Socialismo o Barbarie
revista Nº 22

La APC, Fernando Lugo y la nueva etapa en Paraguay

El gobierno del “neoliberalismo compasivo”

Por Marco Boltes

La coyuntura local cobró notoriedad internacional con el ex obispo católico Fernando Lugo electo presidente. Con el triunfo de Lugo parece culminar el ciclo de arribo al poder de los nuevos gobiernos progresistas en Sudamérica. Paraguay aparece así como el último coletazo, producto de la influencia del ascenso de masas a nivel continental, que termina en un gobierno de este tipo, así como sucedió en otros países con cierta estabilidad parecida a la nuestra, como Brasil y Uruguay.

Tal vez por formar parte de este fenómeno en forma muy tardía, el gobierno Lugo tiene los rasgos “progresistas” mucho más desdibujados en comparación con sus predecesores del continente, y tienen mayor peso los elementos de estabilidad y las vías marcadamente institucionalistas. En nuestro caso, se hace mucho más transparente el carácter de este tipo de gobiernos y su filiación a fracciones de la clase dominante que apuestan ya no al modelo neoliberal de los 90, sino más bien a un neoliberalismo moderado por la adopción de políticas paliativas de corte asistencialista, a fin de no recaer en el caos que originó la sucesión de rebeliones populares en todo el continente.

Sumado a esto, el movimiento social y de trabajadores no está pasando por uno de sus mejores momentos desde la caída de la dictadura stronista hasta hoy. Aun cuando el gobierno anterior de Nicanor Duarte Frutos utilizaba métodos durísimos de persecución y criminalización de la lucha social, principalmente contra el movimiento campesino, la lucha a pesar de los ataques se mantuvo firme y combativa. Hoy, bajo el luguismo, varios de sus principales dirigentes se dedican a organizar frentes y actos con el único fin de dar apoyo incondicional al gobierno, sin que éste sea merecedor real de tales gentilezas y olvidando algo tan básico como que el gobierno debe ser el que esté al ser– vicio del movimiento de masas y no al contrario. Por su parte, la dirigencia del movimiento obrero, que apoyó sustancialmente el proyecto electoral de Lugo, ni bien éste llega al poder recibe una muestra del más descarado desprecio, cuando Lugo nombrar a un dirigente del PLRA como Ministro de Justicia y Trabajo. A esto se suma el plantón hecho al congreso de una de las más importantes centrales obreras, la CNT, con el agravante de que, en cambio, Lugo no pierde oportunidad de asistir a cuanto acto de corte populista se le presenta.

Otro fenómeno no menos importante es el papel de ciertos sectores llamados de izquierda que forman parte del gobierno luguista. El peculiar frente en el poder, la Alianza Patriótica para el Cambio, está compuesto centralmente por un partido tradicional de origen decimonónico, conservador y oligárquico: el PLRA, junto con otros dos, de reciente fundación, que se proclaman de izquierda, el P–MAS y el Movimiento Popular Tekojoja. Fuerzas que, hasta ahora, sólo han cobrado notoriedad por lo contradictorio entre su accionar y los discursos o la lucha despiadada por cargos y protagonismo entre ellas.

Sobre este punto, fue sintomático que el mismo día en que el gobierno boliviano expulsaba a un embajador yanqui por brindar apoyo a la derecha fascista de la Media Luna, el flamante ministro, autoproclamado socialista y antiimperialista, Camilo Soarez, recibe sin complejos de manos de la nueva embajadora de Washington en Asunción un interesante “donativo” para su ministerio.

Con este tipo de acciones, por la vía de los hechos, tenemos claro lo nefasto que puede resultar el gobierno Lugo. A pesar de haber surgido de un apoyo electoral importante, producto del deseo de amplios sectores de trabajadores de derrocar a la oligarquía vinculada a la burocracia del Partido Colorado, hoy tenemos el contradictorio resultado de tener en esencia nada más que una versión renovada de recambio institucional y estabilizador para ese régimen desgastado y putrefacto. Pero con el agravante de que para la burguesía local tiene la ventaja, por sobre los desplazados del gobierno, de que tiene mayor capacidad para desarmar políticamente a gran parte de la dirección del movimiento de masas. Su papel de coalición preventiva está, a estas alturas, más que demostrado.

