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Socialismo
o Barbarie
revista Nº 22 |
La APC, Fernando Lugo y la nueva etapa
en Paraguay
El gobierno del “neoliberalismo
compasivo”
Por Marco Boltes
La coyuntura local cobró notoriedad internacional
con el ex obispo católico Fernando Lugo electo presidente. Con el
triunfo de Lugo parece culminar el ciclo de arribo al poder de los
nuevos gobiernos progresistas en Sudamérica. Paraguay aparece así
como el último coletazo, producto de la influencia del ascenso de
masas a nivel continental, que termina en un gobierno de este
tipo, así como sucedió en otros países con cierta estabilidad
parecida a la nuestra, como Brasil y Uruguay.
Tal vez por formar parte de este fenómeno en forma
muy tardía, el gobierno Lugo tiene los rasgos “progresistas”
mucho más desdibujados en comparación con sus predecesores del
continente, y tienen mayor peso los elementos de estabilidad y las
vías marcadamente institucionalistas. En nuestro caso, se hace
mucho más transparente el carácter de este tipo de gobiernos y
su filiación a fracciones de la clase dominante que apuestan ya
no al modelo neoliberal de los 90, sino más bien a un neoliberalismo
moderado por la adopción de políticas paliativas de corte
asistencialista,
a fin de no recaer en el caos que originó la sucesión de
rebeliones populares en todo el continente.
Sumado a esto, el movimiento social y de
trabajadores no está pasando por uno de sus mejores momentos
desde la caída de la dictadura stronista hasta hoy. Aun cuando el
gobierno anterior de Nicanor Duarte Frutos utilizaba métodos durísimos
de persecución y criminalización de la lucha social,
principalmente contra el movimiento campesino, la lucha a pesar de
los ataques se mantuvo firme y combativa. Hoy, bajo el luguismo,
varios de sus principales dirigentes se dedican a organizar
frentes y actos con el único fin de dar apoyo incondicional al
gobierno, sin que éste sea merecedor real de tales gentilezas y
olvidando algo tan básico como que el gobierno debe ser el que
esté al ser– vicio del movimiento de masas y no al contrario.
Por su parte, la dirigencia del movimiento obrero, que apoyó
sustancialmente el proyecto electoral de Lugo, ni bien éste llega
al poder recibe una muestra del más descarado desprecio, cuando
Lugo nombrar a un dirigente del PLRA como Ministro de Justicia y
Trabajo. A esto se suma el plantón hecho al congreso de una de
las más importantes centrales obreras, la CNT, con el agravante
de que, en cambio, Lugo no pierde oportunidad de asistir a cuanto
acto de corte populista se le presenta.
Otro fenómeno no menos importante es el papel de
ciertos sectores llamados de izquierda que forman parte del
gobierno luguista. El peculiar frente en el poder, la Alianza
Patriótica para el Cambio, está compuesto centralmente por un
partido tradicional de origen decimonónico, conservador y oligárquico:
el PLRA, junto con otros dos, de reciente fundación, que se
proclaman de izquierda, el P–MAS y el Movimiento Popular
Tekojoja. Fuerzas que, hasta ahora, sólo han cobrado notoriedad
por lo contradictorio entre su accionar y los discursos o la lucha
despiadada por cargos y protagonismo entre ellas.
Sobre este punto, fue sintomático que el mismo día
en que el gobierno boliviano expulsaba a un embajador yanqui por
brindar apoyo a la derecha fascista de la Media Luna, el flamante
ministro, autoproclamado socialista y antiimperialista, Camilo
Soarez, recibe sin complejos de manos de la nueva embajadora de
Washington en Asunción un interesante “donativo” para su
ministerio.
Con este tipo de acciones, por la vía de los
hechos, tenemos claro lo nefasto que puede resultar el gobierno
Lugo. A pesar de haber surgido de un apoyo electoral importante,
producto del deseo de amplios sectores de trabajadores de derrocar
a la oligarquía vinculada a la burocracia del Partido Colorado,
hoy tenemos el contradictorio resultado de tener en esencia nada más
que una versión renovada de
recambio institucional y estabilizador para ese régimen
desgastado y putrefacto.
Pero con el agravante de que para la burguesía local tiene la
ventaja, por sobre los desplazados del gobierno, de que tiene
mayor capacidad para desarmar políticamente a gran parte de la
dirección del movimiento de masas. Su papel de coalición
preventiva está, a estas alturas, más que demostrado.
