos en las áreas
rurales donde viven dos tercios de los indios. Abhijit Sen, en su
reexamen de las cifras oficiales, concluye que el número total de
personas viviendo en la pobreza probablemente ha crecido a lo largo de
los 90, que el porcentaje de gente debajo de la línea de pobreza a caído
sólo muy ligeramente, y que en términos del combate contra la
pobreza los 90 fueron una “década perdida”. [10] La gente bajo la línea de pobreza en 2002 alcanzaba
un 35% de la población india, unos 364 millones de personas. Pero
incluso estos datos subestiman el nivel de sufrimiento en la “India
que brilla”, como puntualiza Sen: “la alimentación inadecuada está
mucho más extendida que el hambre o el ingreso de pobreza. La mitad
de todos los niños se encuentra clínicamente desnutrida y casi el
40% de todos los indios adultos sufren de deficiencia crónica de
energía”. [11]
La
pobreza en la que viven amplios sectores de la población se vio gráficamente
durante una elección del BJP en la ciudad de Lucknow en abril, cuando
22 mujeres y 3 niños murieron aplastados en una avalancha de miles de
personas para recibir saris gratis [una vestimenta típica
india. Trad.], cada uno de los cuales valía 45 rupias (92 centavos de
dólar).
Los
apologistas del capitalismo dicen que el crecimiento económico cortará
de cuajo y de manera automática esta pobreza mediante la creación de
nuevos puestos de trabajo. Pero la inserción de la India en el
sistema mundial implica que la inversión industrial es
abrumadoramente capital intensiva (esto es, que ahorra fuerza de
trabajo), con una relación capital-producto sustancialmente más alta
a partir de los 90. Apenas ha habido incrementos en el número de
empleos industriales en los últimos años. Y la agricultura es
incapaz de absorber una fuerza de trabajo rural que crece en unos tres
millones por año. De modo que continúa el flujo de gente del campo a
la ciudad, donde se encuentran con niveles de desempleo del 10% o más.
Algunos pueden encontrar trabajo en el sector de servicios, donde el
empleo está creciendo. Pero aunque una parte de este sector es
altamente productiva, esa parte es muy pequeña. Por ejemplo, los tan
publicitados call centers emplean sólo a 100.000 personas, el 0,002%
de la fuerza de trabajo del país. [12]
Muchísimo más importantes son los empleos que requieren trabajo no
especializado con muy bajos niveles de productividad por las 50 rupias
(un dólar) que se necesitan para mantener una familia en niveles de
subsistencia: barrido y limpieza, empleo domésticos, lavado de ropa,
carga de carretillas, vendedores en rickshaws [especie de
bicicleta con capacidad de carga muy común en todo el sur de Asia.
Trad.], vendedores ambulantes, porteros, mozos, guardas. E incluso en
este sector algunos puestos están amenazados por la tecnologías: por
ejemplo, el uso de aspiradoras en vez de escobas, reemplazo del rickshaw
a pedal por el motorizado, el uso del teléfono celular en vez del
mensajero.
Los
beneficiarios del crecimiento han sido los que ya eran acomodados, no
la masa de la población. Después de 1993 el uno por ciento más rico
vio crecer sus ingresos en un 50%, y el 0,1% más rico (un millón de
personas), en un 200%. [13]
Lo que suele llamarse el “Nuevo Mercado” para la “clase media”
india abarco como mucho el 15% de la población, [14]
y para la gran mayoría de ellos el boom consumista se traduce
en “aparatos de TV, teléfonos y casas con comodidades básicas”
antes que “bienes de consumo durables, autos, teléfonos celulares y
tarjetas de crédito”. [15]
La
“nueva prosperidad” se distribuye muy desigualmente en el país.
Nueva Delhi y Delhi siguen siendo ciudades muy diferentes, aun cuando
se fusionen una con otra. En Mumbai, las zonas pobres más grandes de
Asia sostienen al próspero sector de clase media de Bandhra. Viajar
en carretera cuatro horas desde Chandigarh (en el límite con Punjab)
hasta Delhi, y otras cuatro horas de Delhi a Aligarh (en Uttar Pradesh)
es como pasar de un mundo a otro, desde un sector “en desarrollo”
del Tercer Mundo a un Cuarto Mundo cuyas condiciones son próximas a
las de África. Las cifras oficiales muestran un 41% de gente viviendo
en la pobreza en Uttar Pradesh, un estado con una población de 170
millones (mayor que la de Rusia), y un 12% de pobreza en Punjab. Hay
millones en la mayor pobreza incluso en las regiones “prósperas”:
“Más del 70% de la población rural en Gujarat, Karnataka, Kerala,
Maharashtra y Tamil Nadu consume menos de 2.200 calorías diarias”. [16]
Punjab es uno de los estados donde el endeudamiento golpea duramente a
los pequeños granjeros, con una creciente tasa de suicidios.
Hay
“desarrollo”, pero es “desigual y combinado”. Cada vez más
integrada al sistema mundial, la economía India se desarrolla
conforme a las leyes de ese sistema. Por un lado hay creciente capital
intensivo en la industria y mecanización de la agricultura en las
regiones más productivas. Por el otro, hay una creciente
marginalización de sectores enteros de la población y regiones
enteras. El “desarrollo” por ende necesariamente engendra
profundas tensiones sociales que pueden estallar en repentinas
confrontaciones de clase, pero también en fuertes choques dentro del
pueblo alrededor de cuestiones de religión, etnia y casta. Un
subproducto de esto ha sido la creciente conmoción en la
superestructura política, de la cual los resultados electorales son
la manifestación más reciente.
Del
Raj al Partido del Congreso
El
colonialismo británico arrojó al subcontinente indio al sistema
capitalista mundial en desarrollo. Pero lo hizo de manera tal que
India sufrió todas las características negativas del capitalismo sin
ganar nada en términos de crecimiento agrícola o industrial. Los
británicos asumieron la forma precapitalista de extraer la mayor
parte del excedente a los campesinos vía impuestos, dejando una porción
para que una clase explotadora precapitalista (los zamindars)
se mantuviera en el lujo como terratenientes rentistas. Esto significó
que no hubiera prácticamente ningún aumento en la productividad agrícola;
el producto total creció aproximadamente al mismo ritmo que la
población gracias al cultivo de mayores porciones de tierra, no en
virtud de mejoras agrícolas (salvo el sistema de irrigación en el
Punjab y sus colonias con canales).