En ese sentido, en lo que va del gobierno encabezado por Fernando Lugo no se han visto ni rastros del tan anhelado y prometido “cambio”. Antes bien, el nuevo gobierno se ha caracterizado por la ausencia de medidas reales en cuanto a llevar a la práctica sus ya de por sí moderadas y modestas promesas electorales.

También son muy reveladores los movimientos y tendencias en cuanto a los planes económicos y las políticas sociales durante los primeros 100 días de gobierno. Los hombres centrales de la administración Lugo y sus políticas económicas y sociales nos dan una idea clara del rumbo que adopta este gobierno.

El gobierno del “cambio”, en realidad, es el gobierno del continuismo en cuanto a la profundización de las medidas económicas neoliberales, pero con la variante “progresista” de que van acompañadas de medidas paliativas de corte asistencialista.

EL SUPERMINISTRO BORDA

Empecemos por el flamante gabinete luguista. El primer nombramiento fue el de Dionisio Borda, ex ministro de Hacienda (economía) del saliente gobierno de Nicanor Duarte Frutos, llamado por la prensa el “superministro”. Fue el artífice de la Ley de Reordenamiento Administrativo y Adecuación Fiscal, más conocida como la ley del “impuestazo”. Mientras ocupó el cargo por 21 meses, entre 2003 y 2005, fue el más fiel partidario del FMI, con el que consiguió cerrar un acuerdo en diciembre de 2003 por 73,5 millones de dólares.

El impuestazo consistió esencialmente en generalizar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y paralelamente reducir de 30% a 10% el impuesto a las ganancias para las empresas, reforzando al mismo tiempo los controles fiscales.

Como el IVA es en realidad un impuesto al consumo y en los hechos un impuesto al salario, el famoso equilibrio macroeconómico y el cumplimiento de los deberes ante el FMI fue logrado en base a cargar sobre las espaldas de la clase trabajadora ocupada la crisis económica. Al mismo tiempo, las patronales, tomándose de esta reforma tributaria, lograron imponer formalmente el trabajo informal y precarizado, sin necesidad de modificar o reformar mucho la legislación laboral. Se volvió moneda común que las empresas dejen de tener empleados contratados que figuren en nóminas1, con los beneficios sociales y derechos laborales que ello implica. Ahora un trabajador figura para las administraciones sólo como “prestador de servicios”, que mediante expedición de factura es expropiado del 10% de su salario mensual a través del IVA, monto que luego sirve para ser utilizado por las patronales para su amortización fiscal. Insistimos en que el equilibrio fiscal, y parte de los acuerdos con el FMI, fue alcanzado en gran medida sobre la base de esta explotación adicional de los trabajadores.

Pero lo peor todavía está por venir. Borda, cuando dejó el ministerio en 2005, dejó inconclusa su tarea. Quedó pendiente la reforma de las empresas públicas y del Banco Nacional de Fomento.2 Su salida probablemente se dio ante su “radicalidad” en cuanto a privatizar, lo que implicaba en ese momento un terrible dilema para el régimen colorado, que utilizaba las empresas públicas como centros de distribución de prebenda y sus funcionarios constituían un electorado cautivo.

Ahora quiere terminar la tarea inconclusa. El mismo Borda, poco antes de asumir funciones, adelantó que el tema central según él es “buscar soluciones” para las empresas del Estado. Para ello se ha formado un consejo de ministros, refrendado por decreto del propio Lugo: el Consejo de Empresas Públicas, con tres integrantes: Industria y Comercio, Obras Públicas y Hacienda, cuya tarea fundamental será “coordinar planes y programas de modernización de entes del Estado”. Ya en esa ocasión aclaró que buscar solución a las empresas del Estado significa, básicamente, la incorporación de capital y gerenciamiento privado bajo la forma de tercerización, concesión o capitalización. En ningún momento se habla de privatización como tal, aclaró.