En ese sentido, en lo que va del gobierno
encabezado por Fernando Lugo no se han visto ni rastros del tan
anhelado y prometido “cambio”. Antes bien, el nuevo gobierno
se ha caracterizado por la ausencia de medidas reales en cuanto a
llevar a la práctica sus ya de por sí moderadas y modestas
promesas electorales.
También son muy reveladores los movimientos y
tendencias en cuanto a los planes económicos y las políticas
sociales durante los primeros 100 días de gobierno. Los hombres
centrales de la administración Lugo y sus políticas económicas
y sociales nos dan una idea clara del rumbo que adopta este
gobierno.
El gobierno del “cambio”, en realidad, es el
gobierno del continuismo en cuanto a la profundización de las
medidas económicas neoliberales, pero con la variante
“progresista” de que van acompañadas de medidas paliativas de
corte asistencialista.
EL
SUPERMINISTRO BORDA
Empecemos por el flamante gabinete luguista. El
primer nombramiento fue el de Dionisio Borda, ex ministro de
Hacienda (economía) del saliente gobierno de Nicanor Duarte
Frutos, llamado por la prensa el “superministro”. Fue el artífice
de la Ley de Reordenamiento Administrativo y Adecuación Fiscal, más
conocida como la ley del “impuestazo”. Mientras ocupó el
cargo por 21 meses, entre 2003 y 2005, fue el más fiel partidario
del FMI, con el que consiguió cerrar un acuerdo en diciembre de
2003 por 73,5 millones de dólares.
El impuestazo consistió esencialmente en
generalizar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y paralelamente
reducir de 30% a 10% el impuesto a las ganancias para las
empresas, reforzando al mismo tiempo los controles fiscales.
Como el IVA es en realidad un impuesto al consumo y
en los hechos un impuesto al salario, el famoso equilibrio
macroeconómico y el cumplimiento de los deberes ante el FMI fue
logrado en base a cargar sobre las espaldas de la clase
trabajadora ocupada la crisis económica. Al mismo tiempo, las
patronales, tomándose de esta reforma tributaria, lograron
imponer formalmente el trabajo informal y precarizado, sin
necesidad de modificar o reformar mucho la legislación laboral.
Se volvió moneda común que las empresas dejen de tener empleados
contratados que figuren en nóminas1, con los beneficios sociales y derechos
laborales que ello implica. Ahora un trabajador figura para las
administraciones sólo como “prestador de servicios”, que
mediante expedición de factura es expropiado del 10% de su
salario mensual a través del IVA, monto que luego sirve para ser
utilizado por las patronales para su amortización fiscal.
Insistimos en que el equilibrio fiscal, y parte de los acuerdos
con el FMI, fue alcanzado en gran medida sobre la base de esta
explotación adicional de los trabajadores.
Pero lo peor todavía está por venir. Borda,
cuando dejó el ministerio en 2005, dejó inconclusa su tarea.
Quedó pendiente la reforma de las empresas públicas y del Banco
Nacional de Fomento.2 Su salida probablemente se dio ante su
“radicalidad” en cuanto a privatizar, lo que implicaba en ese
momento un terrible dilema para el régimen colorado, que
utilizaba las empresas públicas como centros de distribución de
prebenda y sus funcionarios constituían un electorado cautivo.
Ahora quiere terminar la tarea inconclusa. El mismo
Borda, poco antes de asumir funciones, adelantó que el tema
central según él es “buscar soluciones” para las empresas
del Estado. Para ello se ha formado un consejo de ministros,
refrendado por decreto del propio Lugo: el Consejo de Empresas Públicas,
con tres integrantes: Industria y Comercio, Obras Públicas y
Hacienda, cuya tarea fundamental será “coordinar planes y
programas de modernización de entes del Estado”. Ya en esa
ocasión aclaró que buscar solución a las empresas del Estado
significa, básicamente, la incorporación de capital y
gerenciamiento privado bajo la forma de
tercerización, concesión o capitalización. En ningún momento
se habla de privatización como tal, aclaró.