La
industria del telar manual de la India había sido el mayor exportador
textil mundial en el siglo XVIII; los beneficios producto de las
exportaciones habían quedado en manos de la British East India
Company en vez de estar disponibles para la transformación de la
producción artesanal en industria manufacturera, como ocurrió en
Gran Bretaña. Más tarde, la imposición del libre comercio permitió
a las exportaciones británicas la cuasi destrucción de la industria
india. La desindustrialización fue el patrón a lo largo de la mayor
parte del siglo XIX.
Hubo
una cierta reindustrialización muy limitada a comienzos del siglo XX;
por ejemplo, con la apertura de las fábricas textiles de Bombay y el
desarrollo de la industria bengalí del yute. Pero estaba constreñida,
y algunos de los propietarios empezaron a acariciar el sueño de un
estado propio que los protegiera de la competencia británica y les
permitiera convertir parte del excedente agrícola en acumulación
propia.
La
agitación por la autonomía y luego por la independencia que halló
expresión en el Congreso Nacional Indio fue en gran medida el
resultado de los esfuerzos de la burguesía culta (Gandhi era un
abogado educado en las Inns of Court [Colegio de Abogados. Trad.] de
Londres y Nehru fue educado en Harrow [una de las instituciones
educativas más representativas de la élite británica. Trad.]). El
resentimiento contra el dominio británico (y contra el racismo que lo
acompañaba) los llevó al sueño de una India como estado moderno en
el que ellos pudieran gobernar. Pero sectores del capitalismo indio
sintieron una congruencia de intereses con estos agitadores burgueses
y los financiaron en la medida en que éstos tenían llegada a las
masas urbanas y, sobre todo a través de la mediación del lenguaje
religioso y el atuendo tradicional de Gandhi, a las masas campesinas.
Fue el industrial Birla el que discutió con los dirigentes del
Congreso la manera de organizar el movimiento Quit India [Váyanse de
la India] en 1942, y era en la casa de Birla en Nueva Delhi donde
Gandhi residía cuando estaba en la ciudad.
La
forma de “resistencia no violenta” impulsada por Gandhi –que se
apoyaba en la acción disciplinada de grupos selectos de activistas
devotos– era perfectamente apropiada en este marco. Infundía el
sentimiento nacional entre las masas populares, pero permitía
desactivar la agitación en el momento en que amenazaba ir en una
dirección revolucionaria, lo que podía amenazar al capital local
tanto como al dominio británico (como a comienzos de los años 20 y
30 y en el momento del motín de la armada Indo-Británica en Bombay
en 1946).
Esta
mezcla de sentimiento nacional burgués y frío cálculo capitalista
explica las maniobras políticas en el período previo a la
independencia y la partición en 1947. La Liga Musulmana, dominada por
los grandes terratenientes musulmanes, había intentado resistir al
Congreso y su orientación hacia el uso de la renta agraria para el
desarrollo capitalista y ganando control sobre una India
independiente. Levantó el reclamo por Pakistán en 1940 como un obstáculo
a la independencia (un regalo muy bienvenido por la coalición de
gobierno británica en tiempos de Guerra) y logró en 1946 y 1947
despertar un apoyo frenético para ese reclamo entre las clases media
y baja musulmanas mediante la incitación deliberada a disturbios
comunales. [17] El Congreso no estaba preparado para desafiar a la
Liga Musulmana mediante una agitación revolucionaria que habría
confrontado a campesinos de todas las religiones contra terratenientes
de todas las religiones. En vez de esto, los dirigentes clave del
Congreso optaron por aceptar la partición y luego combatir a Pakistán
por el control de Cachemira. Esta opción, aunque onerosa, parecía
aportar alguna posibilidad de obtener el excedente necesario para
desarrollar India como un centro independiente de acumulación de
capital.
Como
en otras partes del mundo, el flamante estado independiente indio era
un estado capitalista, con una diferencia. El capital privado por sí
solo no podía organizar los recursos necesarios para esa acumulación
independiente. Necesitaba que el estado se involucrara directamente en
la tarea, así como una organización política con profundas raíces
sociales para integrar a toda la sociedad india detrás de sus
objetivos.
El
Congreso era una organización de masas que cubría estas necesidades.
El gandhismo le había permitido al partido atraer hacia sí a los
rural notables y a los campesinos más acomodados en los cientos de
miles de aldeas del país. Nehru había aportado una ideología de
“socialismo” que combinaba la admiración por los éxitos de la
industrialización al estilo soviético con promesas de reformas a
favor de los pobres. Ambedkar, el dirigente dalit
(“intocable”) más conocido, fue convocado para escribir una
constitución que parecía desafiar el estado de opresión de las
castas más bajas. Otras personalidades estaban lo suficientemente
cerca de los intereses de los grandes industriales y terratenientes
como para no sentirse amenazados por la retórica populista del
partido oficial.
El
modelo funcionó durante veinte años. El Congreso conservaba
suficiente apoyo entre las masas para su estrecho sector social de
clase media alta burguesa, en su mayoría angloparlantes, como para
atarse a un único proyecto capitalista nacional a cientos de millones
de personas fuertemente divididas por líneas de clase y que hablaban
veintenas de lenguas diferentes. E hizo esto por medio de orientar una
creciente proporción del producto nacional a la acumulación, lo que
al principio parecía no hacer nada en favor de las masas populares.
Hubo
una serie de mini crisis: una Guerra con Pakistán por Cachemira en la
que nadie logró imponerse; un levantamiento campesino dirigida por
comunistas en el ex principado de Hyderabad fue brutalmente aplastado;
un choque con los intereses terratenientes dentro del Congreso mismo a
principios de los 50 que resultó en el fin del sistema terrateniente
de los zamindar; agitación de masas a mediados y fines de los
50 por el retrazado de las fronteras estatales acorde a las divisiones
lingüísticas; el levantamiento influido por comunistas en Kerala en
el sur y Bengala en el noroeste; otra guerra con Pakistán en 1965.
Pero el Congreso se mantuvo unido y conservó su hegemonía sobre las
clases y regiones más importantes. Para mucha gente, el Congreso era
India, y Nehru era el Congreso.
La
acumulación de capital era relativamente lenta; la tasa de
crecimiento máxima obtenible parecía ser menos del 4% anual (lo que
suele mentarse como la “tasa hindú de crecimiento”). Las grandes
empresas nuevas podían trabajar frecuentemente a sólo el 40 ó 50%
de su capacidad debido a la insuficiencia de mercados o materias
primas. Sólo podía alimentarse a la población mediante masivas
importaciones de granos, lo que ejercía presión sobre las reservas
en divisas. Durante los 50 y comienzos de los 60 nada de esto parecía
importar demasiado. Pero a mediados de los 60 y principios de los 70
las cosas parecían andar bastante a los tumbos. A los gobiernos les
era difícil mantener en marcha la acumulación, a pesar de la caída
del salario real y el creciente descontento popular.