Sólo que al ministro Borda se le olvidó mencionar que las actuales empresas públicas, jurídicamente, son sociedades anónimas, en las cuales hasta ahora el Estado es el mayor accionista, lo que implica que si se da la mentada incorporación de capital y el gerenciamiento privado, con el nombre o modalidad que sea, se habla de una privatización de hecho.3

Otro punto no menos importante, es que en el citado Consejo de Ministros lo acompañan nada menos que el empresario del rubro farmacéutico Martín Heisecke, ministro de Industria y Comercio, junto con Efraín Alegre, ocupante de la cartera de Obras Públicas. Ambos son afiliados del conservador PLRA y defensores religiosos del neoliberalismo. Según el propio Alfredo Jaegli, senador liberal conocido por ser el portavoz de los sectores más oligarcas, la elección de Borda por Lugo para ocupar nuevamente la jefatura del ministerio en cuestión se da porque “puede garantizar que no haya ruptura brusca, ya conoce el manejo de este gobierno y puede ayudar al que entra”.4 En esto Jaegli tiene mucha razón. Durante el lapso de forzado retiro, el reciclado ministro de Hacienda presentó, antes de las elecciones, un trabajo hecho en colaboración con otros “especialistas” titulado “Notas para el Debate Electoral 2008”. En el trabajo se plantean los temas que a su opinión son los prioritarios para la gestión pública 2008–2013.

El futuro ministro sostiene en el citado trabajo que el impedimento para lograr un crecimiento económico sostenido, sustentable y equitativo radica, por un lado, en la debilidad del Estado, manifestada en la no vigencia del estado de derecho, la carencia de un plan estratégico y políticas coordinadas, un sector público no reformado y una burocracia subordinada a los intereses políticos.

También hay que sumar a las causas mencionadas el escaso desarrollo del mercado y la baja competitividad del sector privado por la distorsión del Estado prebendario, imperfecciones del mercado, la informalidad y la ausencia de regulación efectiva y el déficit en tecnología, servicios públicos, créditos y mano de obra calificada.

Los temas incluidos en ese trabajo son: crecimiento económico y empleo, reforma constitucional para la gobernabilidad y gobernanza, energía y desarrollo de infraestructura, educación superior y desarrollo del capital humano, reducción de la pobreza y de la desigualdad e inserción económica del Paraguay en el mundo5.

NEOLIBERALISMO CON ROSTRO HUMANO

Estas conclusiones, elaboradas con ayuda de “especialistas”, no son otra cosa que la aplicación a rajatabla de las recetas del Banco Mundial enmarcadas en el nuevo consenso de Monterrey6, que vino a suplantar al de Washington, y que están resumidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU.

Coincidentemente con el trabajo de Borda, según el propio Banco Mundial las prioridades para los países en desarrollo como el nuestro se dan en cuatro áreas: mejorar el clima para el sector privado, fortalecer el sector público y mejorar la gobernabilidad, aumentar las inversiones en infraestructura y mejorar la eficacia de la prestación de servicios que inciden en el desarrollo humano.

7 Estos Objetivos de Desarrollo del Milenio son el nuevo paradigma de las políticas de cooperación para el desarrollo, impulsadas por el Banco Mundial y el FMI, llevadas adelante con el respaldo de las Naciones Unidas. Los mismos son reducir para el 2015 en un 50% el número de personas que viven con menos de 1 dólar, pasan hambre o carecen de agua potable; que todos los niños y niñas pueden completar la enseñanza primaria; reducir en 2/3 la mortalidad infantil y en 3/4 la mortalidad materna; detener epidemias como el SIDA o la malaria; hacer la deuda externa sostenible a largo plazo; aumentar la AOD hasta el 0,7% del PNB mundial, e integrar a los países en desarrollo en la economía mundial a través de un sistema comercial y financiero abierto.8 Se supone que el medio de aplicar esta estrategia será la reformulación nacional de las Estrategias de Reducción de la Pobreza (PRSP), impulsadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), movilizando todos los recursos nacionales y asegurando el compromiso a largo plazo de la ayuda internacional, con una perspectiva no de tres, sino de cinco y diez años.

Es evidente que muchas de las medidas concretas que proponen para la lucha contra la pobreza parecen propuestas positivas tomadas en sí mismas.

