La invasión de EEUU a
Somalia
En juego, petróleo,
minas y
la "Puerta de
las Lágrimas"
Por Alfredo Jalife–Rahme
La Jornada, 14/01/07
Las lágrimas se están
volviendo una epidemia del nepotismo dinástico de los Bush. Después
de su padre y con un mes de diferencia, ahora toca el turno a Baby
Bush llorar en público. ¡Qué familia más emotiva!
Por ironía de la
historia, las lágrimas vertidas por Daddy y Baby Bush,
respectivamente presidentes 41 y 43, coinciden metafóricamente con su
despliegue militar en la "Puerta de las Lágrimas", traducción
de la expresión árabe "Bab Al Mandab", el superestratégico
estrecho que conecta la costa oriental del mar Mediterráneo con el océano
Indico a través del canal de Suez y donde el ejército de Estados
Unidos participa sigilosamente en colusión con Etiopía en la invasión
a Somalia, como parte de la pretendida reconfiguración del muy
complejo Cuerno de África.
Ya habrá tiempo de
abordar lo que a nuestro juicio constituye la verdadera estrategia
geopolítica de Washington tanto en el pentágono geográfico (los
mares Caspio, Negro y Rojo; la costa oriental del mar Mediterráneo, y
el golfo Pérsico) como a lo largo de una parte del meridiano 10 norte
que se extiende en el vasto océano Indico y que va de Somalia, pasa
por Sri Lanka, y alcanza Tailandia.
Es en el contexto de la
supremacía marítima del Indico que habría que ubicar la nueva
geopolítica estadounidense en el muy complejo Cuerno de África, metafóricamente
denominado el "segundo frente de Al–Qaeda" (los estrategas
de Washington lo cambiaron sin avisar porque así habían calificado
antes a la región del sudeste asiático) donde descuella la reciente
invasión de Estados Unidos y Etiopía a Somalia.
Se conoce como Cuerno de
África, amén de su semejanza pictórica, a la región vinculada históricamente
que se encuentra entre el Indico y el golfo de Adén: Etiopía,
Eritrea, Yibuti y Somalia. En el nuevo léxico geográfico de Al–Qaeda
("Al–CIA", para los amigos), sería más apropiado hablar
del "Gran Cuerno de África" que incluya a Kenia, en
similitud al "Gran Medio Oriente" que según los
geoestrategas israelíes va en línea horizontal desde Mauritania
hasta Cachemira y en línea vertical desde el mar Caspio hasta Kenia.
Pero, como los inigualables geógrafos de Al–Qaeda definen la nueva
cartografía del siglo xxi, habría entonces que agregar a Tanzania,
que también tiene salida al Índico y donde, sumado de Kenia, los
terroristas islámicos (¿ya se volvió sinónimo?) con santuarios en
Somalia perpetraron en 1998 atentados premonitorios contra
instalaciones de Estados Unidos, que ahora, casi 10 años más tarde,
se cobra la factura de represalias legítimas.
Se desprende un primer
teorema: si no se tiene vocación por el cine y mucha paciencia, sería
muy difícil entender la dimensión del terrorismo islámico de Al–Qaeda,
la obsesión retórica bushiana.
Ahora resulta que Al–Qaeda
opera en Somalia, un país sunita islámico en su totalidad. Sin la
existencia de Al–Qaeda, ¿cuál sería la coartada de la torturadora
teocracia bushiana para imponer su agenda unilateral en el "Gran
Medio Oriente" que incluye al "Gran Cuerno de África"?
Si Al–Qaeda no
existiese habría que inventarla. La fantasmagórica organización
terrorista islámica global (sic) ha servido exquisitamente los propósitos
militares del Pentágono, que ha extendido su cronograma de una previa
"guerra de 30 años" a una más novedosa de "100 años"
(ver Bajo la Lupa, 3/01/07).