La
fragmentación del Congreso
La
economía escapó de la crisis y reanudó su patrón de crecimiento
(aunque todavía a una tasa relativamente lenta) a pesar de lo que
muchos esperaban en ese momento. [18]
Pero la estructura política estaba maltrecha. El crecimiento del período
previo había llevado al surgimiento de nuevos intereses capitalistas
en el campo y la ciudad que presionaban por su parte del excedente
total. Creó también capas enteramente nuevas de la clase media, con
una formación y una visión del mundo muy diferentes de las de la élite
del Congreso, que era en su mayoría angloparlante. Algunos de los
campesinos más ricos y viejos terratenientes se habían transformado
en mini capitalistas que enviaban a sus hijos a recibir una educación
con el objetivo de obtener lucrativos puestos en el gobierno. Su
influencia les permitió empezar a colonizar los comités locales y
regionales del Congreso, y usarlos para presionar por sus propias
demandas: orientar parte del dinero de la industria capitalista a la
agricultura capitalista. Y cada grupo local presionaba para conseguir
fondos para su propia área y no para las otras.
Se
volvió cada vez más difícil para los dirigentes del Congreso en el
centro mantener conformes a los grupos rivales. Comenzaron a asomar
problemas de lengua, casta y religión.
El
grupo dominante por lo general consideraba al inglés como su primera
lengua, aunque sólo un uno o dos por ciento del total de la población
la dominaba y la gran mayoría no la entendía en absoluto. Poco más
de un tercio de la gente que vivía en el “cinturón vacuno” desde
el límite del Punjab en el oeste hasta el límite de Bengala en el
este hablaba hindi, y los influyentes intereses que surgían en esta
región exigían que fuera la única lengua nacional. Pero esto era
inaceptable para aquellos criados en las muy diversas lenguas
regionales del sur de India. Si el hindi fuera a ser la lengua
nacional sería casi imposible para sus hijos hacer carrera en la
administración pública. Si todos los que querían hacer una carrera
en la clase media tenían que hablar inglés, todos tendrían la misma
desventaja, de modo que hicieron presión para mantener el inglés
como lengua oficial junto con el hindi. Y buscaron que las lenguas
locales, no el hindi, tuvieran status oficial en los estados.
Entretanto,
en cada región, los grupos en ascenso –especialmente el creciente número
de graduados universitarios que no lograban los puestos bien pagos que
buscaban– maniobraban uno contra otro. Una de las formas que adoptó
esto fue el recurso a los pequeños nacionalismos, como el del partido
Shiv Sena surgido en Maharashtra y que al principio se basaba en la
oposición a los inmigrantes del sur de la India. Otra fue el aliento
a los choques entre personas de religiones diferentes: la agitación
comunal hindú contra los musulmanes –que favorecía al propio Shiv
Sena– los dejaba fuera de los mejores empleos; los grupos
musulmanes, a su vez, podían prometer la entrega de “bancos de
votos” a los partidos que prometieran tomar en cuenta sus intereses;
los grupos sikhs podían traficar sus demandas de cara a las facciones
políticas rivales. Finalmente, la búsqueda de votos e influencia
llevaba a los grupos a utilizar los lazos y animosidades de casta para
arrastrar gente tras de sí.
Las
castas dividen a la sociedad en grupos hereditarios de larga data no
basados directamente sobre relaciones de producción, y de esta manera
suele ser concebida como un mero vestigio de la sociedad
precapitalista. Pero la idea de que las personas nacen dentro de una
jerarquía “natural” siempre le viene bien a los de arriba en la
medida en que tratan de mantener en su lugar a los de abajo en medio
de vertiginosos cambios sociales y económicos. De ahí el crecimiento
y la permanencia, bien entrado el siglo XX, de divisiones raciales en
los estados del sur de EEUU y en Sudáfrica, o de las divisiones
religiosas en Irlanda del norte. De manera similar, las castas han
sobrevivido en la India no solo a lo largo del período de dominio
imperial británico, sino que en ciertos aspectos ha aumentado su
importancia.
Para
las castas superiores tradicionales, en especial los brahmins,
era un medio para intentar mantener su posición dominante en la
administración pública (y, tras la independencia, en la maquinaria
del Congreso) y su estatus superior como terratenientes en el campo.
Para las castas medias (a las que ahora se llamaba, de manera confusa,
“las otras castas atrasadas”), las redes de casta daban una
sensación de seguridad en medio de las presiones del mercado, y les
permitían afirman sus intereses en la competencia entre ellas. Para
una minoría de ellas, convertida en granjeros capitalistas, la casta
era también una forma de movilizar tras de sí a los campesinos más
pobres en agitación contra el monopolio de las castas superiores en
cuanto a influencia y puestos lucrativos, así como de unirse a los
terratenientes para mantener bajo control a los dalits, cuyo
trabajo también explotaban. Y para los dalits, la organización
de casta era una forma de unirse, al menos en las urnas, contra la
discriminación sistemática.
Al
mismo tiempo, el crecimiento capitalista alentó a las castas bajas y
medias a desafiar a las superiores, a la vez que presionaba a las
castas superiores y medias a mantener la opresión sobre las
inferiores. [19]
Para los miembros más prósperos y educados de una casta, una manera
de hacer las dos cosas era obtener el control sobre el aparato local
del partido del Congreso y utilizarlo para acceder localmente a los
recursos del estado. Pero esto acrecentó los problemas que enfrentaba
el Congreso al intentar mantener unificados los dispares elementos de
la sociedad. Había una creciente fragmentación del Congreso por la
base, junto con la otra cara de esto, una creciente tendencia a la
dominación autoritaria y unipersonal del partido en su centro como la
única manera de mantener unidos los fragmentos.
Para
el momento en que la hija de Nehru, Indira Gandhi (sin parentesco con
el Mahatma) tomó el control del gobierno a fines de los 60, algunos
de los fragmentos estaban a punto de separarse. Aparecen
repentinamente dos coaliciones rivales de grupos de interés, cada
cual reclamando el sayo del viejo Congreso. Esto tuvo lugar con el
trasfondo de una floja performance económica, caída del salario
real, una ola de huelgas en los centros industriales de Bengala
Occidental que condujo a la victoria electoral del Partido Comunista
allí, una radicalización política que llevó a miles de estudiantes
a incorporarse a la extrema izquierda, agitación campesina en el
norte liderada por uno de los dirigentes de la lucha por la
independencia, J.P. Narayan, y una huelga nacional de ferrocarriles en
la que hubo fuertes choques con miles de policías. De cara a una
fragmentación que engrosaba los extremos, Indira Gandhi reaccionó
con una medida extrema: encarceló a todos los dirigentes de la
oposición con la proclamación de la “emergencia nacional” en
1975.