Sólo que al ministro Borda se le olvidó mencionar
que las actuales empresas públicas, jurídicamente, son
sociedades anónimas, en las cuales hasta ahora el Estado es el
mayor accionista, lo que implica que si se da la mentada
incorporación de capital y el gerenciamiento privado, con el
nombre o modalidad que sea, se habla de una privatización de
hecho.3
Otro punto no menos importante, es que en el citado
Consejo de Ministros lo acompañan nada menos que el empresario
del rubro farmacéutico Martín Heisecke, ministro de Industria y
Comercio, junto con Efraín Alegre, ocupante de la cartera de
Obras Públicas. Ambos son afiliados del conservador PLRA y
defensores religiosos del neoliberalismo. Según el propio Alfredo
Jaegli, senador liberal conocido por ser el portavoz de los
sectores más oligarcas, la elección de Borda por Lugo para
ocupar nuevamente la jefatura del ministerio en cuestión se da
porque “puede garantizar que no haya ruptura brusca, ya conoce
el manejo de este gobierno y puede ayudar al que entra”.4 En esto Jaegli tiene mucha razón. Durante
el lapso de forzado retiro, el reciclado ministro de Hacienda
presentó, antes de las elecciones, un trabajo hecho en colaboración
con otros “especialistas” titulado “Notas para el Debate
Electoral 2008”. En el trabajo se plantean los temas que a su
opinión son los prioritarios para la gestión pública
2008–2013.
El futuro ministro sostiene en el citado trabajo
que el impedimento para lograr un crecimiento económico
sostenido, sustentable y equitativo radica, por un lado, en la
debilidad del Estado, manifestada en la no vigencia del estado de
derecho, la carencia de un plan estratégico y políticas
coordinadas, un sector público no reformado y una burocracia
subordinada a los intereses políticos.
También hay que sumar a las causas mencionadas el
escaso desarrollo del mercado y la baja competitividad del sector
privado por la distorsión del Estado prebendario, imperfecciones
del mercado, la informalidad y la ausencia de regulación efectiva
y el déficit en tecnología, servicios públicos, créditos y
mano de obra calificada.
Los temas incluidos en ese trabajo son: crecimiento
económico y empleo, reforma constitucional para la gobernabilidad
y gobernanza, energía y desarrollo de infraestructura, educación
superior y desarrollo del capital humano, reducción de la pobreza
y de la desigualdad e inserción económica del Paraguay en el
mundo5.
NEOLIBERALISMO
CON ROSTRO HUMANO
Estas conclusiones, elaboradas con ayuda de
“especialistas”, no son otra cosa que la aplicación a
rajatabla de las recetas del Banco Mundial enmarcadas en el nuevo
consenso de Monterrey6, que vino a suplantar al de Washington, y
que están resumidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de
la ONU.
Coincidentemente con el trabajo de Borda, según el
propio Banco Mundial las prioridades para los países en
desarrollo como el nuestro se dan en cuatro áreas: mejorar el
clima para el sector privado, fortalecer el sector público y
mejorar la gobernabilidad, aumentar las inversiones en
infraestructura y mejorar la eficacia de la prestación de
servicios que inciden en el desarrollo humano.
7 Estos
Objetivos de Desarrollo del Milenio son el nuevo paradigma de las
políticas de cooperación para el desarrollo, impulsadas por el
Banco Mundial y el FMI, llevadas adelante con el respaldo de las
Naciones Unidas. Los mismos son reducir para el 2015 en un 50% el
número de personas que viven con menos de 1 dólar, pasan hambre
o carecen de agua potable; que todos los niños y niñas pueden
completar la enseñanza primaria; reducir en 2/3 la mortalidad
infantil y en 3/4 la mortalidad materna; detener epidemias como el
SIDA o la malaria; hacer la deuda externa sostenible a largo
plazo; aumentar la AOD hasta el 0,7% del PNB mundial, e integrar a
los países en desarrollo en la economía mundial a través de un
sistema comercial y financiero abierto.8 Se supone que el medio de aplicar esta
estrategia será la reformulación nacional de las Estrategias de
Reducción de la Pobreza (PRSP), impulsadas por el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional (FMI), movilizando todos los
recursos nacionales y asegurando el compromiso a largo plazo de la
ayuda internacional, con una perspectiva no de tres, sino de cinco
y diez años.
Es evidente que muchas de las medidas concretas que
proponen para la lucha contra la pobreza parecen propuestas
positivas tomadas en sí mismas.
