NO DEJARSE IMPRESIONAR

 

En nuestro país, se está viviendo el momento más bajo del "argentinazo": su anticlimax. Al mismo tiempo, está en su apogeo la "onda K": la instancia de mayor popularidad del gobierno de Kirchner.

Esto significa tremendas presiones. Desde la CTA hasta la mismísima Hebe de Bonafini, una ola de capitulaciones al nuevo gobierno burgués cruza la vida política. Pero no se debería perder de vista que el tira y afloje con el FMI y los elementos de cuestionamiento parcial al viejo "modelo" económico y político están al servicio –en última instancia– no de un proyecto de "independencia latinoamericana", sino de acabar con el "argentinazo".

A nivel internacional, tampoco hay que dejarse impresionar por la ofensiva militar sobre Irak. Bush y Blair ganaron la guerra. Pero hoy parecen estar perdiendo la paz. Las dificultades y los muertos "sobre el terreno", están volviendo como un bumerang sobre Inglaterra y Estados Unidos bajo la forma de elementos de crisis política en ambos gobiernos.

La situación nacional e internacional está marcada "por la indefinición". Un nuevo ciclo de la lucha de clases se ha abierto a partir de la movilización de Seattle. Se ha desatado una enorme pelea. Un ciclo político distinto de la situación de retroceso y derrota prevaleciente a lo largo de las décadas de los ’80 y los ’90. Un nuevo período marcado no sólo por la renovada contraofensiva del imperialismo norteamericano para reafirmar su dominación a lo largo del siglo XXI, sino también por una creciente crisis de legitimidad del capitalismo neoliberal dominante, y en este marco, por la renovación de los procesos y movimientos de lucha y organización de los trabajadores y los sectores populares.

Esto ha puesto sobre la mesa una serie de discusiones estratégicas. Parte de éstas son materia de este nuevo número de nuestra revista. Es el caso de la acuciante necesidad de enfrentar la verdadera "crisis ideológica" que se vive hoy –entre las masas y la vanguardia– en el proceso del "argentinazo", necesidad que pone sobre el tapete la renovada actualidad del pensamiento de Lenin acerca de la organización revolucionaria. Es el caso del actual debate acerca de la naturaleza del imperialismo en el siglo XXI, de la necesidad de enfrentar y derrotar el proyecto de "nueva centuria americana" que pretende encarnar el gobierno de Bush hijo.

Por todo esto, no hay que dejarse impresionar. La lucha de clases es así: tiene momentos de avance y de retroceso; de agudos desarrollos desiguales e, incluso, paradojas. Muchas veces las cosas se deciden en cómo uno se haya parado en los períodos más difíciles, cuando hay que estar contra la corriente.

Para nosotros, se trata de un momento en que hay que mantenerse firmes, no capitular a las presiones y maniobras de un gobierno que "concede" algo para sacarnos lo más importante: la rebelión popular comenzada el 19 y 20 de diciembre. El "argentinazo" no ha terminado: sólo ha pasado su primer fase. Ninguno de los problemas de fondo han sido resueltos. Por todo esto, hay que prepararse política y prácticamente para el próximo período de ascenso obrero y popular.

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