Esto
no duró mucho. En 1977, Indira Gandhi creyó que tenía la
oportunidad de fortalecer su gobierno a través de elecciones… y
perdió contra una coalición de toda la oposición, el Janata Dal,
que obtuvo una abrumadora victoria parlamentaria. Sólo que ésta se
encontró tan incapaz como Gandhi de reagrupar a los fragmentados
grupos de interés en una estructura política coherente. Los
principales dirigentes de la coalición se enfrentaron entre sí, y
antes de mucho Indira Gandhi era primer ministro otra vez.
Pero
ya había pasado el tiempo en que las mayorías parlamentarias del
Congreso podían tapar las contradicciones en el conjunto de la
superestructura política. El partido se hizo cada vez más
dependiente del centro en virtud de la afirmación de poderes casi mágicos
para una familia (los descendientes de Nehru), y, en cada localidad,
en virtud de la corrupción que producía disputas casi interminables
entre los grupos rivales (con la dirección central alentando estas
disputas de modo de mantener el equilibrio entre los grupos).
Un
resultado significativo de estos métodos fue la sangrienta agitación
alrededor de Khalistán –a favor de un estado sikh separado– en
Punjab en los años 80. Punjab era la región cuya agricultura
capitalista era más exitosa, y los intereses regionales de los
granjeros organizados en torno al partido Akali Dal eran un serio
cuestionamiento a la influencia local del Congreso. El hijo de Indira
Gandhi, Rajiv, intentó reducir la influencia del Akali Dal apoyando a
uno de los ambiciosos rivales sikh. Pero en cuanto el nuevo favorito
sintió que tenía suficiente base propia se volvió contra los Gandhi
e intentó separar al Punjab, con su riqueza agrícola, del resto del
país. Tocó así una fibra sensible a una minoría de graduados
universitarios sikhs sin trabajo que se volvió aún más ferviente en
la agitación separatista, hostigando violentamente a sus oponentes
tanto hindúes como sikhs. Indira Gandhi maniobró, en un intento de
controlar la situación, exagerando la importancia de la agitación
por Khalistán, presentándola como una amenaza a la “patria”, y
envió al ejército indio a bombardear el lugar más sagrado de los
sikhs, el Templo de Oro de Amritsar. Después de esto, sikhs
enfurecidos, miembros de su custodia militar, la mataron a tiros, y
una multitud hindú asesinó a cientos de sikhs en Delhi mientras los
dirigentes políticos se aseguraban de que la policía no hiciera
nada. Por otros cinco años Punjab estuvo en agitación en tanto los
activistas armados pro Khalistán y las fuerzas de seguridad del
estado indio se mataban entre sí y a cualquiera que se pusiera por
delante (por ejemplo, miembros de la izquierda, fueran de origen sikh
o hindú).
El
episodio no condujo al colapso inmediato del Congreso, pero fue una
prueba adicional de que el Congreso ya no estaba en condiciones de
lograr lo que había conseguido en el pasado bajo Nehru: integrar a
todas las clases y a todas las regiones del país tras los objetivos
“desarrollistas” del capital indio. El fracaso del Congreso llevó
a nuevas rupturas y al crecimiento de nuevos partidos regionales y
basados en las castas. Pero las coaliciones de gobierno de 1989 y 1996
basadas en estos partidos también fracasaron. Tenían todos los
defectos del Congreso a la vez que carecían de su única ventaja: la
“magia” de la línea de descendencia de Nehru. Toda la
superestructura política estaba en crisis.
La
última pasión del Congreso: el giro al neoliberalismo
En
el último período de Indira Gandhi y bajo su hijo Rajiv, el Congreso
abandonó buena parte de su antigua retórica sobre ocuparse de los
pobres y combatir la pobreza. Asimismo, redujo su interés por los
sectores más oprimidos de la sociedad: los dalits, los pueblos
tribales y los musulmanes, asumiendo que seguirían votando por el
Congreso a falta de otra cosa. En cambio, el Congreso dirigió cada
vez más su appeal a los sectores prósperos de las clases medias y
los granjeros, llegando a apelar al chauvinismo hindú a punto tal que
el RSS apoyó al Congreso en las elecciones metropolitanas de 1983 en
Delhi. [20]
Esto no logró evitar la derrota del Congreso y su salida del gobierno
en 1989 tras un escándalo de sobornos (el caso Bofors), y no fue
hasta 1991 –después del asesinato de Rajiv Gandhi a manos de un
simpatizante de los Tigres Tamil de Sri Lanka– que volvió al poder.
Fue
entonces que optó por un cambio completo de política económica.
Abandonó el Viejo paradigma “desarrollista” basado en la protección
de las industrias nacionales, un peso importante de la propiedad
estatal y un complejo sistema de licencias y subsidios de importación.
En su lugar puso un Programa de Ajustes Estructurales, medidas pro
libre comercio, liberación de los movimientos de capital y una
orientación hacia los mercados externos. La antigua retórica vacía
sobre “socialismo” y “reducir la pobreza” cedió paso al
llamado a los ricos a que ayuden a los pobres a enriquecerse.
En
esto había un elemento de desesperación política. Si el Congreso ya
no podía mantener agrupadas a las dispares élites locales, quizá
podía apelar a la nueva capa de yuppies que surgía en las regiones más
prósperas, que despreciaba a los pobres y a la que disgustaba la
vieja retórica pseudosocialista. Pero no se trataba sólo de jugar
una partida política. El giro correspondió a un cambio en la
estrategia de los principales intereses capitalistas en India; un giro
que admitía un paralelo con lo que estaba pasando entre las clases
capitalistas y sus parásitos intelectuales en todo el Tercer Mundo.
El
capital, que había crecido dentro de las fronteras nacionales, se
sentía cada vez más constreñido por ellas. Quería el acceso a los
mercados y al capital externos y alcanzar acuerdos de producción con
las multinacionales más avanzadas, y eso no podía hacerse sin
admitir la apertura del Mercado doméstico. Ahora se sentía con la
suficiente confianza como para afrontar ese riesgo, precisamente
porque se había beneficiado de 40 años de protección. La misma lógica
de acumulación que lo había llevado, en una etapa, a consentir el
“socialismo” de Nehru lo llevaba ahora a abrazar el
neoliberalismo, el FMI el Banco Mundial y la OMC. La familia Birla, la
misma que había hospedado a Gandhi, ahora se vanagloriaba de los éxitos
de sus proyectos conjuntos con las multinacionales extranjeras.