Pero está la otra cara de la moneda: estas metas del milenio de lucha contra la pobreza van acompañadas de medidas conocidamente neoliberales. Por eso afirmamos que es un nuevo paradigma: ya no se trata de la aplicación ortodoxa de las recetas neoliberales, sino de un neoliberalismo “compasivo”. Compasión que tampoco resulta gratuita.

En este esquema aparecen dos elementos nuevos en relación con el Consenso de Washington, ya apuntados en el nuevo Consenso de Monterrey.

El primero de ellos es el papel del Estado y el gasto público para movilizar, regular y garantizar las inversiones necesarias en infraestructura, “capital humano” y “clima de negocios” que aseguren el desarrollo pleno de la acumulación primitiva de capital y, sobre todo para su integración paulatina de nuestros países atrasados en el mercado mundial.10 La venida a Paraguay, de la mano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), del conocido economista Joseph E. Stiglitz, que además de ser ganador del premio Nobel en Economía en 2001 fue desde 1993 asesor económico de Bill Clinton y desde 1997 vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial, sirve como un elemento más a la hora del recuento para asumir cuál será el paradigma económico del gobierno Lugo.

El asesor económico internacional de la APC es otro neoliberal con rostro humano recientemente converso. Su visión de la economía: la ineludible globalización de la economía capitalista mundial y la necesidad de un nuevo intervencionismo estatal y multilateral internacional para regularla a diferentes niveles. Según sus propias palabras durante la conferencia dictada en el Congreso Nacional, donde compartió con Lugo, Franco y Borda: “Las economías de mercado han alcanzado altos índices de crecimiento en los últimos años, pero este crecimiento no ha traído aparejado consigo una disminución de las inequidades sociales. Es por eso que el Estado debe dar énfasis a la reducción de estas inequidades, teniendo en cuenta que las personas son el principal recurso de un país”.11 En su planteamiento se hace necesaria una inyección exógena de capitales, de manera selectiva. Es ahí donde entran a tallar los organismos económicos multilaterales como el Banco Mundial. También se promueve la creación de las condiciones de mercado necesarias para asegurar los beneficios que atraigan a las multinacionales o la inversión extranjera, como las privatizaciones.

La discusión sobre las implicancias de la aplicación de estas medidas económicas por el nuevo gobierno12, enmarcadas en un consenso aparentemente técnico y científico con el apoyo de organismos internacionales, es antes que nada una discusión política, no solo en cuanto a los metas sino en cuanto a los medios sugeridos para lograrlas.

Este paradigma económico es el referente de los sectores de la izquierda liberal del movimiento altermundista, el “capitalismo humanitario”. Pensar que bajo el sistema capitalista, y más aún en esta coyuntura de crisis global, los países semicoloniales puedan salir del agujero donde están con la aplicación de las mismas recetas económicas responsables de su actual situación, pero con medidas paliativas y focalizadas para mitigar sus efectos, no sólo es una utopía reaccionaria. Es toda una contraofensiva política para desmontar los procesos de construcción que están llevando adelante los movimientos sociales y de trabajadores en busca de la verdadera salida para nuestro país, América latina y el resto de los países semicoloniales de la pobreza y el atraso en que estamos sumidos: una salida socialista obrera, campesina y popular.

PROFUNDIZANDO EL CONTINUISMO NEOLIBERAL

Con el gabinete económico encabezado por Borda, es evidente que se prepara el continuismo y la profundización de la aplicación de las medidas económicas neoliberales, pero con el matiz de una política asistencialista a gran escala, a fin de combatir los efectos más visibles resultantes de la aplicación de esas medidas, como la extrema pobreza. Pero si hablamos de continuismo, también hay que remarcar que seguirá vigente la fórmula de cargar sobre las espaldas de la ya terriblemente castigada clase trabajadora los ajustes para lograr estas metas.

Difícilmente los ganaderos y sojeros sufran un descuento a sus cuantiosas ganancias, como se viene especulando. Y si ello ocurriera, sería meramente testimonial. En la práctica, Borda no tocó un pelo a estos sectores en su anterior gestión, y es claramente consecuente en ese aspecto con su teoría económica en cuanto a crear un “clima de negocios”. Pero, sobre todo, el propio Lugo, en ningún momento, incluyendo la campaña electoral, habló de tocar al modelo económico agroexportador. Terrible contradicción cuando en otras ocasiones habla de la realización de una reforma agraria durante su gobierno.

