Una
sangrienta guerra por el saqueo de minerales
Qué
está pasando en la R. D. del Congo
UMOYA
(Comités de Solidaridad con el África Negra), 01/11/08
Estos
días se nos informa en los medios de comunicación que en
el este de la República Democrática del Congo hay combates
y hemos visto a la población civil en grandes filas, con
unas escasas pertenencias encima de la cabeza, huir de los
enfrentamientos entre rebeldes y el ejército y de las
muchas violaciones de los derechos humanos que vienen
padeciendo hace años. Una catástrofe humanitaria. La
información que nos dan habla de "rebeldes", unas
veces congoleños y otras ruandeses pero, ¿qué
representan?
Desde
los Comités de Solidaridad con África Negra–Umoya,
pensamos que no queda claro qué está pasando, por eso
hemos querido plasmar sencillamente unos hechos para
acercarnos a una mejor comprensión, ya que venimos
siguiendo este conflicto desde 1991. La información de
nuestros contactos locales, religiosos y religiosas españoles
y miembros de organizaciones locales de defensa de los
derechos humanos, dan pistas para entender algunos aspectos.
Durante
los años 1998–2003 la situación de conflicto en el este
del Congo era mucho peor que ahora. De hecho, el miedo de la
población es que se repitan los acontecimientos de esos 5 años
en los que murieron unos 4 millones de congoleños. Lo
sorprendente es que durante esos años en los que Ruanda,
Uganda y Burundi invadieron el Congo, con esas cifras de
muertos, esta guerra permaneciera totalmente ignorada por
los medios de información. ¿Casualidad o ignorancia? No ha
habido otra guerra con tantos muertos desde la II Guerra
Mundial. ¿Por qué fue ignorada por las grandes agencias de
información? Y, ¿por qué ahora están las cámaras
mostrando lo que ocurre?
Un
actor importante en esta situación es Laurent Nkunda, tutsi
congoleño y dirigente de la guerrilla que asola esta zona
del Congo. Nkunda y sus hombres están apoyados claramente
por el gobierno de Ruanda que, a su vez sirve los intereses
de grandes potencias del Norte (Estados Unidos, Reino Unido,
Bélgica, Holanda).
Algunos
dirigentes europeos barajan la posibilidad de, –para
evitar un derramamiento de sangre masivo–, aumentar los
cascos azules en el terreno (actualmente 17.000), e incluso
mandar una fuerza de intervención rápida de la UE. Javier
Solana, en unas declaraciones del 29 de octubre, alaba a los
cascos azules (la misión de cascos azules en el Congo se
llama MONUC) "por su ejemplar comportamiento". Lo
contradictorio es que precisamente, en estos días, la
población de Goma y Bukavu, las capitales de Kivu Norte y
Kivu Sur, han salido en masa a la calle pidiendo que
desaparezcan de suelo congoleño todos los cascos azules. ¿Qué
sentido tiene esto?
La
misión de la MONUC consiste, entre otras cosas, en proteger
a los civiles de las torturas, violaciones y asesinatos de
las tropas de Nkunda, sin embargo hay muchos testimonios de
personas que han visto a cascos azules transfiriendo
armamento a las tropas de Nkunda, así como traficando con
oro y otros minerales de alto valor; cargando helicópteros
de la MONUC con minerales, destino Ruanda (quien ha creado y
mantiene a Nkunda). Otros asuntos similares son relativos a
abusos sexuales de cascos azules a niñas.
Acusaciones
más graves nos llegan. El comportamiento de la MONUC cuando
hay combates entre el ejército congoleño y las tropas de
Nkunda: si son las tropas de Nkunda quienes vencen en el
combate, la MONUC desaparece; sin embargo, cuando el ejército
congoleño está en posición de vencer aparece la MONUC y
se interpone entre los combatientes frenando el avance y
evitando una posible victoria final de las tropas congoleñas.
Otras
veces la MONUC facilita el avance de las tropas de Nkunda y,
en ocasiones clave, ha abandonado casualmente esa zona tampón
aprovechando Nkunda un avance sin dificultad y tomando por
sorpresa al ejército congoleño. También se ha visto en
diversas ocasiones a Nkunda utilizando helicópteros de la
MONUC en algunos de sus desplazamientos.
Otro
elemento a tener en cuenta: en septiembre se nombró al
Teniente General español Díaz de Villegas al mando de la
MONUC y menos de dos meses después, el 27/10/2008, dimite
del cargo. Alude a "motivos personales", pero
realmente ¿por qué ha dimitido? Hace un mes, miembros del
ejército congoleño interceptaron una comunicación de un
miembro de la MONUC que estaba llamando con urgencia a un
mando del ejército ruandés y le pedía que desde Ruanda
acudieran refuerzos rápidamente en apoyo a Nkunda porque el
ejército congoleño estaba en una posición de superioridad
con respecto a él.
No
es de extrañar que si son ciertas estas acusaciones que
hacen los congoleños que están sobre el terreno, el
Teniente General Villegas opte por dimitir si ve que le es
imposible poner un poco de cordura en esta situación y
estar realmente al mando de sus tropas. Los cascos azules
están favoreciendo una situación en la que podrían perder
la vida cientos o miles de civiles inocentes.