Se
trataba de un giro económico que se acomodaba al capital indio, pero
no era suficiente para apuntalar al Congreso. A la victoria electoral
de 1991 pronto le siguió la derrota. Porque a esa altura la larga y
continua crisis de la superestructura política había abierto espacio
para una fuerza política nacional rival, y con ella otro método para
intentar integrar a todas las clases y grupos de presión tras el
objetivo de la acumulación.
El
lento ascenso del RSS
El
rival del Congreso tenía sus orígenes en una organización
supuestamente “no política” formada en los años 20, el Rashtriya
Swayamsevak Sangh, o RSS. Su rol, según sus dirigentes, era rescatar
la supuesta esencia hindú de India de la contaminación extranjera. Sólo
de esta forma la “nación hindú” podía ser reconocida. Y la
contaminación extranjera no provenía solo del imperialismo británico,
sino sobre todo de la influencia musulmana. Los casi 200 años de
dominio británico habían sido más cortos y, según creía el RSS,
menos insidioso que los 600 años anteriores de dominio musulmán. Es
por esto que se preparaban para la lucha en las calles contra los
musulmanes, no para unirse al movimiento nacional contra los británicos,
del que el RSS no participó.
Nunca
se puede establecer una relación mecánica entre las ideas de las
personas y sus intereses económicos de corto plazo, pero los
intereses económicos suelen dar un marco a cómo ven las cosas y les
facilita aceptar ciertas ideas. Y para los jóvenes miembros de la
burguesía educada atraídos por el RSS, la competencia económica
inmediata por puestos de trabajo no era con los británicos sino con
los musulmanes (y, por supuesto, con los otros hindúes).
Las
décadas que condujeron a la independencia estuvieron marcadas, por un
lado, por una alternancia de movimientos unificados hindúes, sikhs y
musulmanes contra el colonialismo, y por el otro, en choques entre
grupos pertenecientes a distintos credos religiosos. Los miembros de
la burguesía podían jugar un papel agitativo clave en ambas
actividades. Podían articular la visión de que el futuro residía en
una sociedad en la que todos los grupos se unieran para construir una
nación moderna, o podían tener una perspectiva más limitada de hindúes
uniéndose para probar su superioridad sobre los musulmanes con los
que competían por influencia y por puestos.
Este
período no fue fácil para el RSS. La división religiosa no constituía
un clivaje delimitado por líneas claras en el conjunto de la sociedad
india. En algunas áreas los musulmanes eran los terratenientes y los
hindúes los campesinos, pero en otras era a la inversa. Y en muchas
áreas siglos de coexistencia religiosa habían llevado a formas de
sincretismo religioso que incorporaban elementos de ambos credos, con
hindúes rezando en lugares sagrados de santos musulmanes sufíes y
participando en ambos tipos de ceremonia religiosa. Finalmente, el
hinduismo mismo no era una sola religión sino una mezcla de sectas
con creencias completamente diferentes –desde el monoteísmo al ateísmo–,
que veneraban dioses diferentes y en ocasiones chocando violentamente
entre sí. Una porción importante, acaso un tercio, de la población
“hindú” eran dalits y pueblos tribales que comían carne
vacuna y rechazaban aspectos considerados centrales por las sectas del
hinduismo de casta, como la doctrina del dharma.
Los
chauvinistas hindúes (así como los chauvinistas musulmanes y sikhs,
para el caso), podían desatar en ocasiones la violencia de gente de
una religión contra gente de otra. Pero les resultaba mucho más difícil
pasar a establecer organizaciones de masas estables que pasaran por
alto las divisiones de clase entre seguidores de una misma religión y
debilitaran la idea de la unidad contra el ocupante colonial. El
Congreso eclipsaba continuamente al RSS y otras organizaciones
chauvinistas hindúes, y esto fue así durante las primera décadas
desde la independencia, a pesar de los tremendos odios comunales que
emergieron en el momento de la partición.
Los
dirigentes del RSS se concentraron en la construcción de una
organización de cuadros, con acento en el reclutamiento de jóvenes
de entre 13 y 16 años a los que se inculcaba un espíritu de unidad y
de odio a los musulmanes que los mantuviera en la organización por el
resto de sus vidas. Se organizaban en grupos locales que se reunían
durante breves períodos para saludar la bandera del RSS, cantar las
“plegarias” del RSS, hacer ejercicio físico y prácticas de
“autodefensa” con bastones y discutir sobre el “daño” que
causaban los musulmanes en la India. Estos grupos estaban ligados a
estructuras locales y regionales unidas en la cima bajo la autoridad
cuasi militar de un dirigente vitalicio. En 1930 había unos sesenta
de estos grupos, y hacia 1939, 500, con 40.000 miembros. [21]
Los grupos tenían dos funciones: difundir el mensaje del RSS y
explotar las tensiones comunales de modo de aparecer como defensores
de los hindúes en sus choques con los musulmanes. El RSS siguió
siendo una fuerza marginal en la sociedad India; con cierta
significación en términos de número de partidarios y disciplina,
pero marginal al fin.
Lo
que les permitió salir de las sombras fue la fragmentación interna,
la decadencia y la corrupción del partido del Congreso. A medida que
el pueblo perdía la fe en la autoproyección del Congreso como
partido de toda la nación, el RSS se propuso a ganar amplios sectores
para su versión chauvinista india del nacionalismo indio.