Así, la invasión de
Estados Unidos y Etiopía (con apoyo de Israel y Gran Bretaña) a
Somalia no puede ser deslindada de todas sus reverberaciones que han
repercutido en el "Gran Cuerno de África", a un costado de
los yacimientos petroleros de Arabia Saudita, y en la conexión de las
"Puerta de las Lágrimas" con el Indico.
De los 22 países que
integran la Liga Árabe, Alá ha querido que cada uno posea salidas a
un amplio mar y/o un océano. Es el caso de Somalia, cuyas costas de 3
mil 25 kilómetros limitan el golfo de Adén y el Indico, y comparte
fronteras con Yibuti (58 kms.), Etiopía (mil 600 kms.) y Kenia (682
kms.).
Si la historia de
Somalia, debido a las componendas de las potencias coloniales, es trágicamente
kafkiana, su pertenencia a la Liga Árabe es muy extraña, ya que, si
bien en su totalidad es islámico sunnita, su raza es somalí en 85
por ciento, mientras el restante 15 por ciento ostenta tribus
dispersas, como los bantúes y a solamente 30 mil "árabes"
químicamente puros (0.3 por ciento del total).
La banca israelí–anglosajona
asesta otro golpe a uno de los miembros de la Liga Árabe que se ha
quedado prácticamente muda frente al despliegue bélico en el
"Gran Cuerno de África", como parte de sus movimientos
estratégicos conjuntos en el "pentágono geopolítico" que
integra a cinco mares super–estratégicos.
Somalia sería un país
balcanizado por antonomasia debido a su división intrínseca entre
clanes y subclanes de lo que se han aprovechado sus vecinos donde
abunda la etnia somalí que sueña con establecer la "Gran
Somalia" cuando a penas puede cohesionar a la "Pequeña
Somalia": Kenia, Eritrea, Yibuti y Etiopía.
El único de los citados
sin salida al mar es Etiopía, lo cual constituye uno de los objetivos
principales de su invasión apuntalada por la banca israelí–anglosajona,
que reinstaló al tránsfuga "gobierno provisional"
(cocinado desde Kenia por la ONU) y derrocó al gobierno de la Unión
de los Tribunales Islámicos, de corte medieval, que había instaurado
la sharia, la ley musulmana, al que la propaganda negra israelí–anglosajona
vincula con Al–Qaeda.
Sin Al–Qaeda de por
medio, la parte noroccidental había declarado su independencia (la
"República de Somalilandia"), y la parte nor–oriental en
el estado de Puntland había sentenciado su semi–autonomía,
mientras el sur ha sido presa de la conflagración intertribal.
Más allá de las
opiniones paganas para el grueso teocrático de los multimedia israelí–anglosajones,
como la de Martin Fletcher, que en el periódico conservador
londinense The Times (8/01/07) aduce correctamente que la nueva
intervención de EEUU en Somalia solamente abultará el extremismo (nota: quizá,
de eso se trate), hay que destacar que la lógica de un Estado–Nación
a la antigüita (es decir, que se mueva en la óptica de la soberanía)
difiere sustancialmente de la de la plutocracia neoliberal al menos
eso es lo que hemos visto en referencia al consistente comportamiento
de la banca israelí–anglosajona, que pareciera extraño para los
leguleyos, pero que ostenta una prístina lógica etnocida y
geofinanciera.
En este sentido no se
puede soslayar la pletórica riqueza minera y energética del país
invadido por las fuerzas de Estados Unidos y Etiopía.
Somalia tiene la culpa
ontológica de ser un país codiciado, es decir, susceptible de ser
invadido debido a su posesión de uranio; con este solo recurso sobra
y basta para ser saqueado. Pero el manual de la CIA nos actualiza que
también posee "amplias (sic) reservas sin explotar (¡súper–sic!)
de hierro, estaño, bauxita, cobre, sal, gas natural (¡súper–sic!)
y probablemente (¡súper–sic!) reservas de petróleo".
En el "Gran Cuerno
de África" en general y en Somalia en particular, la banca israelí–anglosajona
libra una clásica guerra de recursos sobre los cuales pronto
emprenderemos el específico inventario puntual.