Pero está la otra cara de la moneda: estas metas
del milenio de lucha contra la pobreza van acompañadas de medidas
conocidamente neoliberales. Por eso afirmamos que es un nuevo
paradigma: ya no se trata de la aplicación ortodoxa de las
recetas neoliberales, sino de un neoliberalismo “compasivo”.
Compasión que tampoco resulta gratuita.
En este esquema aparecen dos elementos nuevos en
relación con el Consenso de Washington, ya apuntados en el nuevo
Consenso de Monterrey.
El primero de ellos es el papel del Estado y el
gasto público para movilizar, regular y garantizar las
inversiones necesarias en infraestructura, “capital humano” y “clima de
negocios” que aseguren el desarrollo pleno de la acumulación
primitiva de capital y, sobre todo para su integración paulatina
de nuestros países atrasados en el mercado mundial.10 La
venida a Paraguay, de la mano del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), del conocido economista Joseph E.
Stiglitz, que además de ser ganador del premio Nobel en Economía
en 2001 fue desde 1993 asesor económico de Bill Clinton y desde
1997 vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial, sirve
como un elemento más a la hora del recuento para asumir cuál será
el paradigma económico del gobierno Lugo.
El asesor económico internacional de la APC es
otro neoliberal con rostro humano recientemente converso. Su visión
de la economía: la ineludible globalización de la economía
capitalista mundial y la necesidad de un nuevo intervencionismo
estatal y multilateral internacional para regularla a diferentes
niveles. Según sus propias palabras durante la conferencia
dictada en el Congreso Nacional, donde compartió con Lugo, Franco
y Borda: “Las economías de mercado han alcanzado altos índices
de crecimiento en los últimos años, pero este crecimiento no ha
traído aparejado consigo una disminución de las inequidades
sociales. Es por eso que el Estado debe dar énfasis a la reducción
de estas inequidades, teniendo en cuenta que las personas son el
principal recurso de un país”.11
En su planteamiento se hace necesaria una inyección exógena de
capitales, de manera selectiva. Es ahí donde entran a tallar los
organismos económicos multilaterales como el Banco Mundial. También
se promueve la creación de las condiciones de mercado necesarias
para asegurar los beneficios que atraigan a las multinacionales o
la inversión extranjera, como las privatizaciones.
La discusión sobre las implicancias de la aplicación
de estas medidas económicas por el nuevo gobierno12, enmarcadas en un consenso aparentemente técnico
y científico con el apoyo de organismos internacionales, es antes
que nada una discusión política, no solo en cuanto a los metas
sino en cuanto a los medios sugeridos para lograrlas.
Este paradigma económico es el referente de los
sectores de la izquierda liberal del movimiento altermundista, el
“capitalismo humanitario”. Pensar que bajo el sistema
capitalista, y más aún en esta coyuntura de crisis global, los
países semicoloniales puedan salir del agujero donde están con
la aplicación de las mismas recetas económicas responsables de
su actual situación, pero con medidas paliativas y focalizadas
para mitigar sus efectos, no sólo es una utopía reaccionaria. Es
toda una contraofensiva política para desmontar los procesos de
construcción que están llevando adelante los movimientos
sociales y de trabajadores en busca de la verdadera salida para
nuestro país, América latina y el resto de los países
semicoloniales de la pobreza y el atraso en que estamos sumidos:
una salida socialista obrera, campesina y popular.
PROFUNDIZANDO
EL CONTINUISMO NEOLIBERAL
Con el gabinete económico encabezado por Borda, es
evidente que se prepara el continuismo y la profundización de la
aplicación de las medidas económicas neoliberales, pero con el
matiz de una política asistencialista a gran escala, a fin de
combatir los efectos más visibles resultantes de la aplicación
de esas medidas, como la extrema pobreza. Pero si hablamos de
continuismo, también hay que remarcar que seguirá vigente la fórmula
de cargar sobre las espaldas de la ya terriblemente castigada
clase trabajadora los ajustes para lograr estas metas.
Difícilmente los ganaderos y sojeros sufran un
descuento a sus cuantiosas ganancias, como se viene especulando. Y
si ello ocurriera, sería meramente testimonial. En la práctica,
Borda no tocó un pelo a estos sectores en su anterior gestión, y
es claramente consecuente en ese aspecto con su teoría económica
en cuanto a crear un “clima de negocios”. Pero, sobre todo, el
propio Lugo, en ningún momento, incluyendo la campaña electoral,
habló de tocar al modelo económico agroexportador. Terrible
contradicción cuando en otras ocasiones habla de la realización
de una reforma agraria durante su gobierno.