La
entrada del RSS a la corriente dominante
El
primer gran avance político del RSS tuvo lugar a mediados de los 70,
cuando los distintos fragmentos del Congreso empezaron a buscar
aliados y la formidable estructura de cuadros del RSS estaba a mano
para colaborar... pero no gratis. Desencantado con la manera en que el
Congreso había traicionado sus promesas a las masas campesinas, una
de las personalidades más conocidas de la lucha por la independencia,
el socialista convertido al gandhismo J. P. Narayan, comenzó una
agitación en el campo del norte de India contra Indira Gandhi y a
favor de lo que él denominaba “revolución social”. El RSS y su
frente político Jana Sangh respaldaron la agitación a favor del
“santo” Narayan, quien devolvió el favor elogiándolos. Asistió
a una conferencia del Jana Sangh y declaró que “si el Jana Sangh es
fascista, entonces soy fascista”. [22]
La
agitación de Narayan fue uno de los factores que llevó a Indira
Gandhi a imponer el estado de emergencia. En los dos años siguientes,
los principales dirigentes del RSS estuvieron en prisión junto con
otros dirigentes de la oposición. Cuando la elección de 1977
determinó su liberación, los otros dirigentes no tuvieron el menor
inconveniente en formar una alianza y un partido único, el Janata, en
el que el RSS fue muy bien recibido a través de su frente político,
el Jana Sangh. Tres miembros del RSS –Vajpayee, Advani y Brij Lal
Verma– se sumaron al gobierno nacional. The
communalist agitators had well and truly come in from the cold. Gracias
a fondos de proyectos de bienestar del gobierno el RSS construyó muy
rápidamente sus redes sobre el terreno hasta que su creciente
influencia alarmó lo suficiente a algunos de sus socios en el
gobierno como volverse contra ella. Esta fue en parte la razón de la
caída del gobierno del Janata en 1979. Pero el RSS pensó que ya había
hecho los suficientes avances políticos como para formar un nuevo
partido, el BJP, que incluía a personas que aceptaban su conducción
pero que no eran miembros del RSS.
Entonces
fue el turno de Indira Gandhi y sus hijos de darle una oportunidad al
RSS para abrirse camino. Tras la emergencia, abandonó la Antigua cháchara
sobre socialismo y combatir la pobreza y adoptó cada vez más el
lenguaje hindi, aceptando la guía de hombres sagrados, haciendo
peregrinaciones a ríos, templos y santuarios sagrados y hablando de
hegemonía hindú en el corazón del territorio hindú, a la vez que
un miembro prominente del Congreso, Karan Singh, participaba en un
mitin respaldado por el RSS. [23]
Los miembros del RSS respondieron a los pasos de Gandhi en dirección
al chauvinismo hindú acercándose a ella y dando su apoyo al Congreso
en la elección de 1983. Bajo Rajiv Gandhi y la represión desatada
contra los separatistas sikhs, el gobierno siguió apelando al
sentimiento comunal hindú.
La
ofensiva por la hegemonía
El
RSS pudo crecer con este trasfondo, pero también pudo comenzar a
extender su influencia mediante la creación de una serie de frentes
que apuntaban a influenciar a un gran número de personas más allá
de sus propios miembros: un frente estudiantil, un frente sindical, y,
sobre todo, un frente religioso, el Vishwa Hindu Parishad (VHP).
Como
se señaló más arriba, el hinduismo no ha sido nunca una religión
única, sino más bien una masas de sectas que sostienen creencias
diferentes y adoran dioses diferentes. El RSS siempre consideró como
su misión lograr que estos grupos diferentes se identificaran con una
sola cosa, el hinduismo, en oposición a las otras religiones, en
particular el Islam. Con este fin difundía continuamente el reclamo
de la prohibición legal de la matanza de vacas, vista como un mal
promovido por el Islam –aunque algunos hindúes siempre habían
comido carne vacuna–, así como la prohibición de la conversión a
otras religiones. Hacia 1964 era lo suficientemente fuerte como para
convocar a una conferencia de las distintas sectas hindúes y ganarlas
para la formación del VHP como organización común que promoviera
las creencias y rituales hindúes. Desde entonces los cuadros del RSS
han encabezado los esfuerzos para, a través del VHP, unir las
distintas ramas del hinduismo tras la cosmovisión del RSS, con el
dios guerrero Ram (o Rama) como figura heroica central a la que todos
los hindúes debían adorar. Esto incluyó masivas recolecciones de
fondos –especialmente de los hindúes ricos en el extranjero) para
financiar la construcción de templos en cuantas aldeas y localidades
fuera posible, así como la distribución de cuadernillos, imágenes y
stickers de Ram y otros dioses. El objetivo que el RSS pone por encima
de todos es crear una igualación, en cientos de millones de mentes,
entre el hinduismo y el VHP como organización de todos los hindúes,
para luego usar al VHP para sus propios fines chauvinistas.
Esto
es tanto más importante cuanto que la base social del RSS es en sí
bastante restringida. Sus cuadros provienen, en un abrumadora mayoría,
de los miembros de las castas superiores de la burguesía educada
hindiparlante del norte de India. Las reuniones cotidianas del RSS
“en las áreas residenciales de la clase media baja de las ciudades
o de los barrios de las ciudades pequeñas” le dan un sentido de
pertenencia a “comerciantes, tenderos, empleados y miembros de las
profesiones menores cuyas vidas serían caso contrario fuertemente
competitivas y separadas, y que se sienten desmoralizados o perdidos
en un ámbito social en rápido cambio pero todavía en parte
familiar”. [24]
Se originó “grupos de clase media con un cierto grado de educación
moderna” y “poca o ninguna relación” con los sacerdotes y
hombre sagrados que lideran las sectas con masas de seguidores entre
los sectores más empobrecidos de la sociedad”. [25] El VHP era el puente hacia todos esos grupos.