Somalia, guerra
anglosajona de recursos
Por Alfredo Jalife–Rahme
La Jornada, 21/01/07
Ahora emprendamos el
inventario prometido en "La invasión de EEUU
a Somalia. En juego, petróleo, minas y la 'puerta de las lágrimas'"
(La Jornada, 14/01/07).
El Estado separatista
semiautónomo de Puntland, que domina el superestratégico "gran
cuerno de África" y se sitúa entre la "República de
Somalilandia" (que ya declaró su "independencia") y el
sur de Somalia (volcado en el tribalismo centrífuga), exhibe
poderosos intereses mineros y petroleros de la anglosfera.
No es ningún secreto
evocar que la banca israelí–anglosajona, que se encuentra detrás
de la invasión de Etiopía a Somalia, apuntala la balcanización de
Puntland y Somalilandia con el fin de avanzar sus intereses
particulares.
Una entidad fantasmagórica,
Consort Private Ltd. (CP), con registro en el paraíso fiscal de las
islas Maldivas, obtuvo todos (¡supersic!) los derechos petroleros y
mineros del "Estado Democrático" de Puntland.
Lo interesante de CP es
que opera en las oficinas del abogado Anthony Black en Londres y luego
vendió, para no decir trianguló blanquecinamente, 50.1 por ciento de
sus intereses a la empresa australiana Range Resources Ltd. (RR), cuyo
jerarca es sir Sam Jonah, nada menos que "presidente" de
Anglo Gold Ashanti, la mayor empresa aurífera de África, y simultáneamente
"director" de Anglo American Corporation de Sudáfrica
("La guerra en Somalia: ¿acaparamiento de las materias
primas?", MoviSol Italia, 8/01/07).
No vamos a ahondar la
severa imputación de Human Rights Watch sobre las recientes
atrocidades y extorsiones de Anglo Gold Ashanti en la República
Democrática del Congo. ¿A quién importa cuando Anglo–American
Corporation cotiza óptimamente en la bolsa londinense?
¿No sería más adecuado
incorporar a Sudáfrica al "gran cuerno de África", que
definen en forma restringida los geógrafos israelíes y los geopolitólogos
de Al Qaeda ("Al CIA", para los amigos)?
No falta la parte cómica
de los montajes del unilateralismo bushiano: según la agencia
humanitaria británica Oxfam, los ataques feroces de las "fuerzas
especiales operativas" de EEUU
contra los "terroristas islámicos de 'Al Qaeda' que huían
de Somalia a Kenia, resultó un grave error (ahora se le dice "daño
colateral"), ya que los 70 muertos eran unos indefensos
"pastores nómadas" (Reuters, 12/01/07). Lo único cierto es
que eran "islámicos". ¡Todo sea para colmar el voyeurismo
del televidente anglosajón intoxicado por la "guerra contra el
terrorismo islámico global"!
RR ha iniciado las
exploraciones petroleras en el separatista Puntland y entre sus socios
se encuentra la canadiense Canmex, subsidiaria de Lundin Mining (LM)
que se caracteriza por las inversiones en países de alto–riesgo
geopolítico (Congo y Sudán). Como de costumbre, la anglosfera se
despacha con la cuchara grande y de vez en cuando reparte y comparte
con sus socios globales (antes se decía "coloniales").
Los tentáculos de LM
(con sede en Vancouver) llegan impúdicamente hasta el anterior primer
ministro sueco Carl Bildt, que representa los intereses de la
plutocracia oligopólica y dinástica de los Axson Johnson.
No podía faltar en las
excavaciones y exploraciones Middle East Petroleum Services, con sede
en Dubai, que dirige Ken Fellows, que se desprendió de la matriz Irak
Petroleum Company, que subsiste extrañamente como empresa en Londres
y cuyos accionistas son ni más ni menos que las petroleras Exxon–Mobil,
Total y Partex.