Un dato importante a este respecto es la percepción de tranquilidad que tienen para invertir los sectores del agrobusiness. Tanto es así que la empresa de maquinarias agrícolas New Holland reportó que este año será muy promisorio, ya que en los primeros meses de 2008, las ventas de tractores fueron en un 113% superiores a las registradas en el mismo período del año pasado.13 En cuanto a lo que podemos esperar los trabajadores de parte del gobierno, basta mirar los resultados de la anterior gestión Borda: la pobreza extrema ha aumentado en un 40 por ciento en el período 2005–2007, es decir, unas 270.000 personas más cayeron en la extrema pobreza, debido principalmente al incremento de los precios de los alimentos en la canasta básica (según el último informe de la ONU).

LA ALIANZA ENTRE EL MANGURUYÚ Y LAS MOJARRITAS

Cabe también dar una mirada al aparato político sobre el que se sustenta Fernando Lugo, a fin de completar la caracterización sobre el rumbo que va tomando su gobierno. La Alianza Patriótica para el Cambio obviamente ha dejado de ser un frente electoral para pasar a ser una alianza política que dirige el aparato del estado. Como citamos, está conformado centralmente por el Partido Liberal Radical Auténtico y otros dos que se autoproclaman socialistas, el Partido del Movimiento al Socialismo y el Movimiento Popular Tekojoja.14 Estos últimos tienen en realidad muchos más puntos en común con los liberales, aparte del ejercicio del poder, que con las organizaciones políticas del movimiento de masas.

Esta aclaración es importante, pues entre todas las caracterizaciones hechas por distintas organizaciones y corrientes socialistas, podemos encontrar las que van desde las posiciones más oportunistas o ingenuas, que suponen al gobierno de Lugo como de izquierda, por la inclusión de estos partidos, hasta las que hablan de un gobierno de colaboración de clases.

Sin embargo, podemos ver que en esencia el gobierno Lugo no pasa de ser un gobierno burgués normal, donde el peso de la administración estatal está en poder de un partido tradicional de derecha junto al cual, por ahora, participan partidos que defienden posturas a lo sumo progresistas.

Por eso, ni siquiera se puede hablar de que el gobierno aliancista sea de colaboración de clases: no existe en el gobierno Lugo el más mínimo peso político o influencia real de alguna organización social del movimiento de masas, y menos de trabajadores y el movimiento campesino. Es más, el movimiento de masas está sufriendo un profundo desarme político a causa de la cooptación que el luguismo lleva adelante con varios sectores de su dirigencia. Expulsada la vieja burocracia colorada de los puestos claves de la administración estatal, lógicamente alguien debía de ocupar esos espacios para darle el barniz de “cambio” que tanto predica el luguismo. Claro está, luego de que los dirigentes de comités del PLRA aseguren los suyos.

Tanto por los discursos como por su trayectoria anterior, podemos decir que la fracción “progresista” del PLRA, personificada y liderada por el vicepresidente Federico Franco15 por un lado y los otros dos partidos citados, son auténticos representantes políticos del neoliberalismo compasivo. Con uno que otro matiz, la Alianza en su conjunto comparte esta visión política, donde el mayor o menor grado de preocupación por la “cuestión social” es la única diferencia política real. Como son considerados el ala izquierda del gobierno, es importante hacer hincapié en la orientación que tuvieron y tienen actualmente el Movimiento Tekojoja y el P–MAS.

En este sentido, puede decirse que Tekojoja es el representante más fiel de la izquierda liberal “progresista”. Es la organización más propensa a defender e implementar las políticas paliativas del neoliberalismo compasivo. El partido tiene una importante composición dirigencial de, si no administradores, por lo menos funcionarios de varias ONGs. Tal vez por ello, son bastante coherentes con su visión de cambiar lo que sea posible cambiar dentro del capitalismo sin cuestionarlo como tal. Impulsados por esa idea del posibilismo, no hace mucho algunas de sus actuales figuras públicas estuvieron vinculadas notoriamente a la organización local del Foro Social Mundial y a la idea de que “otro mundo es posible”. El partido surgió con el fin de apuntalar el proyecto electoral que llevó al poder a Fernando Lugo, y ahora consecuentemente su política gira en torno a dar un apoyo incondicional a su figura.

