República
Democrática del Congo
La
demostración del pillaje y de la sumisión
Por
Damien Millet y Eric Toussaint (*)
CADTM / Correspondencia de Prensa, 07/07/07
Traducción de Raúl Quiroz y Griselda Pinero
Para
alguien que quiera entender mejor nociones tan complejas como el
pillaje de las riquezas de un país, la intolerable pérdida de
soberanía de un Estado y el concepto de deuda odiosa, la República
Democrática del Congo (RDC) es un caso de manual. El modo cómo se
tramitó el presupuesto del 2007 y las orientaciones que adoptó el
gobierno dirigido por Antoine Gizenga proporcionan unas pruebas
fehacientes de lo que el Comité para la Anulación de la Deuda del
Tercer Mundo y muchos otros movimientos sociales exponen desde hace años.
El
proyecto de presupuesto para el 2007 elevado por el gobierno a la
Asamblea Nacional estaba marcado por una estricta orientación
neoliberal. En efecto, según el ministro de Finanzas congoleño,
Athanase Matenda Kyelu, el proyecto «estaba de acuerdo con lo
convenido con los servicios del FMI».[1] Recordemos que el FMI es la
punta de lanza de la mundialización financiera, particularmente
reconocido en todos los continentes en el seno de las poblaciones más
pobres por los destrozos cometidos por las medidas antisociales que
impone desde hace un cuarto de siglo...
¡La
Asamblea nacional no lo entendió así! El pasado 14 de junio aprobó
unas enmiendas que modificaban al alza el presupuesto, lo que por
supuesto no fue del agrado del FMI, que no dejó de hacerlo saber.
Siempre según el ministro de Finanzas, «el Consejo de Administración
del FMI, reunido el lunes 18 de junio del 2007 para examinar el estado
de desarrollo del programa de estabilización macroeconómica
supervisado por los servicios del FMI, expresó su preocupación sobre
la evolución del debate en curso en el Parlamento del proyecto de ley
presupuestaria 2007 [...] las previsiones de la recaudación y de los
gastos han sido sensiblemente revisados al alza, de manera que ya no
corresponden al marco macroeconómico sobreentendido en la elaboración
de este presupuesto 2007».
Más
claro imposible... Entonces se encargó al gobierno que apagara el
incendio interviniendo ante el Senado en este sentido. Así es como un
gobierno se somete al FMI y a sus acreedores, exactamente como un
esclavo sirve a su amo.
El
23 de junio, los ministros congoleños de Finanzas y del Presupuesto
portaron al Senado la voz del FMI. Como informó el diario congoleño
Le Potentiel, «Matenda Kyelu dijo que esperaba que el Senado
corrigiera el proyecto de presupuesto del 2007 para responder en
particular a las exigencias de los socios exteriores, entre ellos, el
Fondo Monetario Internacional».[2] La maniobra tuvo éxito: el 29 de
junio, el Senado enmendó el presupuesto del Estado congoleño. ¿Qué
puede contener este presupuesto cuya tramitación parece revestir
tanta importancia?
En
primer lugar, el monto total del presupuesto es muy bajo: cerca de
2.400 millones de dólares, o sea, la suma gastada por Estados Unidos
en menos de dos semanas de ocupación de Iraq. ¿Cómo, en estas
condiciones, se puede reconstruir un país devastado por dos guerras
que causaron 3,5 millones de muertos?
En
comparación, Francia, cuya población se acerca a los 60 millones de
habitantes, como la RDC, tiene un presupuesto de 520.000 millones de dólares,
esto es, más de 200 veces el presupuesto congoleño, mientras que el
subsuelo de la RDC es un «escándalo geológico» que rebosa riquezas
mineras y que su tierra agrícola es tan fértil.
Otro
elemento de comparación interesante: el presupuesto de la RDC supera
apenas el monto anual de los gastos operativos del FMI, que emplea
nada más que 2.700 personas. El escándalo es patente: las riquezas
congoleñas no benefician ni al Estado ni a la población del país,
sino sólo a algunos allegados al poder y a unas empresas
transnacionales, cuyos intereses sirven el FMI y las grandes
potencias.
Más
aún, una parte desmesurada –¡50 %!– de los recursos propios de
la RDC está destinado al servicio de la deuda, cuya cuota en el
presupuesto está en neto crecimiento. Como declarara el primer
ministro congoleño en la presentación del presupuesto, «esta
situación reduce así la capacidad del gobierno para dedicar sus
recursos internos, desde el 2007, a la mejora de las condiciones de
trabajo de los agentes y funcionarios del Estado, en especial de la
policía y del ejército, y a reforzar su capacidad financiera en
beneficio de las inversiones prioritarias».
Por
último, entre la realización de estas inversiones y el pago a los
acaudalados acreedores que acaparan las riquezas nacionales, el
gobierno, aconsejado por el FMI, optó por la segunda alternativa.
Evidentemente, los gastos en educación y en salud pública se reducen
a un mínimo.
Por
consiguiente, este proyecto de presupuesto impide deliberadamente la
satisfacción de las necesidades humanas fundamentales de la población
congoleña. Con ello, viola varios textos fundamentales, como la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Preámbulo de la
Constitución congoleña.
Indiferente
a estos argumentos, el FMI y sus cómplices locales, han elaborado un
presupuesto cuyo fin es «dar todas las posibilidades a la RDC que
garanticen su marcha victoriosa hacia el punto de culminación de la
Iniciativa PPAE (paíse pobres altamente endeudados)».[3] Iniciativa
cuya finalidad no es otra que imponer a la RDC unas medidas económicas
muy impopulares, como la reducción de los presupuestos sociales, la
supresión de las subvenciones a los artículos de primera necesidad,
privatizaciones, apertura de las fronteras y una fiscalidad que agrava
las desigualdades. Es así como un gobierno puede congratularse de
estar a la cabeza de un Estado muy pobre y muy endeudado...
La
magra anulación de la deuda que resultará de la Iniciativa PPAE
permitirá ocultar que ésta es una vasta operación de blanqueo de
antiguas deudas odiosas contraídas por el dictador Mobutu para
aumentar su fortuna personal, con la complicidad de los diferentes
acreedores, que eran generosamente retribuidos.
Esta
deuda jamás benefició a la población y es por ello una deuda
odiosa, que no se debe pagar. Tanto las instituciones financieras
internacionales (el FMI y el Banco Mundial a la cabeza) como los
responsables congoleños de este endeudamiento, como el actual
presidente del Senado, ex primer ministro de Mobutu, Léon Kengo wa
Dondo, tienen que rendir cuentas al pueblo congoleño. Una auditoría
de la deuda congoleña, promovida por los movimientos sociales de la
RDC, con el fin de basar en derecho el repudio de la misma es ahora el
paso obligado.
Notas:
(*)
Damien Millet, presidente del CADTM Francia (Comité para la Anulación
de la Deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org, autor de África sin
deuda, Icaria, Barcelona, 2007. Eric Toussaint, presidente del CADTM Bélgica,
autor de Banco Mundial, el golpe de Estado permanente, El viejo Topo,
Mataró, 2007.
1.
Ver «Budget 2007: FMI s'inquiète, le gouvernement pour une révision»
en el periódico congoleño L'Avenir, 23 de junio de 2007,
www.groupelavenir.net/spip.php?article12122
2.
Ver «Budget 2007, cap sur le point d'achèvement», Le Potentiel, 23
de junio de 2007, http://fr.allafrica.com/stories/200706230194.html
3.
Ver Le Potentiel, 23 de junio.
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