Es
bueno recordar que hay una orden de arresto internacional
contra Nkunda, acusado de crímenes contra la humanidad
(Informe S/2002/764 de la alta comisionada de los Derechos
Humanos de la ONU). Además se negó a entregar a la Corte
Penal Internacional, en mayo 2008, a su jefe de estado
mayor, Bosco Ntaganda, acusado de crímenes contra la
humanidad en Ituri, desde 2006.
Para
seguir entendiendo el conflicto hay que saber que el Congo
es uno de los países más ricos del planeta en recursos
naturales, especialmente mineros. Oro, diamantes, cobre,
cobalto, uranio, estaño y una larga lista de minerales que
posee en enormes cantidades. Especialmente es rico en
minerales raros y estratégicos: el caso más conocido es el
del coltán, tan necesario para la fabricación de teléfonos
móviles, portátiles o naves espaciales. Si dejara de salir
coltán del este del Congo se colapsaría la fabricación de
teléfonos móviles. El efecto que podría tener sobre las
grandes multinacionales del sector de las comunicaciones
podría ser catastrófico.
Desde
1998, el coltán y otros minerales importantes están
saliendo del Congo a través de Ruanda. Para las
multinacionales tal y como están las cosas, el asunto
funciona, mejor es no tocarlo. El principal beneficiado de
esas cantidades enormes de minerales es el clan del
presidente de Ruanda. Paul Kagame, que se encarga de
mantener, en suelo congoleño, milicias ruandesas de diverso
tipo (unas de hutu, y otras de tutsi como las de Nkunda).
Como
es lógico el presidente del Congo, Kabila, pretende cambiar
las reglas del juego y rechaza que el pueblo congoleño
obtenga como único "beneficio" el trabajo
esclavizante de niños y jóvenes en las minas y el
sufrimiento que las milicias que trafican con el mineral
infligen a toda la población. Kabila quiere que los
beneficios de las minas sean para los congoleños y no para
el clan ruandés.
Sin
embargo esta legítima reclamación cuenta con la clara
oposición de los traficantes que ahora están controlando
el mercado mundial del coltán y que además están en
alianza con el Presidente de Ruanda. Él y su Frente Patriótico
Rwandés (FPR), han asesinado a cientos de miles de
ruandeses –hutu sobre todo– y congoleños. Sin embargo
se hacen esfuerzos ímprobos para presentar a Ruanda como
ejemplo de desarrollo en África. Internacionalmente se
esfuerza mucho para que su imagen se mantenga limpia. Esto
podría explicar cómo sus tropas han invadido el Congo
durante varios años y el asunto no haya llegado a ser
noticia en la prensa internacional.
Otro
aspecto importante es que China se ha quedado fuera de este
juego. China necesita devorar cantidades inmensas de
materias primas para mantener en marcha su tren de producción
y el Congo ofrece enormes cantidades de esas materias primas
a precio muy interesante. El Gobierno congoleño está en
una situación de debilidad extrema: no tiene dinero –y la
comunidad internacional no le quiere dar porque quiere
mantenerle débil para que no intente cambiar las reglas del
juego–; su escaso presupuesto no le permite pagar a los
soldados que están en el frente, ni a veces, abastecerles
de municiones. Está dispuesto a ofrecer a China lo que
necesite si ésta le ayuda. Y aquí empiezan los problemas.
Congo
y China firmaron, hace varios meses un contrato de concesión
de cobre para China. A cambio China construiría dos
aeropuertos, hospitales, escuelas, autovías... Un acuerdo
de varios miles de millones de dólares en forma casi de
trueque. China está ofreciendo el 30 % de lo que consiga en
minerales. En cambio, las multinacionales europeas y
americanas están pagando un 5 % y un 12% de las riquezas
que declara al sacarlas del país. Y decimos "que
declara" porque saca grandes cantidades
clandestinamente. Evidentemente, esta competencia con China
no es en absoluto del agrado de occidente.
Durante
estos últimos meses el Gobierno congoleño ha sufrido
fuertes presiones occidentales intentando obligarle a que
rescinda los contratos que ya tiene firmados con China, y en
agosto pasado afirmó con rotundidad que mantendría estos
contratos. Y, ¡qué casualidad!, en los últimos días de
agosto las milicias de Nkunda iniciaron esta ofensiva con
apoyo de Ruanda a la conquista de la región Kivu.
Los
hechos demuestran –y es la constatación más clara de los
congoleños– que la MONUC está para vigilar los intereses
de la "comunidad Internacional" (en este caso de
USA, Reino Unido, Bélgica, Holanda y otros) y en última
instancia obedece las órdenes de Alan Doss, el
Representante Especial del Secretario General de Naciones
Unidas para la República Democrática del Congo, de
nacionalidad británica y jefe supremo de la MONUC.
La
situación ofrece algunos matices más, que aunque
importantes quizás no sea preciso explicar en este momento
para no hacer el análisis más complejo de lo que ya está
expuesto. También hay otras claves importantes que nosotros
ignoramos. Conviene, no obstante, añadir un último punto.
Quizás lo más peligroso es –si lo que valoramos son las
vidas de las personas y no el control de las materias
primas– que la "Comunidad Internacional" apoye a
Kagame. Ruanda se quedaría con Kivu, en donde está, entre
otros minerales, el coltán. ¿Cuántos millones de muertos
más se silenciarán en esta región de África mientras
nosotros hablamos con nuestros teléfonos móviles? ¿Seremos
capaces de presionar a nuestros políticos que pueden tomar
decisiones que posibiliten la paz?
|