Un dato importante a este respecto es la percepción
de tranquilidad que tienen para invertir los sectores del agrobusiness.
Tanto es así que la empresa de maquinarias agrícolas New Holland
reportó que este año será muy promisorio, ya que en los
primeros meses de 2008, las ventas de tractores fueron en un 113%
superiores a las registradas en el mismo período del año pasado.13 En
cuanto a lo que podemos esperar los trabajadores de parte del
gobierno, basta mirar los resultados de la anterior gestión
Borda: la pobreza extrema ha aumentado en un 40 por ciento en el
período 2005–2007, es decir, unas 270.000 personas más cayeron
en la extrema pobreza, debido principalmente al incremento de los
precios de los alimentos en la canasta básica (según el último
informe de la ONU).
LA
ALIANZA ENTRE EL MANGURUYÚ Y LAS MOJARRITAS
Cabe también dar una mirada al aparato político
sobre el que se sustenta Fernando Lugo, a fin de completar la
caracterización sobre el rumbo que va tomando su gobierno. La
Alianza Patriótica para el Cambio obviamente ha dejado de ser un
frente electoral para pasar a ser una alianza política que dirige
el aparato del estado. Como citamos, está conformado centralmente
por el Partido Liberal Radical Auténtico y otros dos que se
autoproclaman socialistas, el Partido del Movimiento al Socialismo
y el Movimiento Popular Tekojoja.14
Estos últimos tienen en realidad muchos más puntos en común con
los liberales, aparte del ejercicio del poder, que con las
organizaciones políticas del movimiento de masas.
Esta aclaración es importante, pues entre todas
las caracterizaciones hechas por distintas organizaciones y
corrientes socialistas, podemos encontrar las que van desde las
posiciones más oportunistas o ingenuas, que suponen al gobierno
de Lugo como de
izquierda, por la inclusión de estos partidos, hasta las que
hablan de un gobierno de colaboración de clases.
Sin embargo, podemos ver que en esencia el gobierno
Lugo no pasa de ser un gobierno burgués normal,
donde el peso de la administración estatal está en poder de un
partido tradicional de derecha junto al cual, por ahora,
participan partidos que defienden posturas a lo sumo progresistas.
Por eso, ni siquiera se puede hablar de que el
gobierno aliancista sea de colaboración de clases: no
existe en el gobierno Lugo el más mínimo peso político o
influencia real de alguna organización social del movimiento de
masas, y menos de trabajadores y el movimiento campesino. Es más, el movimiento de masas está
sufriendo un profundo desarme político a
causa de la cooptación que el luguismo lleva adelante con varios
sectores de su dirigencia. Expulsada la vieja burocracia colorada
de los puestos claves de la administración estatal, lógicamente
alguien debía de ocupar esos espacios para darle el barniz de
“cambio” que tanto predica el luguismo.
Claro está, luego de que los dirigentes de comités
del PLRA aseguren los suyos.
Tanto por los discursos como por su trayectoria
anterior, podemos decir que la fracción “progresista” del
PLRA, personificada y liderada por el vicepresidente Federico
Franco15
por un lado y los otros dos partidos citados, son auténticos
representantes políticos del neoliberalismo compasivo. Con uno
que otro matiz, la Alianza en su conjunto comparte esta visión
política, donde el mayor o menor grado de preocupación por la
“cuestión social” es la única diferencia política real.
Como son considerados el ala izquierda del gobierno, es importante
hacer hincapié en la orientación que tuvieron y tienen
actualmente el Movimiento Tekojoja y el P–MAS.
En este sentido, puede decirse que Tekojoja es el
representante más fiel de la izquierda liberal “progresista”.
Es la organización más propensa a defender e implementar las políticas
paliativas del neoliberalismo compasivo. El partido tiene una
importante composición dirigencial de, si no administradores, por
lo menos funcionarios de varias ONGs. Tal vez por ello, son
bastante coherentes con su visión de cambiar lo que sea posible
cambiar dentro del capitalismo sin cuestionarlo como tal.
Impulsados por esa idea del posibilismo,
no hace mucho algunas de sus actuales figuras públicas estuvieron
vinculadas notoriamente a la organización local del Foro Social
Mundial y a la idea de que “otro mundo es posible”. El partido surgió con el fin
de apuntalar el proyecto electoral que llevó al poder a Fernando
Lugo, y ahora consecuentemente su política gira en torno a dar un
apoyo incondicional a su figura.