Por su parte el P–MAS16 es más ecléctico en cuanto a fuentes y referencias políticas. El espectro de las mismas abarca desde el movimiento altermundista hasta la reivindicación del chavismo, pasando por las obligatorias citas al Che Guevara. Sin embargo, esto no impide que el denominador común con Tekojoja sea la defensa a ultranza de Lugo. El P–MAS tampoco está desligado del neoliberalismo humanitario: no es casual que su principal dirigente sea el ministro de la Secretaría de Emergencia Nacional, repartición encargada de administrar el asistencialismo estatal.

Desde otro ángulo, también podemos ver que en la Alianza el peso político específico del PLRA es sin dudas muchísimo mayor al que puedan tener el P–MAS o Tekojoja, desequilibrio que con el paso del tiempo en vez de ser superado se va acentuando. Principalmente por dos factores: la falta de política propia y distintiva frente a la política de defensa de los privilegios de un partido de tipo oligárquico que se adapta en forma oportunista a los nuevos vientos de cambio. Pero el factor más importante es la falta de bases sólidas en el movimiento de masas. La falta de un movimiento fuerte y en lucha en el cual sostenerse o por lo menos referenciarse hace que ambos partidos políticos sólo tengan peso en las superestructuras estatales.

Ambas organizaciones actualmente siguen un curso de rápida absorción por el aparato estatal. Desde un inicio, llevados por la lógica de la realpolitik, entraron en una primera fase de su anulación, por parte del PLRA y la burguesía en su conjunto, como organizaciones que puedan de alguna manera contrapesar su política, y ni que hablar de representar los intereses de los sectores pobres y explotados. Esto es más notorio cuando se hace pública la enconada rivalidad entre ambas en torno a ocupar tal o cual espacio de poder o a las disputas en torno a ser los referentes “socialistas” del gobierno. Ambas organizaciones políticamente tan parecidas y con propósitos comunes podrían aliarse para sumar y equilibrar fuerzas con su circunstancial aliado de derecha. Sin embargo, llevados por el deseo de hegemonía y el contagio sufrido de la lógica del poder, terminan utilizando los métodos propios de los partidos tradicionales de la burguesía, como el prebendarismo y la utilización de los recursos estatales con fines partidarios.

DESPERTAR DEL LETARGO

Las consecuencias para el movimiento social y de trabajadores van a sentirse más pronto de lo que parece: alguien tiene que pagar la factura para sostener el programa asistencialista dirigido a los sectores marginalizados y mantener el mentado “clima de negocios” del superministro Borda, porque con los fondos exógenos de la cooperación internacional17 o del FOCEM18 no alcanza para que, en los próximos cinco años, los efectos más visibles de las medidas neoliberales y de continuidad del modelo agroexportador se mitiguen de alguna forma, si en realidad les interesa.

Nuevamente, exprimir a los trabajadores será el recurso económico central del gobierno del “cambio”.

A estas alturas, afirmar que el gobierno Lugo no es el proyecto de un sector burgués (que tiene como norma, desde el vamos, adoptar cambios superficiales para no tocar el grueso de los privilegios de los mismos oligarcas que iniciaron su ascenso ya en los albores del stronismo) que se propone y presenta como alternativa de renovación efectiva para la defensa de los intereses generales de toda la burguesía local, frente al anterior agotado e inservible régimen bajo la hegemonía del Partido Colorado, ya no es ingenuidad sino mala fe o vulgar oportunismo.

La cuestión de apoyar o incluso formar parte del gobierno Lugo se constituyó en una verdadera divisoria de aguas al interior del movimiento social y de trabajadores. Hecho muy positivo por una parte, pues se definieron sectores que optaron por la construcción de espacios independientes y clasistas, pero por otro lado el proceso de cooptación de dirigentes sociales y de parálisis, que ya hemos citado, trajo consigo la ruptura y división, con el consecuente debilitamiento de varias organizaciones gremiales y políticas del campo popular.

Que todo siga igual o no, una vez más, depende de los llamados sectores sociales, la clase trabajadora organizada y el movimiento campesino.

