África

África, año 2057

Por Immanuel Wallerstein
La Haine, 25/05/07

El nacionalismo africano tuvo en sus buenos tiempos un importante elemento de conflicto de clases, algo que ha sido ocultado en mucha de la literatura sobre África. La conciencia de clases puede nuevamente tornarse central para la política africana

El año 2007 marca el 50º Aniversario de las independencias africanas. Establezco esto a partir del 6 de marzo de 1957, cuando la colonia británica de Gold Coast se convirtió en el Estado independiente de Ghana, siendo la primera colonia en alcanzar ese status en lo que entonces se denominó África Subsahariana.

El líder del movimiento que triunfó en la lucha por la independencia fue Kwame Nkrumah. El mundo declaró este día como un gran punto de inflexión en la historia de África y envió a sus líderes a formar parte de las celebraciones en Accra. Gran Bretaña envió a la Princesa de Kent y a su Primer Ministro, Sir Harold Macmillan. El Vicepresidente Richard Nixon asistió en representación de Estados Unidos.

Estuve personalmente en Accra en aquel momento y fui testigo del gran entusiasmo y calidad de los festejos, así como del optimismo general que sintió Ghana y el resto del continente respecto del futuro de África. Nkrumah dijo "Consígase primero el reino político y todo lo demás vendrá por añadidura". Aquí estaba la prueba.

La independencia de Ghana fue seguida en 1958 por el rechazo de Guinea a permanecer dentro de la órbita francesa y por una cascada de independencias en 1960 – dieciséis países en total. El año 1960 fue bautizado como “el año de África”. Fue también el año de la crisis del Congo, la primera guerra civil del África independiente, el primer reingreso de tropas europeas en África después de la independencia y el primer asesinato de un jefe de gobierno africano – el Primer Ministro Patrice Lumumba.

Sin embargo, lo que fue denominado "downward sweep of African liberation" continuó algunos años más, hasta que se encontró con la dura roca de la riqueza mineral, de la colonialmente dominada África del Sur –las colonias portuguesas de Angola y Mozambique, el controlado por colonos y auto proclamado Estado Independiente de Rhodesia (ahora Zimbabwe), África del Sudoeste (ahora Namibia) controlada por los Sudafricanos, y el apartheid en Sudáfrica. Tomó otros veinte años alcanzar la independencia de todos estos Estados.

Mientras tanto, la euforia de 1957–1960 dio paso a nuevas realidades – golpes militares, guerras civiles, incluso guerras interestatales, sumado a las severas dificultades económicas de los setenta y los ochenta desencadenadas, pero no causadas, por los aumentos del precio del petróleo. El Afro–optimismo dio lugar al Afro–pesimismo. Todo lo demás no se fue sumando a la independencia política. ¿Estaba equivocado Nkrumah?

El mismo Nkrumah había advertido que el fin del colonialismo sería seguido por el neo–colonialismo a causa de la continua dependencia económica de los Estados Africanos respecto de Europa Occidental y América del Norte. El remedio de Nkrumah era la unidad africana. Logró percibir las dimensiones de África y redefinirlas para incluir África del Norte. Pero la gran montaña que era el movimiento para la unidad Africana se transformó simplemente en un ratón, con la forma de una débil estructura llamada Organización para la Unidad Africana (OAU). La OAU fue posteriormente denominada Unión Africana (AU) pero sin ser fortalecida.

En el 2007, el cuadro político y económico de África no coincide con las esperanzas y expectativas de 1957. Aquí y allá, se pueden señalar algunas pequeñas mejoras económicas, pero en general, las estadísticas muestran que África ha tenido la performance más débil de todos los continentes. Y aquí y allá se puede señalar alguna renovada vibración en la escena política, sin embargo, la mayoría de los Estados están en manos de políticos corruptos quienes no toleran oposición a sus regímenes y no hacen nada por dar mejoras a su pueblo.

¿Como se verá África de acá a cincuenta años? Por supuesto, nadie puede saberlo con seguridad. Pero se pueden tener algunas expectativas razonables. En primer lugar, sería difícil que las cosas se volvieran peores. En el orden jerárquico internacional de Estados, los Estados Africanos están hoy por lejos en la parte más baja. Las generaciones más jóvenes reaccionan a esta realidad de dos maneras. Algunos emigran, y otros están comenzando a estructurar nuevos movimientos – tratando de construir una segunda ola de luchas por la liberación nacional.

En segundo lugar, el escenario geopolítico será muy diferente en 2057. La habilidad de Estados Unidos y Francia para interferir directamente en el escenario africano habrá seguramente casi desaparecido. Algunos dicen que podrían ser reemplazados por nuevos actores foráneos, como China o como algunos sugieren, Brasil. Esto me parece altamente improbable cuando no absolutamente imposible. En su lugar, creo que en los próximos 25 años la relativa escasa importancia geopolítica de África actuará en su favor, permitiendo que los nuevos movimientos de deliberación se hagan realidad y florezcan. Si estos movimientos estudian bien la historia de África desde 1957–2007, serán capaces de forjar movimientos que sean más concientes sobre lo que es necesario hacer para transformar las estructuras económicas y para luchar contra la polarización interna de clases.

En los años anteriores a que Nkrumah presidiera las ceremonias de independencia en 1957, sus oponentes internos más conservadores despreciaban a sus seguidores llamándolos "verandah boys". Esto hacía referencia al hecho de que muchos de los militantes estaban relativamente poco urbanizados y no tenían residencia permanente debiendo dormir en las verandahs [galerías] de las casas de otras personas.

Esto indica que el nacionalismo africano tuvo en sus buenos tiempos un importante elemento de conflicto de clases, algo que ha sido ocultado en mucha de la literatura sobre África. La conciencia de clases puede nuevamente tornarse central para la política africana. Si esto ocurre, dada la crisis estructural del moderno sistema–mundo y las caóticas condiciones geopolíticas y de la economía–mundo que se originen, los movimientos africanos podrían jugar un rol mucho más importante en los resultados de la lucha política mundial, que el anticipado por muchos de nosotros en la actualidad. Esperemos que así sea.


(*) Immanuel Wallerstein es director del Centro Fernand Braudel para el Estudio de Economías, Sistemas Históricos y Civilizaciones en la Universidad del estado de Nueva York en Binghamton, cuyo profesor más conocido es James Petras. Su libro más difundido traducido al castellano es: El moderno sistema mundial: La agricultura capitalista y los orígenes de la economía–mundo europea en el siglo XVI, Siglo XXI, Madrid, 1979.Clacso