Por su parte el P–MAS16 es más
ecléctico en cuanto a fuentes y referencias políticas.
El espectro de las mismas abarca desde el movimiento altermundista
hasta la reivindicación del chavismo, pasando por las
obligatorias citas al Che Guevara. Sin embargo, esto no impide que
el denominador común con Tekojoja sea la defensa a ultranza de
Lugo. El P–MAS tampoco está desligado del neoliberalismo
humanitario: no es casual que su principal dirigente sea el
ministro de la Secretaría de Emergencia Nacional, repartición
encargada de administrar el asistencialismo estatal.
Desde otro ángulo, también podemos ver que en la
Alianza el peso político específico del PLRA es sin dudas muchísimo
mayor al que puedan tener el P–MAS o Tekojoja, desequilibrio que
con el paso del tiempo en vez de ser superado se va acentuando.
Principalmente por dos factores: la falta de política propia y
distintiva frente a la política de defensa de los privilegios de
un partido de tipo oligárquico que se adapta en forma oportunista
a los nuevos vientos de cambio. Pero el factor más importante es
la falta de bases sólidas en el movimiento de masas.
La falta de un movimiento fuerte y en lucha en el cual sostenerse
o por lo menos referenciarse hace que ambos partidos políticos sólo
tengan peso en las superestructuras estatales.
Ambas organizaciones actualmente siguen un curso de
rápida absorción por el aparato estatal. Desde un inicio,
llevados por la lógica de la realpolitik,
entraron en una primera fase de su anulación, por parte del PLRA
y la burguesía en su conjunto, como organizaciones que puedan de
alguna manera contrapesar su política, y ni que hablar de
representar los intereses de los sectores pobres y explotados.
Esto es más notorio cuando se hace pública la enconada rivalidad
entre ambas en torno a ocupar tal o cual espacio de poder o a las
disputas en torno a ser los referentes “socialistas” del
gobierno. Ambas organizaciones políticamente tan parecidas y con
propósitos comunes podrían aliarse para sumar y equilibrar
fuerzas con su circunstancial aliado de derecha. Sin embargo,
llevados por el deseo de hegemonía y el contagio sufrido de la lógica
del poder, terminan utilizando los métodos propios de los
partidos tradicionales de la burguesía, como el prebendarismo y
la utilización de los recursos estatales con fines partidarios.
DESPERTAR
DEL LETARGO
Las consecuencias para el movimiento social y de
trabajadores van a sentirse más pronto de lo que parece: alguien
tiene que pagar la factura para sostener el programa
asistencialista dirigido a los sectores marginalizados y mantener
el mentado “clima de negocios” del superministro Borda, porque
con los fondos exógenos de la cooperación internacional17 o
del FOCEM18 no alcanza para que, en los próximos
cinco años, los efectos más visibles de las medidas neoliberales
y de continuidad del modelo agroexportador se mitiguen de alguna
forma, si en realidad les interesa.
Nuevamente, exprimir a los trabajadores será el
recurso económico central del gobierno del “cambio”.
A estas alturas, afirmar que el gobierno Lugo no es
el proyecto de un sector burgués (que tiene como norma, desde el
vamos, adoptar cambios superficiales para no tocar el grueso de
los privilegios de los mismos oligarcas que iniciaron su ascenso
ya en los albores del stronismo) que se propone y presenta como alternativa de renovación efectiva
para la defensa de los intereses generales de toda la burguesía
local, frente al anterior agotado e inservible régimen bajo la
hegemonía del Partido Colorado,
ya no es ingenuidad sino mala fe o vulgar oportunismo.
La cuestión de apoyar o incluso formar parte del
gobierno Lugo se constituyó en una verdadera divisoria de aguas
al interior del movimiento social y de trabajadores. Hecho muy
positivo por una parte, pues se definieron sectores que optaron
por la construcción de espacios independientes y clasistas, pero
por otro lado el proceso de cooptación de dirigentes sociales y
de parálisis, que ya hemos citado, trajo consigo la ruptura y
división, con el consecuente debilitamiento de varias
organizaciones gremiales y políticas del campo popular.
Que todo siga igual o no, una vez más, depende de
los llamados sectores sociales, la clase trabajadora organizada y
el movimiento campesino.