El
grupo más difícil de llegar para el RSS eran los dalits y los
tribales, a los que se veía como irremediablemente contaminados e
“intocables” para el hinduismo tradicional de las castas
superiores donde el RSS reclutaba sus cuadros. Sin embargo, incluso
allí alcanzaron grandes éxitos. Un estudio de los habitantes de más
pobres de Madrás (ahora Chennai) revela que “los grupos del RSS en
el área concentraron sus esfuerzos en movilizar a los habitantes
pobres dalits sobre la base de una reconstitución de la
identidad hindú y el odio a los musulmanes (...) Bandas de
voluntarios del RSS, formada por entre 10 y 15 jóvenes brahmines, se
dedican de manera sistemática a incorporar a los dalits. Visitan los
barrios pobres con infalible regularidad y organizan clases nocturnas
y Shakhas [asambleas de grupos] para los jóvenes. Sólo en un barrio
pobre participaron en los campamentos del RSS 60 ó 70 jóvenes, que
luego fueron usados por el RSS para hacer graffitis, pegar carteles,
levantar la bandera azafrán y lanzar campañas de odio contra los
musulmanes”. [26]
Los
habitantes de los barrios pobres sienten que estos activistas les
proveen un reconocimiento público que ningún otro les daría. Cuenta
un dalit que “estamos muy orgullosos de que un brahmín, con
una alta ubicación en la jerarquía social y que antes nos trataba
como a intocables, venga con nosotros voluntariamente a impartir
conocimiento y a involucrarnos en diversas actividades públicas”. [27]
El RSS usa la aceptación por parte de los dalits para agitar
la hostilidad a los musulmanes pobres que viven con ellos y provocar
disturbios sangrientos”. [28]
En
la revista Frontline se ha detallado un trabajo de propaganda
similar por parte del VHP entre los pueblo tribales en distintas
regiones de la India, en este caso tanto contra los misioneros y
conversos al cristianismo como contra los musulmanes. En las últimas
elecciones en el segundo mayor estado de la India, Madhya Pradesh, el
BJP obtuvo el 38% de los votos dalits y el 36% de los votos
tribales, mientras que el partido del Congreso obtuvo,
respectivamente, el 29 y el 36%. [29]
Hay
algunas similitudes entre los éxitos del RSS-VHP en esta agitación
de masas, aparentemente religiosa, y la difusión del fundamentalismo
protestante en lugares como América Central [30]
y del fundamentalismo islámico en Argelia o Turquía. En cada caso,
el proselitismo religioso va de la mano con la creación de una nueva
identidad comunitaria entre sectores cuya vida ha sido desgarrada por
la emigración desde un entorno rural a las barriadas pobres urbanas,
a lo que se suma la provisión de ciertos servicios educativos y
sociales. Pero en el caso de la India hay un factor adicional: el
fomento deliberado de la violencia comunal como manera de reforzar el
sentido de identificación con un proyecto político. Como dijo un
joven dalit, “los disturbios eran una excelente ocasión para
entender a estos musulmanes y ahora podemos tener bajo control sus
nefastas actividades”. [31]
Se
solía ver a los dalits y los pueblos tribales como “bancos
de votos” para el Congreso, ya que mostraron lealtad a ese partido
por casi 50 años. El hecho de que el RSS ahora gane a muchos de ellos
es una expresión del desencanto con un partido corrupto que no los
apreciaba como era debido. Una victoria electoral no va a cambiar eso.
Ayodhya
y después
Cuando
la continua desintegración interna del Congreso llevó al colapso al
gobierno de Rajiv Gandhi en 1989, el RSS se sintió con fuerza como
para pasar a la mayor agitación que hubiera hecho. La ciudad de
Ayodhya tenía una mezquita (Babri Masjid) construida por el emperador
mogul Babar 500 años atrás. El RSS decidió que se había construido
sobre un templo demolido que conmemoraba el lugar de nacimiento del
rey-dios hindú Ram y que el sitio debía ser “liberado” de los
musulmanes. En 1989 el BJP se sumó a esa prédica en su campaña
electoral con un discurso fuertemente antimusulmán. Duplicaron su
votación de un 10 a un 20%, y aumentaron sus escaños en el
parlamento nacional de dos a 86. La carta antimusulmana daba buenos réditos
electorales. Advani, el número dos del BJP, realizó una peregrinación
yatra, viajando de ciudad en ciudad a lo largo de una ruta de
10.000 kilómetros de Gujarat a Ayodhya. Se lo saludaba con los
siguientes cánticos: “Cuando se levanten los hindúes, los mulás
huirán del país” y “los musulmanes tienen dos lugares: Pakistán
o la tumba”. [32]
Advani dejó a su paso un trazo de violencia comunal. Al BJP le fue
todavía mejor, ganando otros 34 escaños en las elecciones nacionales
de 1991 y el control del gobierno estatal de Uttar Pradesh. Parecía
que con otro empujón podía acceder al poder sobre la base de un
programa de chauvinismo hindú y antimusulmán militante.
El
empujón culminó el 6 de diciembre de 1992, cuando una multitud de
300.000 personas llegó a Ayodhya, se apiñó fuera de la mezquita, se
abrió paso a través de las líneas policiales, demolió la mezquita
ladrillo por ladrillo y empezó la construcción de un improvisado
templo hindú. El presidente del BJP de Delhi dijo que se había
quitado “una mancha en el rostro de India”. Vajpayee, el dirigente
nacional del partido, dijo que se había borrado “un símbolo de
vergüenza”.
De
hecho, la demolición se había planeado en una reunión en la ciudad
el día anterior, a la que asistieron dirigentes del RSS y del BJP,
incluyendo Advani, y sus aliados, como el Shiv Sena, fuerza
chauvinista hindú maharashtra. Lejos de ser “espontánea”, la
demolición fue una acción perfectamente organizada por miles de
cuadros del RSS, y fue una demostración de la capacidad del RSS y sus
afiliados de tomar las calles y aterrorizar a sus oponentes.
Posteriormente, hubo otra acción similar en Bombay, la capital
comercial del país. La policía atacó a manifestantes musulmanes que
protestaban contra la demolición, provocando disturbios comunales que
duraron una semana. Un mes después, bandas organizadas por el Shiv
Sena desataron un pogrom contra los musulmanes en toda la ciudad,
quemando casas, deteniendo a hombres en las calles a los que les
bajaban los pantalones y, si estaban circuncidados, los asesinaban. Sólo
en la ciudad fueron asesinados más de 550 musulmanes; los tumultos en
otras ciudades como Surat y Bhopal dejaron otros cientos de muertos.
El
RSS y sus aliados habían calculado bien su capacidad de desatar la
violencia en una escala no vista en la India desde la partición. Pero
se habían equivocado si creían que con esto alcanzaba para
catapultarlos al poder. El resto del establishment político del país,
incluyendo a aquellos que habían cooperado con el RSS o el BJP en el
pasado reciente, no estaba preparado para ver cómo su futuro dependía
de la lucha en las calles. Mediante decretos presidenciales se
removieron los gobiernos estaduales del BJP, se prohibió al RSS y al
VHP y Advani y otros dirigentes fueron enjuiciados por incitación a
la violencia comunal.
La
prohibición no duró mucho y se dejaron prescribir las acusaciones
legales se dejaron proscribir. Pero el impulso del BJP hacia el
gobierno sufrió un parate repentino y quedó aislado en la oposición
por un período. En las elecciones siguientes, en el corazón del
hinduismo, Uttar Pradesh, el triunfador no fue el BJP sino una coalición
de partidos que dependía de los votos de los hindúes de las castas
medias, los dalits y los musulmanes.
El
camino al gobierno del BJP
Cuando
el BJP volvió al centro del espectro electoral a mediados y fines de
los 90, no fue solo a través de su agitación callejera. Accedió al
gobierno mediante la formación de una “alianza Democrática
Nacional” con algunos partidos regionales del sur de India, un
partido sikh del Punjab y el dirigente sindical ex socialista George
Fernández. A través de esta alianza se propuso demostrar su
capacidad para crear un consenso nacional que permitió al capitalismo
indio llevar adelante con mínima oposición el programa neoliberal
del que el Congreso fuera pionero. Cobijó bajo su ala a empresarios,
académicos, editores de diarios, estrellas de Bollywood [nombre que
se da a la poderosa industria cinematográfica india. Trad.] que en
otro momento se habrían sentido atraídos por el Congreso e incluso
algunos miembros de la última generación de la familia Nehru-Gandhi.