Lamentablemente, a pesar del fortalecimiento de algunas iniciativas en la clase trabajadora19, vemos que el rasgo general es el de la confusión y de la concesión tácita de un periodo de confianza hacia Lugo; se impone el “esperemos a ver qué pasa”. Actitud que trae aparejada la inmovilidad absoluta y la pérdida de reflejos del movimiento campesino y de trabajadores, que a futuro tendrá un costo altísimo a la hora de enfrentar la implementación de nuevas medidas de corte neoliberal que sin dudas se avecinan. Y en este punto volvemos a recalcar el papel paralizador de las organizaciones reformistas que forman parte del gobierno, con su política de apoyo incondicional y de congelar las luchas con el viejo pretexto de no remover el avispero porque “las circunstancias pueden ser aprovechadas por la derecha reaccionaria”.

Así como recordamos que se definieron sectores por la conformación de un polo independiente y clasista, debemos aunar esfuerzos para recomponer una verdadera oposición de izquierda al gobierno Lugo. En estos momentos parece una tarea difícil, pero debemos dar sin demora los primeros pasos en pos de ese objetivo. No más falsas esperanzas en la lapicera de Fernando Lugo: sólo la movilización, la coordinación en torno a las reales reivindicaciones de la clase trabajadora y el conjunto de los explotados en base a un programa de luchas será la fuerza del verdadero cambio.

Despertemos del letargo.


1 También de este modo evitan pagar los respectivos montos al Instituto de Previsión Social por ejemplo.

2 “El Paraguay de Lugo y el FMI”, http://ifis.choike.org/esp/informes/924.html.

3 “Dionisio Borda habla de tercerización y no de privatizaciones”, http://www.abc.com.py/articulos.

php?pid=437919

fec= (2008–08–02).

4 “Popularidad posibilita a Lugo elegir ministros sin mucha presión de aliados”, http://anteriores.lanacion.com.py, 4–5–08) 5 “Borda será ministro”, confirmó Lugo, http://www.abc.com.py/articulos.php?fec=2008–05– 02

pid=411750.

6 Cumbre extraordinaria de las Américas – Monterrey, México del 12 al 13 de enero de 2004.

7 “El largo camino para alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio”, http://www.bancomundial.

org/temas/omd/camino.htm.

8 http://siteresources.worldbank.org/quienessomos/Resources/folletobancomundial–2007.pdf 9 G. Búster, “El proyecto milenio o la globalización capitalista compasiva”, http://www.rebelion.

org/noticia.php?id=19992 10 Ídem.

11 http://www.lanacion.com.py/noticias.php?not=198884 12 En el informe de Naciones Unidas en Paraguay se afirma que estas políticas serán adoptadas por nuestros gobiernos en sus primeros cien días, quedando claro que trascienden las decisiones a nivel local (“Objetivos de Desarrollo del Milenio Informe Paraguay”, Sistema de las Naciones Unidas en Paraguay, Asunción, 2003).

13 “Venta de máquinas agrícolas se duplicó en lo que va del año”, La Nación, 13–9–08.

14 Los acompañan también otros partidos más pequeños, como el Partido Democrático Progresista y el Partido País Solidario.

15 Franco fue primero intendente municipal y luego gobernador del Departamento Central, antes de candidatearse como compañero de dupla de Fernando Lugo. En realidad representa a una fracción del PLRA, y no pertenece al oficialismo del partido.

16 Otro elemento en común con Tekojoja es que el P–MAS también se inicia a partir de una ONG, la llamada “Casa de la Juventud”.

17 La vicepresidenta del Banco Mundial, Pamela Cox, en reciente visita ofreció créditos por 500 millones de dólares, de los cuales se donarán 5 millones para obras sociales (http://www.abc.com.

py/2008–09–16/articulos/451456/banco–mundial–ofrece–us–500–millones–al–gobierno–de–lugo).

18 Marco Boltes, “Cómo se viene el 2008. Recuento y Perspectivas”.

19 La Mesa Coordinadora Sindical, que agrupa a varios sindacatos estatales y otros del sector privado, lleva adelante una política independiente y crítica al gobierno Lugo.