Lamentablemente, a pesar del fortalecimiento de
algunas iniciativas en la clase trabajadora19,
vemos que el rasgo general es el de la confusión y de
la concesión tácita de un periodo de confianza hacia Lugo;
se impone el “esperemos a ver qué pasa”. Actitud que trae
aparejada la inmovilidad absoluta y la pérdida de reflejos del
movimiento campesino y de trabajadores, que a futuro tendrá un
costo altísimo a la hora de enfrentar la implementación de
nuevas medidas de corte neoliberal que sin dudas se avecinan. Y en
este punto volvemos a recalcar el papel paralizador de las
organizaciones reformistas que forman parte del gobierno, con su
política de apoyo incondicional y de congelar las luchas con el
viejo pretexto de no remover el avispero porque “las
circunstancias pueden ser aprovechadas por la derecha
reaccionaria”.
Así como recordamos que se definieron sectores por
la conformación de un polo independiente y clasista, debemos
aunar esfuerzos para recomponer una verdadera oposición de
izquierda al gobierno Lugo. En estos momentos parece una tarea difícil,
pero debemos dar sin demora los primeros pasos en pos de ese
objetivo. No más falsas esperanzas en la lapicera de Fernando
Lugo: sólo la movilización, la coordinación en torno a las
reales reivindicaciones de la clase trabajadora y el conjunto de
los explotados en base a un programa de luchas será la fuerza del
verdadero cambio.
Despertemos del letargo.
1 También de este modo evitan pagar los respectivos
montos al Instituto de Previsión Social por ejemplo.
2 “El Paraguay de Lugo y el FMI”,
http://ifis.choike.org/esp/informes/924.html.
3 “Dionisio Borda habla de tercerización
y no de privatizaciones”, http://www.abc.com.py/articulos.
php?pid=437919
fec=
(2008–08–02).
4 “Popularidad posibilita a Lugo elegir
ministros sin mucha presión de aliados”, http://anteriores.lanacion.com.py, 4–5–08) 5 “Borda será ministro”, confirmó Lugo, http://www.abc.com.py/articulos.php?fec=2008–05–
02
pid=411750.
6 Cumbre extraordinaria de las Américas –
Monterrey, México del 12 al 13 de enero de 2004.
7 “El largo camino para alcanzar los objetivos de
desarrollo del milenio”, http://www.bancomundial.
org/temas/omd/camino.htm.
8 http://siteresources.worldbank.org/quienessomos/Resources/folletobancomundial–2007.pdf
9 G. Búster, “El
proyecto milenio o la globalización capitalista compasiva”,
http://www.rebelion.
org/noticia.php?id=19992 10 Ídem.
11 http://www.lanacion.com.py/noticias.php?not=198884 12 En el
informe de Naciones Unidas en Paraguay se afirma que estas políticas
serán adoptadas por nuestros gobiernos en sus primeros cien días,
quedando claro que trascienden las decisiones a nivel local
(“Objetivos de Desarrollo del Milenio Informe Paraguay”,
Sistema de las Naciones Unidas en Paraguay, Asunción, 2003).
13 “Venta de máquinas agrícolas se duplicó en lo
que va del año”, La Nación, 13–9–08.
14 Los acompañan también otros partidos más pequeños,
como el Partido Democrático Progresista y el Partido País
Solidario.
15 Franco fue primero intendente municipal y luego
gobernador del Departamento Central, antes de candidatearse como
compañero de dupla de Fernando Lugo. En realidad representa a una
fracción del PLRA, y no pertenece al oficialismo del partido.
16 Otro elemento en común con Tekojoja es que el
P–MAS también se inicia a partir de una ONG, la llamada “Casa
de la Juventud”.
17 La vicepresidenta del Banco Mundial, Pamela Cox, en
reciente visita ofreció créditos por 500 millones de dólares,
de los cuales se donarán 5 millones para obras sociales (http://www.abc.com.
py/2008–09–16/articulos/451456/banco–mundial–ofrece–us–500–millones–al–gobierno–de–lugo).
18 Marco Boltes, “Cómo se viene el 2008. Recuento y
Perspectivas”.
19 La Mesa Coordinadora Sindical, que agrupa a varios
sindacatos estatales y otros del sector privado, lleva adelante
una política independiente y crítica al gobierno Lugo.
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