Los
temas comunales siguieron siendo importantes para el proyecto RSS-BJP.
Le permitieron reorientar la bronca popular desde la atención a los
temas de casta y clase hacia los enemigos “externos”: los
musulmanes, los que intentan convertir a la gente al cristianismo,
Pakistán. Fue esto lo que le dio al RSS-BJP los medios para
infiltrase en e incorporar a algunos de los sectores más pobres y
oprimidos de la sociedad. Pero la dirección Vajpayee mantuvo un
perfil bajo en cuanto a los temas comunales, si bien le permitió a
los cuadros del RSS mantener la caldera a fuego lento. El instrumento
utilizado fue el departamento Bajrang Dal del VHP, que atrae a la
juventud sobre la base de propaganda antimusulmana sin tener la
disciplina formal de los cuadros del RSS. Podía “ser utilizado para
mantener vivo un tema para uso futuro mientras los frentes más
importantes están relativamente tranquilos, de modo que el tema no
quedara tan destacado como para crear turbación”. [33]
>>>
A la segunda parte >>>
Notas:
[1].-
Citado en Financial
Times, 16-2-04.
[2].-
Para un
desarrollo de sus argumentos, ver M. Desai, Marx's Revenge
(Londres, 2002). Estaba lo suficientemente de acuerdo con la política
del gobierno del BJP como para estrechar la mano del miembro del
RSS Vajpayee en una ceremonia de los indios expatriados en enero.
[3].-
Sus argumentos
más recientes en favor del neoliberalismo están en su polémica
contra las posiciones de International Socialism (ver ISJ
102, primavera 2004).
[4].-
dice The
Hindu, “Sonia Gandhi improvisó alianzas formidables en
estados con resultados mágicos para el Congreso en las elecciones
de Lok Sabha, que le dieron 145 escaños a pesar de que su
porcentaje bajó un 1,5% desde las elecciones de 1999. El Congreso
le infligió una sorprendente derrota a la coalición liderada por
el BJP con la ayuda de sus aliados, a pesar de que el partido
azafrán [el BJP hindú] y sus aliados obtuvieron un 35,3% de los
votos, 0,1% más que la coalición liderada por Gandhi. De manera
similar, el BJP, que era individualmente el partido más grande
con 182 escaños en el parlamento anterior, sufrió una caída del
1,7% que le costó mucho al partido, dejando su bancada ahora en
138. Esto sucedió porque los dos principales partidos forjaron
pactos preelectorales debido a los cuales su porcentaje de votos,
en el recuento total, bajan, pero en términos de escaños suben,
dado que compiten en los distritos en los que son fuertes, según
Naveen Surapaneni del Centre for Media Studies”, The Hindu,
15-5-2004.
[6].-
Para un
resumen de las tasas de crecimiento y una discusión sobre ellas,
ver, por ejemplo, A. Virmani, 'India's Economic Growth', en
www.icrier.res.in
[7].-
Cifras
provistas por T. R. Kumar, 'Industry', en Alternative Survey Group,
Alternative Economic Survey 2002-2003 (Delhi, 2003), p. 83.
[8].-
K. N. Kabra,
en Alternative Survey Group, cit., p. 10.
[9].-
Ver Financial
Express, 30-4-04, en www.financialexpress.com
[10].-
A Sen y Himanshu, “Poverty and Inequality in India: Getting
Closer to the Truth”, Ideas, 5-12-03. Ha
habido una larga discusión sobre cómo interpretar las cifras
oficiales en diversos artículos del Economic and Political
Weekly (publicado en Mumbai pero disponible en la web) en los
últimos tres años.
[12].-
Cifra para 1992 de la National Association of Software and Service
Companies, citado en A Vanaik, 'Rendezvous at Mumbai', New Left
Review 26 (marzo-abril 2004), p. 54.
[13].-
V. Kozel and others, 'Poverty Measurement, Monitoring and
Evaluation in India', Economic and Political Weekly, 25 January
2003, p298.
[15].-
S. Waslekar, The Globalist, 13-5-2004.
[16].-
A. Sen, Force, 20-4-2004.
[17].-
Ver I. Singh, The Origins of Partition in India, 1936-47
(Delhi, 1990), pp. 179-202. No
hay acuerdo en los estudios de este período sobre si Jinnah, el
dirigente de la Liga Musulmana, en verdad quería un estado
pakistaní separado o si lo usaba prenda de negociación para
conseguir una ubicación para su partido en una India unida e
independiente a través de la dominación de un Punjab y una
Bengala unidas. Los que defienden esta última postura sostienen
que la partición no habría tenido lugar si el Congreso le
hubiera hecho más concesiones.
[18].-
Ver, por
ejemplo, los artículos de Nigel Harris en International
Socialism 1:52 (julio-setiembre 1972) y 1:53
(octubre-diciembre 1972). Uno se pregunta si el ciego entusiasmo
de Nigel por el modelo neoliberal en la India de hoy no es una
reacción a su catastrofismo de 30 años atrás. Por entonces
sostenía que un desarrollo capitalista “independiente” nunca
fue posible en los países del Tercer Mundo. Ahora parece sacar la
conclusión de que siempre lo es.
[19].-
Versión
sumamente condensada de una argumentación mucho más larga. Ver,
por ejemplo, mi texto 'Casta y clase', disponible en
www.istendency.net
[20].-
P. Kanungo, RSS's Tryst with Politics (Delhi, 2002), pp.
192-193.
[24].-
T. Basu et al., Khaki Shorts and Saffron Flags (Londres y
Hyderabad, 1993), p. 36.
[26].-
Anandhi S., Contending Identities: Dalits and Secular Politics
in Madras Slums (New Delhi, 1995), p. 36.
[30].-
Ver, por
ejemplo, L. E. Samandu (ed.), Protestantismos y procesos
sociales en Centroamérica (Costa Rica, 1991). Para una
discusión interesante sobre el pentecostalismo en el Tercer
Mundo, ver M. Davis, ‘Planet of Slums', in New Left Review,
26 (marzo-abril 2004).
[31].-
Anandhi S., cit., p. 40.
[32].-
P. Kanungo, cit., p. 203.
[33].-
T Basu et al., cit., p. 68.
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