Se repite la historia en
Somalilandia, donde la británica Rovagold Ltd., subsidiaria de
Centurion Gold Holdings (CGH), obtuvo jugosos derechos mineros, al unísono
de Zarara Energy Ltd., parte del conglomerado Goldfield Group (Sudáfrica).
El portal de CGH anunció
haber expandido sus profundos conocimientos extractivos al sector
gasero y petrolero (21/10/05). Una cosa es segura: no van a perder su
tiempo en la "independiente" República de Somalilandia, o
extraen oro o petróleo y/o gas.
Carl Bloice explaya el éxito
del despliegue militar de EEUU en
África para capturar el petróleo: "cerca de dos tercios de los
campos petroleros de Somalia habían sido asignados a las
trasnacionales de EEUU , Conoco, Amoco, Chevron y Phillips antes que
el presidente pro EEUU Mohammed Said Barre fuera derrocado en enero de 1991"
("Más sangre por petróleo", Black Commentator, 16/01/07).
También suele suceder
que las entidades separatistas no solamente se peleen entre sí, sino
que, peor aún, vendan su alma al peor postor y al mejor impostor. El
gobierno de la "República de Somalilandia" protestó
airadamente ante la minera australiana RR y el "Estado Democrático
de Puntland" (en ese orden de relevancia) por haber invadido su
territorio para realizar exploraciones invasivas, mientras el tránsfuga
"gobierno provisional" de Somalia había impugnado el
acuerdo entre Puntland y RR, por el cual la trasnacional pagó un millón
y medio de dólares para obtener los derechos del subsuelo de más de
212 mil 500 kilómetros cuadrados (más del doble de Chiapas y/o
Cuba). Luego, el tránsfuga "gobierno provisional" somalí,
lubricado por las trasnacionales de la anglosfera mediante un pago de
medio millón de dólares, cambió dramáticamente de opinión (The
Somaliland Times, 14/01/07). ¡Qué baratos! Se parecen a los
neoliberales mexicanos...
En la superficialidad del
análisis expedito, que no tome en cuenta la magistral perfidia británica
que atiza a las partes antagónicas para salir como único vencedor
(en inglés se dice "divide and rule": divide y vencerás)
pareciera que el peor pecado "capital" (en el doble sentido
teológico–jurídico y pecuniario) del derrocado gobierno medieval
de la Unión de Tribunales Islámicos (UTI) fue cuando se atrevió a
pisar territorios ajenos en Puntland.
Un periódico británico,
The Independent (10/01/07), nos ilustra al respecto y el viceprimer
ministro somalí del gobierno de transición (estuvimos a punto de
escribir "traición"), Hussein Aideed, denunció que los
integristas islámicos habían recibido financiamiento de Gran Bretaña,
la "principal fuente de dinero y hombres para la UTI", y señaló
que muchos combatientes muertos poseían pasaportes británicos y
estadounidenses. ¿De qué se asusta Aideed, que resultó tan aldeano
y no entiende los alcances de la globalización financiera
anglosajona?
Lo que pasa es que el
sentimental Aideed es hijo de un cacique que "EEUU
intentó juzgar, capturar o matar cuando invadió a Somalia en
la década de los 90". Lo más extraño es que Aideed "se
haya formado (sic)" en EEUU
y " haya servido (sic)" en su ejército. No es
inusual que en las zonas de la penumbra geopolítica muchos de los
implicados no sepan para quién operan.
No es para menos el
asombro de Aideed, pero quizá su perplejidad hubiese sido resuelta
con mayor antelación si hubiese leído a Gerard Prunier, de Le Monde
Diplomatique, que revela el financiamiento de EEUU
a la teocracia islámica somalí ("El golpe de Estado de
la CIA", IX/06).
El viceprimer ministro
Aideed tampoco parece estar enterado que su tránsfuga "gobierno
provisional", reinstalado por la nueva invasión conjunta de EEUU
y Etiopía, sirve en última instancia los intereses
geofinancieros y geopolíticos de la banca israelí–anglosajona.
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